El doctor en Relaciones Internacionales y vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, conversó con Diego Genoud acerca de la guerra entre Rusia y Ucrania, las tensiones frente a la inminente Cumbre de las Américas y las pujas de redistribución de poder a nivel global.
“El impacto político de la inflación y el conflicto distributivo”. Editorial de 21/5/2022 en FM Milenium.
Otra semana con el presidente Alberto Fernández como protagonista de la agenda pública, de los discursos de campaña. Lo vimos ayer en Esteban Echeverría, con un acto que le organizó Gerardo Martínez, el dirigente de la UOCRA más desprestigiados a nivel social que, sin embargo, tiene muy buena relación el poder económico permanente de la Argentina.
Allí el Presidente volvió a plantear su visión de una Argentina que está en movimiento y a la que le falta todavía aprobar la materia de la distribución del ingreso o, podríamos decir también, aprobar la materia de la inflación. Aunque obviamente no es un fenómeno que se esté dando solo en la Argentina, en nuestro país la inflación pega muchísimo más duro, de manera especial.
Cuando uno escucha al Presidente en Esteban Echeverría, cuando uno lo escucha hablando durante una hora con periodistas amigos en radio, la sensación es que el Presidente cansa, repite. Cansa porque reconoce que existen problemas en la Argentina, un atributo positivo comparado con otros presidentes que negaban los problemas. El Presidente reconoce esos problemas, da cuenta de la complejidad que representa solucionarlos pero, al mismo tiempo, se revela impotente para resolverlos. Llámese el aumento de los precios, la caída del salario real, la salida de dólares durante los últimos dos años, producto de la pandemia. Con un superávit comercial excepcional: 30 mil millones de dólares que se evaporaron de la Argentina por distintos motivos. Según quién los mencione, este asunto tiene diferente peso, diferente relevancia.
Por una serie de razones, la Argentina se queda sin dólar pese a que le sobran dólares en este momento. Ingresan de manera excepcional ahora, durante estos primeros meses del año, sobre todo por el precio de los commodities ligados al agronegocio. No por lo que estén vendiendo los sojeros, que en muchos casos retienen, lo que despierta cuestionamientos de parte de sectores del Frente de Todos. En los primeros meses del año entraron 11 mil millones de dólares. Un récord si se lo compara con los últimos años. De eso estamos hablando cuando hablamos de un ingreso de dólares excepcional que lleva ya más de dos años.
Pero el Presidente aparece muchas veces como un comentarista en esas declaraciones y conversaciones extensas. No hay nada peor para un Presidente frente a una sociedad hastiada, que viene muy golpeada de muchos años de dificultades, frustraciones, de ver cómo su poder adquisitivo se pulveriza. Primero se votó al Frente Para la Victoria que, como sabemos, perdió en 2015 con Macri. Una parte de la sociedad, la que define estas elecciones, votó a Macri en 2015. Se volvió a votar al Frente de Todos. Y ahora no se sabe quién va a capitalizar el malestar.
Cuando describe la situación y no resuelve problemas, el Presidente genera ese malestar, lo potencia. Esa escena viene ligada a los datos que vemos de la mayor parte de las consultoras, con un crecimiento descomunal de Javier Milei en las encuestas, que llega a un 20% a nivel nacional. Falta mucho, por supuesto. Habrá que ver qué pasa el año que viene. Queda lejísimos todavía en la Argentina el 2023, pero la irrupción de la ultraderecha de Milei, de los libertarios, es un dato que no estaba en 2019, ni siquiera en 2020. Son sectores que se paran a la derecha de Juntos y que empiezan a concitar la atención, el respaldo, la adhesión, no sólo de las clases altas, sino además de algunos sectores medios y bajos, en la juventud. Es todo un dato que Milei sea capaz de encargar el malestar social en una Argentina como la que hoy vivimos.
Se ve a un Presidente que habla, habla y habla, una marca de la gestión Fernández. Y se lo ve en privado con un fuerte acercamiento al establishment. Alberto Fernández se juntó el jueves pasado a la noche en la residencia de Olivos con Luis Pagani, el dueño de la multinacional Arcor, la empresa más grande de la Argentina que exporta a más de 100 países. Una empresa que tiene más de 70 años de historia y que está presente en distintos rubros, sobre todo en el rubro del consumo.
Pagani reunido con Martín Guzmán, reunido con Alberto Fernández y el número dos de Arcor, Adrián Kaufmann. No fue una reunión aislada, sino una que se puede inscribir en una saga. Antes Alberto Fernández y Martín Guzmán se habían juntado con Paolo Rocca, el dueño de Techint, una siderúrgica muy importante. Con negocios en Vaca Muerta, Rocca es el empresario que va a estar a cargo del Gasoducto Néstor Kirchner. El Círculo Rojo en pleno. Y alguna otra reunión hubo, incluso con Marcos Galperin. Y el tour de Martín Guzmán por los foros empresarios.
Un Presidente muy pegado a Martín Guzmán. El ministro de Economía está muy firme en su cargo, por lo menos en lo que depende de Alberto Fernández. Y se encuentra en un acercamiento muy fuerte con el establishment, sorpresivo para un espacio político en el cual también es parte la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, La Cámpora, parte del cristinismo histórico. Un Guzmán muy respaldado por Alberto Fernández, que lo sienta a su lado en las reuniones con los empresarios más poderosos de la Argentina, pero muy desafiado por los números de inflación.
Siempre digo que los datos del INDEC lastiman más al Gobierno que cualquier discurso opositor o que la mayor parte de los discursos opositores. Datos de esta semana: la canasta básica subió otra vez por encima de la inflación. Una familia tipo necesita para no ser pobre $95.260. No es fácil en la Argentina de hoy juntar esa cifra, sin contar el alquiler. La canasta aumenta de manera exponencial de un mes al otro.
Como decía Luis Pagani en un encuentro que tuvo con la Universidad Di Tella hace cuatro o cinco días, hay dos Argentinas: una que consume y otra que le cuesta llegar a fin de mes. Yo agregaría que le cuesta horrores llegar a fin de mes, que está en los bordes de la pobreza, de la indigencia. Esa es la postal de la Argentina de hoy. La inflación es lo que lastima y lo que además genera efectos políticos, crisis en el Gobierno. Diferencias profundas respecto de cuál es la solución dentro del Frente de Todos. Y también un malestar, un hartazgo que empiezan a capitalizar, según marcan todas las encuestas, desde la ultraderecha, con Javier Milei a la cabeza.
Datos duros para entender hasta qué punto el precio de los alimentos es lo que complica la vida de gran parte de la población. En el primer cuatrimestre la inflación llegó a 23,1%, con 28% en los alimentos. Si uno empieza a acercarse un poco más con el lente y a mirar cómo está compuesta esa inflación de los alimentos, se encuentra con los datos del Centro de Estudios Agrarios, un centro que tiene la mirada puesta en el agronegocio. Difundían en los últimos días un estudio propio en base a datos del INDEC: en Capital Federal y Gran Buenos Aires, en cuatro meses, el pollo aumentó 35%, las milanesas aumentaron 33%, la lechuga aumentó 88%, la leche un 35%, y el pan -con el impacto de la guerra de por medio- un 60%.
Ni hablemos de cuánto vienen aumentando los medicamentos. Los laboratorios son ganadores permanentes de la Argentina, gobierne quién gobierne. Un informe de la Consultora PxQ, del economista Emmanuel Álvarez Agis, en su momento mano derecha de Kicillof y hoy más ligado a Guzmán y a las grandes empresas de la Argentina, dice que la inflación es producto del conflicto distributivo. Ese conflicto distributivo sin solución que tiene la Argentina desde hace muchísimos años se empalma con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que es inflacionario. Porque obliga a soltar el dólar, a liberar el precio de las tarifas. Sube el dólar, suben las tarifas. ¿Cuál es el ancla antiinflacionaria? ¿Son los salarios, son los ingresos la variable de ajuste de la Argentina que está en esta difícil convivencia con el Fondo en un contexto de precios de guerra? ¿Lo único que queda por detrás de acá hasta 2023 van a ser los ingresos?
No todos los gremios tienen la fuerza de los Bancarios, de Sergio Palazzo, para lograr un 60% de aumento anual. El resto tiene dificultades, y ni hablar los trabajadores informales, que son en la Argentina ya hoy 1 de cada 2. El estudio de Emmanuel Álvarez Agis decía que el conflicto distributivo en un contexto de acuerdo con el Fondo y de división en el oficialismo, hace presagiar más inflación. Cuando vemos que los precios de los commodities generan hoy la mayor inflación en Estados Unidos desde 1981, la mayor inflación en Gran Bretaña de las últimas cuatro décadas, la mayor inflación en Brasil de las últimas tres décadas. En Argentina todo es mucho peor.
Desliza Álvarez Agis una idea que sostienen Alberto Fernández y Martín Guzmán. La idea de que el conflicto distributivo está hiperestimulado en este marco, en esta situación en que los salarios no recuperaron casi nada de lo que perdieron con el gobierno de Macri. ¿Quién es el que hiperestimula el conflicto distributivo? Los sindicatos, los movimientos sociales.
Se deduce que es el kirchnerismo el que potencia la inflación. Por un lado, porque no respalda al Presidente y a Guzmán. Eso genera una crisis de incertidumbre, una debilidad política, la sensación de una inestabilidad permanente. Pero, por otro lado, se suma la demanda de distribución, la demanda de recuperar el salario que está en el quinto subsuelo. Por dos lados el kirchnerismo estimula el conflicto distributivo; provoca, potencia el aumento de los precios. Por el lado de la política, debilita al Gobierno y, por el lado de la economía, demanda mayores ingresos.
Hoy la inflación anualizada ya está en 80%, si uno mira los últimos datos. Dice Álvarez Agis que, en el contexto actual, el Gobierno no puede aplicar un programa de desinflación consistente. Porque carece de poder político para diseñarlo, implementarlo, monitorearlo.
Eso es lo que llena de incertidumbre los meses que vienen cuando empiecen a escasear ya los dólares de la cosecha. Para una Argentina que aunque tiene su superávit comercial excepcional, de 31 mil millones de dólares en dos años, de 11 mil millones en cuatro meses, el otro gran vértice de esta economía es la falta de dólares. ¿Qué va a pasar cuando el complejo agroexportador deje de liquidar los dólares que está liquidando en este contexto? Ese es el escenario que más golpea a Alberto Fernández, ese es el escenario que siembra de interrogantes el futuro.
Se habla entre la dirigencia política de un escenario de tres tercios. Más parecido al de 2003 en cuanto al reparto de los votos. No ya a la polarización de 50 y 50, de 40 y 40, sino un escenario donde hoy el Frente de Todos tiene, según algunas encuestas, 31% lo que sacó el año pasado en las elecciones, 35%. Juntos tiene 38%, 39%, 40%. Javier Milei aparece como un tercer actor en crecimiento porque no solo cae la imagen de las figuras del Frente de Todos, también cae la de las figuras de Juntos. La imagen de Horacio Rodríguez Larreta, la de María Eugenia Vidal, la de Macri que está por el piso. Se salvan algunos nada más dentro de la dirigencia de Juntos.
Es la inflación la que tiene un doble impacto. Un impacto económico para la mayor parte de la sociedad que tiene dificultades enormes en muchos casos para llegar a fin de mes. Pero además ya hay un impacto político, una traducción política. Hay un actor que hoy parece ineludible, al que hay que empezar a mirar con más atención, que es Javier Milei. Con recetas de la ultraortodoxia, con recetas a la derecha de Cavallo, a la derecha incluso de Nicolás Dujovne. Más en línea con Miguel Ángel Broda, en línea con Espert: “Hacer todo el mal de golpe”. Un poco lo que Macri se arrepiente de no haber hecho. Eso es lo que viene a proponer Javier Milei.
No deja de ser sorprendente que, ante el deterioro, el debilitamiento, el agotamiento de las dos coaliciones más grandes que vienen dominando la política en la Argentina desde 2008, sea Javier Milei el que empiece a ser el canalizador más importante del malestar que generan la inflación, la pobreza, la caída del poder adquisitivo.