El agente argentino del Departamento de Estado

Foto: Nicolás Stulberg

Se vende como vía de acceso a Trump y pide pista para aceitar la relación con Fernández, que lo mira con desconfianza. Ligado a Massa y Manzur, lo apuntan como operador del giro de la OEA en Bolivia.

Aparece en todos lados, como un puente de plata que une a la Argentina con Washington. Hace horas extras, promociona su llegada directa al Departamento de Estado y se presenta como el canal adecuado para que Alberto Fernández entre al corazón de Donald Trump. Como en los años kirchneristas, Gustavo Cinosi está hoy otra vez en las proximidades del naciente gobierno del Frente de Todos. Aunque genera una expectativa desmedida y sus objetivos no siempre se cumplen. 

El empresario argentino vive arriba de un avión y exhibe dos credenciales que pone a disposición del establishment, de los jueces federales y del peronismo: la franquicia del Hotel Sheraton y su lugar como asesor y mano derecha del cuestionado secretario general de la OEA, Luis Almagro, que acaba de avalar el golpe contra Evo Morales en Bolivia.

DOS CARAS. En las últimas dos semanas, Cinosi fue protagonista de dos de los acontecimientos que capturaron la atención de Fernández. Primero, estuvo presente en la reunión reservada de México en la que el presidente electo y Felipe Solá se reunieron con los enviados de Trump, el encargado de Asuntos del Hemisferio Occidental Maurice Claver-Carone y el histórico halcón republicano Elliot Abrams, que trabajó a las ordenes de Ronald Reagan y los dos Bush. Sin embargo, el objetivo principal de Cinosi ya había fracasado. De vinculo inmejorable con Juan Manzur, Sergio Massa y empresarios como Eduardo Eurnekian, el asesor de la OEA se había vendido como la llave para llegar al presidente norteamericano, pero Fernández le encargó la tarea al ex embajador en Washington Jorge Argüello y Cinosi quedó sorprendido por la novedad. Tanto que se esforzó por averiguar quién y cómo había logrado el llamado de Trump.   

El segundo acontecimiento es bastante más dramático. Con su informe sobre irregularidades en las elecciones del 20 de octubre en Bolivia y su desconocimiento del golpe, Almagro fue decisivo en el proceso que terminó con la caída de Morales, el domingo último. 

En los pasillos de la OEA, al empresario hotelero argentino le atribuyen un peso descomunal sobre el ex canciller uruguayo. Almagro llegó a su cargo en Washington con el apoyo de su partido pero hoy es desconocido por las máximas figuras del Frente Amplio. En 2016, José “Pepe” Mujica le dedicó incluso una carta de despedida en la que contrastaba su máxima dedicación a denunciar a Nicolás Maduro con sus silencios sobre Haití, Guatemala y Paraguay. “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible. Por eso, ahora formalmente te digo adiós y me despido”, terminaba. 

Hecha pública, la furia de Fernández con el secretario general del organismo que funciona como escribanía de Estados Unidos en la región puede traerle un costo al dúo rioplantense. A Almagro, perder el voto de Argentina para lo que más le interesa: la elección de mayo próximo en la que pretende ser ratificado en su cargo y los votos no le alcanzan; a Cinosi, una desconfianza por parte del presidente electo que lo inhabilite para cumplir el rol que pretende en la etapa que se inicia con un “amigo”, como dice tener, en la Casa Rosada. 

ABRAZO DE OSO. El giro de Almagro en el caso Bolivia es llamativo y nadie piensa que se trate de un movimiento desligado de la administración Trump. Después de años de enfrentamientos con Morales, en mayo pasado el secretario general de la OEA hizo una escala en Cochabamba para visitar al entonces presidente. Almagro se expresó a favor del derecho a la reelección de Evo por considerar “discriminatoria” su inhibición para ir en busca de un nuevo mandato y recorrió la casa del líder indígena en Villa Tunari, con una guirnalda de hojas de coca. Detrás de Morales y Almagro iba Cinosi por el trópico. El apoyo al intento de Morales por quedarse cuatro años más le mereció una ola de críticas de la oposición boliviana -que lo calificó de “bipolar”- y de los voceros de Estados Unidos, que lo destrozaron por su apoyo al populismo autoritario. La voltereta del uruguayo se completó el 20 de octubre, cuando denunció irregularidades en el escrutinio y contribuyó a elevar los niveles de rechazo al mandatario boliviano. Por eso, en el entorno de Fernández consideran esa maniobra como el “abrazo del oso” de Washington a Morales y señalan a Cinosi como el “gran travestidor” de Almagro, en un proceso largo que llega ahora a su máxima expresión. 

EL PUENTE WASHINGTON-BUENOS AIRES. Cinosi tiene su oficina en el primer piso del edificio principal de la OEA, en la esquina de 17th Street y Constitution. Hace cuatro años, fue nombrado en el organismo como asesor de Asuntos Institucionales y Dialogo Interreligioso -excusa que le sirvió para visitar al Papa Francisco– pero después ascendió al cargo de asesor especial. Hoy actúa en todos los conflictos de la región y recorre países con las Misiones de Observación Electoral. Cada vez que Almagro habla en público, el empresario argentino aparece atrás suyo. 

El gigantesco álbum de fotos del asesor de Almagro y sus gestiones no tan discretas sirven para ilustrar la política de Washington para América Latina. Sus movimientos son tantos que cansan de solo enumerarlos. Así como colaboró para dejar pasar el impeachment contra Dilma Rousseff sin demasiada actividad, fue un actor clave en la condena a Venezuela que emitió la OEA y actuó en Perú como operador de Almagro para salvar al ex presidente Pedro Kuczynski.

Vínculos con la Justicia en la región no le faltan. En 2016, el uruguayo le entregó un premio de embajador ambiental a Ricardo Lorenzetti y, en enero pasado, el empresario hotelero argentino recibió en la OEA al ministro de Justicia de Jair Bolsonaro, Sergio Moro, galardonado por el ex militar de ultraderecha por llevar a Lula a la cárcel. Dicen en el Instituto Patria que esa foto le amargó una tarde a Cristina Fernández de Kirchner

Según dijeron a Letra P fuentes ligadas al organismo, por su rol de asesor Cinosi está lo más alto de la escala salarial de la OEA: D01/P11. Percibe ingresos por 175 mil dólares al año que, deducidos los descuentos de jubilación y salud, redondean un sueldo de 150 mil dólares anuales. No le piden dedicación exclusiva: le sobra tiempo para venir a la Argentina a reunirse con empresarios y dirigentes. Su buena relación con el gobierno de Mauricio Macri por la condena a Venezuela y los encuentros de Almagro con Marcos Peña y Fulvio Pompeo no impidieron que el asesor especial fuera el anfitrión del encuentro que Manzur armó para Fernández en setiembre pasado en el Sheraton de Tucumán. Ese día, el entonces candidato pidió a sus aliados en los movimientos sociales que eviten “estar en las calles”. Apenas seis días después, el gobernador de Tucumán encabezó una delegación de 17 representantes de provincias y municipios argentinos a Washington para firmar un acuerdo de los estados subnacionales nucleados en Zicosur con la OEA. Presente en el lugar, el factotum del encuentro fue Cinosi. Desde el organismo, el empresario al que el diario Perfil le atribuyó un yate de bandera panameña amarrado en Uruguay no sólo organiza giras de empresarios y gobernadores. Además, nombra algunos amigos distinguidos que obtienen la visa por esa vía. Mejor guardar bien esos apellidos. 

PERONISTAS AGAIN. El domingo 13 de octubre, Cinosi vio el primer debate presidencial en la casa de Eurnekian en Martínez con Massa y José Ignacio de Mendiguren. El titular de Corporación América preside el Foro del Sector Privado que se reunió en junio pasado en Medellin. Según publicó Clarín, en la cena se explicitó el pliego de condicionamientos que Estados Unidos ponía para ayudar a Fernández ante el Fondo. Pese a que el ex jefe de Gabinete no cumplió hasta ahora con ninguno, el llamado de Trump llegó, pero por otra vía. Dos semanas después, el 30 de octubre, Cinosi volvió a Tucumán para la asunción de Manzur en su segundo mandato. De indudable cercanía a Fernández, el gobernador tucumano y el ex intendente de Tigre figuran hoy como sus principales contactos en el ancho frente del peronismo. 

La relación de Cinosi con el Departamento de Estado de Estados Unidos es antigua y es la razón principal por la que, según dicen en el Círculo Rojo, hoy oficia como la sombra de Almagro en la OEA. Los memoriosos recuerdan que, en la previa de la cumbre de las Américas en Mar del Plata, el embajador norteamericano Lino Gutiérrez afirmó públicamente que el dueño del Sheraton Pilar era el botón indicado para llegar a George W. Bush desde Argentina. Era el tiempo en que Cinosi le hacía de chofer a Carlos Zannini en los encuentros que organizaba la extinta agrupación Compromiso K y cuando acompañaba a Cristina en sus viajes a Nueva York.

Dueño de una colección de autos de lujo que atesora en Pilar, Cinosi reconoció haber armado algunas sociedades con el financista Jorge Chueco, pero el origen de su carrera empresaria está ligada al magnate hotelero Juan Mirenna.

Las opiniones en la dirigencia argentina están dividas. Mientras algunos lo elevan a la categoría de “doble agente”, otros lo devalúan como un “vendehumo profesional” al servicio del Departamento de Estado. Consultado para esta nota, el asesor especial de Almagro prefirió resguardarse en el silencio.

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