Fuera de Tiempo con Alejandro Vilca

Alejandro Vilca, diputado nacional por el PTS en el Frente de Izquierda – Unidad, conversó con Diego Genoud acerca de la crisis, los movimientos sociales y el gobierno de Gerardo Morales en Jujuy.

“El peronismo pierde algo más que el control de la calle”. Editorial de 25/6/2022 en FM Milenium.

Semana agitada, una vez más, esta que cierra junio. Con el dólar paralelo que sigue marcando la temperatura de los mercados, de la política. Con las dificultades del Gobierno por la falta de dólares en el marco de un acuerdo con el Fondo que cumplió con sus primeras metas pero, como sabemos, es debut y despedida porque hay muchas dudas. Son mayoría los que piensan que la próxima meta con el Fondo Monetario Internacional es incumplible. Sin embargo, Guzmán y el Presidente pueden tener algunas horas de licencia para plantear que se cumplieron las metas del primer trimestre con el acreedor privilegiado de la Argentina, el auditor permanente del Gobierno del Frente de Todos.

También fue una semana marcada por la falta de gasoil y el paro de transportistas, de los dueños de camiones en todo el país, con origen en la provincia de Tucumán. Reclaman tener el gasoil garantizado, reclaman una actualización del flete. El paro se siente, sobre todo, en los puertos del Gran Rosario que es el corazón agroexportador de la Argentina en momentos de cosecha, sobre todo en momentos en los que el Gobierno está sediento de dólares. No solo esta administración, pero esta en particular sufre la falta de moneda extranjera en un contexto de superávit comercial de alrededor de 30 mil millones de dólares en más de dos años.

El tercer dato, el que se apoderó de la agenda esta semana, tiene que ver con los movimientos de desocupados, con las organizaciones sociales, con los trabajadores informales. Hay distintas maneras de nombrar esa porción de la realidad que, por lo menos por el despliegue que uno ve en las calles, está en expansión. La Vicepresidenta, en un acto en Avellaneda, criticó muy fuerte a las organizaciones sociales. Está clara la disputa, la discusión, a esta altura, la enemistad entre la Vicepresidenta y el Movimiento Evita. Cristina apunta a las organizaciones sociales en general, tanto a las que están alineadas, identificadas, disciplinadas dentro del armado del Frente de Todos como las que trabajan por fuera en política, en la calle y en contra del Gobierno. Son organizaciones sociales que tienen un protagonismo cada vez mayor en la calle y representan una realidad en distintos barrios de los conurbanos de todo el país.

La discusión que plantea Cristina se desata obviamente por los planes sociales. El Potenciar Trabajo, el nombre que hoy tienen, ese Salario Social Complementario que hoy está rondando los 22 mil, 23 mil pesos y que depende del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Si el Salario Mínimo, Vital y Móvil está hoy en el quinto subsuelo, después de años de quedar rezagado con  respecto a la inflación, eso pega también en los trabajadores y las trabajadoras informales que cobran el Potenciar Trabajo.

Contrasta la movilización y el debate y hasta el enojo de la Vicepresidenta con los datos que muestran una baja del desempleo, el mejor desde 2016: 7% según el INDEC en el primer trimestre del año. Seis años en los que los indicadores en cuanto a la desocupación en la Argentina, a la desocupación plena, eran mucho peores. Tres puntos bajó si uno compara este primer trimestre del 2022 con el primer trimestre de 2021 donde todavía se sentían fuerte los efectos de la pandemia, del cierre de la economía.

En la Argentina hoy existen un millón y medio de desocupados plenos. Es decir, quienes buscan trabajo y no consiguen. Ahora, ¿cuántas personas tienen problemas de trabajo? ¿A cuántas personas no les alcanza en la Argentina para vivir? Esa es una discusión mucho más profunda, mucho más amplia. 

Hay desocupados, son casi 660.00 menos que un año atrás, eso puede decir el Gobierno. Hay 952.000 personas empleadas más que hace un año atrás. Y mejoró la tasa de actividad. Pero esos datos de baja desocupación contrastan con un aumento de la masa de trabajadores informales, trabajadores precarios, no registrados, que creció de 32,4% a 35,9% también en un año. Un dato central, de acuerdo a los datos del INDEC, porque hay otras mediciones que hablan de que el trabajo informal en la Argentina hoy afecta a 1 de cada 2 asalariados. 

Tomando los datos del INDEC vemos incluso un crecimiento. Y también vemos un crecimiento de la población que está sobreocupada, que trabaja más de 45 horas a la semana. Ya es más del 25% de la población ese sector y que, sin embargo, no llega a fin de mes.

Por eso, la baja del desempleo que el Gobierno puede festejar, anunciar o mostrar como un signo de recuperación económica, hay que desmenuzarla y analizarla. En un debate que hubo esta semana en la Facultad de Medicina, durante la presentación de la reedición de un libro que se llama Una historia del movimiento piquetero, se hablaba de esto. Fue un debate organizado por el Polo Obrero, por Eduardo Belliboni y Néstor Pitrola, que contaba con la particularidad de tenerlo sentado ahí a Juan Grabois, el dirigente de Patria Grande, del Movimiento de Trabajadores Excluídos, del kirchnerismo. 

Pitrola planteó que había una desocupación disfrazada, que era muchísimo más alta que ese 7% que muestra el Gobierno. Grabois fue más allá. Dijo, si uno toma en cuenta a los trabajadores y trabajadoras que no tienen un convenio colectivo de trabajo que no tienen vacaciones, que no tienen aguinaldo, más del 50% de la población hoy en la Argentina está desocupada. Por eso, hay distintas maneras de leer esta realidad.

9 millones de un total de 23 millones de adultos que están en condiciones de trabajar en la Argentina, dijo Grabois, hoy son trabajadores en blanco, sindicalizados. Solo 9 millones, ¿qué pasa con el resto? Tienen trabajos de subsistencia y forman parte de una economía de subsistencia. Hacen lo que pueden para sobrevivir, para llegar a fin de mes. En algunos casos cobrando el Potenciar Trabajo, en otros casos con ayuda social de algún tipo o familiar. Están por fuera de la estructura formal de la economía.

Es en ese contexto, de datos y realidades contradictorias, que hoy se nota mucho el despliegue en las calles de las organizaciones sociales que son opositoras al Gobierno. Por estos datos de desocupación que muestran una mejora en la economía, o que el Gobierno quiere presentar como tales, justo en ese contexto la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuestionó muy fuerte a las organizaciones sociales. Justo en Avellaneda, cuando se cumplen ahora, en estas horas, 20 años de la Masacre del Puente Pueyrredón. Del asesinato, de la cacería de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Un hecho visagra en la historia argentina, un hecho fundamental de la historia reciente. Difícil de olvidar para los que lo vivimos en su momento, que terminó con el asesinato de dos militantes a manos de la Policía Bonaerense y terminó, a su vez, con el gobierno de Eduardo Duhalde. No hubiera existido quizás el kirchnerismo tal y como lo conocemos sino hubiera sido por ese episodio. Fue un episodio que se dio en un contexto de una ofensiva muy fuerte, muy violenta, contra los movimientos de desocupados durante los meses previos.

Pasaron dos décadas, pasó una vida. Muchos de los que marchaban en ese momento, fueron funcionarios del Frente Para la Victoria primero, del Frente de Todos después. Otros siguen marchando. La película “La crisis causó dos nuevas muertes” reconstruye y cuenta de la mejor manera lo que pasó a través de testimonios. 

No deja de ser sintomático que justo la Vicepresidenta haya elegido Avellaneda, un acto de la CTA junto a Hugo Yasky, para cuestionar a las organizaciones sociales que no son las mismas que en ese momento. Porque hoy hay una red de contención social que no había hace 20 años, cuando no había con qué contener a los que estaban en el borde, a los que estaban cayéndose a la miseria. Por supuesto que existe hoy una red de contención social muy fuerte por parte del Estado, pero es una red que tampoco alcanza y hoy se advierte con mucha claridad. No alcanza por la inflación, no alcanza por la caída del salario real, no alcanza por las condiciones de pauperización en la que viene cayendo gran parte de la sociedad argentina. Y Cristina arma todo un debate, en alianza con los intendentes, con Juan Zabaleta para arrebatarle el manejo del Potenciar Trabajo, un programa que cobran alrededor de 1 millón 300 mil personas y creció mucho durante el gobierno del Frente de Todos. En detrimento o en contradicción con esos datos de baja del desempleo, aumenta el Potenciar Trabajo.

¿Por qué se duplicaron los Potenciar Trabajo o los planes sociales en un contexto en que la desocupación es del 7%? ¿Por qué hay desocupación disfrazada? Existe hoy una porción importantísima de la sociedad que vive o sobrevive como puede y simplemente tiene un paliativo, como es este Potenciar Trabajo. Por otras razones, pensará la Vicepresidenta. Hay una crítica fuerte a los movimientos sociales, sobre todo a los oficialistas, que aparecen muchas veces como administradores de la pobreza. Pero cuando los ingresos no alcanzan para llegar a fin de mes, con una canasta básica cerca de los $90.000, $22.000 de un Potenciar Trabajo por supuesto alcanza para los primeros días del mes.

¿Qué le preocupa a la Vicepresidenta? ¿Qué puede uno deducir de lo que dice la Vicepresidenta, más allá de esta pelea que ya lleva casi una década con el Movimiento Evita, con el Movimiento de Pérsico o de Navarro? Por un lado, le preocupa que esos planes sirvan para hacer política contra el Gobierno. Y le preocupa también que ese despliegue en las calles sea un despliegue opositor, que no le responde al Frente de Todos. Durante muchos años, la calle parecía mayoritariamente propiedad del peronismo. Ya no.

Por eso se puede discutir mucho a partir de la crítica de Cristina a los movimientos sociales. Lo que hoy está molestando a la Vicepresidenta es que alguien maneja los planes, como ella dijo, que hay un maltrato hacia las mujeres como ella o que hay un despliegue en las calles de pobres organizados, que no le responden o que responden en otra dirección, una dirección opositora al Gobierno.

Dicen que la Vicepresidenta envió gente a ver esas movilizaciones y que muchos de esos enviados vinieron sorprendidos por el despliegue que había en los últimos cortes. Es decir, que algo están representando esas organizaciones no alineadas, y algo ya no pueden encausar las organizaciones que sí están. Las organizaciones sociales que le responden al Presidente o a la Vicepresidenta ya no alcanzan como dique de contención en este contexto de crisis.

Más profundo, quizás, y lo vamos a charlar con el entrevistado que tenemos hoy en Fuera de Tiempo, la crisis del peronismo que se expresa en la calle, se puede expresar también en las dificultades para volver a un crecimiento de la economía. Una economía que sirva para sacar de la pobreza a las mayorías, que sea un crecimiento que le permita una mejora en el salario real a la mayor parte de la población. Es decir, el peronismo ya no puede con sus promesas y no puede tampoco controlar la calle en un contexto de muchas dificultades estructurales que exceden, probablemente, a este Gobierno, que seguramente tienen que ver con la pandemia.

Eso es lo que a su manera ve Cristina, que algo que está fuera de control, algo que no le gusta, que es distinto a lo que pasó durante gran parte de los años de los gobiernos kirchneristas. También desde la izquierda advierten que hay algo que está por fuera del peronismo. Se vio en las elecciones del año pasado. Lo ven, por supuesto, desde las filas de Javier Milei, desde las juventudes libertarias. Hay un malestar que está expresado y va por fuera del Frente de Todos.

Seguramente el Frente de Todos seguirá expresando mucho de ese descontento. Quizás por Cristina, quizás por La Cámpora, quizás por los movimientos sociales como el Evita, porque todavía hay muchos de los que padecen la crisis que están dentro del Frente de Todos. Pero hay mucho que se empieza a escabullir, a escapar. 

Lo ven también algunos encuestadores, analistas como Ricardo Rouvier, consultor que trabajó muchos años para el Frente Para la Victoria, cercano al kirchnerismo, un “encuestador K”, como lo llamaban. Acaba de escribir una nota muy crítica en la cual plantea una crisis profunda del peronismo: “Observamos, como un dato de la realidad mensurada por la investigación social, que el peronismo está desapareciendo; tanto en lo cuantitativo como en su influencia en el sentido común. Este drenaje comenzó en los menores de 40 años, en los segmentos más sensibles a las transformaciones provocadas por el tecnoliberalismo”.

Ricardo Rouvier no es alguien de una tradición opositora al kirchnerismo ni al peronismo. Sin embargo, dice, el peronismo está desapareciendo: “Este proceso de desperonización es lento y colabora a ocultarlo la enorme burocracia política y social del peronismo que mantiene como blasones las huellas de lo que alguna vez fue un movimiento nacional, con un único conductor. El peronismo, en su representación política, quedó embretado en la disposición electoral y en el marco de la partidocracia, que incluye al PJ. Esto no obsta, para que se siga distinguiendo por el volumen de seguidores, afiliados y militantes”.

Si no fuera por esa superburocracia del peronismo, dice Rouvier, sería más fuerte todavía y sería más elocuente y se notaría todavía más cómo el peronismo pierde representación. En ese marco se pueden entender mejor el enojo de Cristina con las organizaciones sociales, con las marchas. Pero todavía más, el enojo con las organizaciones que desbordan hoy al Gobierno en las calles. Por un lado, con las que ya no pueden contener, encausar. Y por otro lado, con las que gracias a este despliegue hacen más visible una crisis profunda que se vive en los distintos conurbanos del país.

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