Fuera de Tiempo con Eugenio Semino y Bárbara Rossen

El abogado y defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino conversó con Diego Genoud sobre la caída del poder adquisitivo de los jubilados, el aumento del 5% y la nueva la reforma previsional.

También estuvo en Fuera de Tiempo Bárbara Rossen, integrante del Colectivo de Arquitectas en Defensa del Espacio Público, y charló acerca del proyecto de Larreta para rezonificar 32 hectáreas en Punta Carrasco y Costa Salguero, la venta definitiva de terrenos estatales por parte del Gobierno de la Ciudad y la audiencia pública del 27 de noviembre.

“Mejor sería decir que el plan es el Fondo”. Editorial de 21/11/2020 en FM Milenium.

El gobierno cierra una semana en la que siente que recuperó la iniciativa política. El impuesto a la riqueza es una señal de fortaleza para los Fernández y para Máximo Kirchner. Una señal que llega tarde porque este proyecto se anunció en abril y muchos de los que deberían aportar aprovecharon para mudar activos y desarrollar una contabilidad creativa como maniobra de elusión. Pese a todo, al gobierno le sirve para mostrar que todavía puede plantear iniciativas y llevarlas adelante con el apoyo de todo el peronismo. Con este impuesto el Estado podrá recaudar unos 300 mil millones de pesos que le hacen falta en el marco de una restricción múltiple.

En paralelo a esa escena, asoma un conflicto con el empresariado socio del Frente de Todos. Los empresarios que tienen acciones en la coalición y que hoy se ven perjudicados por esta ley. En algún momento les tocaba poner una parte a los históricos ganadores de todas las eras.

Es también materia de interpretación por qué avanzó Máximo Kirchner en este momento con este impuesto. Muchos consideran que fue porque el contexto es muy adverso y el gobierno había quedado muy asociado a la cara del Fondo Monetario Internacional. Estaba la misión del FMI y se había anunciado que no iba a haber más IFE, que se recorta el ATP y entró al Congreso el proyecto de reforma jubilatoria que no ajusta por inflación. Todo eso generaba una cara del gobierno demasiado incómoda.

Tanto ese caso como el envío del proyecto de legalización del aborto al Congreso le dan motivos al oficialismo para volver a confiar en que el Frente de Todos es algo más que el administrador de malas noticias. Que todavía puede generar proyectos que estimulen a la militancia y que mejoren la vida de una parte de la sociedad, de sus votantes.

El problema de fondo es el contexto en el que se da el impuesto a la riqueza. Es un contexto de restricción múltiple en el que no alcanza un impuesto para alterar la ecuación de debilidad mayúscula. Pareciera que está prohibido hablar del contexto general, del ajuste general y hay que confiar en que la nueva fórmula jubilatoria va a ser expansiva, como dicen los voceros del gobierno que hablan de “la mentira del ajuste”.

Pero el ajuste es ya una realidad. No es materia de opinión. Dos años de Macri más un tercer año de ajuste, el de la pandemia. Ajuste sobre ingresos, sobre jubilaciones, sobre salarios. Por eso la economía está en el quinto subsuelo más allá de los pequeños signos de rebote. Vienen además los aumentos de tarifas. Los cuadros más lúcidos del oficialismo, que quizás no hablan mucho en los medios, saben que la nueva fórmula previsional difícilmente beneficie a los jubilados en el corto plazo.

Dato del INDEC de esta semana: la Canasta Básica Alimentaria aumentó 6,6% en octubre. Es la cifra más alta en los últimos dos años. Acumula una suba del 45,8% en el último año. Ahí está el ajuste: en cómo aumentan los precios respecto de los salarios y las jubilaciones. Estos números muestran además que la inflación impacta muchísimo más en pobres e indigentes, le pega peor a los que viven en el borde. La promesa de encender la economía que hizo Alberto Fernández por ahora sigue a nivel de promesa incumplida.

No es igual este contexto al de los años en que las jubilaciones le ganaban a la inflación. No es igual Martín Guzmán a Axel Kicillof. No es igual Alberto Fernández a Néstor Kirchner. No son iguales, sobre todo, las circunstancias. Hoy hay un actor preponderante en la política argentina, fundamental, que es el Fondo Monetario Internacional, que lo trajo Macri después de un endeudamiento suicida. Ahora, al FMI no le importa cómo se ajusta, le importa que se ajuste.

El Frente de Todos está cautivo del Fondo Monetario Internacional porque recibió una herencia pesada y porque eligió una relación con el Fondo en la que, muchas veces, aparece el gobierno aliado al FMI. Apareció así durante toda la discusión con los fondos de inversión y ahora lo paga porque el FMI viene a pelear por la suya galvanizada por el trato que le dieron Martín Guzmán y Alberto Fernández este año. El nuevo Fondo del que habla el gobierno borró rápidamente sus culpas por haber sido socio de Macri en el endeudamiento irresponsable.

Existen también dentro del gobierno los que piensan que Fernández, Guzmán y los voceros que dicen que no hay ajuste se equivocan en no sincerar la situación actual. La primera que lo ve es Cristina Kirchner que difundió hace unos días una carta de los senadores oficialistas llena de críticas para el FMI. Justamente porque no se investigó la deuda que tomó Macri y que violaba los estatutos del Fondo.

Por eso el Fondo está hoy como el lobo que cuida al gallinero. Es acreedor privilegiado, audita a la Argentina y le va a dar un nuevo préstamo a cambio de ciertas condiciones que le piensa fijar. El gobierno dice que no va a haber condiciones que atenten contra la sociedad argentina, sin embargo, el FMI tiene un recetario que difícilmente cambie. La realidad es que el Fondo le pide al Gobierno un ajuste en un país que encadena tres años de ajuste.

Alguien del gobierno que no cree en el nuevo Fondo me dijo: “Estás diseñando tu política económica pero sin el grado de libertad necesario. El plan económico no es tuyo y si lo asumís como propio, como hace Martín Guzmán, te estás haciendo dueño de un problema. Si después los resultados no se condicen con las expectativas, lo vas a pagar vos”.

Esa es la trampa en la que están metidos hoy los Fernández: no blanquear esta pérdida de soberanía que, por supuesto, no es entera responsabilidad del gobierno sino que es parte de la pesada herencia, pero que contribuye a sostener en el tiempo cuando no dice que estamos condiciones al máximo por esta deuda y por este auditor que es el FMI. Por eso, hoy pareciera que el Fondo no se hace cargo del préstamo que le giró a Macri y no se hace cargo de los costos. Entonces los costos los va a pagar el gobierno y la sociedad argentina.

Parece difícil que se cumpla la promesa que hizo grande al candidato Fernández de encender la economía. Vienen aumentos de precios y de tarifas y viene la nueva movilidad previsional. Hay un nuevo Fondo que está condicionando a un gobierno que sigue buscando una convivencia armónica con el organismo que toda la vida fue verdugo de la Argentina. Por eso, muchos dentro del Frente de Todos dicen que conviene sincerar esta realidad que pagar después los costos de un ajuste que no decidió el gobierno sino que le fue impuesto.

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