“La polarización es jugar con fuego y precisa nervios de acero”

03/09/18 / fuente: Colsecor / foto: Juan Carlos Casas

Inventó un teorema que rige la política desde el regreso de la democracia y traspasa las fronteras. De múltiples formulaciones, la tesis que Raúl Baglini ideó a fines de 1984 todavía se cita y utiliza para explicar los comportamientos de los que llegan a la cima y alteran sus ideas previas hasta contradecirlas: “La responsabilidad de las posiciones políticas es inversamente proporcional a la distancia que te separa del poder”. La fórmula de este radical nacido en Mendoza hace 68 años tuvo su momento de gloria durante la década menemista pero todavía rige incluso para Mauricio Macri y —algo hasta hace poco impensado— para Elisa Carrió, que se disciplina con el gobierno de Cambiemos como nunca antes.

Conversador, ocurrente, con más de 30 años de experiencia parlamentaria, Baglini hoy trabaja como abogado para el sector privado y mira el mundo al revés. Hizo el camino a contramano del que emprendieron Macri y una legión de funcionarios que se criaron en el mundo empresario y aterrizaron en 2015 en el Estado.

¿Por qué abandonó la política?

Nosotros teníamos un gran dirigente en los años 40. Se llamaba Rubén Palero Infante y era el dueño del partido en Mendoza. Entonces, la juventud lo desafía con una interna. Rubén va a la interna y les gana 86 a 14, una pateadura descomunal. Esa misma noche, los convoca a todos al comité, entra, tira las llaves del local arriba de la mesa y les dice: “Traten de conservarlo en el mismo o mejor estado del que lo reciben. No se crean que son irremplazables y dejen pasar a los que vienen atrás”. Tenía 49 años. Yo desde el ‘83 hasta el 2004, que me voy con 54 años, fui candidato en todas las elecciones. Perdí la gobernación por un puchito, fui cuatro veces diputado nacional y una vez senador, era demasiado. Me reemplazó Ernesto Sanz en el Senado. Ya había cumplido.

Su retiro coincide con la crisis más dramática del radicalismo. ¿No se fue acobardado?

A mí me toca la pesadísima tarea de intervenir en casi todas las leyes del período de De la Rúa. Fue muy desgastante. En el sector privado, siempre voy a sobrevivir porque nunca he cerrado el estudio. Me sé defender bien porque dentro del Derecho me ocupo de una especialidad: el recurso extraordinario ante la Corte, reservada para médicos clínicos de consulta.

¿Cómo cambia para un hombre de la política trabajar en el sector privado?

Tenés que cambiar tu lógica de pensamiento. En el mundo de las empresas, necesitás resultados inmediatos; en la política, es por aproximación sucesiva que se dan los resultados. Lo sano para un país sería tener un sendero más o menos compartido, como lo tuvo la generación del ‘80. Es muy distinto el ritmo que adquirís.

Parece que eso le pasa a Macri ante los mercados, que no le tienen paciencia pese a que viene del sector privado.

Macri es ingeniero, viene del mundo de la matemática y la política no es la matemática. No hay ecuaciones perfectas. Creo que se ha dado cuenta de las limitaciones, con un tiempo de ejercicio de poder.

¿Macri va al shock en su momento de mayor debilidad?

Está haciendo cosas obligado por la situación de inestabilidad monetaria, en un país de economía bimonetaria como Argentina. Sos muy sensible al shock externo. Hay que revisar la historia: el efecto tequila le impide a Cavallo salir de la Convertibilidad a través de la canasta de monedas. Cuando amaga a hacerlo, tiene que tirar 4000 millones de dólares en una semana para parar la corrida y Menem, que tenía la cabeza en el ‘95, le dijo “no hagamos más experimentos”.

Después vino la reelección.

Cuando vos tenés un plan que te deja en condiciones más o menos estables, la primera reacción en política es tirarte en la colchoneta inflable en el medio del mar. ¡Pero seguís rodeado de tiburones igual que antes!

¿Los tiburones son los aliados del Presidente?

Bueno, tenés de todo. Tenés aliados y de los otros.

foto: Juan Carlos Casas

El interlocutor ausente

¿No le tocó a Macri el peronismo más dócil desde que volvió la democracia?

Le ha tocado el peronismo más desordenado. Eso es una ventaja electoral y una desventaja de gestión descomunal porque vos no tenés interlocutor y hace falta que ese interlocutor piense, además, que va a volver al gobierno. Es inexorable, porque la tarea es tan ciclópea.

Eso son Pichetto, Urtubey y Schiaretti, los socios de Macri en la gobernabilidad.

Está bien, pero no es suficiente. Porque tenés un comando de los sindicatos que no responde necesariamente a esa línea, tenés un comando de la calle que tampoco responde a esa línea y la tenés a Cristina que desde un primer momento cargó los cañones y entró a disparar.

Después de la derrota electoral de 2017, Cristina parecía una figura marginal.

Los muertos que vos matáis gozan de buena salud.

 Este año, es Macri el que la eleva con su fracaso económico. 

Y también el tema de que el peronismo, por primera vez, no le pasa con el camión por arriba al que acaba de caer, inmediatamente.

-¿Por qué esta vez no?

Fue muy profundo el proceso de estos doce años y el sometimiento de los gobernadores. En mi época, el Consejo Federal de Inversiones era una función continuada.

Esta liga de gobernadores no tiene el mismo peso ni territorial ni político. ¿Por qué Cristina tiene la adhesión que tiene?

Tuvo un relato que logró imponer masivamente y la gente se cree ese relato del gobierno progresista, algo que uno puede discutir ampliamente. Tiene un núcleo resistente al ácido nítrico, uno le puede echar cualquier cosa y lo mismo resiste.

El fuego polarizador

¿A qué otro momento de la historia le hace acordar este presente de Macri?

Desde que está el fenómeno del peronismo, nunca había observado una dispersión semejante, donde funciona el esquema Río Negro, como yo le llamo. Eso es un invento de Massaccesi y de nuestro primer gobernador, Álvarez Guerrero, con el peronismo dividido en tres o cuatro. Eso sucedió a partir de 1985 y 1987. Fue un fenómeno que se reprodujo durante un montón de años y ese es el misterio de cómo estuvo el radicalismo en Río Negro tanto tiempo. Es la primera vez que veo replicado a escala nacional este fenómeno.

La estrategia de polarizar con un Macri que cae en las encuestas ¿es inteligente o es riesgosa?

Es una estrategia que precisa nervios de acero porque además uno está jugando con fuego. Es probable que dé resultado, ssi bien nunca he considerado inmóviles los techos. Seis meses antes de que Macri fuera jefe de gobierno, nadie daba un penique; Cristina, cuando se muere Néstor y conmueve emocionalmente a los argentinos, iba rumbo al pozo directo. Es el problema de ver todo como una fotografía y no como una película en la que inciden factores que ni siquiera se tienen en cuenta. 

La polarización con Cristina en el poder terminó con Macri presidente ¿por qué esta vez puede ser distinto?

Ella despertó también mucha resistencia, la corrupción sistémica, las marchas, la cadena nacional. Fijate que le está dando resultado esto de no hablar, de haberse transformado en muda en los últimos tres meses. Es un juego riesgoso que hasta ahora siempre salió bien. En los seis o siete meses que quedan antes de la campaña electoral, hay que poner en juego resultados de gestión.

Ajuste y gobernabilidad

¿El Gobierno no tiene que atender a la víscera más sensible, más todavía en este contexto?

Siempre hay que atender a la víscera más sensible. Pero si fuera así el proceso de unificación alemana hubiera fracasado. El muro se cae en 1989 y, al día de hoy, la mitad de la población que pertenecía al sector occidental sigue pagando impuestos descomunales para equilibrar al sector oriental.

El radicalismo mira mucho a Alemania y destaca que se aprobó una reforma previsional más ambiciosa que la que se aprobó acá en Argentina.

El sistema previsional está diseñado para que un ciudadano que se jubila sobreviva 10 años, no 25. Tenés un número de pasivos gigantesco en relación a la cantidad de activos, aunque no tengas desempleo. El problema es mundial y acá tenés una parte importante de trabajadores en negro y un sistema que lo has inflado alegremente, metiéndole beneficiarios sin aportes cuando no estás en condiciones de hacerlo.

A eso Carlos Melconian le suma como crítica la reparación histórica de Macri.

Hay un inicio del Gobierno, donde tu cálculo sobre cómo va a reaccionar la economía y como vas a generar fondos adicionales está totalmente desfasado de la cantidad de beneficios que tenés que entregar. Tenías que entregar algunos porque si no la situación social no resistía. Esta crisis que has tenido ahora en realidad es el diferido del minuto inicial.

¿Cree que no falló nada en el plan del Gobierno?

Errores siempre hay. Podrías haber hecho las cosas distintas pero la línea básica está bien. El eje es volver a dar valor al trabajo, tener instituciones saneadas, achicar el espacio de la corrupción.

Hasta los aliados piden bajar las tasas para incentivar la economía, que está muy fría y entra en una recesión que no se sabe cuándo termina.

Tenés un tigre atrás de la puerta que se llama inflación. La puerta siempre está entreabierta y el tigre no pide permiso para entrar. Te arranca el brazo. Macri no puede domar al tigre y por eso no bajó la tasa de interés.

Macri dijo que iba a resolver el tema en los primeros días de su gobierno, que no iba a ser un problema.

Eso forma parte del wishful thinking. O del teorema de Baglini.

¿Puede combinar Macri ajuste y gobernabilidad, dos términos que parecen antagónicos?

Hay un punto de equilibrio, pero hace falta una cuota de paciencia extraordinaria y de diálogo extraordinario. Necesitás un interlocutor.

No se ve por dónde ajustar 300.000 millones de pesos para el año electoral.

Vos tenés copado el gasto. Más del 60 por ciento lo constituye el sistema previsional. Cuando vas viendo dónde podés cortar, terminás cortando la pelusa. No estás cortando una patilla o la barba. No hay ningún sector dispuesto a ceder nada. Está todo bárbaro con el ajuste pero no me toques nada a mí.

foto: Juan Carlos Casas

El teorema de Baglini 

¿Por qué el radicalismo no influye en el rumbo del Gobierno?

Hay un sector del Gobierno que tiene poca propensión al diálogo y nos ve a nosotros como si fuéramos unos tipos que andan mangueando cargos y piensa que toda la política es política vieja que no sirve. No, no, no, tenemos de todo, un plantel de intendentes que renovaron el concepto de la gestión en Argentina. En Mendoza tenemos a Faiad y en el resto del país a otros.

Para Durán Barba, el radicalismo es el siglo XIX, el peronismo es el siglo XX y el macrismo es el siglo XXI.

Cuando se mezcla el panorama electoral con la gestión, empiezan los problemas. Porque no responden a la misma lógica. Los consultores son magos para ganar una elección pero no sirven para darte un consejo. Nosotros lo vivimos con Dick Morris en la época de De la Rúa.

¿Cómo se aplica el teorema de Baglini en el caso de Macri?

Y todos los días, no puede haber excepción. El teorema no es una norma moral, como alguna vez le dije a Lilita. Desgraciadamente, las cosas funcionan así. El cambio se produce porque el shock con la realidad es brutal y ahí te das cuenta de que tenés que adaptarte en algunas cosas. Con el auxilio al Fondo, está operando el teorema, la realidad. 

Hasta Carrió se amoldó finalmente al teorema.

Sí, Lilita se ha acomodado a la realidad de pertenecer a un gobierno. Es la primera vez que le estoy viendo síntomas de pertenencia fuertes. No banca todo porque por ahí sale y te mueve una viga del edificio que te deja temblando. Pero en general, está demostrando que pertenece. Ha descubierto el sentido de pertenencia. En el último año, más fuertemente.

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