Cuando diciembre llega en marzo

Nota publicada en La Política Online el 18/03/2023. Foto: TELAM / Enrique García Medina.

Frente a los cortes de luz, ruge el rechazo a las empresas y fermenta la antipolítica que perturba al peronismo. Con inflación descontrolada y sequía, el gobierno y el FMI tienen la suerte atada.

En medio del calor sofocante de marzo, un intendente del sur del conurbano bonaerense se desvió de la autopista que lo llevaba de regreso a su municipio por un piquete de vecinos que estaban sin luz desde hacía más de cinco días. El hospital municipal contaba 48 horas sin electricidad y el intendente del PJ, que maldice desde hace años a Edesur, ya había presentado una denuncia penal porque sus grupos electrógenos solo alcanzaban a cubrir las terapias, el quirófano y una parte de los servicios esenciales. Cuando llegó a la casa del barrio privado en el que vive, descubrió que tanto él como los propietarios que disfrutan de spa, canchas de golf y pileta climatizada, estaban a oscuras. En la antesala del año electoral, la realidad golpea la puerta y la dirigencia que acostumbra a viajar a Miami se delata en un estado de impotencia que hace tiempo no sentía.

A cinco cuadras del hospital que se había quedado sin servicio eléctrico, un barrio tenía conexión pero nadie en la compañía de Enel intentó hacer un puente para atender a pacientes de riesgo que debían afrontar temperaturas de casi 40 grados. La concesionaria de luz que pretende irse de Argentina y tiene al italiano Valter Moro como gerente general en el fin del mundo se desliga de la suerte de sus clientes y deja que la clase política cargue con la responsabilidad por el drama que envuelve a decenas de miles de vecinos, que tampoco tienen agua debido a que las bombas de Aysa son electrodependientes. En la temperatura elevada de piquetes desesperados, fermentan otra vez las caras de la antipolitica que perturba al peronismo.

Reivindicado ahora por un arco que hermana a Javier Milei con el peronismo no todista y los arrepentidos del kirchnerismo, el gobierno de Carlos Menem le dio a las distribuidoras monopólicas que reemplazaron a la vieja Segba una concesión por 95 años. Quedan 64.

El administrativista mendocino Roberto Dromi, gran arquitecto de las privatizaciones todavía vigentes, actuó tomado por el optimismo que guiaba a la epopeya menemista. Estableció en la ley 24.065 que los entes reguladores iban a estar de adorno o copados por hombres del sector privado pero se cuidó al menos de imponer una sanción extraordinaria para casos extremos: las empresas que dejaran a más de 70 mil usuarios sin servicio durante más de cinco días iban a tener que hacer frente a multas. Van más de 10, con picos que superan los 2 millones de hogares sin luz, incluidos una parte que son clientes de Edenor, la empresa que es propiedad de los también mendocinos José Luis Manzano y Daniel Vila y el galán de Transclor, Mauricio Filiberti.

La mayor parte de los intendentes del Gran Buenos Aires están desde hace mucho desbordados por los cortes permanentes que este verano expuso como nunca y reclaman la estatización del servicio, una alternativa que la cúpula del Frente de Todos no consideró hasta el momento viable. El gobierno evaluó en más de una oportunidad crear un ministerio de Energía, pero la iniciativa -que estaba pensada en función de las exportaciones de Vaca Muerta y no de garantizar lo más básico- quedó arrumbada como tantas otras.

Desde su despacho en la avenida Madero, hoy es Walter Martello, el ex miembro de la Coalición Cívica que Sergio Massa designó titular del ENRE, el único que actúa sobre las empresas en nombre del gobierno de la unidad peronista. Las sanciones que fija están limitadas por el criterio normativo de los noventa. Desde que asumió en septiembre hasta el martes último, 4734 millones de pesos: 3795 millones a Edesur y 939 millones a Edenor. El bonaerense Martello sostiene que las empresas no invirtieron nunca, ni siquiera cuando Mauricio Macri ordenó la formidable transferencia de ingresos del tarifazo, el capítulo nada gradualista de la aventura que cree haber fracasado por tibia.

Hoy no solo Martin Insaurralde, Fernando Gray, Mayra Mendoza, Juan José Mussi o Mariano Cascallares denuncian a Edesur. También lo hacen las distintas alas del PRO, desde Horacio Rodríguez Larreta hasta el bullrichista Nestor Grindetti. El Banco Santander está a cargo de la venta de las acciones de la empresa que se quiere ir, pero no aparecen por ahora compradores. Ante un desastre crónico, Martello piensa que el grupo que se haga cargo deberá atravesar por lo menos un invierno y un verano en las actuales condiciones.

Para el peronismo bonaerense, que ahora ve como la inflación se dispara al 13,2% en dos meses y Massa se atraganta con las promesas de un IPC que empiece con 3 en abril, lo que viene es un escenario de pura incertidumbre. “Perderemos la Nación y se ordenará después el peronismo”, dice uno de los intendentes que no oculta su resignación y solo quiere salvar su distrito. ¿Y la provincia? “La provincia está apretada. Dependemos de lo que hagan Espert y Milei”, responde.

El Frente de Todos estimula a los economistas de extrema derecha para que mantengan su independencia y Juntos para que se sumen al bloque antiperonista. Mientras Máximo Kirchner reta a Axel Kicillof en público, los sondeos que maneja el PJ le dan al gobernador una ventaja de 3 puntos sobre Juntos en la pelea de candidatos, pero la oposición todavía no definió cuántos tendrá y apuesta a que vuelvan a sumar como sucedió con Diego Santilli y Facundo Manes en 2021. En estas condiciones, ¿Cristina puede sostener su credencial de proscripta o tiene que volver a ser candidata para retener la provincia?

El peronismo de la unidad se chocó en el primer bimestre del año electoral con una inflación que no se registraba desde el tiempo en que Menem y Dromi empezaron a diseñar las privatizaciones. Solo en febrero, la canasta básica -que marca la inflación de los pobres- aumentó 11,7% y el inicio de marzo, el mes que siempre es más alto, no ayuda a los que prefieren ignorar la realidad.

Según el IPC GBA de la consultora Ecolatina, ya en la primera quincena de marzo, se registró un aumento del 7,1% en comparación con febrero. En marzo van a impactar los aumentos en los colegios privados (+16,4%), las prepagas (entre 5% y 7,7%), el subte (38%), los taxis (30%), los trenes y colectivos (+6%), los combustibles (+3,8%), las tarifas de agua, gas, cable e internet. Todo en un cuadro de salarios “superdeprimidos”, según admitió la vicepresidenta la semana pasada.

El calor no sólo multiplica las imágenes de personas que salen a reclamar lo más básico. Además, la sequía pega en la línea de flotación de un gobierno que tuvo dólares de sobra y no los supo cuidar. Massa se enfrenta a una inflación y una brecha mucho más elevadas de las que prometía para esta altura. Pero además tiene por delante el desafío de administrar la recesión que se potencia con la escasez de lluvias. 

Según Ecolatina, el Banco Central perdió 879 millones de dólares en lo que va de marzo y 1961 millones desde que empezó el año. Además, las reservas cayeron 6 mil millones desde el 1 de enero y ahora están por debajo 1500 millones. Las divisas no alcanzan, piensan en la consultora que fundó Roberto Lavagna, para cumplir ni siquiera con las metas flexibilizadas que acordó Massa con el Fondo.

El raro elogio de Cristina a Martín Guzmán en Río Negro, cuando dijo que el presidente del Central le fue a pedir que corra al ex ministro porque el Fondo lo consideraba muy duro, no solo dejó a Miguel Pesce en off side. Junto con el funcionario más importante que le queda al presidente en un área clave del gobierno, quedaron descolocados Máximo -que presenta a Guzmán como un empleado del Fondo- y Massa, porque las metas flexibilizadas no mueven el amperímetro.

Las contorsiones del cristinismo para cuestionar en forma implacable la realidad económica del presente y defender al ministro que promovieron con traje de salvador son dignas de una clase magistral. Como antes Guzmán, el ex intendente cuenta con un beneficio que lo protege: no tiene reemplazante.

Si, como dice el creativo Emmanuel Alvarez Agis, el FMI le dio un fósforo al peronismo ante la peor sequía, el gobierno podría forzar una renegociación en base a los párrafos del artículo 11 del acuerdo que Guzmán señala: “Nuestro escenario base está sujeto a importantes incertidumbres, lo que implica que es posible que las políticas tengan que recalibrarse según corresponda (…) Los shocks relacionados con el clima podrían afectar nuestras exportaciones, con repercusiones negativas en la entrada de divisas y los ingresos fiscales”.

Sería el camino inverso al que proponen algunos que llaman al puro mesianismo -profundizar el ajuste para cumplir con Washington en medio de la caída de la recaudación- pero le demandaría al político Massa que asuma la negociación que hoy está en manos de técnicos postlavagnistas como Leonardo Madcur y Gabriel Rubinstein.

En el oficialismo hay voces que sostienen que el gobierno debería ver cómo distribuye los costos de la sequía y cómo utiliza las escasas divisas que le quedan. ¿CFK piensa que Pesce sigue entregando las reservas baratas a un grupo de grandes empresas que se endeudaron bajo Macri?

La burocracia de Washington afirma que Massa no le informó a la subdirectora gerenta Gita Gopinath de la moratoria previsional que impulsó La Cámpora y afirma que la cuestión argentina importa cada vez menos en un contexto de inestabilidad global. Sin embargo, el organismo sabe que no puede desligarse: lo ata al fin del mundo el salvavidas de plomo que Christine Lagarde le dio a Macri cuando aprobó un préstamo irregular que representó en términos relativos 1227% la cuota que le correspondía a la Argentina y triplicó lo aceptado para los créditos Stand-By standard, limitados a un monto que no puede superar el 450% de la cuota.

Cinco años después de ir a pedir socorro al Fondo, el ex presidente viene de pasearse en Chile con el traje de líder regional y en su entorno se divierten cuando ven cómo los formadores de opinión de los grandes medios empiezan a despegar de Massa. La discípula más dura del ingeniero, Patricia Bullrich, acaba de reunir a cientos de empresarios en el Pilar Palace para prometerles un ajuste de shock. La ex ministra festeja antes de tiempo lo que considera un dato de última hora: cree que se vienen abajo dos candidatos del Círculo Rojo a los que considera casi gemelos, Massa y Rodríguez Larreta.

Aunque Argentina no sufre el impacto en forma directa, el clima de inestabilidad global que se desató a partir de la caída del Silicon Valley Bank tiene un capítulo que resuena en el Frente de Todos. La crisis bancaria fue consecuencia de la suba de tasas acelerada, la única receta de la Reserva Federal para bajar la inflación más alta de las últimas cuatro décadas. Con los resultados a la vista, el “dolor” que Jerome Powell había anunciado se convirtió en realidad y logró unificar a Wall Street y a distintos sectores de la clase política en su contra. También el gobierno peronista decidió aplicar una receta similar: en los últimos ocho meses, la tasa de interés efectiva anual se disparó y pasó de 66% a mediados de junio a 113% esta semana.

Ante el cambio abrupto en las valuaciones de los activos, la economía norteamericana parece haber entrado en un terreno desconocido. El rápido rescate del gobierno demócrata de un ecosistema que se jactaba de prescindir del Estado provocó críticas de jugadores de peso como el titular del fondo de cobertura Citadel, Ken Griffin. El llamado rey de los fondos de cobertura, que tuvo ganancias netas por 16 mil millones de dólares en 2022, le dio una entrevista esta semana al Financial Times: “El capitalismo estadounidense se está desmoronando ante nuestros ojos”, dijo. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *