Fuera de Tiempo con María Migliore

María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, conversó con Diego Genoud acerca de los nuevos desafíos del sistema político, la problemática de hábitat estructural de la Ciudad de Buenos Aires y “La Popular”, el espacio que Juntos abre a los sectores populares.

“Con diciembre llegó el apuro”. Editorial de 4/12/2021 en FM Milenium.

Llegó diciembre. Diciembre caliente como siempre, y en vuelo a Washington ya está el equipo de Martín Guzmán que conduce el representante argentino ante el Fondo. Se llama Sergio Chodos, no es tan conocido pero es alguien que ya ocupó el mismo cargo durante el último Gobierno de Cristina.
Estuvo cerca de Amado Boudou, sobrevivió a Axel Kicillof y hoy está otra vez con Guzmán como principal interlocutor del FMI en estas negociaciones de las cuales depende el gobierno y gran parte de la sociedad. Chodos viaja con algunos funcionarios importantes, también desconocidos por el gran público, como el Secretario de Hacienda Raúl Rigo. O como Jorge Carrera, que es un profesor con mucha experiencia de la Universidad Nacional de La Plata, que está en el Banco Central y ocupa un lugar muy importante.

Este viaje lo que demuestra es que el gobierno se apura a cerrar un acuerdo con el Fondo. O intenta, por lo menos, avanzar porque tiene la guillotina de los vencimientos de deuda sobre la cabeza. Son 1.900 millones de dólares que el gobierno va a pagar con los Derechos Especiales de Giro del Fondo. Plata del Fondo que vuelve al Fondo. Además, tiene el Gobierno la presión devaluatoria. El dólar paralelo en torno a los $200. La brecha cambiaria por arriba del 100%. La caída de reservas. 890 millones de dólares perdió el Banco Central en noviembre. Sobre ese mar de fondo, se proyectan algunas fake news como la de la semana pasada que hablaba de un nuevo corralito como algo inminente.

¿Por qué el Gobierno está apurado? Porque el tiempo le juega en contra. Es un escenario que el
gobierno y Alberto Fernández no dominan, yo diría, desde que asumió hace ya casi dos años. Aparece como un gobierno a la defensiva que no termina de hacer pie. Tenemos como dato central todavía resonando la carta de Cristina Fernández de Kirchner. Un tibio aval a las negociaciones con el Fondo, que ahora están en manos de Chodos, que lleva adelante Guzmán. La vicepresidenta dijo en esa carta que no es ella la principal ni la única responsable del acuerdo que se va a firmar. Le pidió a la oposición que se haga cargo pero responsabilizó a toda la clase política. Escribe esa carta y escribe en general para correrse del centro, para que no la responsabilicen por lo que pueda suceder y por lo que viene sucediendo. La carta no es el rechazo fuerte, frontal que expresaba hasta hace poco Máximo Kirchner a un acuerdo con el Fondo. Ni tampoco es el aval que necesita Alberto Fernández. Camina el callejón del medio la vicepresidenta, que puede ser leída de mil maneras.

Pero me interesa rescatar un componente de esa carta que quizás se pierde en la polarización. El
dramatismo que uno puede advertir en una carta porque el gobierno efectivamente camina por la
cornisa. Tiene que ir a un acuerdo para pagarle al Fondo Monetario Internacional una suma impagable de 44 mil millones de dólares, que empieza a pegar fuerte con vencimientos muy
abultados a partir de marzo
. 18 mil, 19 mil millones de dólares entre capital y, sobre todo, intereses.
Pero el gobierno, al mismo tiempo que va a ese acuerdo, no puede ajustar más de lo que ya ajustó. Una sociedad sobreajustada, con los salarios pulverizados, los ingresos por el piso, la inflación que devora al salario real. El Fondo que pide reducir el déficit fiscal y ajuste. Y no hay más margen para el ajuste en la Argentina. Hay que ver cómo lo puede hacer el Gobierno. Ya sabemos que habrá reducción de subsidios energéticos vía aumento de tarifas. ¿Pero hará falta algo más o alcanzará con el aumento de la recaudación del que habla Martín Guzmán? ¿Cuánto pide de ajuste el Fondo?

Lo que se discute, lo escribía también en una nota reciente en elDiarioAr, es la velocidad del ajuste. El Fondo quiere un ajuste en el corto plazo. Además, pide cuidar los dólares porque quiere cobrar los dólares que debe la Argentina. Por eso también la medida de hace diez días de prohibir los viajes en cuotas al exterior. Leída por las consultoras del mercado como un gesto al Fondo. Esa medida, más allá de que uno la pueda considerar justa o no, es una medida que está reclamando el Fondo. Como otras, que vienen marcando el rumbo del gobierno, que está dejando de intervenir en el mercado paralelo porque por ahí se le van fondos que hoy necesita para financiar las importaciones, para financiar el crecimiento. Y uno se encuentra con un gobierno que dilapida dólares, que quema reservas para contener al dólar paralelo. Eso el Fondo ya no lo permite.

Hay que tener en claro, algo que venimos repitiendo en este espacio, que el Fondo está sentado
en la Argentina a la mesa de las decisiones. Es un actor principal, pero no hoy, sino por al menos diez años va ser un actor principal. Va a objetar, va a opinar, va a decidir. Habrá funcionarios del Fondo a los que les vamos a conocer la cara. Van a ser opiniones autorizadas, quizás más que algunos dirigentes de la oposición. Cuando hable el Jefe de la misión del Fondo va a ser más importante que cuando hable Macri, probablemente. Por lo menos para el gobierno y también para la oposición que se prepara para volver a gobernar. ¿Cómo puede el Gobierno cuidar los pocos dólares que le quedan? Cuando pregunto a los economistas, algunos ligados al oficialismo, otros en la oposición, dicen algunos, devaluar. Lo que el Gobierno dice que no va a hacer.

Ahí está Martín Guzmán haciendo en parte lo que se proponía hacer porque quería en estas fechas cerrar el acuerdo con el Fondo. Claro, el gobierno está más débil, Guzmán está más débil. Los dólares que quedan en el Banco Central son menos. Es el mismo Guzmán al que daban fuera de juego hace muchos meses. Sergio Massa decía a los periodistas que lo visitaban que el acuerdo ya estaba cerrado en las PASO. Antes de las PASO, escuchamos a periodistas voceros y amigos de Sergio incluso medios ligados al gobierno con importancia, dando un acuerdo por cerrado que todavía no está. Que recién ahora están tratando de apurar Chodos y los funcionarios que viajan a Washington. ¿Qué decía Massa? Que Guzmán tenía el acuerdo cerrado y que lo demoraba porque así se sostenía él en el gobierno. Que cuando el acuerdo estuviera cerrado ya no iba a ser razón de ser
para que Guzmán siga siendo Ministro de Economía. Ahí podía entrar Martín Redrado, que sigue y
sigue proponiéndose como Ministro de recambio.

Sin embargo, el acuerdo no estaba cerrado. Y Guzmán sigue en su cargo porque, lo que uno concluye, es que no le encuentran reemplazante. ¿Qué quiere Guzmán ahora? Cerrar de palabra este acuerdo para después rubricarlo en el Congreso y que lo vote también el directorio del Fondo. El objetivo es que estos 1.900 millones de dólares que hay que pagar ahora, el 22 de diciembre, en
menos de veinte días, salgan por una ventanilla y entren por la otra. Que el Fondo le permita al
gobierno retener esos Derechos Especiales de Giro, que cayeron como un regalo del cielo. ¿Qué podemos decir sobre el acuerdo que va a llevar Guzmán al Congreso? La oposición va a apoyar el acuerdo porque va a ser la principal beneficiada. Más allá de que ahora escuchemos a la oposición planteando dudas, diciendo que el gobierno es el que tiene que resolver. El ajuste que implica este acuerdo con el Fondo lo va a empezar a hacer el oficialismo y para la oposición es un dato más de un gobierno que se despide. Habrá que verlo si finalmente es así o no.

El gobierno va al acuerdo desde la debilidad. La debilidad de la herencia, podrán decir algunos, que dejó Macri. La debilidad de la deuda impagable que contrajo Macri de manera irresponsable, un endeudamiento que no hubiera podido pagar él mismo, casi como sabiendo que dejaba una bomba de tiempo. Pero, ¿esa es la única debilidad del gobierno? No, por supuesto. Se suma a la de la
derrota electoral. Pensaba ser plebiscitado en las elecciones de septiembre y noviembre, y recibió un mazazo, más allá de la remontada. Un rechazo contundente a nivel social en quince provincias, incluida la Provincia de Buenos Aires. Ya no tiene plafón social el Gobierno para equivocarse.

Además, es la debilidad central de un gobierno que no tiene claro qué hacer en un contexto por
demás delicado. No lo tenía claro cuando llegó Alberto Fernández, y no lo tiene claro ahora. Por lo
menos, no lo tiene claro el Frente de Todos. No hay una única posición, se ven los tirones internos. En eso tiene razón la oposición cuando dice “resuelvanlo ustedes primero”. Resuelvan primero sus propias diferencias y después vengan a pedirnos a nosotros el apoyo. La oposición también está alborotada, almorzándose la cena, peleando por ver quién quiere gobernar en un país que también va a ser una bomba de tiempo en 2023 y que también va a ser difícil de gobernar para el próximo gobierno. La debilidad del Frente de Todos, que no tiene claro qué hacer en un contexto tan delicado, es letal. Es la debilidad de ese gobierno que tiene la contradicción adentro, como lo vengo planteando, lo escribí incluso en El peronismo de Cristina. Esa diversidad a la hora de las decisiones, a la hora de la gestión, juega en contra porque las posturas de la oposición se meten adentro del oficialismo muchas veces.

Un dato más de esa contradicción interna. Esta semana la renuncia de Débora Giorgi, desconocida también para el gran público. Exministra de Producción de Cristina, que estaba en la Secretaría de Comercio junto a Roberto Feletti y que renunció porque no le habían aprobado su nombramiento después de 60 días. Renunció porque no puede hacer lo que quiere Débora Giorgi. Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, la vio casi llegar como una interventora y finalmente Giorgi se va muy poco después de asumir, sin siquiera haber sido nombrada. En esas condiciones, en esa debilidad de la que hablamos, con un Banco Central que tiene cada vez menos reservas y con actores del mercado que juegan, que conspiran, que buscan doblarle el brazo al gobierno, que pretenden una devaluación en el corto plazo.

El gobierno este año aumentó el dólar la mitad de lo que aumentó la inflación. Eso es insostenible también para el manual del Fondo. No puede haber una inflación del 50% con un dólar que aumenta 20%. Eso no va más para el Frente de Todos. La pregunta es hacia adelante. ¿Cómo va a aumentar el dólar? ¿Habrá una devaluación brusca o habrá una devaluación paulatina como la que pretende el gobierno? ¿Habrá una devaluación a la par de la inflación o el mercado va a querer doblarle el brazo al gobierno y recuperar lo perdido? Que el dólar recupere este 20%, 30% que perdió contra la inflación en 2021. Todo eso lo vamos a ver después del acuerdo que ahora se está apurando en Washington. El Gobierno apura desde la debilidad. La de la herencia, la de la deuda, la de la derrota
electoral, la del rechazo social. Y la de sus propias contradicciones. Busca clemencia, piedad por parte del FMI, algo que parece bastante difícil.

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