Fuera de Tiempo con Fernando Galarraga

Fernando Galarraga, director ejecutivo de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), conversó con Diego Genoud para entender las barreras que enfrentan las personas con discapacidad en nuestro país.

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“Lula, Cristina y Biden”. Editorial de 5 de noviembre en FM Milenium.

Semana cargada de novedades, de movimientos en la disputa del poder y en varios sitios a la vez. Marcada, en el inicio de la semana, por el triunfo ajustadísimo de Lula en Brasil. La resistencia de Bolsonaro a reconocer el resultado, los camioneros en las rutas, las imágenes del bolsonarismo duro. Hay que seguir con atención lo que suceda en Brasil por el peso geopolítico y regional que tiene Brasil. 

Es el inicio de una transición difícil que tiene resonancias globales. Lo llamativo, o no tanto, es que por una serie de razones no solo el progresismo festejó el triunfo de Lula, sino que también festejaron gran parte de los enemigos del populismo en distintos lugares, en distintas facciones del poder, dentro y fuera de Brasil. Lo que viene no va a ser fácil, todos lo saben. 

Veinte años después Lula vuelve a ser presidente en un contexto muchísimo más difícil, con una oposición mucho más parada de manos. Recomiendo una vez más la entrevista que hicimos acá en Fuera de Tiempo con Fabio Luis Barbosa dos Santos, que tiene una vigencia absoluta para entender este presente de Brasil. El profesor de San Pablo cuenta muy bien lo que está pasando si uno quiere entender el contexto en Brasil. La tensión que existe y lo que representa además el bolsonarismo, incluso fuera del poder.

En la Argentina, la otra postal de esta semana estuvo marcada por diálogos y tensiones que, miradas desde afuera, no dejan de sorprender. Sobre todo, la pelea visceral dentro del PRO por la sucesión de Macri. Hablamos también la semana pasada con Gabriel Vommaro, en otra entrevista recomendada de Fuera de Tiempo que pueden buscar en Spotify si lo que quieren es indagar un poco más en lo que ocurre en la oposición. 

La frase de Patricia Bullrich contra Felipe Miguel, ese cruce que tuvieron viralizado al extremo, en La Rural. ¿Qué hay de fondo en esa pelea brutal entre Bullrich y Larreta? Varias cosas. La primera, que suele perderse de vista pero que cuando uno habla con gente del PRO está muy presente, es que Bullrich, aunque tiene un origen familiar de una clase acomodada, es muy distinta a la mayor parte de la dirigencia del PRO. Tuvo una experiencia política muy temprana en el peronismo, que ella rechaza, pero que sin duda la marcó y la marca hasta hoy. Por eso, entre otras cosas, es que Bullrich desprecia a gran parte de la dirigencia del PRO. Los ve como “nenes bien”, algo que se nota en cada comentario que hace.

De fondo, es una disputada decidida por el poder a la que se suma otro ingrediente. Bullrich ya no es más La Cenicienta del PRO y está claro que ya cuenta con financiamiento. Gran parte de ese financiamiento viene de empresarios amigos de Macri. “Ayuden a Patricia”, pide el ex presidente, y la asisten, efectivamente, como lo cuentan cerca de la exministra. Bullrich tiene plata para hacer política. No solo está decidida, sino que ahora tiene con qué. Compite con los fondos de Horacio Rodríguez Larreta, que hace política desde “el maxikiosco”, como dice Jorge Asís del Jefe de Gobierno de la Ciudad.

¿Qué dice Bullrich? No va a parar hasta ser candidata a Presidenta. Nada de Provincia de Buenos Aires, nada de plan B, nada de subordinación, ni siquiera a Macri. Es una Bullrich que compite por fuera, por eso no sabemos hasta dónde llega esta pelea dentro del PRO. Si Bullrich es más parecida a Milei o a los fanáticos de Revolución Federal, a los que planearon el atentado contra Cristina, Larreta es más parecido a Gerardo Morales, como se vio la semana pasada. Incluso más parecido a Sergio Massa, como lo muestra la amistad estrechísima que tienen desde hace 20, 25 años.

Más allá de la anécdota, más allá del video que se viralizó y que alguien filtró para mostrar algo, hay una batalla frontal por el poder al interior de Juntos. Precipitada, quizás están almorzando la cena. Hay que verlo porque el gobierno del Frente de Todos está en problemas mayúsculos y la disputa es abierta dentro de la oposición, casi como si dentro de la oposición estuvieran oficialismo y oposición al mismo tiempo. 

Lo que pasa en el Frente de Todos, pasa en Juntos. Hay dos proyectos distintos. Sobre todo, en el caso de Juntos. Se lo decía la semana pasada a Gabriel Vommaro, en cuanto a los modales, a las formas para gobernar, para llegar, hay dos proyectos distintos. Si uno indaga un poco y pregunta cuál es el proyecto económico de Larreta, de Bullrich, de Macri, se va a encontrar con que es muy parecido. En el fondo, todos parecen estar de acuerdo en ir a un ajuste de shock, lo mismo que propone Milei.

Hay que ver quiénes son los economistas a los que escucha Larreta. Domingo Cavallo, por supuesto. Hernán Lacunza, quizás el menos ortodoxo de todos aunque muy en sintonía con lo que plantea el PRO. Larreta escucha a Martín Redrado, a Miguel Ángel Broda. ¿En qué se diferencian, entonces, Larreta-Bullrich-Macri? Posiblemente en las alianzas que están dispuestos a hacer para llegar al poder. En lo que están mirando, en lo que están atendiendo, en la relación que pueden tener con la oposición si al fin llegan al poder, con la oposición peronista.

Bullrich, está claro, se hizo grande en el antikirchnerismo, como antes lo hizo Macri. Pero uno la escucha a la exministra y da la sensación de que quiere aniquilar al cristinismo. Larreta no está dispuesto a tanto. Lo quiere lejos, hace campaña contra el cristinismo pero está dispuesto a cogobernar con el peronismo no kirchnerista, hoy es socio del cristinismo. Las fronteras son difusas y sobre eso trabaja y crece Bullrich, cuando dice que Larreta es demasiado conciliador con el kirchnerismo, con Massa que aparece como el salvador del experimento del Frente de Todos. 

Tercer dato importante de la semana: la reaparición de Cristina ayer en Pilar, después de dos meses, en un acto con el Intendente, con la UOM. Con un discurso interesante de Abel Furlán, el sindicalista que le ganó a Antonio Caló, ambos revindicados por Cristina. Lo cual generó algunos silbidos para Caló de la oposición que lo derrotó. El sindicato metalúrgico tuvo durante muchos años salarios muy bajos. Incluso en buenos momentos. Hay que remontarse a lo que fue el final del gobierno de Cristina para ver cómo ella privilegió a ese Caló sumiso que se contraponía con aquel Hugo Moyano que la confrontaba fuerte. 

Dijo muchas cosas la Vicepresidenta. Se confirmó que sigue generando mucha expectativa de sus leales, pero también en parte del peronismo no kirchnerista. Estaba Juan Zabaleta, el ministro del “me quiero ir” y que volvió a Hurlingham para recuperar la intendencia en manos de La Cámpora. Estaba Julián Domínguez, el ministro de Agricultura que duró poco en el Gobierno de Alberto Fernández, que tiene poco de cristinista puro pero que supo entenderse bien con Cristina. Estaba Pablo Moyano. Había intendentes como Fernando Espinoza, aunque hubo ausencias también, como la de Martín Insaurralde.

Lo que vimos en Pilar también se repite ahora en distintos puntos del país, donde hay un peronismo lejano a los postulados del kirchnerismo puro, un peronismo que en su momento militó el antikirchnerismo pero que ahora mira gobernar a Alberto y se asusta. Y pide por Cristina, como una forma de ordenamiento posible en este peronismo que sufre el poder, que no tiene muy claro hacia dónde ir, que ve cómo se le escurre el poder entre las manos mientras la inflación pulveriza los ingresos.

Cristina cuestionó la idea de algunos analistas: “Hablen del experimento del Frente de Todos”. En el libro El Peronismo de Cristina, que escribí y fue publicado hace un año y medio, ya definía al Frente de Todos como un experimento. De hecho, hay una crítica muy interesante del libro que hizo Eduardo Castilla en Ideas de Izquierda que se titula “Un experimento fallido” en mayo de 2021. 

Seguro, como dijo la Vicepresidenta, hay que analizar las decisiones en su contexto. Pero también por eso es un experimento porque sirvió para ganar, para que se vaya Macri, pero que se despreocupó del día después. Lo mismo que le puede pasar ahora a la oposición, que se está matando por ver quién dirige a Juntos. Despreocuparse por el día después cuando la herencia pesa sobre la mesa. 

Cristina dijo “No me arrepiento”. Dijo también “Nadie está informado de las cosas que realmente pasan”, como si la información fuera hoy, más que nunca, en tiempos de sobreinformación, cuestión de privilegiados. No todos acceden o pueden acceder a la información que es importante. Habló también de la relación, el gap, entre salarios y productividad. Un dato nuevo que hasta ahora no había mencionado. La productividad es muy elevada pero con salarios muy por detrás de la inflación. Durante el gobierno del Frente de Todos, hay una renta extraordinaria que está tomando el capital hoy en la Argentina, dijo la Vicepresidenta en su discurso. Alguien se la está llevando, otra vez. Pero a diferencia de los años kirchneristas, alguien se la lleva y no todos ganan, hay claros perdedores que son en parte los votantes del Frente de Todos.

Nunca fue tan regresiva la participación asalariada, la distribución del ingreso, como con este Gobierno. El Gobierno que, aunque a Cristina no le guste, nació de su dedo. El cristinismo, además, sigue integrando este Gobierno pese a todo. “Esto no empezó ahora, empezó con Macri”, aclaró la vicepresidenta. Los datos del INDEC que conocimos esta semana lo corroboran. 

Los salarios informales, los no registrados, tuvieron una caída del 15,6% en lo que va del Gobierno del Frente de Todos. Entre diciembre de 2019 y julio de este año, la inflación los pasó por arriba a ese 1 de cada 2 trabajadores. A eso hay que sumar los 20% que perdieron durante el gobierno de Macri. Eso explica que, como dice Claudio Lozano, hoy tengamos al 26% de los trabajadores registrados, incluso, con ingresos inferiores al nivel de la pobreza.

Lo que cuesta entender a los desprevenidos es cómo convive el discurso de Cristina dispuesta a seguir peleando por el poder, con el discurso del albertismo en la voz de Gabriela Cerruti que no habla de ajuste pero sí de orden fiscal. Cómo convive también con el discurso del massismo, con la propia defensa que hizo Cristina de Sergio Massa en Pilar. Con el discurso de Gabriel Rubinstein, el viceministro de Economía, abanderado del ajuste, en el Congreso otra vez defendiendo el ajuste. Como si el Gobierno y la oposición estuvieran también dentro del Frente de Todos.

Por eso vale la pregunta, con respecto al final del discurso de la Vicepresidenta, en lo que más repercusión tuvo, cuando dijo “Voy a hacer lo que tenga que hacer”. ¿Para qué? ¿Para hacer qué? ¿Para volver a 2015? ¿Es posible volver? Preguntas que resuenan y vienen de la mano de dos conclusiones. Cristina sigue pensando en la forma de retener el poder, o preservar el máximo de poder para su espacio, para sus representados, y sigue generando una expectativa que nadie en el peronismo genera. Para bien o para mal, Cristina se lleva puesto al peronismo como hace muchos años.

Por último, atención, también viene otra elección que está relacionada con el cuadro general, donde Biden se juega el futuro de sus dos años de gobierno. Una elección que la semana que viene vamos a analizar con más detalle en Fuera de Tiempo. Por ahora basta con decir que también en Estados Unidos conviven la polarización con la fragmentación.

De un lado está Biden que tiene a su izquierda a sectores del Partido Demócrata. Elizabeth Warren, Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez son los referentes más visibles pero por debajo hay también una generación de dirigentes que crece a medida que se profundiza la crisis. La inflación también afecta a los ingresos como nunca en Estados Unidos en las últimas cuatro décadas. Y hay una distancia fuerte con la política.

Del otro lado, está el Partido Republicano, también en ebullición en la disputa interna por el poder. Trump sigue en el centro con un discurso antiestablishment. Los candidatos que pelean los Estados decisivos para esta elección como Pensilvania, Arizona, Nevada, son negacionistas. ¿Qué quiere decir? Que niegan la legitimidad de Biden como Presidente. Todavía no reconocen el triunfo e hicieron campaña, estas últimas semanas y meses, diciendo que Biden es un Presidente ilegítimo que llegó al poder con el fraude. 

El establishment de los Demócratas y el establishment de los Republicanos tiene muchas coincidencias entre sí y rechaza a Trump, como la clase política, en su mayor medida, en Brasil rechaza hoy a Bolsonaro. Eso explica que Fernando Henrique Cardoso y Lula estén unidos o hayan estado unidos en esta elección. Por eso tambié, Steve Bannon, que es el gran propagandista de Trump, dijo hace unos meses que Bolsonaro era un héroe para el trumpismo y que la elección de Brasil iba a tener un impacto sin duda en los Estados Unidos. Ahora Bannon, dicen algunos, recomienda a Bolsonaro que no reconozca el resultado del domingo pasado.

El último dato es el voto latino en Estados Unidos, que tiene una incidencia decisiva porque es una población que crece a un ritmo vertiginoso hace tiempo. Hoy hay 62 millones de latinos que viven en Estados Unidos, según el último censo del año pasado. De esos 62 millones, 35 están habilitados para votar. Hay muchas dificultades para acceder al voto para la población latina. Además, no todos votan. Se esperan que voten alrededor de 11 millones, según una estimación de una asociación de dirigentes hispanos. Tanto los demócratas como los republicanos hacen campaña muy fuerte por conseguir el voto de la población latina. De todo eso vengo escribiendo hace varios meses en la edición USA de La Política Online, que además les recomiendo a los que estén interesados en la política norteamericana. 

Si algo es elocuente, como pocas veces las distancias se acortan. Lo que sucede en Brasil, lo que sucede en Argentina y lo que sucede en Estados Unidos está hoy íntimamente ligado.

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