Fuera de Tiempo con Martín Schorr

Martín Schorr, Doctor en ciencias sociales, Magister en sociología económica e investigador del CONICET, coautor del libro Restricción eterna. El poder económico durante el kirchnerismo, conversó con Diego Genoud sobre Clarín, Techint, Arcor, Vicentín, Mindlin, la burguesía nacional y el impuesto a las grandes fortunas.

También participó de Fuera de Tiempo el consultor y analista político Hugo Haime. Habló sobre Alberto Fernández, la dualidad de poder con Cristina Kirchner, las tensiones dentro del Frente de Todos y los posibles caminos de salida que tiene el Gobierno.

“Fernández, CFK y cómo resolver el conflicto principal”. Editorial del 18/07/2020 en FM Milenium.

Tal vez todo se origina en la falta de claridad sobre los términos del acuerdo. La constitución de una sociedad —a mediados de mayo de 2019— entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Lo que ellos acordaron y decidieron en esa reunión, antes de que Cristina diera a conocer que el candidato a presidente de su espacio iba a ser Alberto Fernández. Qué rol iba a jugar cada uno. Qué parte le iba a tocar a cada uno en este paquete accionario. Cómo se iba a sostener en el poder ese equilibrio entre dos accionistas desiguales: una accionista principal que tenía todo un capital político, que había sido dos veces presidenta, que conservaba todavía el núcleo de los votos opositores al proyecto de Mauricio Macri, y un operador, como era Alberto Fernández, un ex jefe de Gabinete, un político profesional sin votos, sin carisma. 

¿Qué se discutió ese día?  Quizás los libros de historia lo puedan reconstruir para saber si hubo un malentendido en ese origen. Pero lo cierto es que hoy, siete meses después de que Fernández haya asumido la presidencia, vemos que Fernández no es un presidente convencional

Fernández era en ese momento el plus para la construcción de Cristina, para lo que después fue el Frente de Todos. Pero no era la base de la construcción. Era el que podía arrimar los votos que faltaban. Eso que resultó eficaz como artefacto electoral para doblegar a un gobierno desastroso como el que había sido el de Mauricio Macri en términos económicos y en términos políticos. Eso que es eficaz para ganar una elección puede resultar insuficiente para gobernar

La pregunta se actualiza con el famoso tweet de la vicepresidenta de la semana pasada, recomendando una nota de Alfredo Zaiat, periodista de Página 12. Una nota que hablaba de la derecha empresaria que lideran Clarín y Techint en la Argentina. Una derecha empresarial que no tiene nada de burguesía nacional, que se desentiende del mercado interno, que es oligopólica y que defiende intereses transnacionales. Cristina pareciera decirle a Alberto: “Sentaste en la primera fila de la residencia de Olivos a esta gente con la cual no hay que equivocarse”. Es la misma gente con la que ella se enfrentó en el gobierno. Y el discurso de Cristina parece ser otra vez el de la última Cristina en el gobierno: el de la Cristina que se enfrentó con todos y terminó perdiendo por muy poco en las elecciones con un candidato defectuoso como era Daniel Scioli.

“¿Cómo se ejerce el poder?” es la pregunta que se actualiza ahora en una sociedad donde la mayoría de las acciones, en el origen, pertenecían a Cristina y donde Alberto Fernández tenía muy poco de ese paquete accionario. Puede ser que el problema haya estado en este origen, en esta primera reunión, donde no quedó claro, tal vez no lo habían pensado, cómo iba a ser ejercer el poder después. 

O tal vez es un problema del día a día, de la comunicación. Lo que dicen algunos en el oficialismo es que Cristina no estaba enterada de ese acto qué hizo Alberto Fernández el 9 de julio con la Sociedad Rural, con la UIA, con las cámaras empresarias y con sindicalismo de la CGT. Lo que dicen algunos en el oficialismo de que Alberto y Cristina hacía aproximadamente 15 días que no hablaban, por algún motivo, cuando Alberto Fernández decidió ese acto y Cristina se enteró como una más. Igual que cualquiera de los mortales. 

Quizás esas sean solo anécdotas y hay un problema de fondo, mayor, que una falta de comunicación entre los dos socios y un mensaje de Cristina a través de las redes como si fueran una pareja despechada. Quizás ese no es el problema central y el problema central es otro porque la ex presidenta tocó un cable de alta tensión con esos 234 caracteres. Planteó una discusión de fondo en un país donde por lo general estamos discutiendo cuestiones secundarias. ¿Con quién puede el gobierno del peronismo construir el pacto social que fue promesa de campaña? Incluso fue Cristina la primera que habló de un pacto social. ¿Cuál es el país que quiere el peronismo cristinista, el Frente de Todos, Fernández? ¿Con quién y cómo construirlo?

Todo eso flota y es el problema de fondo: cómo sacar a la Argentina de la crisis, cómo sacarla de la recesión, cómo sacarla del ajuste, de la devaluación, del ciclo traumático de Macri y también de los últimos años de Cristina, donde ya la economía no crecía, donde ya se sufría la restricción externa, donde ya Axel Kicillof había devaluado, donde había un cuello de botella, donde había un problema en el modelo de acumulación.

Cuando Cristina comparte esta nota de Alfredo Zaiat, uno concluye que ella sigue pensando igual que en 2015. Solo que ahora el que gobierna es Fernández y el que tiene que resolver el problema es Fernández, el administrador de esta sociedad. El problema lo tiene Alberto, lo tiene el Frente de Todos, lo tiene el Gobierno, los que tienen la pelota. Cristina les dio la pelota para que jueguen en el gobierno. Y como dice el otro Fernández, Aníbal, este gobierno no pide la pelota, pero la tiene ahí.

Tiene la pelota Alberto Fernández en una situación complicadísima, por supuesto, como es la que genera la pandemia. Aumenta la recesión, la inflación no cede, sigue sin resolverse el problema de la deuda, donde faltan dólares. Alberto tiene la posibilidad de resolver este conflicto, pero en una situación mucho más compleja incluso que la que le tocó a Cristina. Lo tiene que hacer en la Argentina del empate tenso, de la polarización, donde hay un frente social empresario muy parado de manos. 

Y, como el caso Vicentin, Fernández es prueba y error. Fernández retrocede, hace autocrítica. Dice que no le gustan las ideas locas, que no es un loco. Propone una expropiación, vuelve para atrás, dice que se equivocó. Eso tampoco ayuda a resolver el problema de fondo de la Argentina. Un problema que excede a Macri, aunque Macri agravó todos los problemas. Que excede a Cristina, porque Cristina no pudo resolver estos problemas en su último gobierno. 

El problema de fondo es el de la restricción externa, la falta de dólares, la recesión. Cuando mejora un poco la distribución del ingreso, se termina siempre en una crisis recurrente. Se termina siempre en un ajuste que, tarde o temprano, llega contra los que viven de un sueldo en pesos, contra los asalariados. Durante un tiempo se pierde vía ajuste clásico como el de Macri o vía de devaluación como la de Kicillof en 2014. 

Cristina sigue pensando igual. Todos ven hoy que ya se llegó a ese punto donde se discute, por un lado, quién tiene el poder, y por otro lado, más importante, cuál es la salida económica para la Argentina en un contexto mucho más complicado, con pandemia, con deuda. Y con commodities que no traccionan como en esa época en la que Néstor —y Alberto, como suele recordar el propio Alberto— sacaron la Argentina adelante. No se puede volver a ese pasado. Fernández tiene que resolver de manera virtuosa la pregunta más difícil. La que pocos se hacen pero esconde todas las respuestas. ¿Cuál es la salida para la Argentina del ajuste, de la recesión y de la devaluación, en el peor de los contextos?

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