Ignacio Ramírez, sociólogo, conversó con Diego Genoud acaso de la salida de Polarizados. ¿Por qué preferimos la grieta? (aunque digamos lo contrario), editado por Capital Intelectual.
También estuvo en el programa Guido Lapa, economista y magister en Finanzas, y conversó sobre el posible acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el dólar y la brecha cambiaria.
“Lo que el gobierno y la oposición tiene en común”. Editorial de 6/11/2021 en FM Milenium.
Semana clave, horas decisivas. Recta final para las elecciones generales del 14 de noviembre. Todo el año hablando de esta instancia, analizando lo que puede suceder el domingo próximo. Una semana en la que el gobierno llega, al menos si uno mira algunos indicadores, de mala manera. El dólar blue cruzando la barrera de los $200. La brecha cambiaria alrededor del 100%. Y obviamente una inflación de 52% interanual. Pero el dólar blue, un mercado paralelo muy chico que el gobierno muchas veces minimiza y la oposición sobredimensiona, marca la agenda, el pulso, genera sensaciones de preocupación en parte del electorado. Impacta también sobre los precios. Genera una sensación de inestabilidad que al gobierno no le conviene en lo más mínimo.
Uno consulta funcionarios, incluso cuando muchos de ellos hablan en los medios de comunicación, en referencia a la inestabilidad en el mercado del dólar paralelo, dicen: “esto es casi de rigor en la previa de una elección”. Un operativo habitual en busca de una devaluación que el mercado reclama. Hay sectores económicos, actores del poder económico que vienen reclamando una devaluación y que el gobierno insiste, a través de Martín Guzmán y de Alberto Fernández, en negar. Si será o no la antesala de una devaluación inevitable como la que el mercado supone, se verá. Faltan pocos días. Pero no es el mejor escenario en la antesala de las elecciones, a la hora en que gran parte de la población que está muy lejos de la disputa de poder y de estos actores que quieren forzar una devaluación. El resto de la población se siente afectada por una brecha del 100% que tiene un impacto cierto en los precios y en los valores por los cuales se rige la economía.
Volvió el gobierno de la Cumbre de Glasgow, de la Cumbre del G-20, con anuncio de inversiones. Agustín Pichot, el exrugbier, el ex Puma, que ahora oficia de lobista de empresas extranjeras, anunció la promesa de una inversión de 8.400 millones de dólares en un proyecto de hidrógeno verde. Por supuesto, es una inversión que llevará su tiempo. Los críticos dudan de que esta inversión se concrete, incluso Claudio Molina, de la Asociación Argentina de Biocombustibles, también se declaró escéptico. Para el gobierno es una buena noticia que, sin embargo, no resuelve la urgencia que domina a la mayor parte de la población y domina también al gobierno.
La otra gran apuesta de Alberto Fernández, y de su amplia comitiva que viajó para participar de las dos Cumbres, era tratar de avanzar en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le resulte conveniente para el gobierno que está apretado por distintos lugares. Por la falta de dólares, por la caída del poder adquisitivo. Por la inflación, por la turbulencia cambiaria. Ese avance, que el gobierno esperaba tener en este viaje a la Cumbre del G-20, no se logró. Pese al encuentro de Alberto Fernández, Guzmán y Béliz con Kristalina Georgieva, una reunión de una hora y media. Pese al cruce con Biden, o con la secretaría del Tesoro, Janet Yellen. David Lipton, el número dos de Yellen, en su momento fue el actor decisivo para que el Fondo le concediera a la Argentina de Macri un préstamo demencial. Pese a esos aprontes que vimos, a esos intercambios que vimos, avances concretos hasta hoy no hay.
Y cuando uno habla con funcionarios importantes del gobierno que viajaron a Europa, dicen: “hoy las chances del acuerdo están muy lejos”. Porque además los actores de los cuales el gobierno esperaba algún tipo de ayuda, hoy están jugando en otro escenario, ocupados por otras urgencias. El Papa Francisco tomó distancia del gobierno y no está muy claro si fue por la sanción de la ley de aborto legal, seguro y gratuito -o si fue porque se hizo de la forma que se hizo. O si fue porque no está conforme con Alberto, o por Cristina. Lo cierto es que el Papa Francisco no recibió al presidente en el viaje de la semana pasada. Había sido un aliado importante. Más teniendo en cuenta que sí se reunió con Biden.
Como también lo analizamos acá en este espacio en alguna editorial anterior, hoy Kristalina Georgieva está en una posición también de fragilidad, cuestionada, atacada, impugnada por el establishment norteamericano, por este mismo representante del Estados Unidos de Trump en el Fondo que es David Lipton. También por David Malpass, que hoy es el Presidente del Banco Mundial. Y Biden, que a su vez está luchando por su propia sobrevida, de cara a las elecciones estaduales que en este momento son un test prematuro para un Biden que no tiene todo el apoyo que quisiera. Ni siquiera de su propio partido. Ni Biden ni Georgieva ni el Papa Francisco están hoy en condiciones de ayudar a un gobierno nacional que también está debilitado. No solo por la falta de dólares, sino también por el resultado de las elecciones.
En ese marco es que el gobierno busca respaldo en el frente interno. Quiere respaldo empresario,
quiere respaldo de la oposición. Y, claro, uno se pregunta de dónde va a sacar la fortaleza el Frente
de Todos para seguir adelante si no hay un acuerdo con el Fondo. Las elecciones del 14 llegan con pronósticos contradictorios. Algunas encuestas hablan de que el gobierno tiene chance de reducir la diferencia en la Provincia de Buenos Aires. Otras hablan de que el gobierno camina hacia un escenario de una derrota más profunda frente a Juntos. Habrá que verlo. Como también en algún momento dijimos en este espacio, depende mucho de esas 3 millones y medio de personas que habitualmente votan y no fueron a votar en las primarias. Si van a votar, por quién lo van a hacer. Por supuesto, tienen la capacidad de torcer la elección, de alterarla por completo.
Cito un número que me acercaba Celia Kleiman hace algunos días, de la Consultora Polldata, producto de encuestas presenciales, cuyos números no suele publicar. Me marcaba lo que está
pasando en la Tercera Sección Electoral, donde era el bastión de Cristina, del Frente de Todos. El bastión, sobre todo, del kirchnerismo. La pregunta que hace Kleiman es si va a mejorar su situación a partir de las medidas que tomó el gobierno; cómo va a estar, le pregunta a los encuestados, su situación personal en los próximos meses. El 36,9% dice algo peor o mucho peor. El 23,2% dice algo mejor. Solo el 2,8% dice mucho mejor. El 37% casi dice algo peor.
Van a venir los cierres de campaña del Frente de Todos y de Juntos. Con una Cristina que se sometió a una operación que estaba programada, una vicepresidenta que estuvo ausente desde el 12 de septiembre para acá. Salvo por la eclosión del cambio de gabinete, de la denuncia de ajuste, de la renuncia importante de los funcionarios de Cristina. De ahí para acá la vimos una sola vez. Y la vamos a ver probablemente en el cierre de campaña que se prevé para el jueves próximo. Cristina ausente de la campaña: o porque alguien le dijo que iba a conspirar contra el triunfo del gobierno si aparecía demasiado o bien porque ya descarta que puede haber una remontada y Cristina intenta preservarse de cara a lo que viene.
Sí aparece en el centro de la escena, en un contraste muy notorio, Mauricio Macri, aunque repudiado seguramente por medio país o más. Pero reposicionado sobre todo, para lo que viene después del 14 de noviembre. Lo vimos en Dolores, vimos el episodio en el que Macri tiró un micrófono de C5N. Mostró cierto desdén, después pidió disculpas. Más importante que eso era la declaración de Macri en un contexto en el que el gobierno o parte de él hizo tareas de espionaje sobre los familiares de las víctimas fatales del Ara San Juan. Todavía no se sabe ni siquiera demasiado de cuáles fueron las causas, quién fue el responsable de esas 44 muertes. Conocemos sí que hubo espionaje. Macri dirá “no fui yo el que mandó a espiar a los familiares de las víctimas” pero tiene una trayectoria ligada al espionaje, incluso sobre funcionarios del propio gobierno de Cambiemos.
Macri disputando con Larreta el post 14 de noviembre es uno de los datos. La causa judicial le sirve al expresidente para victimizarse, le sirve para tener incluso el apoyo del núcleo duro que nunca lo abandonó. Y Larreta tendrá que convencerlo de que ya no hay espacio para que Macri juegue un segundo tiempo. Un Larreta muy activo, que también está construyendo para después del 14 su candidatura presidencial. Tuvo un encuentro con Domingo Cavallo en las últimas semanas. Se cruzaron en un avión cuando Larreta volvía de su gira por Estados Unidos y luego se encontraron a solas. Larreta consultan a Cavallo no como su único referente, pero sí puede dar una pauta de por
dónde está buscando la oposición recetas, soluciones, recomendaciones. Hay otros economistas
de consulta. Sobre todo, Hernán Lacunza. Otros hablan de Carlos Melconian, de Pablo Gerchunoff.
Lo cierto es que Cavallo aparece hoy, veinte años después casi del estallido de la convertibilidad, como un referente para gran parte de la dirigencia política de Juntos.
Hacía dónde va la Argentina después de las elecciones del 14 de noviembre, es la pregunta. Si puede haber un acuerdo, y para beneficiar a quién; quién paga los costos de ese ajuste que viene atado a un acuerdo. Porque el acuerdo, se sabe, tiene casi como condición, como mandamiento número uno, el ajuste, la reducción del déficit fiscal. Cito un informe de la consultora de Ricardo Delgado, la consultora Analytica: “Distribución del ingreso desequilibrado. 3 años consecutivos en recesión y una pandemia dejan una estructura económica y social muy deteriorada y muy distinta a la que el sistema político debía intermediar desde la salida de la convertibilidad. La participación de los trabajadores en el PBI, incluyendo registrados, no registrados y cuentapropistas, está 12 puntos por debajo de los niveles de 2016. Pasó de 52% en 2016 a 40%”. Agrega Delgado, que fue funcionario de Rogelio Frigerio en el Ministerio del Interior durante la gestión de Macri, “este cambio complejiza la distribución de los costos de cualquier intento de estabilización”. Pero del programa de estabilización del que se habla, ¿quién va a pagar los costos?
Cayeron los salarios un 21%, dice Ricardo Delgado, con respecto al primer semestre de 2016. Lo que aumentó fue la ganancia empresaria. La participación de las firmas, de la cúpula empresarial, subió 11% respecto de 2016: pasó de 40 a 51%. Lo que perdieron los asalariados lo ganaron los empresarios. Es Delgado, funcionario de Cambiemos, el que dice “la necesaria moderación fiscal y
monetaria observada hasta antes de las PASO hizo que el peso del ajuste recaiga casi en su totalidad tanto en los salarios como en la calidad del empleo”. No lo dicen las centrales sindicales, no lo dice el Frente de Izquierda. Lo dice la consultora de Ricardo Delgado. Termina este informe que habla de la distribución desequilibrada del ingreso, un retroceso muy fuerte de los asalariados en los últimos 5 años. “Pocas veces en las historia han existido tantas necesidades contrapuestas entre estabilizar la macro y mejorar la distribución del ingreso”. Dos propósitos que parecen antagónicos hoy por hoy en la Argentina, porque venís de un derrumbe profundo del que pocos hablan, del que la oposición no habla, y del que el gobierno también prefiere muchas veces no hablar, no mencionar, porque no pudo revertir esta situación en los años de pandemia. Se profundizó la desigualdad si uno mira desde que asumió Alberto Fernández hasta este momento, la antesala de las elecciones.
Alguien en el gobierno me decía que el hecho de que nadie quede conforme es una buena manera de intervenir. Quiere decir que el gobierno está interviniendo bien. Es una manera también de verlo. Otra manera de verlo es que el gobierno está horadando su propia base de legitimidad. Y que perdió gran parte de sus adhesiones porque no solo no se revirtió el proceso de caída del ingreso del que habla la consultora Analytica, sino que se profundizó en los dos años del Frente de Todos en el poder. ¿Se viene un acuerdo después de las elecciones? Es probable, es una necesidad del gobierno, un gobierno debilitado. Quizás sea una necesidad también de Larreta, porque alguien va a tener que
hacer el ajuste y, por supuesto, Larreta prefiere que lo haga el Frente de Todos. Es una necesidad mutua la de hacer un acuerdo. La pregunta una vez más es, ¿quién va a pagar los costos de ese acuerdo? Un acuerdo que, aunque no se diga, tiene incluido un ajuste más profundo.