Llegar o no llegar

Nota publicada en La Política Online el 11/6/2022.

Todo, o casi todo, se explica por la urgencia. 

Ya de regreso en Buenos Aires, Alberto Fernández podrá sentirse la estrella de una Cumbre de las Américas que nació devaluada. Con su discurso de 11 minutos ante la mirada atenta de Joe Biden, el presidente argentino recibió en Los Ángeles muchos más saludos y felicitaciones de los que recibe por los servicios que presta en su país. Si, como dijo Fernández, el silencio de los ausentes interpeló a los que acudieron al llamado de Estados Unidos, la negativa de Andrés Manuel López Obrador -el íntimo crítico de Biden- a cruzar la frontera y el viraje de un Nicolás Maduro que ahora lo elogia proyectaron a Fernández al lugar de líder por default y le sirvieron al propio Biden para mostrar algún nivel de interlocución con la región.

Alberto hubiera podido ser tal vez un buen canciller. Pero Cristina Fernández necesitaba un candidato para ganar la elección y lo eligió para eso. Antes de viajar a California, el presidente habló con la mayor parte de los mandatarios de América Latina para sondear posiciones y asumir una postura representativa como titular de la CELAC. No cualquiera, repiten a su lado, puede hacerlo. Lo mismo hizo con Christopher Dood, el asesor especial y gran amigo personal que, como contó LPO, lo visitó el mes pasado durante tres horas en la residencia de Olivos.LPO DAILYSUSCRIBITEAl suscribirte aceptarás recibir el newsletter de La Política Online. Te podés desuscribir cuando quieras

Biden y Dood tienen trayectorias clonadas y medio siglo de hermandad. Son católicos irlandeses del noreste -Dodd de Connecticut, Biden de Delaware- que aterrizaron en el Congreso en la década de 1970 y sirvieron juntos en el Senado durante décadas. Actuaron juntos hasta que Biden dejó el Senado en 2009 para convertirse en vicepresidente y, cuando Biden era presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Dood era su mano derecha.

El sucesor de Donald Trump le encomienda a su amigo asesor siempre misiones importantes: electo candidato demócrata en 2020, le pidió a Dodd que encabezara el comité de selección de su compañera de fórmula y a tres meses de asumir le encargó encabezar una delegación no oficial a Taiwán. Según lo que el propio Dood le dijo a The Washington Post, el trato que tiene con Biden solo lo tiene con sus hermanos.

Hijo de un fiscal de los juicios de Nuremberg y dueño de un perfecto español, el lobista Dood vino a la región y se llevó lo que quería. Fernández lo recibió en Olivos durante tres horas junto a Gustavo Beliz y el embajador norteamericano en Argentina Mark Stanley en una reunión en la que aprovechó para reclamar todo lo que pudo. Gobernado por la urgencia como Fernández, con inflación récord, bajos niveles de popularidad y sin número para avanzar con leyes en el Congreso, Biden solo necesitaba que la Cumbre no termine en un naufragio continental.

Tal como dice un documento presentado en la Cumbre por investigadores de la Universidad Di Tella, el Colegio de México y la Universidad de los Andes de Colombia, Estados Unidos tiene la “casa en desorden” en un contexto internacional de “acelerada redistribución del poder”. El síndrome de la superpotencia frustrada del que hablan los autores coincide con cifras alarmantes de desigualdad en una América Latina que tiene 207 millones de personas en situación de pobreza, el 32.4% de la población regional.

La investigadora del Colegio de México Guadalupe González le dijo a LPO que Biden es una decepción para la región, afirmó que llegó a la cumbre sin ofrecer nada y remarcó el desorden de una política exterior norteamericana que también está partida en dos alas.

Con bastante menos estridencia que su amigo argentino, Biden también viene de lanzar su guerra contra la inflación en busca de frenar la caída de su imagen, a cinco meses de las elecciones de medio término. Pese a que el empleo creció de manera exponencial a la salida de la pandemia, faltan trabajadores, y los salarios vienen creciendo, la inflación más alta en 41 años -8.6% interanual- es un certificado de defunción para el sucesor de Trump. Las perspectivas no lo ayudan. Mientras los combustibles y los medicamentos aumentan de manera sistemática, la clase media continúa achicandose y ya se anuncia una recesión global.

En un gesto inusual, tal vez propio de una académica o de quien siente que su cabeza es la que está en juego, Janet Yellen pronunció hace 10 días en televisión tres palabras que Cristina Fernández quisiera escuchar ahora en boca de Martín Guzmán: “Yo me equivoqué”. La secretaria del Tesoro se refería a sus pronósticos errados sobre los precios y parece condenar a los demócratas a perder la mayoría en las dos cámaras este año.

Tan necesitado estaba Biden de un aliado en la región que Fernández fue invitado también, antes de Los Ángeles, a lo que el gobierno argentino define como la primera bilateral importante del demócrata en la Casa Blanca con un presidente de Latinoamérica. Los funcionarios de Alberto no cuentan los contactos de AMLO con Biden ni la visita de Iván Duque que fue a despedirse.

Aparecer como el líder regional que le daba entidad a la reunión organizaba por Estados Unidos y hablar en nombre de los ausentes también le sirvió a Fernández por razones domesticas: pudo sobrevolar por unos días el “internismo del internismo”, según la taxonomía que inauguró Matías Kulfas para aludir a sus vencedores en la pelea intestina del Frente de Todos.

La reunión del mes próximo en la Casa Blanca se venía trabajando desde hace tiempo, pero entró en zona de derrumbe hace cuatro meses cuando el presidente argentino viajó a Rusia para ofrecer al país como puerta de entrada a la región. Los contactos de Beliz y Jorge Arguello con Jake Sullivan y Juan González son tantos y tan permanentes que convierten la relación en mucho más fluida que la que Argentina tiene con Brasil, pese a la gestión evangelizadora de Daniel Scioli.

Por su cercanía a Washington, Beliz es desde hace tiempo uno de los más apuntados desde el cristinismo y habrá que ver hasta cuándo lo sostiene un presidente que acaba de desprenderse de uno de sus funcionarios más leales.

El secretario de Asuntos Estratégicos siguió los pasos de Dood en la región y hasta indagó en los países vecinos sobre la acogida del enviado de Biden: quería que le fuera bien.

El día de inicio de la Cumbre, los miembros de la Asociación Empresaria Argentina festejaron sus dos décadas de existencia con una jornada que abrió el mensaje grabado del Presidente. Unas horas después, el propio Fernández se plegó a las críticas de Cristina y salió a cuestionar a Federico Braun, el dueño de La Anónima que admitió entre risas su práctica de remarcación permanente. 

Braun empañó la fiesta de los dueños con su confesión y opacó el protagonismo de los pesados que conducen AEA. Entre los organizadores del encuentro, ahora dicen que -después de apostar fuerte por la aventura de Mauricio Macri en el poder- Braun se siente más identificado con las máximas de Javier Milei. Al economista le cuesta explicar por qué hizo publicidad de Coinx, firma que dejó un tendal de damnificados que creyeron en el profeta de la dolarización.

Puertas adentro del Sheraton, la expectativa estaba en lo que pudiera decir Paolo Rocca sobre el gasoducto Néstor Kirchner y la atención de los presentes se la llevó Héctor Magnetto, cuando le envió un mensaje a los políticos puros: en nuestro país, la conquista y el mantenimiento del poder, leyó, suelen estar por encima de su función instrumental, de su rol como herramienta de desarrollo y progreso. Después, en tono de comentarista que no admite su propia militancia, afirmó que esa dinámica exacerba la confrontación, alimenta el internismo y dificulta cualquier intento serio de pensamiento estratégico, otro gran déficit nacional.

Aunque bastante más viejos, los dueños de AEA son los mismos que se reunieron poco después del estallido de 2001 y los nuevos empresarios son contadas excepciones en su interior. Uno es Martin Migoya, el dueño de Globant que tiene presencia en 18 países y alrededor de 20 mil empleados fuera de convenio. Justo antes de volar a California y también a través de un mensaje grabado al sindicato del sector, Fernández prometió llamar a la primera paritaria de los trabajadores del software.

Rocca dijo en el Sheraton algo en lo que casi no se escucha disidencia. “El gobierno llegó un poco tarde con el tema de la financiación. Para poder realizar el gasoducto en un tiempo breve y llegar para el invierno de 2023, los tiempos para recoger las ofertas han sido muy cortos. Salieron a buscar a todos los que podían ofertar los tubos, y ni los chinos ni nadie pudieron llegar con una oferta consistente con los tiempos previstos”. 

Tarde y a las apuradas por las dudas y diferencias internas, el Frente de Todos quedó subordinado a la política de Techint. Si se hubiera hecho antes y la urgencia no hubiera dominado el proceso, hubieran podido participar chinos, hindúes y estadounidenses y, tal vez, se hubiera evitado la salida de 550 millones de dólares que pide Rocca para traer la chapa laminada desde Brasil.

Aunque Techint ya ganó la licitación, fuentes que están muy al tanto del proceso admiten que hasta el día de hoy la multinacional siderúrgica y el gobierno ni siquiera firmaron el contrato para la construcción del gasoducto. Las denuncias de la oposición que aprovechó para reactivar la cartelera de corrupción en Comodoro Py prolongará un poco más la demora, aunque la declaración de Kulfas desinfla la causa que se armó a partir del off más caro de la historia.

Llegar o no llegar, tal como planteó Rocca en Retiro, implica perder o no perder unos 3000 millones de dólares por año. Según los datos de la consultora Economía y Energía que dirige Nicolás Arceo, el gasoducto terminado le permitiría al gobierno incrementar el abastecimiento de gas natural en 11 millones de metros cúbicos día en el invierno próximo y alcanzar los 22 millones de metros cúbicos día como capacidad de inyección adicional. Así, el gasoducto representaría un ahorro de entre U$S 6500 y U$S 7400 millones entre 2023 y 2025. Pero además, según la estimación de Arceo, un atraso no es gratis: implicaría a los precios futuros actuales del GNL una pérdida de casi 1.500 millones en el invierno del año electoral.

El problema, uno entre tantos, es que para poner en marcha el proyecto que evitaría la importación de gas y ahorraría dólares al Estado también se necesitan dólares que ya hoy no sobran. “Lo recuperas en un invierno”, es el mensaje que desde las empresas le transmiten a los funcionarios de los Fernández. Entre ellos figura Marcelo Mindlin, el dueño de la constructora SACDE -antes IECSA- que se perfila como otro gran ganador de la licitación para la obra civil y piensa que el gasoducto puede ser el gran legado de Alberto.

Llegar o no llegar es la clave porque, con los niveles de apremio que dominan al oficialismo y los rumores de reperfilamiento de la deuda en pesos, algunos en el gobierno puede pensar cuál sería la utilidad de poner 3 mil millones de dólares si la obra la va a inaugura el próximo presidente.

Techint dice que no tiene en Argentina un laminador con capacidad para hacer la chapa laminada que se fabrica en Brasil y que está obligada a importar el insumo para fabricar los caños para el gasoducto. Sin embargo, algo es indudable: los conflictos de Rocca con el peronismo no se restringen a su historia con los Kirchner. Lo puede decir Juan Schiaretti, que en 2016 se enfrentó con el gigante del acero por la construcción de dos gasoductos troncales en su provincia. 

Techint quería cobrar 2600 dólares por tonelada, 1000 dólares más que lo que ofertaban las empresas que querían importar caños desde China, y Schiaretti salió a denunciar que “un monopolio que se cree dueño del país” quería “pasar por encima de las decisiones de los cordobeses”. El gobernador chocó incluso con la UOM, que sostenía entonces la postura de la empresa, y tuvo que intervenir el gobierno de Macri para achicar diferencias y destrabar la obra que finalmente se terminó en 2018.

Lejos de Los Ángeles y afuera del Sheraton, la semana terminó con una demostración de fuerzas de la Unidad Piquetera, la coordinadora de trabajadores desocupados que desbordan los límites del oficialismo y reclama llevar el Salario Mínimo de los actuales 45.520 pesos a 100 mil pesos para evitar que la inflación siga empujando hacia la pobreza. Así como los precios de los alimentos conectan a Federico Braun con ese universo lastimado por la crisis prolongada, la preocupación es para el Frente de Todos. En los últimos día, cerca de la vicepresidenta, miraban las imágenes de la macha y afirmaban que sin logros económicos ni mejoras para ofrecer a esos sectores, el malhumor social se expande y el peronismo, que hace rato perdió el control de la calle, queda a la defensiva frente a una realidad que lo supera por todos lados.

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