Fuera de Tiempo con Leonardo Gasparini

Leonardo Gasparini, director del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas (UNLA), autor de Desiguales (Edhasa), conversó con Diego Genoud acerca de las problemáticas de pobreza y desigualdad, la necesidad de una política redistributiva y la globalización financiera.

“El país de los sueldos más bajos”. Editorial de 30/04/2022 en FM Milenium.

Semana intensa, otra vez, esta que está terminando. Con el ministro de Economía, Martín Guzmán, como protagonista central. No solo por lo que hace o lo que dice, sino por cómo le tiran de manera permanente desde el propio Frente de Todos. 

La artillería pesada de Máximo Kirchner a través de Andrés “Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de Axel Kicillof. De Cecilia Moreau, que representa las acciones de Sergio Massa en el Frente de Todos. Declaraciones del cristinismo y del massismo que apuntan a lesionar a Guzmán en un contexto en el que la inflación está descontrolada. Y se supone que, además, va a seguir muy elevada cuando, en dos semanas, conozcamos cómo cerró este mes de abril. Que a Guzmán no lo votó nadie, que no tiene registro de la realidad, que sigue ajustando, que debería dar un paso al costado. Y Guzmán sigue como si nada. Con el respaldo del Presidente, por lo menos por ahora. 

Lo vimos hiperactivo a su regreso de Washington donde estuvo reunido con la jefa del Fondo, con empresarios, donde participó de reuniones de Ministros de Economía del G20. Estuvo con sindicalistas de los gremios de la energía, porque lo vimos en el Coloquio de IDEA vía Zoom. Lo vimos en Neuquén en un foro que había organizado el diario de Río Negro, hablando de energía también. Y lo vimos finalmente con la liga de empresarios que se reúnen en el Foro Llao Llao, con Eduardo Elsztain, el dueño de IRSA, como presidente. Con algunos de los empresarios más importantes de la Argentina, muchos de los cuales apoyaron a Mauricio Macri, quien también estuvo en el Llao Llao. Estuvo Marcos Galperin. Estuvo Martín Migoya, de Globant. Una liga de empresarios, que apostó fuerte en su momento por la aventura de Cambiemos en el Gobierno, escuchándolo a Martín Guzmán como invitado.

Guzmán volvió de Washington convencido de que la guerra en Ucrania le dio a la Argentina una nueva oportunidad. Un poco en línea con la conversación que habíamos tenido hace dos o tres semanas acá con Juan José Carabajales, un especialista en energía que además fue funcionario del Gobierno hasta hace no tanto. ¿Qué le dice Guzmán a Alberto Fernández? Que Europa necesita suplir en parte la oferta energética de Rusia y que Argentina puede jugar un rol muy importante. Por eso viene Guzmán con la idea de impulsar en este 2022 no solo el Gasoducto Néstor Kirchner que ahora, finalmente, empieza a calentar motores, sino también una ley de gas natural licuado. Con esta ley pretende atraer inversiones en un plazo de cuatro o cinco años por 10 mil millones de dólares. 

Por eso esa ley que Guzmán va a llevar al Congreso, dice, necesitaría el respaldo amplio. El de la oposición porque para llevarla a la práctica, para ver los resultados, hará falta tiempo. En el corto plazo, Guzmán piensa que, si vienen esas inversiones, si se le garantiza a las grandes petroleras que representan a los países de Europa la libre disponibilidad de reservas y lo que en el lenguaje empresario se denomina “reglas de juego claras”, habrá más trabajo y más inversión en Vaca Muerta en los próximos años. Empezando por este mismo 2022 y 2023, el último año del Frente de Todos o, por lo menos, el último año del presidente. 

Sin embargo, un Guzmán entusiasmado que va a Olivos, le dice a Alberto Fernández que Argentina tiene una oportunidad, que lo buscaban los ministros de Economía de Europa para ver de qué manera se podía cerrar un acuerdo con Argentina en el marco de un cambio regulatorio, se encuentra con que, apenas aterrizado, su nombre es el que está nominado para salir del Gabinete cuanto antes. La principal renuncia, diría yo, que le están reclamando los socios del Frente de Todos a Alberto Fernández.

En un contexto en el que la economía crece aunque no se sabe hasta cuándo, por la falta de dólares, que incluso el Gobierno reconoce sigue siendo talón de Aquiles de este proceso de recuperación. Uno entre tantos, quizás el más importante, por lo menos para Guzmán. Y en un contexto en que la inflación pulveriza los ingresos de manera acelerada. Una cifra, no más, de la última semana del propio Gobierno, del Consejo de Coordinación de Políticas Sociales, que en su momento lo presidió Victoria Tolosa Paz: el 54,9% de la población argentina puede ser considerada pobre según este organismo del Gobierno.

Más de 25 millones de personas en todo el país se encuentran afectadas por la pobreza. Dato que contrasta esto con los del INDEC, los últimos que conocimos al menos, que hablaban de un 37,3% de la población argentina bajo la línea de pobreza. Casi 17, 18 puntos menos. Pero este informe del Consejo de Coordinación de Políticas Sociales tiene en cuenta otras variables, como la vivienda, la educación, el acceso a los servicios básicos. Y si uno cuenta o hace un análisis multidimensional, se encuentra con que la pobreza es mayor. Afecta al 55% de la población.

Más allá de las mediciones, tenemos una certeza. Cualquiera que va al almacén, al supermercado, a la carnicería, a la verdulería, lo comprueba cada día. La inflación descontrolada del 6,7% en marzo, que se supone que va a estar alrededor del 6% otra vez en abril. El derrumbe del poder adquisitivo, que, a esta altura, es un fenómeno de largo aliento. Y la nostalgia de una Cristina que cada vez puede recuerda que se fue con los salarios en dólares más altos de América Latina. En horas previas al Día de los Trabajadores y las Trabajadoras no puede ser más distante el escenario actual de aquel.

Citaba hace poco Jairo Straccia, en una nota en El Cronista, un relevamiento de la firma de Personal Temporario Adecco. ¿Qué dice este relevamiento? Algo que ya vienen marcando algunas otras consultoras. En su momento acá hablamos de la Consultora EcoGo, de Marina Dal Poggetto. Habla de los salarios en el tobogán. De que en 2015 eran los más altos de América Latina, como dice Cristina, y hoy son los más bajos de la región, según esta firma de Personal Temporario.

Hoy la Argentina tiene los salarios más bajos de la región, medidos en dólares o medidos en relación a algunas variables esenciales para una familia tipo. Los salarios en la Argentina son un tercio de lo que son en promedio en Chile. Están a la mitad de lo que son en Brasil o en México. Hoy, por la misma tarea se paga en la Argentina un tercio de lo que se paga en Chile, la mitad de lo que se paga en Brasil, la mitad de lo que se paga en México.  

Otros datos como para tener un panorama de en qué contexto se festeja, se celebra, se conmemora mañana el Día de los Trabajadores. Del portal Boomerang, en la Argentina, a marzo de este año, un salario para Juniors, para un camarero, por ejemplo, arranca en $55.000. Un empleado de Rappi gana $47.000 al mes. Y si trabajás con un auto prestado o propio, por ejemplo los choferes de Uber o de DiDi, sacan $80.000 por mes, que pueden ser considerados privilegiados en comparación a los otros.

Tenemos historias recientes, como la de Candela Salazar, esa chica de 24 años de González Catán, que se cayó desvanecida a las vías del tren. Se viralizaron las imágenes hace dos semanas. Candela llevaba por lo menos dos meses sin trabajo y estaba sin comer cuando se desvaneció. Sobrevivió de milagro. En algunas de las entrevistas que le hacían, contaba que ganaba alrededor de $4.000 o $6.000 por semana y que sus amigos ganaban en promedio $30.000, $40.000. A los que mejor les iba, $50.000 por mes.

Si uno mira los informes del propio INDEC, la canasta básica total subió en marzo 7%. En un trimestre, 17,8%. Y, el mes pasado, una familia tipo para no ser pobre necesitó $86.690. Sin contar el costo del alquiler, suponiendo que esa familia tipo es propietaria.

Sueldos de $55.000 para un camarero, de $47.000 para un empleado de Rappi, de $80.000 para un chofer de Uber, de $40.000 para un empleado en el conurbano, según lo que contaba Candela Salazar. Y una canasta básica casi en $87.000. Por supuesto, es para una familia, no es para un sola persona. Pero estamos descontando el alquiler que también hoy representa un peso muy importante para cualquiera que vive en la Argentina.

Esa es la realidad del mosaico laboral, heterogéneo, degradado, deteriorado, sobre todo a nivel de los ingresos. Porque, como muestran también las cifras del INDEC, el empleo se recuperó. Pero, ¿qué tipo de empleo es el que se genera? En muchos casos precarios. Lo mostraba también un informe de los últimos días que hicieron la Revista Crisis y La Nación Trabajadora. Mostraban que hay un total de casi 5 millones de personas que hoy no están registradas en la seguridad social.

Según las estadísticas oficiales, decía la nota de Juliana Persia, son el 23,5% del total de los puestos de la economía y el 31,7% de los asalariados. Una precariedad que es muy fuerte en algunos sectores. Sobre todo, en la construcción, el comercio. Son sectores, nuevas generaciones de trabajadores en muchos casos, que no saben lo que es el aguinaldo, lo que es la obra social, lo que son las vacaciones pagas. Todo eso parece parte de un pasado que no volverá. Por lo menos para 1 de cada 2 trabajadores. Hoy, 1 de cada 2 se mueve en la precariedad. 

Mientras vemos que el Gobierno discute, que también la oposición discute, se pelean en función de posicionamientos políticos o por los rearmados de las alianzas electorales de 2023, la pregunta es quién representa ese malestar. El malestar de millones de personas que corren muy desde atrás en relación a la inflación, que no llegan a fin de mes, y en algunos casos tienen empleo de subsistencia.

¿Quién representa ese malestar? En un contexto como este, con el peronismo unido o la mayor parte del peronismo está en el Gobierno, aunque a veces pareciera que hay dos Gobiernos en uno. Pero el peronismo, el Frente de Todos, este experimento, artefacto que surgió del dedo de Cristina en 2019, está en el Gobierno. 

El cristinismo, La Cámpora, apuestan a seguir representando el malestar, aunque estén en el Gobierno. Por eso también la discusión con Guzmán. No está claro hasta qué punto están o no en el Gobierno. Están como funcionarios pero consideran que no influyen en las líneas centrales de la política que definen Alberto Fernández y Martín Guzmán.

La izquierda también apuesta a representar ese malestar. Javier Milei apuesta a representar ese malestar, de manera creciente. Y en parte también cada uno de esos sectores lo representaron en las elecciones de 2021. Ya hubo resultados sorprendentes, tanto de Milei en Capital Federal como de la izquierda en el conurbano bonaerense donde antes era muy difícil para el Frente de Izquierda obtener un porcentaje de votos importante. 

Ese malestar, ese deterioro, ese derrumbe del poder adquisitivo ya lleva varios años, y se profundizó muy fuerte durante el gobierno de Macri. Decía Alberto Fernández en una de sus presentaciones que los salarios subieron 20 puntos, como en una contestación al cristinismo, en un debate público con la propia vicepresidenta. Los salarios, decía el Presidente, subieron 20 puntos entre 2003 y 2015, puntos que perdieron entre 2015 y 2019. Muy rápido se vino abajo lo que se había construido, dice el Presidente, en los 12 años del primer kirchnerismo. Lo irreversible pareciera era muy poco: “No me pidan ahora a mí que yo recupere esos 20 puntos que perdieron los asalariados con Macri y que habían ganado pero en un proceso de 12 años”. “Que el cristinismo no me pida a mí que haga yo en 2 o 3 años lo que ellos hicieron en 20 años”. Parte de la discusión que se está dando en público, a cielo abierto en el propio oficialismo. 

Y en la oposición, está la discusión en torno a un Javier Milei que, según algunas encuestas, ya tiene un porcentaje similar a lo que tuvo en Capital Federal el año pasado pero a nivel nacional. Tiene hoy, según algunas encuestas, me decía un encuestador hace unos días, 20 puntos nacionales. Si eso es así, ya no vamos a una polarización tan grande como la de 2019 o la de 2015, sino que vamos a un escenario donde el electorado se divide por lo menos en tres fuerzas. En cuatro fuerzas, pensará Cristina también, que advierte como desde la izquierda le pueden robar votos al Frente de Todos. 

Ese es el escenario en el que mañana se conmemora el Día de los Trabajadores. Con un cambio de fondo que hubo durante los años de Mauricio Macri. Una transferencia brutal de ingresos a favor de algunos sectores, las concesionarias de luz, las concesionarias de gas, las concesionarias de peaje, los bancos. Algunos sectores que ganaron mucho, algunos de los cuales hoy están cerca de este mismo Gobierno. Y en detrimento, o en contraste con esos sectores que se beneficiaron del tarifazo, sobre todo en los dos primeros años de Macri, una pérdida muy importante en el poder adquisitivo. Esa gran obra de Cambiemos o Juntos, de Mauricio Macri, podemos decir que está intacta. Y el Presidente avisa: “No me pidan que yo venga a resolver en tiempo récord un problema de fondo como es la cuestión de los salarios”.

Esa es la gran novedad en la que se da la discusión dentro del Frente de Todos, e incluso dentro de Juntos. El gran dato en el que hoy pareciera ya estamos inmersos. Y que pareciera formar parte de un grado cero, la pérdida del poder adquisitivo, se naturalizó. 20 puntos perdieron los salarios. 2 puntos apenas se recuperaron, según los datos de la Universidad de San Martín. Y por eso también el malestar crece. ¿Quién representa a ese malestar de cara al 2023? Esa es la gran pregunta que todavía no tiene respuesta.

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