Facundo Manes, diputado nacional de la Unión Cívica Radical por la Provincia de Buenos Aires, conversó con Diego Genoud sobre la actualidad del radicalismo, las internas en Juntos y su posible candidatura en 2023.
“El actor no contemplado en la política”. Editorial 24 de septiembre en FM Milenium.
Semana intensa, una más, en la política argentina, con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el centro de la escena otra vez. En este caso por la causa Vialidad. Por su alegato, su planteo, que obviamente impugnan las denuncias del fiscal Luciani. Y por las referencias que la propia Vicepresidenta hizo a la banda que intentó matarla hace algunas semanas en ese operativo defectuoso que llevó adelante Fernando Sabag Montiel.
El alegato del fiscal Diego Luciani, que parecía tan importante hace un mes, hoy quedó empequeñecido por la dinámica política, por el intento de magnicidio frustrado. Pero forma parte de la agenda política y por momentos se convierte en un tema central de una clase política y de una agenda mediática casi siempre endogámicas.
También se suma el proyecto del Frente de Todos para ampliar la Corte Suprema de Justicia, un proyecto que no tiene mucha viabilidad más allá de los consensos que pueda lograr entre algunos Gobernadores. También el plan para eliminar las PASO. En un contexto de atomización, de fragilidad, de polarización que, por momentos, desde el cristinismo se intenta romper, se habla de eliminar las primarias, que podrían cambiar el escenario político del año que viene.
¿Puede haber un acuerdo entre Cristina y Macri para eliminar las PASO? ¿Es posible? Es una pregunta central porque durante su gobierno Macri se cansó de criticar las PASO. Ahora hay algunos gobernadores, como Schiaretti, y algunos sectores cercanos a Cristina, que están pensando en la posibilidad de eliminar las PASO cuando la propuesta de la Vicepresidenta de hablar con el que piensa distinto todavía flota en el aire. ¿Quién, si no Macri, es el que piensa distinto con respecto a la Vicepresidenta?
Salvo por el atentado, que es muy grave, no se registran antecedentes en democracia y abre la puerta a una zona muy oscura con grupos neonazis que están en la frontera con Javier Milei, con Patricia Bullrich. La investigación de ese atentado todavía tiene que avanzar y mucho, pero son el resto de los temas los que ocupan la agenda política y mediática, y aparecen muy divorciados de la realidad de la mayoría de la población. El contexto del que hablan las consultoras es de un 90% o un 100% de inflación para cuando termine este año.
Además, en muchos casos, se trata de proyectos ambiciosos que, así como están divorciados de la realidad de las mayorías, necesitan un consenso que hoy no existe a nivel político, a nivel del poder. En eso coinciden la ampliación del número de jueces de la Corte Suprema, la idea de eliminar las PASO, la causa de Vialidad con la cual muchos pretenden sacar de la cancha a la Vicepresidenta.
Hay un actor que parece ya fuera de escena: el Presidente de la Nación Alberto Fernández. A pesar de que estuvo de gira en Estados Unidos, donde participó de la Asamblea de la ONU, y sin poder concretar el objetivo de reunirse con Biden, acaso un plan frustrado desde julio cuando el COVID afectó a Biden. Ahora no queda muy claro por qué el Presidente de Estados Unidos no recibe a Alberto Fernández. ¿Se habrá enterado Biden de que Alberto tuvo que hacer la entrega anticipada del poder en manos de Sergio Massa? Tal vez.
Lo cierto es que lo central en la Argentina sigue en la economía. La relativa estabilidad de la cual disfruta hoy el Gobierno con el dólar soja, esta devaluación a medida que ideó el superministro Sergio Massa, estas retenciones cero, con fecha de vencimiento. ¿Cómo no van a liquidar los sojeros en esas condiciones? Todavía no terminó septiembre y liquidaron más de lo que se habían comprometido a liquidar, más de 5.000 millones de dólares en 13 ruedas operativas. También el Banco Central aumentó las reservas en alrededor de 2.500 millones de dólares.
Es un adelanto de liquidación de los dólares de la cosecha. Lo que se entrega ahora a un precio muy conveniente por parte de las grandes cerealeras no se va a entregar después y ahí se abre un gran signo de interrogación por cómo llegará el Gobierno hacia fin de año o hasta la próxima cosecha, en febrero o marzo.
En ese marco de relativa estabilidad por los dólares de las grandes cerealeras que el Gobierno paga más caro de lo que cotiza el dólar oficial, apareció una resolución del Banco Central, conducido por Miguel Pesce, que dispuso que las cerealeras, los acopiadores y otras empresas que hayan vendido a través del mecanismo del dólar soja no pudieran comprar dólar MEP, CCL para ir y comprar dólares con los pesos del Banco Central.
Eso generó una turbulencia muy fuerte dentro del propio Gobierno. Después salieron algunos directores del Banco Central, como el propio Agustín D’Attellis, a decir que había un error en la implementación de esa resolución del Banco Central. Que debía afectar a las personas jurídicas, no a las personas físicas o personas humanas. Lo que suscitó fue un primer encontronazo entre Sergio Massa y el radical Miguel Pesce.
El Presidente del Banco Central sigue teniendo un poder envidiable. No solo porque sobrevivió a Martín Guzmán, a Silvina Batakis y hoy está sentado a las mesas de las decisiones del Gobierno del Frente de Todos, sino porque además logró que se prolongara su mandato hasta septiembre de 2028, cuando vencía este pasado viernes 23 de septiembre. Ratificado en el poder, alguien decía “el superministro es Miguel Pesce en realidad, no Sergio Massa”. Además Pesce tomó una decisión que contradijo el manual de Massa en relación a los sojeros, a las cerealeras. Con muy poco, ensució la jugada del tigrense.
Lo llamativo, ¿quién banca a Miguel Pesce en este contexto? ¿Es Massa, es Cristina? Ninguno de los dos. Y sin embargo el Presidente del Banco Central muestra que tiene poder. Solo Alberto Fernández lo sostiene, ese actor no contemplado, el Presidente de la Nación.
Como parte de este equilibrio tan extraño de poder que encarna el Frente de Todos, que muestra el Frente de Todos, Alberto Fernández no puede hacer prácticamente nada de lo que quiere. Su plan de perdurar en el Gobierno quedó archivado, tuvo que entregar el poder anticipado a Sergio Massa, pero todavía tiene capacidad de daño y eso es lo que el ministro de economía empieza a comprobar.
Tiene la lapicera el Presidente, guste o no, como se lo dijo tantas veces la Vicepresidenta. Y Massa necesita a Alberto Fernández para el plan que tiene. Primero, de ganar aire, tiempo; después, según dicen, vendrá un plan de estabilización, de un ajuste todavía mayor que quiere llevar adelante Massa. Pero todavía Alberto puede manzurizar a Massa, como hizo con el jefe de Gabinete actual.
¿Quién se acuerda de que Juan Manzur es el jefe de Gabinete? Había llegado con todos los honores, como alguien con poder político, con capacidad de lobby, con ambición, con capacidad de representar al peronismo no kirchnerista. Poco después, Manzur está casi fuera de escena aunque permanezca en la Casa Rosada como jefe de Gabinete.
Ese ajuste de shock que necesita Massa para cumplir con el Fondo, el que algunos recomiendan al lado de Massa, haría que el Frente de Todos llegue al umbral de las elecciones el año que viene muy complicado, con una inflación muy alta y con la posibilidad de un estancamiento. Alta inflación con recesión. Porque hay que cumplir con el Fondo, ese es uno de los mandamientos centrales que tiene el Gobierno para lo que le queda de gestión.
Estamos bajo un cogobierno con el Fondo aunque pareciera que no es así. Ese cogobierno que el cristinismo quería evitar, ese cogobierno que surgió a partir del endeudamiento que firmó en su momento Mauricio Macri por 44.000 millones de dólares, y que eran más. A partir de ese momento, el Fondo está sentado a la mesa de las decisiones y nada de lo que se hace en la política argentina se puede explicar sin ese predominio.
Alberto Fernández, actor no contemplado de la política, marca a Miguel Pesce, el hombre fuerte de un gobierno loteado que mostró esta semana, con esta resolución del Banco Central, que todavía Alberto tiene una cuota de poder. Pesce sobrevive pese a las evidencias, aunque el Gobierno rifó un superávit comercial de más de 30.000 millones de dólares producto de la pandemia y de la soja récord. Los dólares no están, como tantas veces dijo Cristina. ¿Quién es uno de los grandes responsables? Es Miguel Pesce, que le dio dólares baratos a un grupo de empresas muy importantes durante todo el mandato del Frente de Todos para que cancelaran el endeudamiento que habían contraído durante el gobierno de Macri.
Durante el periodo 2015 – 2019, así como se endeudó el Estado, lo hicieron las empresas. Pero esa deuda que tomaron durante el gobierno de Macri, la cancelaron en tiempo récord. Bancos, empresas energéticas, empresas con intereses en las tecnologías de la comunicación. En muchos casos, en lugar de reestructurar la deuda como hizo el Estado, pagaron cash con los dólares baratos que le dio el Gobierno, que le dio Miguel Pesce, que le dio Martín Guzmán, que le dio el Frente de Todos.
Guzmán siempre dijo que era responsabilidad de Pesce. Lo cierto es que los dólares no están, más allá de que hayan entrado 5.000 millones de dólares del dólar soja. La frazada es corta. Porque el Gobierno está desesperado por los dólares. Lo dijo esta semana un funcionario de íntima confianza de Massa, José “Vasco” de Mendiguren, hoy a cargo del área de Producción: “Estamos desesperados por los dólares aunque estén entrando los de las cerealeras”.
Esa es la fragilidad que muestra el Frente de Todos. Massa gana aire pero todavía necesita apoyo. Además, todavía le queda un largo desierto por recorrer al Gobierno y a la sociedad. La inflación se espera que llegue a 90% a fin de año, casi un cálculo modesto según algunas consultoras, y hacen falta $120.000 por mes para no ser considerado pobre en el caso de una familia tipo en la Argentina.
Los datos del INDEC de esta semana también son interesantes porque pasaron inadvertidos. Bajó el desempleo en junio: ahora afecta al 6,9% de la población, cuando un año atrás, afectaba al 9,6%. Bajó casi tres puntos el desempleo, pero la contracara es el trabajo precario.
Este dato muestra una tasa de actividad muy alta, con mucha gente que está buscando trabajo: el 28,8% de los trabajadores. Es un porcentaje que también tiene dos caras. Es el más bajo de los últimos siete años, pero al mismo tiempo, tal como lo marcaba Luis Campos del Observatorio de la CTA Autónoma en los últimos días, ese dato dice mucho de la precariedad laboral que enfrentan muchos trabajadores y trabajadoras en Argentina. Más de un cuarto del total de los trabajadores está buscando empleo, 28,9%, o quiere trabajar más. ¿Por qué? Porque no le alcanza para vivir con lo que gana. El desempleo es bajo pero los asalariados tienen pulverizados sus ingresos.
Hay otro dato también que marcaba Luis Campos. El aumento del empleo no registrado, en un récord total en los últimos siete años: según el INDEC de junio, 37,8% de los asalariados. Casi 4 de cada 10 trabajadores están en negro, con ingresos más bajos que alguien que trabaja en relación de dependencia, que tiene paritaria y un sindicato que lo defienda.
La plata no alcanza en los hogares y eso es lo que fuerza a los trabajadores, decía Luis Campos de la CTA, a buscar ingresos adicionales. Eso es lo que explica el aumento de la tasa de actividad, la tasa de empleo, mientras la oferta en el mercado formal languidece. No hay casi trabajo de calidad en la Argentina. Al mismo tiempo, el desempleo está muy bajo pero el trabajo que existe es precario.
Se habla cada tanto de la necesidad de una reforma laboral, sobre todo desde Juntos, pero hay una reforma laboral de facto. Ya se hizo y es la reforma de los salarios bajos, de los salarios que, en muchos casos, están por debajo del umbral de la pobreza. Lo dijo en una entrevista que le hicimos acá el año pasado Matías Rajnerman, un economista que hablaba de la reforma laboral que se produjo durante el gobierno de Macri y durante la pandemia. Eso explica no solo la tasa de inflación, sino que mucha gente esté buscando más trabajo porque no llega a fin de mes con lo que gana.
Esta realidad que muestra el INDEC, con el dato de inflación, con que hacen falta $120.000 para una familia para no caer en la pobreza, con que el 28,8% de los asalariados está buscando otro trabajo porque lo que tiene no le alcanza para vivir, es la que involucra a la mayor parte de la población en los grandes conurbanos pero también de sur a norte. Y la política parece estar en otra cosa, discutiendo la reforma de la Corte Suprema, discutiendo eliminar las PASO, la causa de Vialidad y tantos otros temas que no tienen nada que ver con la lucha por la sobrevida cotidiana de millones de personas en la Argentina.
¿Por qué la política habla de temas que no tienen que ver con las preocupaciones sociales? O porque convalida esta realidad o porque no tiene forma de revertir este estado de las cosas. Por alguna de esas razones, la mayor parte de la clase política parece estar en otra cosa.