Fuera de Tiempo con Lucas Rubinich

Lucas Rubinich, ex director de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires y especialista en Sociología de la Cultura, conversó con Diego Genoud sobre su nuevo libro Contra el Homo Resignatus. Siete ensayos para reinventar la rebeldía política en un mundo invadido por el desencanto, editado por Siglo XXI.

“Todo lo que Massa entrega para ganar aire”. Editorial 10 de septiembre en FM Milenium.

Semana rara en Argentina en lo que tiene que ver con la política y la economía. Porque el atentado a la Vicepresidenta, que hace una semana parecía el tema crucial, ahora, siete días después, parece casi un tema pasado.

Por muchas razones quedó atrás ya el atentado contra Cristina Fernández. En primer lugar, porque hay una parte de la sociedad que no cree ni en el Gobierno, ni en la Vicepresidenta. Tampoco cree en lo que sucedió y piensa que se trató de una farsa, de un armado, de un autoatentado. Una serie de teorías conspirativas que son tan fuertes que, en algunos casos sorprenden, a los propios dirigentes de la oposición. Cuando miembros de Juntos recorren algún barrio y algunos dirigentes dicen que fue en efecto un atentado , los acusan de cristinistas. 

Una de las razones por las cuales el tema quedó muy atrás es porque además, y según lo muestran incluso algunas encuestas de consultoras cercanas al Gobierno, una parte importante de la población no cree en lo que pasó. Por otro lado, obviamente, es gracias a la polarización. 

También hubo una serie de actitudes extrañas por parte del propio Gobierno, con un Aníbal Fernández que presentó su renuncia y no se la aceptaron; con un Agustín Rossi, jefe de la AFI, de la exSIDE, que dice que se trató de un lobo solitario, cuando hay elementos que muestran muy claramente que Sabag Montiel no actuó solo, sino que lo hizo con su novia Brenda Uliarte y que había otra gente que los rodeaba, que los acompañaba, que estaba al tanto de lo que estaban pensando. A pesar de que Sabag Montiel y su novia tenían claras simpatías por los libertarios de Javier Milei, a pesar de todo eso, Rossi dice que se trató de un lobo solitario. Y Aníbal Fernández dice que no falló nada en la custodia, que estuvo todo bien, a pesar de que alguien se acercó a centímetros de la Vicepresidenta y le gatilló en la cabeza. 

Al escepticismo de la mayor parte de la población o de los sectores que rechazan a la Vicepresidenta, y a la actitud rara del Gobierno, que pareciera indicar que no es tan grave lo que sucedió, se suma que Cristina está en silencio. Retirada de la escena, se tomó algunos días, no en el Calafate, sino en algún lugar de la Provincia de Buenos Aires. Y el Presidente también está en silencio. Alberto Fernández, también está muy al margen, más allá de la Misa por la unidad a la que convocó el Gobierno. El Presidente aparece a veces ni siquiera como un Jefe de Gabinete, como un Secretario General de la Presidencia.

Aunque no se note o aunque no se le dé la dimensión que merece, a cargo del Gobierno está el superministro Sergio Massa. Hiperactivo, con una agenda muy intensa en la última semana y la que viene, en la que se reunirá con el Fondo, con Kristalina Georgieva, con David Lipton, el hombre fuerte del establishment norteamericano en cuestiones de economía. Lipton es ex funcionario del Fondo y un gran responsable del préstamo descomunal que le dieron al gobierno de Macri. 

Massa, que hizo en los últimos días un raid, arrancó en Buenos Aires con el dólar soja, que le permitió conseguir en tiempo récord al Gobierno unos 1.500 millones de dólares que el agronegocio, las grandes cerealeras, no iban a liquidar si no era con un dólar especial. Massa les hizo una devaluación encubierta a medida. Con esta pasión que tiene la dirigencia política por inventarle nombres a todo, se habló de “dólar soja”, aunque otros lo llaman “retenciones 0”. 

Esta devaluación tiene fecha de vencimiento y, en principio, se terminaría a fin de mes. Es una ventana de oportunidad que les regala Massa, en nombre de un Frente de Todos muy debilitado y sediento de dólares, a las grandes cerealeras que siempre ganan y que, aparte, por supuesto, no solo actúan en el mercado doméstico sino que son pulpos que actúan en el comercio global.

Estamos hablando de Cargill, de Bunge, de Dreyfus, de COFCO.  Y de Aceitera General Deheza, propiedad de Roberto Urquía, un ex senador del Frente Para la Victoria que se distanció de Cristina en el 2008, durante el conflicto con el agronegocio, pero que, sin embargo, apoyó a Alberto Fernández y llevó en campaña en el 2019 a General Deheza. Ahora Urquía volvió, de repente, una tarde de domingo, para recibir este gran premio que Sergio Massa le dio a las cerealeras. Cerealeras que, obviamente, son grandes ganadoras de todas las eras. Además asisten a un momento de alta rentabilidad porque hoy los precios de la soja son muchos más elevados que los que había cuando se fue Macri de la Casa Rosada. En lugar de recibir $150 por dólar, las grandes cerealeras como Cargill, Dreyfus y Aceitera General Deheza reciben $200 por dólar. 

¿De dónde sale la diferencia? ¿Quién la pone? ¿Con qué se paga la diferencia? Se paga con emisión, lo que la oposición y parte del propio Gobierno tanto cuestiona. También las consultoras. Lo que las consultoras del mercado tanto cuestionan. Le van a dar a la maquinita para pagarle a los grandes sojeros, a las grandes cerealeras, y no para pagar un subsidio a los que viven de un ingreso en pesos —como mucho un subsidio de $23.000 o $24.000— para tratar de sobrevivir. Es emitir para pagarle al agronegocio un dólar más acorde con sus expectativas.

Así empezó Massa la semana que cierra ahora. Le redundó en beneficio, por supuesto, porque con esta ventana de oportunidad el agronegocio liquida. ¿Va a liquidar de otra manera? ¿Con qué dólar va a liquidar en un futuro el agronegocio? Por eso, la pregunta de fondo subsiste: ¿el Gobierno va a una devaluación? ¿Devalúa en cuotas o devalúa de a ratos para los sectores más poderosos de la economía? 

El show de Massa en Washington, el show de Massa en Houston, el show de Massa con los funcionarios de Biden, el show de Massa con el Banco Interamericano de Desarrollo. Con Claver-Carone, enemigo de la Argentina y de la región, un cubano norteamericano funcionario de Trump que le arrebató a América Latina el sillón de Presidente del BID y rompió así una tradición de 60 años. Entrevistamos el año pasado, si mal no recuerdo, a Rafael Bielsa por este tema, pero fue Felipe Solá quien lo cuestionó mucho eso en su momento. Igual que Alberto Fernández, que México y algunos otros países de América Latina. 

Claver-Carone ahora es amigo de la Argentina: destrabó un préstamo que había tenido dormido durante los últimos 5 o 6 meses, mayor de lo que se preveía, de 1.200 millones de dólares para las reservas. ¿Qué cambió? Cambió que Sergio Massa llegó al poder. Y los sectores que lo acompañan, algunos demócratas anticastristas como el senador Bob Menéndez, con influencia sobre Claver-Carone a pesar de estar debilitado por ser un residuo del trumpismo bajo la administración de Biden. Además, el cubano norteamericano carga con una denuncia e investigación que lo tiene muy complicado. 

Massa, con esa capacidad que le conocemos, consigue los dólares que la Argentina necesita, que el Gobierno del Frente de Todos necesita, por un periodo de transición que nadie sabe en qué momento termina. Porque el Gobierno dice que busca evitar la devaluación pero, mientras tanto, devalúa. Lo hace en función de los intereses del agronegocio con este dólar especial y por un tiempo determinado, hasta fin de septiembre. ¿Qué va a pasar de octubre a febrero hasta que vengan los dólares de la próxima cosecha? ¿De dónde van a salir los dólares que necesita la Argentina? Gran signo de interrogación que Massa no puede responder en este momento.

Mientras Cargill, Dreyfus, Bunge, Aceitera General Deheza reciben este premio, Massa avanza con un ajuste mucho más fuerte que el que Martín Guzmán siquiera se animó a imaginar. Con una diferencia no menor: el ajuste hora tiene el apoyo de Cristina.

Más allá de que se mantiene la tarifa social, se viene el aumento de tarifas, que todavía no se siente pero ya va a golpear el poder adquisitivo de distintos sectores. La suba de la tasa de interés beneficia al pequeño ahorrista pero también a grandes jugadores, pero que, como efecto adverso, encarece el crédito. Esa suba es parte del ajuste. Lo mismo que el recorte de las transferencias para las provincias. Lo mismo que la idea de auditar los planes sociales. 

Vimos una marcha multitudinaria en los últimos días, de movimientos sociales no alineados con el Gobierno no solo porque la plata no alcanza, sino porque además, según dicen desde el bloque de la Unidad Piquetera, “están recortando planes sociales”.

Todo lo que Massa entrega en el camino para ganar aire tendrá consecuencias sociales, seguramente y, desde luego, también políticas. Hay que ver qué pasa cuando las consecuencias del ajuste se empiecen a sentir en el cuerpo social. 

El mercado compra y festeja el ajuste, y por eso vemos que el dólar está más tranquilo. No por lo que Massa vende o consigue —sabemos que es un especialista— sino porque todo lo que hace Massa viene con el apoyo de Cristina. Por eso Juan Grabois y Patria Grande al final no se van del Frente de Todos, incluso en un contexto de ajuste que, no solo incluye las tarifas sino también la licuación de los salarios estatales, de las jubilaciones.

Carlos Melconian, que hace no tanto se reunió durante tres horas con la Vicepresidenta, festeja. Hace unos días hizo una declaración en la Bolsa de Comercio, en una serie de diálogos. Allí dijo que está contentísimo con el ajuste que se está llevando adelante: “no es Massa el que lleva adelante el ajuste, es este Gobierno. Y esto para la Argentina es buenísimo porque han perdido la virginidad, el kirchnerismo perdió la virginidad porque va a un ajuste ortodoxo”. 

Si “el gato Macri” estuviera haciendo todo esto, el país sería obviamente un país mucho más conflictivo. Palabras de Carlos Melconian, siempre tan ocurrente el economista de Valentín Alsina que trabaja para la Fundación Mediterránea, para los sectores del poder y en especial  el financiero.

Estamos en una situación inédita y por eso parece que el atentado contra la Vicepresidenta fue hace mucho. Porque de fondo el Frente de Todos va al ajuste con Massa a la cabeza, hace ademanes, viaja a Washington, entrega concesiones para los sectores de alto poder económico. El que lleva adelante Sergio Massa es un programa opositor. Pero tiene una particularidad: el apoyo de Cristina.

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