Fuera de Tiempo con Juliana Cassataro

Juliana Cassataro, doctora en Ciencias Biológicas, investigadora principal del CONICET, directora del laboratorio de Inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas de la UNSAM CONICET, y del equipo a cargo del desarrollo de la vacuna argentina ARVAC Cecilia Grierson, conversó con Diego Genoud acerca de la vacuna argentina, el financiamiento y un proyecto creado desde el sector público, el peso de los laboratorios y las dificultades para que la innovación científica prospere en Argentina.

También estuvo en el programa el politólogo Federico Zapata y charló sobre las PASO, el rumbo del peronismo, el debate sobre la bioeconomía y las dificultades para que un proyecto político logre reconciliar a la agroindustria con los conurbanos.

“Quién está mirando la película correcta”. Editorial de 17/7/2021 en FM Milenium.

Semana impactante por los números que pegan, nos despabilan y por un momento rompen la
indiferencia social. Indiferencia, incluso, de gran parte de la clase política que muchas veces se muestra al margen, preocupada por otras cosas. Por las elecciones, por el armado. Por las listas, por quién va adonde. En el medio de una situación que los números indican y confirman que es dramática.

Los números de esta semana de una Argentina que superó ya largamente la cifra de 100 mil muertos. Una cifra demencial, como venimos diciendo en este espacio. Impensada cuando comenzó la pandemia en marzo de 2020. Una cifra que, además, al presidente Alberto Fernández se le volvió en contra por ese ataque de optimismo, de autocelebración, de exitismo al comienzo de la pandemia. El exitismo que se había apoderado del Gobierno, del propio Fernández, con esa famosa frase “Prefiero 10% más de pobres que 100 mil muertos”.

Desde que comenzó la pandemia, casi 500 días desde marzo de 2020, Argentina contó más de 100 mil muertos. Es una cifra que, por un lado, obviamente está hecha de infinidad de historias, de vidas que se perdieron. De una montaña de dolor que afecta a todos los que padecieron en estos largos meses de pandemia la muerte de un familiar o un ser querido. Además, es una cifra que pone a la Argentina en el ranking de lo peor a nivel mundial. Según algunos registros, el país está décimo en cuanto a muertos por millón de habitantes. En otros está décimo tercero. Es un país que en América Latina solo es superado, de acuerdo a ese conteo, por Brasil, por Colombia y por Perú, que sí, efectivamente, por mucho supera a la Argentina. El caso de Perú es distinto porque casi duplica, y en algunos casos más, la cifra de muertos por millón de habitantes. Pero muy parejo Argentina con Colombia y Brasil. El Brasil de Bolsonaro.

Una nota de Julieta Roffo esta semana en elDiarioAr decía que 1 de cada 4 de los 100 mil muertos
que hubo en Argentina tuvieron lugar en los últimos 50 días
. Es decir, hubo 25 mil muertos en ese período. Para poner en perspectiva, el voltaje, la intensidad, el drama de una pandemia que está
muy lejos, si uno mira las cifras, de haber quedado atrás. Decía esta nota que, según el reporte del Ministerio de Salud del 25 de mayo pasado, en Argentina había ese día 75.056 muertos para, 50 días después, cruzar la barrera de los 100 mil. Otra cifra que también mencioné en este espacio en más de una oportunidad, es que la Argentina cerró 2020 con 43.245 muertos. Es decir que en poco más de seis meses, duplicamos la cantidad de víctimas fatales que hubo durante el primer año de pandemia.
8 de cada 10 muertos eran mayores de 60 años. El 57% eran varones. Y uno se pregunta ¿cuándo termina esto? Si bien el ritmo de vacunación se acelera y el gobierno se acerca a los objetivos que se había propuesto, lo que no se detiene es la permanente rueda en la que todos los días contamos muertos de a 200, de a 300, de a 400, de a 500, de a 600.

Cinco días de duelo nacional decretó el gobierno, pero todas las historias, todas las caras, todo ese
dolor del que hablaba antes impacta en el cuerpo social que viene lastimado ya por la economía, por el ajuste, por la devaluación. Y que, además, recibe el costo de un terremoto como es el que provoca la pandemia. No es lo único que impacta a la Argentina. Camino a la campaña electoral, cuando faltan menos de dos meses para ir a votar en las Primarias, uno advierte que a nivel social están sucediendo cosas que no sabemos cómo pueden impactar a la hora de ir a las urnas.

Por un lado, la cifra de más de 100 muertos. Por el otro, los datos de inflación que se tragan el poder adquisitivo de la mayor parte de la población. El dato de junio, de esta semana: 3,2%. 25,3% de inflación en 6 meses. Y una inflación interanual de 50,2%. Estamos ya en los niveles del último Macri y con los precios congelados, con el dólar pisado, con las tarifas congeladas, con algunos precios regulados, aunque no todos. Sin embargo, Argentina tiene en el último año 50,2% de inflación. No hay paritaria que aguante. O, simplemente, son los gremios que representan a los trabajadores mejores pagos en Argentina los que pueden ganarle a la inflación en este contexto.

En este marco también se conoce que el gobierno autorizó un aumento retroactivo para el cable,
la telefonía celular, Internet, del 5% en julio. Aumentan también las escuelas privadas y las prepagas pelean por el suyo.
Es una realidad donde se combinan, en contra de las pretensiones del Frente de Todos, la pandemia, la cifra demencial de más de 100 muertos y la inflación, con un nivel que erosiona todos los ingresos, de los jubilados, de los asalariados. Y que, además, vuelven a aquella consigna del gobierno de que los salarios le van a ganar a la inflación casi una quimera, un imposible. Habrá que ver quién lo consigue a fin de año.

Pero si uno habla con funcionarios del gobierno, pareciera que la realidad que viven es otra. El gobierno está mirando otra película. Al menos una parte del Frente de Todos, de esta alianza heterogénea que es el Frente de Todos. Cuando uno habla con algunos ministros se encuentra con optimismo, dicen que lo peor ya pasó. Por supuesto, porque avanza la vacunación. Pero es una vacunación que no impide que todos los días Argentina esté contando muertos de a cientos.
El gobierno, el presidente, algunos de los ministros piensan que lo peor quedó atrás.

“Luana días atrás me preguntó para cuándo calculaba que íbamos a tener a todos vacunados. Yo calculo que para septiembre, le dije. Y para mí, como siempre hablamos con Axel, la vacunación es la puerta de salida de la pandemia. Ahí ya vamos a estar inmunizados, y si nos contagiamos, porque los contagios pueden seguir, vamos a poder sobrellevarlo mejor, sin tanto malestar, mejor. Luana decía que quería darle a los jubilados de PAMI turismo, que puedan salir, que puedan pasear. Tenés razón, le dije”

Alberto Fernández, en un acto en Lomas de Zamora, muy entusiasmado con el ritmo de vacunación. Pensando en la temporada que viene. No solo lo piensa Fernández. Sino también Luana Volnovich, dirigente de La Cámpora y titular del PAMI, que hay que vacunar a los jubilados y empezar una gran temporada de turismo a partir de septiembre. Hay que empezar una gran temporada que va a llevar a un verano también distinto en Argentina. Pero 48 horas después se conoce la cifra de más de 100 muertos. Y ni hablar que no sabemos qué va a pasar mañana. Y ni hablar de la variante Delta. Pero, claro, cuando uno escucha no solo al presidente, sino a muchos de sus ministros, pareciera que están en otra frecuencia. Diciendo que ya todo lo malo quedó atas. Hay que ver cómo lo vive es la mayor parte de la sociedad.

Fernández también anunciaba un bono de $5.000 para 6 millones de jubilados y pensionados que
reciben la mínima
. Es el pago que van a cobrar en agosto. Busca paliar el efecto de la inflación porque los jubilados vienen perdiendo con la inflación por goleada, incluso con los bonos. Ni hablar de cómo perdieron los últimos dos años de Macri. También perdieron en el último año largo desde que llegó al gobierno el Frente de Todos. Salvo algunos, los que ganaron la mínima, le pueden haber empatado. Pero, incluso con este bono, hay números que muestran que quedan por detrás de la inflación.

Después vendrá el aumento de septiembre que anuncia el gobierno, un bono que es por una única
vez. Ahí la jubilación mínima va a estar en $28.000. Hay que ver en cada caso, esas historias de 6, 7 millones de pasivos cómo sobreviven con $28.000. Con la ayuda de algún hijo, en los casos en los que no tienen que alquilar, con los medicamentos que el gobierno cubre en muchos casos, como decía Fernández, que son gratuitos. Una promesa de campaña que el gobierno cumplió. Pero de ahí a la euforia hay una distancia muy grande.

Pero hablaba esta semana con uno de los ministros de Fernández y me decía: “la vacunación ya está resuelta, y hay sectores de la economía que están volando”, como la construcción, la obra pública, la industria. Se entusiasma el gobierno con esos números de que a lo largo de todo el país no hay municipio, no hay provincia que no tenga hoy la obra pública como motor. Y que eso genera derrame y que ya hay una actividad importante en algunos sectores o en algunas zonas del país. Falta incentivar el consumo, dice el gobierno. Por eso este bono. Por eso, seguramente, una batería de paliativos que el Frente de Todos va a poner de acá hasta el 12 de septiembre. Y después del 12 de septiembre, hasta las elecciones de noviembre. Pero, claro, es sobre un cuerpo social que está en carne viva que viene de devaluación, de ajuste, de caída del salario real y que, además, padece este verdadero terremoto que es el de la pandemia.

Por eso, la pregunta es hasta dónde aguanta esto, ¿no? Las últimas imágenes son de protestas, de movilizaciones de organizaciones sociales no alineadas con el Gobierno, de reclamos como los que hubo esta semana en el Ferrocarril Roca o en el Puente La Noria. Jornadas largas. Ahí también hay dos maneras de leer esos episodios. En el gobierno están los que contradicen el optimismo del presidente y, por lo bajo, dicen: “el cuadro social es dramático, esto va a tener impacto electoral”. Las cifras de pobreza van a tener impacto electoral. La caída del salario real va a tener impacto electoral. Lo piensan en el propio Gobierno. Y hay otros que dicen “no”. Cuando ven un corte como el que hubo de las vías del Ferrocarril Roca, se preguntan: “¿cómo el gobierno no llega antes, no impide esos cortes?”. ¿Por qué la falta de reflejo político de un gobierno, que parece como ensimismado, no puede intervenir? Quizás son los nostálgicos de Berni, que habitan en el gobierno y que ven que en la Ciudad de Buenos Aires o en algunas zonas donde no opera ni decide Berni, la protesta social escala. Y va a escalar más de acá hasta las elecciones.

Por supuesto, también está el marco del dispositivo enorme de contención social y política que
despliega el Frente de Todos
. Con la Tarjeta Alimentar, la Asignación Universal por Hijo por un lado.
Por otro lado, los movimientos sociales y la CGT alineados con el gobierno que están todo el tiempo tratando de regular esa olla a presión, de impedir que esa olla a presión se desborde. Pero cuando uno habla con dirigentes de movimientos sociales alineados, también escucha la preocupación. Porque lo que el Gobierno destina a esos sectores, no alcanza para aguantar.

El peronismo tiene una prueba de fuego por delante. Pero parece que hay dos realidades. La de los más de 100 mil muertos, la de una inflación que se traga el poder adquisitivo de los que viven de un ingreso en pesos. Y la otra realidad, la de un gobierno optimista, que piensa que lo peor ya pasó. Faltan apenas dos meses para saber cuál de los dos sectores está mirando la película correcta.

Foto de Juliana Cassataro en portada: UNSAM

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