Mayra Arena, analista política y consultora de consumo masivo, conversó con Diego Genoud sobre la crisis social, el presente del peronismo y el efecto Milei.
“Qué queda del kirchnerismo”. Editorial 23 de mayo en Radio con vos.
Semana de mayo, semana tomada por Cristina Fernández de Kirchner. Su decisión de no ser candidata a nada, por lo menos hasta ahora, cuando se termina el martes. Pero también por la decisión de mantenerse en el centro de la manera que le resulta posible.
La vimos en C5N el jueves de la semana pasada. Y será la oradora principal del próximo 25 de mayo, en el 20° aniversario del triunfo de Néstor Kirchner, en el acto que se va a hacer en Plaza de Mayo. Y además del movimiento incesante que hay en la dirigencia cercana a la Vicepresidenta, del Frente de Todos, también de la oposición, porque Cristina es la figura a partir de la cual todavía gira todo el sistema político en gran medida, con definiciones pendientes que no está claro si van a aparecer este jueves próximo.
¿Cómo se diseña la oferta electoral del kirchnerismo y del Frente de Todos, un peronismo desgastado, cuando queda ya un mes para que se cierren las listas? ¿En base a qué criterios se diseña la oferta electoral de este peronismo de la unidad que cumple tres años y medio en un gobierno que no conforma a nadie, ni siquiera a los que lo armaron? ¿Cuál es, además, el objetivo prioritario que tiene en este turno electoral? ¿Es la elección nacional lo que quiere pelear la Vicepresidenta? ¿O es la elección en la Provincia de Buenos Aires, donde esta fuerza siempre tuvo su mayor vitalidad? ¿O es la unidad del Frente de Todos lo que quiere preservar Cristina? Todo esto depende del diagnóstico que haga porque estamos en una crisis que todavía no termina, que se está desarrollando.
Por obra y gracia de Milei, según dicen las encuestas, el peronismo tiene chances de pelear la elección, de ir a una segunda vuelta. Porque Milei le está robando votos al peronismo hace rato, porque es el que mejor canaliza el malestar, pero, así como le roba votos al peronismo, le come el hígado a Juntos. Le está arrebatando gran parte de votantes, los defraudados de Macri, los de la oposición antikirchnerista y antiperonista, que piensan que entre Bullrich y Milei es preferible votar a Milei. Por eso, ahora Patricia Bullrich, Juntos, son los que tienen un problema con Milei. Por eso se habla tanto de una lección de tres tercios, al menos eso marcan las encuestas, aunque ya sabemos que se pueden equivocar.
Ahí está un poco la duda con Cristina y este paso al costado, pese a que hay un grupo que todavía se obstina y que se declara aplazado en compresión de texto, que todavía le pide el “Cristina presidenta”. Ya lo dijo de mil maneras la Vicepresidenta. ¿Y por qué sería para hablar largamente? La Vicepresidenta habla de proscripción, alude a los problemas de salud que tiene su hija Florencia, pero es difícil tapar el sol con las manos y no ver el problema económico tan grande que enfrenta hoy el país. Con una inflación que está en el 110% interanual y sigue subiendo. Como los números de la pobreza, de la desigualdad. Con la falta de dólares y la caída del poder adquisitivo. Con una economía que entra en recesión, además, porque caen los niveles de consumo.
La proscripción de Cristina puede ser uno de los motivos pero, sin duda, a mi criterio, el motivo más importante es que esta economía, esta herencia que queda para el próximo presidente no tiene nada que ver con la que recibió la propia Cristina en 2007 de manos de Néstor Kirchner. O la que, como decía Jorge Remes Lenicov la semana pasada en este programa, recibió el propio Kirchner de manos de Duhalde en una situación que por supuesto era muy delicada pero en la que la megadevaluación ya estaba hecha y Argentina empezaba a crecer con una legión de perdedores. Sin embargo, las variables macro de las que tanto se habla estaban mucho más ordenadas que en este momento.
Todo eso condiciona el futuro del kirchnerismo, condiciona la decisión de Cristina, con qué candidato o candidata se puede pelear la elección. ¿Hace falta un economista como Kicillof para discutir con Milei la elección nacional? ¿O lo que se busca es garantizar la unidad? ¿Con quién? Seguro no es con Kicillof, seguro no es Eduardo De Pedro. ¿Hay un candidato que puede pelear la elección y ser al mismo tiempo el líder de la oposición en caso de derrota al día siguiente de que asuma el próximo presidente?
Ahí está el enigma que gira en torno a la Vicepresidenta, al kirchnerismo, a esta fuerza que está cumpliendo 20 años como un actor principal de la política. Pocos esperaban hace dos décadas que el kirchnerismo durara tanto. Pero acá estamos preguntándonos qué queda del kirchnerismo en este contexto y con Cristina fuera de carrera.
¿El kirchnerismo está decidido a jugar sin PASO, como quiere Massa? Eso es lo que se habla de manera permanente y se habló, por ejemplo, en el encuentro de intendentes que hubo en Quilmes el lunes que pasó, organizado por Máximo Kirchner y por Martín Insaurralde. No estuvo el jefe de Gabinete de Kicillof se encargó de llamar a varios de los intendentes, alrededor de 20 de los más importantes del conurbano.
También lo organizó De Pedro, aunque sin Kicillof, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Cristina tiene alrededor suyo a tres o cuatro dirigentes que pueden ser protagonistas de lo que viene pero que tienen ideas distintas entre sí: Massa, Máximo, Kicillof, Wado.
Si el kirchnerismo está dispuesto a jugar sin PASO, si está dispuesto a romper la unidad —porque vemos que Daniel Scioli, Agustín Rossi y Jorge Capitanich—, la pregunta es si va a hacer lo que hizo la propia Cristina en 2017 cuando se fue del peronismo y apareció Unidad Ciudadana. Y si no es candidato de unidad, por ejemplo, Sergio Massa, como él pretende, ¿dónde pone la Vice ese jarrón chino que tiene hoy la mesa chica?
El más activo de esa misma mesa es Eduardo Wado De Pedro, que cuenta desde la semana pasada con pintadas en el conurbano. Después apareció con Luis Barrionuevo en una alianza extraña que sorprendió a muchos incluso en el propio cristinismo. Con una historia densa, pesada, Barrionuevo decía que De Pedro, sin dudas, va a ser el próximo presidente de los argentinos. Para compensar, después, Wado se mostró con Hugo Yasky, con la CTA progresista, kirchnerista, oficialista que hace muchos años está en las antípodas de Barrionuevo.
De Pedro va como candidato de Cristina: de Barrionuevo a Yasky sin escalas. Se reúne, además, con un grupo de intendentes, con Fernando Espinoza de La Matanza, con Mariel Fernández de Moreno, con Gustavo Menéndez que está de licencia en Merlo pero sigue siendo alguien muy importante, con el intendente Fernando Moreira de San Martín —que responde a Katopodis. Ahí se habló de una idea que tiene el cristianismo, sobre todo, para desafiar a Alberto Fernández y a todos los que tiene cerca y a quienes no están enrolados sin fisuras debajo de la ex presidenta.
La idea que compartió Máximo Kirchner y la dirigencia afín fue la siguiente: “Cualquiera que quiera pelear la elección nacional va a tener que poner a su propio Gobernador”. Eso significa que tienen que armar sus propias listas, lo que representa un desafío mayúsculo para cualquiera y que sugiere una ruptura del Frente de Todos si el kirchnerismo está dispuesto a ir a fondo con esta idea.
No se habló de Kicillof en ese encuentro de Quilmes. Tampoco se habló de Massa. Algunos intendentes están de acuerdo con eliminar las PASO porque piensan que sin oposición en sus distritos, para qué sostener las PASO. Son pocos los que dicen “si achicamos el Frente de Todos cuando estamos perdiendo, el resultado puede ser dramático, la derrota es segura”. El Frente viene además de perder volumen electoral en las elecciones de 2021.
Todos estos son los dilemas que dividen al peronismo en medio de una situación inédita, luego de tres años y medio sin poder gobernar la crisis. Es la crisis la que gobierna al peronismo. Y no se sabe si el Fondo va a entregar el salvataje por el que está rezando Massa hace tiempo. En estas circunstancias se cumplen 20 años de kirchnerismo como el nombre propio del peronismo. Nadie le pudo discutir en estos años al kirchnerismo la conducción del peronismo. Nadie se la pudo arrebatar más allá de los intentos.
Hay preguntas que todavía no tienen una respuesta definitiva. ¿Se está cerrando una etapa y el kirchnerismo queda atrás cuando Cristina dice que no será candidata, que no estará en ninguna boleta, ni siquiera en la Provincia de Buenos Aires? ¿El kirchnerismo se reacomoda, se reubica como un actor menor, secundario, acepta de forma mansa sus límites o prefiere mantener su identidad y romper con esta unidad que no dio resultado?
Más importante de si el cristinismo se queda o se va del Frente de Todos, de si la unidad es posible o no, es cuál es la salida que tiene a esta altura el kirchnerismo para la Argentina. ¿Es una salida de centroderecha con Massa o es una salida de centroizquierda con Kicillof? ¿Es para gobernar o es para hacer oposición? Todo eso está sobre la mesa de Cristina a esta hora. Por lo que se sabe, a pesar del hermetismo en torno a la Vicepresidenta, no está resuelta esa encrucijada.
Y la crisis, claro, no es sólo del kirchnerismo, sino que es del sistema político en su conjunto. El kirchnerismo fue un actor que, montado a la experiencia de Eduardo Duhalde, con Roberto Lavagna como ministro de Economía, relegitimó a la política en tiempo récord con Kirchner como conductor. La política estaba en una crisis absoluta en 2001, y muy rápido se recuperó el peronismo, no así el radicalismo. Recién ahora lo está haciendo, dos décadas después.
Es un contexto inédito por la dificultad. Como hace poco me decía un consultor ligado al peronismo, en el ‘89 había una crisis pero estaba Carlos Menem como salida política clara para el peronismo, para un sector del poder. En el 2001 hubo un estallido, pero estaba Duhalde como salida. Hoy la salida política no se ve. Y la conducción política está debilitada. Macri y Cristina no pueden ser candidatos o tienen grandes dificultades para imponer su liderazgo. Los dos últimos presidentes no pueden reelegir en esta Argentina que va de crisis en crisis.
¿Qué queda del kirchnerismo, la que fue una fuerza que tuvo una vitalidad muy importante e inesperada? ¿Qué queda en este contexto del kirchnerismo sin superávit gemelos, sin dólares, sin salarios que le ganan en la inflación, sin el crecimiento a tasas chinas, con los peores indicadores económicos en mucho tiempo, peores que en 2019, 2015 y 2011? Estas preguntas están atadas a otra relacionada, por supuesto, con Cristina: ¿Qué puede hacer a esta altura Cristina? ¿Qué debería hacer Cristina para preservar esa marca que fue taquillera durante muchísimos años, pero hoy, 20 años después, se enfrenta a su prueba más difícil?