Sin tiempo a nada

Nota publicada en La Política Online el 1/4/2023.

Las candidaturas se definen en un contexto crítico, de final impredecible. Fernández vuelve de Washington mientras Lula se acerca más a China. Por qué se bajó Macri. Qué alternativa tiene Cristina.

Mauricio Macri se lo dijo a uno de los peronistas PRO que sueña con ser gobernador en la provincia de Buenos Aires, poco antes de anunciar que no volverá a ser candidato a presidente: “Yo tengo 30 días para hacer todo lo que hay que hacer. Horacio tiene seis meses y Patricia tiene un año”. De acuerdo al criterio del ex presidente, la alianza opositora que se ve destinada a volver al poder a fin de año estará en emergencia desde el primer minuto y deberá hacer cambios urgentes por una cuestión de mera supervivencia. El ajuste de shock que promueven la mayor parte de los economistas de Juntos demandará una espalda que Macri quebró en tiempo récord durante su estadía en la residencia de Olivos.

El ex presidente sabía que no tendría para su segundo tiempo la anuencia social que tuvo en el inicio de su gobierno, hace casi ocho años. Por eso, y no por grandeza, decidió autoexcluirse de la competencia y dejarle a otro que intente llevar a la práctica la consigna temeraria de hacer lo mismo pero más rápido. Más que las encuestas, que lo ubicaban como uno de los dirigentes de peor imagen pero no le impedían pelear la interna de Juntos, lo que contuvo su ego fue la certeza de que ya no podrá hacer lo que considera imprescindible.

Falta poco y, a la vez, una eternidad. Las reservas que le quedan al Frente de Todos en el Banco Central, la inminencia de una recesión y el continente de pobres en expansión que genera la inflación interanual del 100% muestran que el tic tac late para el peronismo en dos escenarios antagónicos pero relacionados.

Una vez más, Sergio Massa se prepara para abrir una ventana devaluatoria en beneficio del agronegocio y estudia nuevas medidas para atender las necesidades del mercado. Según las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, la sequía histórica tendrá un fuerte impacto en el año electoral: con la menor producción en 23 años, la cosecha sería un 40% más baja que la de 2022 y el complejo sojero le aportaría US$ 7.300 millones menos al Banco Central. A eso se suman los datos que difundió el economista Amilcar Collante: las reservas brutas cayeron US$ 7.748 millones en los primeros tres meses del año. Es un derrumbe solo superado en el primer trimestre de 2006, cuando Néstor Kirchner le pagó cash 9.600 millones de dólares al FMI, en un contexto antagónico al del presente.

Entre la desesperación y el cortoplacismo extremo sin resultados, Massa está a cargo de un gobierno en el que sus socios fundadores sepultaron el diálogo en medio de una situación que no hace más que agravarse. En el Senado y en Olivos admiten que hasta hoy no existe ningún tipo de contacto entre Alberto y Cristina, pese a los intentos de que se reúnan a definir candidaturas en medio de un tembladeral: con la brecha otra vez arriba del 90% y la presión por una devaluación que les respira en la nuca.

La grave sequía de la que el presidente le habló a Joe Biden en el Salón Oval se sobreimprime sobre un cuadro en el que endulzante del dólar soja y la presión devaluatoria ya conspiraban para que el campo liquidara menos que en otros años. De fondo, se impone la fragilidad que el Frente de Todos no pudo revertir pese a haber contado con un superávit comercial que el centro CIFRA de la CTA estima en 45.500 millones de dólares desde diciembre de 2019. Según los números del informe de marzo, el gobierno destinó 35.600 millones de dólares a pagar deuda con el sector privado. “Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que los pagos de deuda de las empresas privadas esquilmaron las reservas por 24.600 millones de dólares entre 2020 y 2022”, dice.

La sangría de divisas para que las grandes empresas cancelen sus deudas no mermó con la salida de Martin Guzmán y la llegada de Massa, como si la política se decidiera en el mas alto nivel o fuera trazada por el radical Miguel Pesce, el titular del Central al que Cristina expuso en su clase magistral de Río Negro. Por Vaca Muerta y la baja de los precios del GNL, el gobierno se ahorró este año entre 4 mil y 6 mil millones que destinó en 2022 a importar energía en medio de la guerra.

Aunque el Presidente volvió “muy contento” de su encuentro con Biden, el nuevo desembolso del Fondo no altera los criterios del acuerdo que firmó Guzmán, mantiene los sobrecargos y sostiene las metas de ajuste fiscal para el año electoral.

Como informó LPO, el tema China sobrevoló las conversaciones en Washington. El presidente de Estados Unidos habló en el encuentro con Fernández de China como un “competidor” comercial y el embajador de Biden en Buenos Aires Marc Stanley buscó alterar las reglas del 5G, donde el gigante Huawei corre con ventaja. De acuerdo a miembros de la comitiva argentina, la administración demócrata no presionó por demás: “Fueron muy cautos. Saben que Argentina tiene un déficit de balanza comercial con China, necesita inversiones chinas y aumentar sus exportaciones a China”, dicen.

La mitad del gobierno piensa que Argentina tiene más para ganar en la relación con China que con los viajes a Washington y hasta Massa se prepara para viajar a Beijing en mayo, tal como anticipó esta columna en exclusiva a fines de enero. El objetivo es avanzar con el Plan de Cooperación para obras de infraestructura incluidas en el marco de la Franja y la Ruta de la Seda. El 5G está incluido. 

A fines de febrero, el embajador en China Sabino Vaca Narvaja vino a la Argentina y viajó directamente a El Calafate para tener el primero de una serie de encuentros con la vicepresidenta. La necesidad de incrementar la relación con el gobierno de Xi Jinping es considerada como la vía más rápida para aumentar las exportaciones a partir de la minería. Cristina se refirió al tema en Río Negro, cuando comparó con otros países del subcontinente. “En Perú tienen el Banco Central rebosante de dólares, exportaciones mineras por más de 50 mil millones de dólares. Es algo que vamos a tener que abordar seriamente nosotros. Podemos tener una performance mucho mejor que la tenemos hoy (en minería). Chile exporta 40 mil millones solo en minerales”, dijo. Brasil, Perú y Chile tienen hoy a China como principal socio comercial y no tienen déficit en la relación bilateral. 

El cristinismo sostiene que la cancillería argentina está diseñada para un mundo que no existe más y sigue apostando en forma desproporcionada a Estados Unidos y Europa. Lula, en cambio, acaba de dar dos pasos importantes en relación al gigante asiático. Primero, firmar un acuerdo con China para prescindir de dólares en el intercambio comercial y hacerlo a través de la conversión de reales en yuanes. Segundo, designar a Dilma Rousseff como presidente del banco de los BRICS en Shanghai. La ex presidenta de Brasil y ex jefa de gabinete de Lula vivirá en China hasta julio de 2025.

Se trata de movimientos fundamentales en el orden global en el que están insertas los países periféricos que son productores de commodities pero no disponen del tiempo del que tiene China para avanzar en su estrategia. Pese a que la sinofobia nutre la agenda permanente de la política norteamericana, a Biden le preocupan tanto o más las expresiones políticas que se presentan como antisistema, desde el proceso que permitió la irrupción de Gabriel Boric en Chile hasta la extrema derecha de los llamados libertarios en Argentina. 

Desde la comitiva argentina sostienen que la administración demócrata alinea a Macri, con Trump y Bolsonaro. Sin embargo, en el Departamento de Estado miran con especial atención el crecimiento de Javier Milei, la cara local de una ultraderecha que utiliza un repertorio común, como lo muestra la intensidad con la que el propagandista Steve Bannon alentó el ataque a los poderes en Brasilia hace unos meses. Tal vez por eso, apenas aterrizado en Buenos Aires, Fernández dijo que Milei era una amenaza para la democracia y lo comparó con Hitler.

Paradójico o premeditado, la irrupción del economista que trabajó durante años para el magnate Eduardo Eurnekian es la que hoy le permite al peronismo mantenerse en la imprecisa franja de las fuerzas competitivas de cara a las elecciones. Sin el aporte de Milei, el antiperonismo tendría como destino único y natural al frente de Juntos. Montado al fracaso de Macri, el diputado de Avanza Libertad se presenta como alternativa real y altera las cuentas de una polarización que cumple 15 años. Con su decisión de autoexcluirse y ahorrarse la confrontación que sobrevendría en caso de que el próximo gobierno profundice el ajuste sobre un cuerpo social lacerado por la caída del poder adquisitivo, Macri forzó un reacomodamiento general y abrió a una competencia entre sus seguidores.

La interna de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta puede ser tan dura como la general y los dos buscarán captar subjetividades que aparecen por fuera de Juntos. Larreta apuesta a reclutar el voto desengañado de los moderados del todismo y Bullrich a recuperar el voto que se va con Milei. Después de associarse a Macri para salir de las catacumbas, la UCR quiere un mejor lugar en la alianza opositora pero carece de líderes. Ernesto Sanz le fue a plantear a Macri la necesidad de recrear los términos del acuerdo de 2015: lista de legisladores comunes para distintos candidatos a presidente y lucha libre a nivel de gobernadores e intendentes. Pero Macri no quiere resignar la zona franca del PRO y no habilita a Martin Lousteau para la competencia en esas condiciones en la ciudad.

Mientras Gerardo Morales se mantiene aliado a Larreta en busca de negociar una rendición, Facundo Manes sueña todavía con ser el “Milei del sistema político” que capte el enojo con la dirigencia. Abril será el mes de las definiciones para Juntos en la Capital Federal y después la competencia interna se replicará en todos lados.

Con 18 millones de personas que quedaron debajo de la línea de la pobreza -y 2 millones de nuevos pobres- en un año en el que la Casa Rosada festejaba un crecimiento económico del 5,2%, nadie en el mundo de las elites sabe bien lo que está pasando abajo. La dirigencia política se lanza a una pelea todos contra todos, como al margen del deterioro social crónico.

Sin un candidato potente ni nombres que sinteticen a las distintas tribus que lo conforman, todo indica que el oficialismo irá a las PASO. Salvo que aparezca alguna alternativa imprevista y se logre en 50 días lo que no se pudo en tres años, el objetivo es modesto: acordar reglas de juego para presentar la oferta electoral. Antes, claro, hay que llegar al umbral de las primarias sin que la sangría de dólares fuerce al peronismo a ejecutar una devaluación plena en un contexto de altísima inflación. 

Aunque ni los precios ni las reservas están en el nivel que Massa prometió en su corta primavera del quinto piso, el ministro de Economía sigue siendo el candidato con más chances de representar a la vicepresidenta en una competencia interna. Sin embargo, que Massa sea el preferido de Cristina no quiere decir que lo sea de todo el cristinismo. “Ella tenía una expectativa muy superior en Sergio”, dicen algunos desengañados. Que el ex intendente de Tigre haya evitado que el peronismo quede asociado a la huida en un helicóptero como dice Jorge Ferraresi puede tener un significado crucial en la historia, pero no revierte el presente de los que viven en los márgenes. Parte de la dirigencia intermedia de La Cámpora recibe un mensaje muy duro de la base tradicional de adhesiones de la vicepresidenta. Algo no cierra entre la crítica al Presidente, el apoyo al ministro de Economía y la realidad de los territorios.

Salvo mandato para devaluar, el superministro tiene vía libre para hacer lo que quiere. Cristina le dio un apoyo vital que se mantiene hasta hoy con caracteristicas singulares: no le exige un plan ni que Economía deje de improvisar, en un espinel que va de la recompra de deuda al blanqueo que no fue y el canje de bonos que entusiamó solo a los bancos. Axel Kicillof salió a respaldar el remate de los bonos en dólares de la Anses que hubiera repudiado si Macri lo hubiera ejecutado y nadie piensa que lo haya hecho por voluntad propia. Menos cuando la oposición no descarta defaultear la deuda en pesos. 

Aquella Cristina que según Diego Bossio no le hubiera permitido hacer algo semejante aparece hoy resignada, como entregada se delata gran parte de la generación que ella promocionó a los primeros planos. Si no hay un cambio abrupto, para el que el gobierno parece ya no tener tiempo, sostener la campaña de Massa como candidato puede resultar muy costoso en todos los planos. El ministro ¿todavía quiere ser?

Kicillof es el único que podría preservar la identidad kirchnerista si se viera forzado a dejar la provincia de Buenos Aires y competir a nivel nacional. El gobernador va por la reelección y en el PRO sostienen que Cristina jamás dejaría la provincia en manos de Martin Insaurralde, a quien no podría manejar. En la vereda de enfrente, la inmensidad bonaerense es el talón de Aquiles de Patricia Bullrich porque no tiene un candidato fuerte para pelear, salvo que Cristina Ritondo sea el enviado de Macri contra Larreta, un escenario improbable si el ex presidente cierra en la ciudad el respaldo a su primo Jorge. 

En La Plata sostienen que Alberto es el único candidato capaz de hundir a Kicillof en la competencia que se gana por un voto. Pero no es posible saber cómo serán los próximos 60 días y como llegará el peronismo al momento del cierre de listas. Si el escenario que conciben en el Senado es derrota generalizada, Kicillof sería el indicado para cuestionar con una convicción indudable el rumbo económico que puede llevar adelante Juntos en caso de volver al poder. En el caso de Massa, todo es más impredecible. Como candidato intermedio, aparece Daniel Scioli, el delfín de Alberto que quisiera tener más diálogo del que tiene con Cristina.

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