Fuera de Tiempo con Eduardo Fidanza

Eduardo Fidanza, director de Poliarquía Consultores, conversó con Diego Genoud sobre la pandemia, la legitimidad del sistema político, Alberto, Cristina, Larreta y el macrismo.

“Lo que une y lo que divide en el oficialismo”. Editorial de 8/5/2021 en FM Milenium.

En medio de la vorágine, en medio de la pandemia, en medio de la crisis, en medio de la polarización se hace difícil tratar de descifrar qué es lo que está pasando, sobre todo, a nivel político. Porque a nivel económico parece bastante claro y también a nivel social que, pese a las restricciones que tomó el Gobierno Nacional, la curva de contagios empieza a ceder pero no al nivel que hace falta que se reduzca.

Si uno mira los últimos 45 días, va a advertir que Argentina tiene alrededor de 20 mil casos por día y los muertos que estamos contando rondan los 300, 400, a veces los 500 diarios, y más también. Son cifras altísimas comparadas con lo que venía pasando hace solo dos meses. Y comparadas, sobre todo, con aquel 2020 en el que se decidió una cuarentena estricta, un encierro absoluto. Hoy no hay margen para el Gobierno Nacional. No hay posibilidad de compensar con mayores paliativos a los sectores que quedarían sin un ingreso fundamental, que salen cada día a pelear por la subsistencia, a fabricarse el propio empleo. Por eso, el Gobierno apuesta a que estas restricciones moderadas al menos eviten ese crecimiento exponencial que venía teniendo la curva de casos hasta que se tomaron las últimas medidas, hace aproximadamente veinte días.

En el medio, todo el ruido. En el medio, la pelea con el Gobierno de la Ciudad que ahora se intenta desactivar. El fallo de la Corte Suprema. Las denuncias de Golpe que vienen desde el Gobierno Nacional. Una Corte Suprema que no se pronuncia sobre la cuestión de fondo en el caso de las clases presenciales, el tema municipal que Alberto Fernández convirtió en tema nacional, que el gobierno del Frente de Todos convirtió en tema nacional. La Corte falla por amplia mayoría, 4 a 0 y una abstención, diciendo que la Ciudad es autónoma desde la Constitución de 1994 y no hay emergencia que justifique que el Gobierno Nacional tome decisiones sin consultar a la Ciudad. No está fundamentada, según Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, dos de los jueces de la Corte, la necesidad de suspender las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires.

Por supuesto, de fondo están los muertos. De fondo está la falta de camas, la amenaza de la falta de camas en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires. Y de fondo está la imposibilidad de la política. Diría, de fondo sobre todo está la imposibilidad del Gobierno Nacional de avanzar en la emergencia, en una situación muy difícil como es la pandemia. Al Gobierno no le da la nafta para imponerle decisiones a Horacio Rodríguez Larreta. Además, con una Corte que termina decidiendo y que no tiene prácticamente diálogo, o tienen un diálogo muy escaso, con el Gobierno Nacional. Entonces cuando Alberto Fernández decide algo sin consultar a Larreta, sabe que va a enfrentar la decisión en contrario de Larreta, la resistencia de Larreta, y sabe también que va a parar la definición a una Corte con la cual el Gobierno en general no se lleva bien. Cristina Fernández de Kirchner se lleva peor.

Por eso Martín Soria, el nuevo ministro de Justicia, ya recibió su bautismo de fuego con su primera derrota en la Corte. Habrá cambiado el modo, habrá cambiado el tono pero la derrota lo iguala con Marcela Losardo, la agobiada Marcela Losardo que se fue. Vino Soria a gritar un poco más pero no a modificar lo que es central, la impotencia del Gobierno cuando cae en la Corte. Horacio Rosatti lo decía en una entrevista que me da en el libro El peronismo de Cristina: “el juez es un mal político, cuando llega a la Corte un conflicto es porque falló la política”. Es lo que acaba de pasar. Falló la política y la Corte define no de acuerdo a las necesidades de una sociedad hastiada. No de acuerdo a la dificultad que impone la pandemia donde estamos contando muertos, de a cientos cada día, sino de acuerdo a la Constitución, a los antecedentes que dicen que los Estados provinciales son autónomos.

Ahora el Gobierno volvió a convocar a Larreta a una reunión para discutir los fondos para la Policía de la Ciudad. Volvemos a una escena del año anterior, cuando el Gobierno le manoteó de un plumazo a Larreta los fondos de la Ciudad. Fernández le da la oportunidad a Larreta de ganar en los 100 metros de la política, en el corto plazo. Dopar a los halcones de Juntos por el Cambio. Pero Larreta juega con fuego también. Porque a él también le faltan camas. 85% de las camas en la Ciudad de Buenos Aires están ocupadas en los hospitales públicos. No le sobra nada, ni un centímetro, a Larreta para jugar a la política en el medio de la crisis.

La segunda foto importante de la semana a nivel político podríamos decir que es la foto de la unidad del Frente de Todos en Ensenada. Alberto Fernández, Cristina, Sergio Massa, Axel Kicillof, los intendentes. No estaba Martín Guzmán, hoy en una situación difícil dentro del esquema del Gobierno. No estaba Máximo Kirchner, que se fue a Río Gallegos por unos días, según dicen. Esa foto de la unidad viene a compensar, a emparchar, a tratar de resolver la crisis o la mini crisis que el propio Gobierno se provocó a sí mismo cuando Guzmán quiso echar a Federico Basualdo, un funcionario que la mayor parte de la población no conoce. Es el subsecretario de Energía Eléctrica, un funcionario de tercera línea en los papeles pero que le discute a Guzmán el rumbo de la economía. Porque atrás tiene el apoyo de Máximo Kirchner, el apoyo de Cristina.

Guzmán lo quiso echar porque no quería segmentar tarifas, aumentar tarifas. Guzmán necesita
aumentar tarifas para reducir los subsidios que ya el año pasado le costaron al Gobierno Nacional
6.200 millones de dólares
. Este año, incluso si hay un aumento como el que Cristina no quiere, si
llegara a haber un aumento del 30% en las tarifas, los subsidios igual aumentarían a 7 mil millones
de dólares, según los datos de Nicolás Arceo, que es un ex funcionario que en su momento trabajó en YPF bajo la gestión Kicillof. Hoy tiene una consultora que se llama Energía y Economía, muy
respetada en el mercado por las petroleras, incluso por los funcionarios del Gobierno. Arceo, ex
Kicillof, dice: “el Gobierno no tiene margen para seguir congelando las tarifas y aumentando la masa de subsidios”
. Algo que ya le provocó al último kirchnerismo una crisis importante y que en el año 2014 terminó en una devaluación.

Ahí está la discusión. Guzmán quiere aumentar tarifas, recortar subsidios y no volver a emitir como emitió el Estado nacional el año pasado. Cristina quiere impedir que aumenten las tarifas. Porque, claro, cualquiera lo ve, la plata no alcanza. La mayor parte de la población, los sectores más vulnerables, no llegan a fin de mes. Ni con los subsidios del Estado, ni con las ayudas extraordinarias, ni con la tarjeta alimentaria, ni con la Asignación Universal por Hijo. Entonces la pregunta es ¿por qué no segmentar? Lo que se pregunta el propio Gobierno. Lo que pregunta Alberto Fernández en las reuniones privadas. Lo que pregunta Santiago Cafiero, lo que quiere hacer Guzmán. ¿Por qué no diferenciar entre ricos y pobres? Como dicen los ministros más importantes de Fernández, ¿por qué seguir subsidiando al que climatiza la pileta en Nordelta, al que vive en Puerto Madero?

Desde el Instituto Patria, desde la cercanía de Federico Basualdo, dicen que no es tan fácil segmentar. No se explica muy bien por qué no es tan fácil diferenciar entre ricos y pobres, pero ahí
es donde está trabada la discusión. Cuando Guzmán quiso avanzar, chocó con la pared de hormigón de Máximo y Cristina. De fondo, ¿en qué parecen hoy unidos Cristina y Guzmán como dos polos dentro del Gobierno? En un acuerdo tácito. Los dos piensan que los salarios no van a aumentar por encima de la inflación. No lo pueden decir así pero la promesa de Guzmán de que los salarios le van a ganar a la inflación, hoy está siendo velada. Porque con una inflación que va a estar en 15% en
cuatro meses, que en cinco meses puede llegar a estar en 20%, el 29% del que hablaba Guzmán
hoy parece casi un chiste de mal gusto. Pero Cristina quiere frenar las tarifas porque también descuenta que los salarios no le van a ganar a la inflación, que no va a haber ninguna inyección de fondos por parte del Estado, que el salario mínimo no va a subir como debería subir para recuperar lo que viene perdiendo. Lo que perdió durante los dos últimos años de Macri, lo que perdió el primer año del gobierno de los Fernández.

Entonces, por lo menos, frenemos las tarifas. Ese es el problema que el peronismo no puede resolver.
La foto de la unidad, la foto de Ensenada, es una necesidad política en este contexto de crisis. Algo que dicen distintas alas del Gobierno y que diferencia a la Argentina de otros países. Por lo menos hasta hoy, hay que ver mañana, porque nunca se sabe en Argentina, la unidad del peronismo es lo que garantiza que Argentina no estalle como están estallando otros países de la región. Chile en su momento, Ecuador en su momento, Colombia ahora. Entonces, la unidad es una necesidad política impostergable. Están unidos por el amor y el espanto, según lo que dijo el diplomático Felipe Solá. La división viene por la carencia, viene por la escasez, viene por la dificultad para encontrar una salida a esa crisis.

Políticamente, ninguna de las cabezas del gobierno, ni Cristina, ni Massa, ni Máximo, ni Guzmán, ni Alberto, ni Kicillof quiere una división. Pero es la tensión económica la que provoca la crisis, la que provoca divisiones, la que genera un enorme signo de interrogación porque nadie sabe cómo y hacia dónde va a salir el Gobierno

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