La ruptura ya ocurrió

Nota publicada en La Política Online el 10/6/2023.

Macri y su hermano del alma están furiosos por la jugada de Larreta para profanar la marca del PRO con peronistas. El radicalismo, partido al medio y el Frente de Todos, al basurero de los sellos.

Nicolás Caputo no aguantó más, abandonó la ambigüedad que le gusta mostrar y se lanzó a hacer algo no propio de su estilo. El hermano del alma de Mauricio Macri llamó por teléfono hace pocos días a un hombre de extrema confianza de Horacio Rodríguez Larreta para hacerle un reproche de manera poco elegante. “Están haciendo mal las cosas”, le dijo. Así, delató la preocupación que envuelve a los dueños de la acción de oro en el PRO, la empresa más trascendente que Nicky fundó junto al ex presidente.

El amigo que conoce a Macri como nadie está inquieto con los movimientos que llevan adelante los hijos políticos que el ingeniero llevó a lo más alto y ahora pasa en su oficina porteña más tiempo del que quisiera. Es la misma sensación amarga que envuelve a su socio de toda la vida.

Al filo del cierre de listas que definirán el menú electoral y el nombre de la persona que asumirá la presidencia en seis meses, Larreta ensaya de manera tardía una rebeldía que Macri no puede concebir, producto de un malentendido general. “En tanto años de trabajar juntos, no se conocieron. Él lo meó, lo empujó y pensó que no iban a reaccionar”, dicen los conspiradores de Uspallata.

Macri sigue convencido de que Larreta le debe todo sin advertir o querer ver que el delegado que autorizó a competir por su herencia en la ciudad tiene antecedentes familiares y personales muy lejanos en la política. No nació con Macri. Al contrario, fue capaz de integrar tanto el menemismo como la alianza antimenemista.

El intento desesperado del jefe de gobierno porteño de hacer entrar a Juan Schiaretti en el que se supone es todavía el principal espacio opositor puede ser leído en más de una clave y tener consecuencias todavía impredecibles. Las acciones del gobernador de Córdoba se elevan a nivel nacional pero las endorfinas del antiperonismo se activan en su provincia y se abre un escenario incierto para las elecciones del 25 de junio. Larreta confirma que va a fondo con su proyecto de independizarse de ese Macri que insiste en someterlo sin reparar en dos datos de peso: los resultados de su aventura de gobierno y su decisión de asumirse inviable y retirarse de la competencia electoral.

La resistencia que la jugada de Larreta, Schiaretti y Gerardo Morales encontró en una parte de los miembros de Cambiemos expresa la disputa pública por la conducción del bloque de fuerzas que surgió, hace ocho años, del rechazo a una Cristina Fernández de Kirchner que parecía todopoderosa. Después de dilapidar en tiempo récord una oportunidad histórica, el gran bloque antikirchnerista que parió a Macri presidente se presenta astillado, dividido y confundido.

Una parte de la pulseada se definirá en las próximas 72 horas y el resto con el resultado de las elecciones presidenciales. Sin embargo, la ruptura de lo que fue Cambiemos ya aconteció, cuando Macri estrelló el vehículo electoral del antiperonismo con la realidad que no quiso ver y las distintas familias que lo habitaban ensayaron una huida en direcciones opuestas. Solo el fracaso del Frente de Todos los mantuvo unidos hasta hoy.

La queja de Macri, Patricia Bullrich, Luis Juez y una facción del radicalismo ante la llegada de Schiaretti se verá debilitada si, como se supone, Morales convierte a la Convención Radical del lunes en una escribanía que rubrique su poder institucional.

En la contienda del PRO, se mezclan cuestiones personales y quejas por el trato de empleados que Macri le dio a la mayor parte de sus aliados políticos. “Mauricio cuando tuvo todo fue un tirano. Él usa a todo el mundo y eso tiene consecuencias”, dicen desde el larretismo y mencionan al bullrichista Cristian Ritondo como una de las últimas víctimas del ex presidente. Sin embargo, de fondo lo que se advierte es que el derrumbe de la polarización no sólo parió a Javier Milei sino que profundizó las coincidencias entre toda una dirigencia que se declara parte del espacio que primero los votantes y después Sergio Massa dejaron desierto, la avenida del medio. Aunque integren distintos espacios, piensan casi lo mismo desde hace años.

Preocupado por las encuestas como sostiene Bullrich o en línea con una historia de relaciones que lo unen al peronismo y el radicalismo, Larreta se precipita antes de llegar a una jugada para edificar una composición política distinta a la que existe hasta hoy. Un intento de constituir un centro transversal que alumbre un nuevo mapa de poder. ¿Tiene los votos suficientes para eso?

Invitado a la mesa de Larreta y Morales no está solo Schiaretti, alto exponente de aquella Alternativa Federal que terminó en sátira hace cinco años. También Miguel Angel Pichetto, Florencio Randazzo, Diego Bossio, Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti forman parte de la misma apuesta. Las coincidencias sorprenden. Aliada a Larreta y peleada con Bullrich, Elisa Carrió bendice un frente de frentes en el que hasta Daniel Angelici se siente convocado por más de una razón.

Ese arco de dirigentes, tan experimentados como devaluados por las alquimias que salieron mal, es el que lleva al larretismo a asegurar que en el proyecto está involucrada la mayor parte de la clase política argentina. Se trata de una definición que emparenta al pretendido nuevo frente con la demanda de sectores del poder económico que hace tiempo reclaman un liderazgo viable para las ideas pro-mercado, capaz de dejar atrás a Macri y a Cristina.

Como la falta de liderazgo es la norma, en el grupo de los que se confabulan para cumplir el anhelo de sumarle a Juntos una pata peronista, faltan Emilio Monzo y Ernesto Sanz, dos grandes armadores de Cambiemos que hoy son considerados promotores de Bullrich y coinciden en el armado bonaerense que busca fundir a Maxi Abad con Nestor Grindetti. “Son los grandes intelectuales detrás de Patricia”, dicen al lado de Larreta. 

Monzó que se cansó de predicar por la alianza del macrismo con un “peronismo disecado” tiene el departamento de Recoleta lleno de invitados pero ve al jefe de gobierno condenado a la derrota y está lejos de su campamento. Sanz pasa más tiempo en San Rafael que en Buenos Aires pero cuestiona la falta de profesionalismo en el armado que quiso meter a Schiaretti por la ventana, a 10 días del cierre de las alianzas. Lo mismo piensa, desde una posición equidistante, Facundo Manes, el neurólogo que mantiene su candidatura a presidente y recuerda en privado que fue el primero en ir a ver al gobernador de Córdoba en marzo de 2022. Desde el mismo radicalismo, sostienen que Larreta y Morales están desesperados y por eso buscan cambiar a último momento las reglas. Algunos afirman incluso que dan por perdida la elección y solo buscan hacer daño.

En lo único en que parece haber coincidencia es en la ausencia absoltuta de timing de los neofrentistas. En Uspallata reconocen que tendrían que haber contado antes la sintonía fina entre radicales, peronistas y posmacristas. Sin embargo, calculan, si lo hubieran hecho hace unos meses el enfrentamiento interno se hubiera precipitado y Macri no se hubiera bajado antes de tiempo como lo hizo.

La primera conversación que Bossio tuvo con el larretismo fue en octubre del año pasado. El encargado de contactarlo fue Edgardo Cenzón, el ex ministro de Macri y María Eugenia Vidal que hoy está sentado en la mesa chica de Larreta y es su puente de oro con el establishment. Por decisión propia o por veto ajeno, Bossio ya había quedado al margen de la incursión de Massa en Economía.

Si el peronismo no todista está de oferta para sumarse a un nuevo frente, el radicalismo se debate entre la conducción de una Morales que ya casi tiene cerrada la vicepresidencia para él, bases radicales que hoy apoyan a la ex peronista Bullrich y un Manes que sin el apoyo de la estructura dice haber reunido los avales para competir y se opone que la UCR vaya como furgón de cola del PRO.

Quienes hablan con Manes cuentan que le factura a Morales no haber reunido nunca a la dirigencia radical que en 2021 obtuvo casi la mitad de los votos de Juntos a nivel nacional. Manes ahora habla directamente con Larreta y le dice que está cerrando un acuerdo con alguien que solo le puede aportar una parte de los 200 mil votos que sacó el Frente Cambia Jujuy con Carlos Sadir como candidato.

La pulseada electoral entre Larreta y Bullrich mide el grado de antiperonismo en sangre de las bases de Juntos. Pero hacia adelante, las diferencias tienen que ver con el armado político que cada uno cree necesario construir para sostener, desde el gobierno, el ajuste de shock que coinciden en promover. Dar por hecha la incorporación de economistas como Martin Rapetti y Eduardo Levy Yeyati a ese armado de dirigentes puede ser prematuro. Concentrado en el documento de la Fundación Alem que se presentará en la Convención, Levy Yeyati niega en forma terminante cualquier participación o aval al intento de sumar a Schiaretti. Rapetti es socio de Bossio pero Manes cree tenerlo en su equipo económico.

Bullrich tardó nada en hacer pública su tesis en LN +: el armado de Larreta, Morales, Schiaretti, Randazzo, Bossio, Lousteau, dijo, incluye a un actor no reconocido, el ministro Massa, un gran amigo de todos. A su alrededor, consideran que detrás de la afinidad política hay un esquema de negocios como el que Carrió gustaba denunciar en su tiempo de fiscal.

En un mundo de especulaciones y teorías conspirativas, Morales busca convencer a los radicales de que a Lousteau le conviene la ruptura de Juntos para ir por afuera de la alianza y acceder a un balotaje en la Ciudad. Le atribuyen una frase que también Macri y Caputo podrían compartir: “Si gana Lousteau, los radicales eliminamos al PRO del escenario político en Argentina”.

La amplitud que Morales promociona en sus visitas a Buenos Aires choca con la reforma de la Constitución que en su provincia elimina las elecciones cada dos años, le quita representación a las minorías y prohíbe el derecho a la protesta. Va a ser difícil que prospere. El viernes, en el quinto día de paro de los docentes jujeños, las marchas de antorchas contra la reforma y “los salarios de miseria” coparon las calles de como San Pedro, El Carmen, Monterrico, Tilcara, Humahuaca, Perico, La Quiaca, Libertador San Martín y Abra Pampa.

Del lado del peronismo oficialista, los problemas no son menos. El primer dato que ilustra la ruina del Frente de Todos es que nadie defiende la marca: si hay un solo acuerdo entre las distintas facciones del oficialismo es en habilitar a los publicistas del peronismo para buscar un nombre. Del FDT nadie se hace cargo. Que se llame Unidad Renovadora, en cambio, no convence a casi nadie.

Quebrada la sociedad de gobierno de los Fernández, hoy en la famosa mesa de coordinación que tanto promocionaron los voceros del gobierno está sentado solo el vicejefe de gabinete Juan Manuel Olmos. Los otros dos comensales, Massa y Eduardo de Pedro, abandonaron el rol de celestinos, entraron en contradicción entre ellos por primera vez en mucho tiempo y ahora son candidatos in pectore, cada uno por su lado. Maximo Kirchner los apoya a los dos, como apoyaría a cualquiera que liquide a Daniel Scioli en el plano electoral.

De los pocos funcionarios que todavía hablan con Alberto, Cristina y Sergio, Olmos es de los que piensan que -salvo un giro de última hora- todo se encamina hacia una PASO entre Wado y Scioli. Alberto y Cristina siguen sin dirigirse la palabra y la presión de los gobernadores por un candidato de unidad a nivel nacional tiende a diluirse. Lo más probable, dicen en en el peronismo, es que las listas se definan por distrito. 

En Capital, Olmos -que controla el 50% del PJ porteño y el 60% del congreso partidario- se quedará con la mitad de los lugares en las listas y la sociedad de La Cámpora y Víctor Santa María deberá conformarse con la otra mitad. En provincia de Buenos Aires, Maximo está entretenido con el armado de las secciones electorales y conduce la mesa que integran Martin Insaurralde, Veronica Magario, Gabriel Katopodis y Mariel Fernández. El líder camporista tendrá la definición aunque resultaría sorprendente que lograra imponer el inédito piso del 40% para el reparto de lugares. Eso podría incluso tener objeciones judiciales.

Como se contó en esta columna la semana pasada, CFK cree que a Scioli no se le puede negar el derecho a competir por la presidencia. Pero en 10 días, tendrá que definir quién es el candidato con mejores chances para representar sus intereses. ¿Ya está todo resuelto? También en el extinto Frente de Todos viene un nuevo reparto de poder.

Tras reunir al Frente Renovador y admitir la posibilidad de ir a pelear una PASO, Massa juega tiempo de descuento con su candidatura presidencial. El ministro advierte ahora que la presión del Departamento de Estado no alcanza para conmover a los países que se sientan en el board del Fondo. La necesidad de dólares condiciona el futuro del gobierno y es una de las grandes amenazas que puede atentar contra las perspectivas electorales del peronismo. La otra es la inflación que, según afirman en el Palacio de Hacienda, estará por debajo del 8,4% y citan como antecedente la baja que mostró el IPC de la Ciudad (7,5%).

Lo que los hermana a la dirigencia que animó la polarización en los últimos 10 años es la lucha desesperada por sostenerse en el poder en un contexto de deterioro crónico, con una inflación interanual de 110% y años de caída del salario real. Se lo dijo Marina Dal Poggetto a la agencia Bloomberg, cuando se refirió a la distorsión de precios relativa: “Es la misma que tenía Macri cuando llegó en 2015, pero en ese momento tenías el salario adelantado, hoy el salario perdió en los sectores formales más de un 20% y la pérdida es superior al 40% entre los informales”.

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