Fuera de Tiempo con Florencio Randazzo

Florencio Randazzo, diputado nacional por Vamos con Vos por la Provincia de Buenos Aires y ex ministro del Interior y Transporte, conversó con Diego Genoud sobre la crisis en el gobierno del Frente de Todos, la corrida cambiaria y los subsidios al transporte.

“La pregunta que excede a la política y al poder”. Editorial de 23/7/2022 en FM Milenium.

Otra semana de terror del Frente de Todos cargada de dificultades. Ya van siete semanas que encadena el Gobierno y hace agua. Se delata en toda su debilidad.

El Gobierno se muestra extraviado ante la ofensiva de los mercados. La presión devaluatoria, la presión por un ajuste más fuerte que además tenga el apoyo de la Vicepresidenta, considerada hoy la figura central del Gobierno. Lo que vemos día a día, se prolonga más allá de lo que hubiéramos imaginado.

En una película que recuerda bastante a lo que ya pasó con el Gobierno de Mauricio Macri. A partir de abril de 2018, cuando Cambiemos empezó a correr desde atrás de los acontecimientos sin poder resolver esa crisis que le terminó costando el gobierno e impidiendo la reelección a Mauricio Macri. Como si todo eso no hubiera sucedido, como si los principales dirigentes del Frente de Todos no hubieran estado en el país mientras sucedía en el largo final del Gobierno de Mauricio Macri.

Hoy la película se repite con componentes similares, pero el protagonista involuntario es Alberto Fernández, el Frente de Todos, esta rarísima alianza que surgió del dedo de Cristina Fernández gracias a aquella crisis que se llevó puesto a Macri. Los hechos están indisolublemente ligados. No hubiera sido posible el Frente de Todos llegar sin esa corrida tan profunda y tan prolongada que demostró a Macri inservible para cumplir con los objetivos de los sectores de poder que incluso habían impulsado su proyecto..

Si le pasó a Macri, ¿cómo no le iba a pasar al peronismo de Cristina? Eso era algo que estaba sobre la mesa. Pero la cúpula del Frente de Todos, de esta alianza, no discutió en ningún momento a fondo un programa económico para salir de la crisis. Esto no lo dicen simples comentaristas u observadores, sino algunos economistas, algunos actores políticos que forman parte de la coalición, que se reconocen dentro del propio Frente de Todos. Esa discusión no dada, a esta altura, se nota. Y el no haber discutido cómo se iba a salir de la situación que se heredaba fue un verdadero acto de irresponsabilidad. 

Después vino la pandemia, vino la guerra. Luego vinieron las diferencias en el Frente de Todos, la derrota electoral que debilitó todavía más al Gobierno. Y vinieron esos largos meses sin ningún diálogo entre el Presidente y la Vicepresidenta.

Tras la salida de Guzmán, incluso antes, se había iniciado esta corrida cambiaria que ahora lleva siete semanas. Como decíamos al comienzo, la corrida muestra al Gobierno desnudo en su fragilidad. Estudiando medidas, anunciando retoques que finalmente no se hacen. Otra vez, van y vienen en una división que se demuestra más profunda que la del albertismo vs. cristinismo. 

Muchas veces las discusiones son entre Julián Domínguez y Silvina Batakis, por ejemplo. O entre Miguel Pesce y Silvina Batakis. O entre Silvina Batakis y la Secretaría de Energía. Como si cada uno defendiera un proyecto propio, casi personal o sectorial, y no hubiera una visión de conjunto. Incluso en un momento como este, donde se dice que las reuniones entre la Vicepresidenta, el Presidente y el Presidente de la Cámara de Diputados se mantienen, en el que se supone que hay un canal de diálogo, una búsqueda común. Vemos un Gobierno que hace agua por los cuatro costados.

Lo vemos al Presidente diciendo que no le van a torcer el brazo. Habla muchas veces como si estuviera en otra película. Declara y da indicios de firmeza cuando en continuado advertimos cómo los bancos, los fondos de inversión y los actores del mercado le gobiernan la coyuntura y el presente. Llevaron el dólar paralelo, y no estamos hablando solo del blue, sino también el contado con liquidación, que es el que rige para las empresas, de $200 a $350 en estas siete semanas. $338, $340. 

La brecha cambiaria está hoy en 140%, cuando durante el último Gobierno de Cristina estaba en el 40%. Más que el triple. Y cómo impacta eso en la inflación, no hace falta que a nadie se lo cuenten. Cualquiera que sale a la calle, que tiene que hacer una operación, sabe las dificultades que implica tratar de tener un precio estable en la economía. Eso es una máquina de generar pobreza, de expulsar a hombres y mujeres de la Argentina por debajo de la línea de pobreza, del umbral de sobrevida. Mientras el Presidente dice que no le van a torcer el brazo, la realidad es otra.

Lo vemos también al Presidente acusar al agronegocio por no liquidar la cosecha que tienen en silobolsas. En esta misma radio, Jorge Carrera, un funcionario clave del Banco Central, que ya lo había sido durante el Gobierno de Cristina Fernández, habló con Pablo Wende y dio la estimación del Gobierno. Calculaba que hoy permanecen en silobolsas entre 14 mil y 18 mil millones de dólares. Hay distintas estimaciones. Se habla de 25 millones de toneladas de soja y que, cuando los sojeros se decidan a venderla, representaría una inyección de de divisas muy importantes para el Frente de Todos.

Desde el campo, la respuesta es conocida. Con una brecha cambiaria de 140%, con retenciones, a nadie le conviene hoy vender lo que tienen en los silobolsas. Sería casi una ingenuidad de parte del Gobierno pensar que en estas condiciones, sumados a los discursos del Presidente, alguien va a decidir en contra de sus propios intereses.

Cuando un funcionario experimentado como Jorge Carrera cuenta esos dólares que no están y que retiene el agronegocio, o cuando habla de la salida de divisas que provocó la guerra por el aumento de las importaciones de combustibles, está dando datos que son ciertos pero también está omitiendo que el Banco Central durante el Gobierno del Frente de Todos dilapidó 30.600 millones de dólares de superávit comercial. En una situación absolutamente excepcional, que le tocó producto de la pandemia, en parte, y producto de la disparada del aumento de los commodities. La cotización de la soja, del maíz se aumentó y eso benefició no solo al sector agropecuario, sino también al Gobierno nacional. Quedaron, en estos 30 meses del Gobierno del Frente de Todos, nada menos que un saldo favorable de 30.600 millones de dólares. Esto lo marca hasta el cansancio Horacio Rovelli, economista y especialista en presupuesto, en su momento funcionario del Ministerio de Economía, y cuestiona muy fuertemente a Miguel Pesce y al directorio del Banco Central. Eso explica la debilidad del Gobierno de Alberto Fernández.

La brecha cambiaria es la razón principal por la que se reproduce el deporte nacional de robarle reservas al Banco Central, pero cuando uno se enfoca en la brecha cambiaria y olvida ese superávit comercial excepcional producto de la pandemia, de que la salida de dólares por turismo se redujo muy fuerte durante esos dos años, se pierde de vista que hay 30.600 millones de dólares que el Gobierno no pudo captar. Esto también lo dice la Vicepresidenta o lo decía hasta hace poco cuando estaba públicamente enemistada con el Presidente.

También existen los comportamientos especulativos. Por un lado, de los importadores que aprovechan para acceder a dólares baratos; por otro lado, de sectores del agronegocio para no liquidar. En el caso del agronegocio, lo claro es que no le conviene liquidar a este precio, y por eso están entre los sectores que más presionan por una devaluación fuerte, para resolver el tema de la brecha, asunto que obviamente va a traer nuevas pérdidas para los que viven de un ingreso en pesos.

La pregunta que se repite en las últimas semanas, pero ya no solo entre los especialistas o entendidos, entre los que viven pendiente de los acontecimientos de la política y la economía, sino entre la gente común que solamente en momentos límites se preocupa por la política es ¿llegán así a 2023?

Esa pregunta que se hace hoy cualquiera en la calle no tiene respuesta sencilla, sobre todo cuando uno ve al Presidente divorciado de la realidad y a la Vicepresidenta refugiada otra vez en el silencio, con una cúpula de Gobierno que no sabe hacia dónde salir. Ahora se habla de nuevas medidas, la vemos a Silvina Batakis viajar a pedir auxilio del Fondo Monetario Internacional. Un FMI con Kristalina Georgieva al frente que no quiere ser responsable de una nueva crisis en la Argentina. Quizás como no quiso ser responsable durante el Gobierno de Macri y entregó un préstamo demencial en tiempo récord para un gobierno que no había cumplido con ninguno de los requisitos que fijaba el propio Fondo para un crédito de acceso excepcional.

De la misma manera está actuando hoy el Fondo. Y de la misma manera hoy, desde la oposición, economistas como Hernán Lacunza dicen que el Fondo está escondido debajo de la mesa y que es cómplice de esta situación. Guzmán acordó un ajuste con el Fondo y, según dicen los consultores del mercado, como Emmanuel Álvarez Agis, alguien que en su momento fue Viceministro de Kicillof, ese ajuste acordado con el Fondo ya no se cumplió en el primer semestre del año.

Por otro lado, el Banco Central es el que financia la corrida cambiaria porque tiene una tasa de interés que va muy por detrás de la inflación, incluso de la tasa de devaluación. Por eso, dice Álvarez Agis en un informe que difundió ayer viernes, es el propio Banco Central de Miguel Pesce el que proporciona pesos baratos para ir a comprar dólares. No sube la tasa de interés para que muchos tomen créditos y vayan a comprar dólares.

Estos son comportamientos de actores importantes del mercado que inclinan la balanza o definen un proceso. Y nadie entiende muy bien cuál es la política del Banco Central, de Pesce, el gran ganador de la interna en medio del naufragio, el gran ganador de la interna con Martín Guzmán. Responsable, según economistas como Rovelli pero también según la Vicepresidenta, aunque no lo señale con nombre y apellido de haber dilapidado esos 30 mil millones de dólares. Pesce tiene una formación en el radicalismo y que tiene una relación muy cercana con Alberto Fernández, pero además fue funcionario de Cristina. 

Muchos no entienden cuál es el juego, cuál es la política, y si este elemento no termina conspirando, como lo dice el propio Álvarez Agis, contra los intereses del Gobierno. Si no es el Banco Central el que financia la corrida cambiaria de manera involuntaria, debido a su inacción. El otro elemento es la política. El Presidente, la Vicepresidenta, el Presidente de la Cámara de Diputados que no terminan de dar señales claras de hacia dónde va el Gobierno. ¿Van a devaluar como reclaman desde el agronegocio? ¿Van a ajustar fuerte hasta que duela, como exige el mercado, desde la oposición e incluso desde el Fondo? ¿O qué piensan hacer? ¿Van a dar un giro como el que reclama Juan Grabois para mejorar los ingresos?

Todo es incertidumbre mientras el Gobierno escupe sangre, mientras se demuestra frágil. Y mientras esa pregunta, “¿llegan?”, se repite, se propaga. Ya no hablamos de llegar a diciembre de 2023, que es lo que tiene que hacer el Presidente y para lo que fue votado, sino de que en qué momento va a recuperar oxígeno el Gobierno del Frente de Todos. 

Antes de la renuncia de Guzmán, al lado del Presidente me decían “tenemos que llegar a diciembre, porque a partir de diciembre se reordena la política”, con el calendario electoral reiniciado. Se adelantan las elecciones y se abre un horizonte distinto con el objetivo de llegar. El Gobierno y la oposición se ordenan de otra manera, y también los actores de la economía. Pero diciembre queda lejísimos.

Miguel Pesce dice que hay que llegar a septiembre, porque ahí va a ceder la importación de energía. Dice que hay que pasar los meses del invierno y va a ser más fácil para el Gobierno la ecuación de falta de dólares que hoy le resulta muy desfavorable. Otros querían llegar al encuentro con Biden, previsto para el 26 de julio. Ahora aplazado sin fecha por el test positivo del Presidente norteamericano. 

Pero todas las metas que se pone el Gobierno le quedan lejos. Diciembre de 2023 es otra galaxia. Diciembre de este mismo año queda muy lejos. E incluso falta muchísimo para septiembre, esa fecha que menciona Pesce, porque nadie sabe cómo va a llegar el Gobierno al lunes que viene.

Un informe reciente del grupo de investigadores en el conurbano Colectivo Juguetes Perdidos, que entrevistamos en este programa, se titula “Déjense de joder. La realidad efectiva te la debo, parte III, episodio final”. El foco que plantean es el de las vidas populares en los conurbanos de todo el país, el de los que están lejos de los mercados, lejos del agronegocio y hacen malabares cada día para inventarse una sobrevida. Este informe, sobre el final, deja una frase que sirve para pensar en este momento: “No queremos ni imaginarnos lo que viene en el futurito”.

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