Fuera de Tiempo con Paula Abal Medina

Paula Abal Medina, precandidata a vicepresidenta por Unión por la Patria, conversó con Diego Genoud sobre su candidatura junto a Juan Grabois a menos de dos semanas de las PASO.

“Cuando Bullrich y Massa juegan para Larreta”. Editorial 1 de agosto en Radio con Vos.

Falta nada para las PASO, poco más de una semana. Dicen algunos que es el tiempo en el que gran parte del electorado decide finalmente a quién va a votar, si es que va a votar. Hay tres o cuatro candidatos hoy en los primeros planos de la política, de este menú acotado que ofrece la dirigencia. Todos del centro a la derecha dura en esta gran disputa. Eso por lo menos es lo que dicen las encuestas, aunque sabemos que pueden fallar. 

En la lista de tres o cuatro candidatos, aparece Sergio Massa. Ministro y candidato desde hace un año. Alguien que eligió ser ministro mientras hace campaña. Veremos en poco tiempo si fue lo mejor o no. Massa es el garante de una transición que todavía no terminó y el candidato preferido de la vicepresidenta y el presidente. Y fue el candidato de la unidad hasta que apareció Juan Grabois.

Del otro lado, aparece una candidata que, durante casi todo el gobierno del Frente de Todos, fue la estrella de la oposición. Patricia Bullrich, la abanderada de los rabiosos, la que dice que hay que cambiar todo aunque no dice siempre exactamente cómo. Y cuando lo dice, parece que espanta más de lo que seduce.

Después están Horacio Rodríguez Larreta y Javier Milei, dos que, según se decía hace poco, venían cayendo. Sobre todo, Milei. También Larreta, pero el jefe de Gobierno porteño tuvo su gran victoria en Santa Fe. Eligió bien esa alianza con Lousteau, con Maximiliano Pullaro. Tuvo otros buenos resultados como el de San Juan, como el de San Luis. 

Ahí un poco se alteró la relación entre Bullrich y Larreta porque, como dijo durante toda la campaña y durante el gobierno de los Fernández, Larreta había visto cómo Bullrich le hacía la vida imposible. Le gobernaba la agenda, lo dejaba parado como un tibio y se quedaba, además, con la base del PRO. La misma que respaldó a Macri en el 2019 después de la catástrofe de las PASO, que le permitió una remontada en las generales y que, desde el primer día, se plantó frente al gobierno del ex FDT.

Ahora hay que ver si resulta suficiente esa base de respaldos. Porque Larreta, casi sin hablar o hablando poco, se está viendo beneficiado en los últimos días por su archirrival que, cada vez que habla, por un lado, busca transmitir esa firmeza y decisión que, dice, hace falta para gobernar la Argentina. Pero, al tiempo que intenta transmitir esas certezas, se autodelata: lo puede ver cualquiera, a Bullrich todavía le faltan rendir unas cuantas materias en un tema que es el más sensible para la Argentina desde hace por lo menos 8 o 9 años, desde la devaluación de Kicillof, desde el mal arranque del gobierno de Macri, desde los años finales traumáticos del gobierno de Macri pidiéndole auxilio al Fondo, desde lo que fue el gobierno del Frente de Todos sin discutir o haberse puesto nunca de acuerdo en un programa. 

Por eso algunos piden discutirlo ahora, cuando ya se agota el tiempo. Pero Bullrich, cada vez que habla acerca de este tema nodal, sensible, hace agua. Cuando cuando va a los canales de televisión o aparece en algunos medios, Bullrich se sienta como en el living de su casa pero habla y se equivoca. Sobre todo, porque lo que dice puede espantar a los indecisos. Cuando habla de blindaje y aparece el fantasma del helicóptero que se llevó a Fernando de la Rúa. Cuando habla de ir a filmar las reservas al lugar donde no están. 

Cuando Bullrich habla de Economía en el campamento de Larreta están de fiesta. Luciano Laspina va a tener que contratar otro profesor para la ex ministra de Seguridad, para la candidata del PRO. O va a tener que ofrecerle precisiones para que Patricia, cuando falta tan poco, no se siga disparando en el pie. 

Festeja Larreta primero que nadie. Festeja Massa, por supuesto, también, y dicen sus voceros que el ministro de Economía quisiera ir a un mano a mano en las urnas con Bullrich. Y también festeja Milei, que le está mostrando los dientes por primera vez a su aliada de ayer y que dijo, a través de las redes: “Es una bestialidad lo que dice Bullrich en materia de economía”. Nadie ya le perdona nada a la candidata de Macri.

Festeja Massa pero también tiene sus grandísimos problemas, por ese doble rol que eligió ocupar. Una campaña en la que muchas veces Massa aparece solo, en la que los heridos del cierre de listas lo acompañan hasta ahí nomás. El dato central en la economía de Massa, en la economía de Unión por la Patria, es que sigue haciendo agua. Hoy el dólar a $560, cuando estaba a $494 hace un mes exacto. El gobierno sostiene que el dólar blue es un mercado marginal pero, al mismo tiempo, delata esta fragilidad de la cual el Frente de Todos nunca pudo salir. 

Hay otros elementos, como lo comentábamos la semana pasada en este espacio, porque Massa se vio obligado a firmar un acuerdo que no le asegura nada con el Fondo Monetario Internacional faltando muy poco para las PASO y para las vacaciones de los burócratas de Washington, que ahora entraron en receso. Massa tiene un acuerdo lleno de promesas pero no puede estar seguro de que va a contar con los desembolsos. El acuerdo está sujeto al 13 de agosto, al otro test que tiene que rendir Massa, el ministro candidato.

Cito el estudio de Emmanuel Álvarez Agis, alguien que hasta hace poco acompañaba a Massa o respaldaba algunas de sus medidas, titulado “Algo huele mal en Washington” donde da detalles de por qué Massa no consiguió todavía lo que quería. Ya sabe que para las PASO no va a tener esa tranquilidad que quería y quizá eso es lo que están oliendo los agitadores del mercado que ponen al dólar $560. Y no se tranquiliza ese mercado pequeño pero que transmite sensaciones y delata, además, la inestabilidad de fondo. El Gobierno no tiene reservas y quiere intervenir en ese mercado paralelo pero no tiene con qué, espera que el Fondo le dé esos desembolsos para poder hacerlo. Por lo que se transmite en la letra fría del  acuerdo, no está en el ánimo del Fondo ayudar al candidato Massa. Solo en cuentagotas y para garantizarse el pago es que el Fondo va a entregar los desembolsos que le faltan al gobierno.

Es un gobierno que recibió una pesadísima herencia de Macri, una deuda monumental. También los condicionamientos, el lazo con el Fondo que cuesta tanto o más que la deuda, que exige, demanda y, al mismo tiempo, no da nada. Incluso con un ministro como Massa que sobrecumplió el ajuste. Además de ese lazo, de esa herencia que dejó Macri, están los propios errores del Frente de Todos. El tiro en el pie que se pegó con un superávit comercial que se evaporó. 

Algunos datos de los últimos días de la CTA de Hugo Yasky, del Centro CIFRA que fundó y dirige Eduardo Basualdo. Durante los primeros tres años del gobierno del Frente de Todos ingresaron 45.537 millones de dólares. Ese era el caudal del superávit comercial en los tres primeros años, producto de la cotización de los commodities, producto de la pandemia que impidió la salida de dólares por turismo emisivo. No se sabe dónde están esos 45.000 millones de dólares, lo ha dicho hasta la propia vicepresidenta, cuando hablaba más de Economía antes de que asumiera Massa. 

El informe dice que ese drenaje de divisas se explica en parte por los dólares que se llevaron subsidiados un grupo de empresas privadas para cancelar la deuda que habían contraído durante el gobierno de Mauricio Macri. Estas cancelaron, durante el gobierno del Frente de Todos, sus deudas privadas con los dólares baratos que le dio el Banco Central. La suma alcanza casi 25.000 millones de dólares, según el Centro CIFRA, mientras faltaban las reservas y dejaban al Gobierno en un estado de fragilidad, de inestabilidad. Hay toda una discusión de por qué el Gobierno decidió entregar esos dólares. Miguel Pesce muchas veces dijo que no podía defaultear una empresa. 

Lo cierto es que los dólares no están. No sólo pasó esto durante el tiempo de Guzmán, dice el Centro CIFRA. Tampoco cambió con el ministro Massa. En el primer cuatrimestre, se fueron otros 2.400 millones de dólares, lo mismo que se habían ido en el primer cuatrimestre de 2022, cuando se fueron 2.600 millones en el primer cuatrimestre, hace un año. Se siguen perdiendo dólares que se van para que un grupo de grandes empresas. Por eso, cuando se habla de la fragilidad, hay que reparar en este tema que los grandes medios suele pasar inadvertido.

La ofrenda que el ministro le dio al Fondo antes del acuerdo va a redundar en más inflación para los meses que viene. Porque tanto el impuesto a las importaciones como el dólar agro, que va a tener un impacto de los alimentos, va a potenciar la espiral inflacionaria. Muchos dicen que Massa no puede hacer nada a esta altura. Es posible. Pero estas medidas que tomó el ministro hace una semana, esta devaluación encubierta, o “devaluación sectorial” como se la llama, van a impactar sobre una inflación que ya de por sí es muy alta. 

Hoy aumentó el boleto de colectivo en el AMBA. Hoy aumentó el boleto de tren en el AMBA. 5,8%. Es la sexta suba en lo que va del año. Aumentan en agosto también la luz, el gas, la nafta, la televisión, la telefonía, Internet. La cuota de la medicina prepaga para la clase media, casi un 9%. 

La fragilidad que obliga al ministro Massa a tomar medidas que van contra el candidato Massa, complica en esta campaña mucho más de lo que se esperaba. Ahí está la pregunta de qué tiene para ofrecer el gobierno. Los números de la actividad económica, dicen desde Economía, se mantuvo bastante bien. Una actividad que no cae pese a la sequía, pero con sueldos pulverizados en muchos casos. Ni hablar en la economía informal. 

Ni Bullrich ni Massa están diciendo cuál va a ser su plan económico. En realidad, nadie lo quiere decir. Larreta tampoco quiere dar demasiadas precisiones. También Carlos Melconian borró con el codo el ajuste que propone desde la Fundación Mediterránea al mejor postor. Habló de despidos, aunque después salió a pedir que no se desviaran con eso. Pero no hay candidato que pueda decir lo que va a hacer porque nada de lo que viene en el corto plazo parece algo esperanzador para, al menos, los que viven de un ingreso en pesos.

Porque todos hablan de un plan de estabilización que implica ajuste y devaluación para cerrar el problema de la brecha, pero es un escenario que seguramente puede redundar en más desigualdad, en más turbulencia. Si “hace falta este plan de estabilización”, como todos dicen, por lo menos los candidatos que aparecen con más chances, la pregunta es quién va a pagar los costos de ese plan. Nadie quiere decir cómo van a hacer para salir de esta situación. 

Mientras tanto, cuando falta poco para ir a las urnas, Larreta se beneficia casi sin decir nada. Le alcanza con que Bullrich se hable encima y con que Massa siga con el agua al cuello en medio de la campaña.

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