La fuerza de la reacción

Nota publicada en La Política Online el 04/11/2023.

Camino a la segunda vuelta, Macri se convirtió en accionista de la empresa de Milei y quiere su revancha. La falta de combustible, el conflicto de Massa con Techint y el futuro de La Cámpora.

En Argentina, una semana es un año. O parece. Después del impactante triunfo de Sergio Massa en las elecciones del 22 de octubre, la euforia en el oficialismo comenzó a ceder frente a otros sentimientos más ligados a la incertidumbre. Entre el clima de ansiedad que genera la adicción a las encuestas y la necesidad de no relajarse camino a la segunda vuelta, el mensaje que bajó desde las alturas del gobierno de Massa fue el de un escenario incierto y una disputa cerrada en la que no es posible regalar nada.

Tras la fractura expuesta de lo que fue Juntos y la alianza explícita de Javier Milei con Mauricio Macri, el escenario cambió en forma vertiginosa y ahora la derecha dura y la ultraderecha fusionadas irán a un choque inevitable con el peronismo para expulsarlo del poder.

La victoria le permitió a Massa recuperar oxígeno en el frente en el que había sido arrastrado por la inestabilidad en las semanas previas a las generales. Los dólares paralelos comenzaron a ceder en su cotización, la brecha retrocedió hasta 140% -un nivel insostenible después del 19N- y el Banco Central pudo recuperar reservas, en parte gracias al nuevo dólar preferencial -devaluación a medida- que el ministro le concedió a los exportadores la semana pasada. Aunque el nuevo pago al FMI llevó las reservas brutas al nivel más bajo desde 2006, la inestabilidad al menos no está en la superficie.

Fueron los días sin combustible en todo el país los que generaron problemas que se creían superados en la economía y repusieron en la sociedad opositora la certeza de que Argentina está al borde de la parálisis, sólo sostenida por el espejismo de un futuro auspicioso.

Tras la formidable recuperación electoral de Massa, que contó con la tracción de Axel Kicillof en provincia, Macri apuesta a que en dos semanas las grandes protagonistas sean las fuerzas vivas del antiperonismo. Para eso, Milei debe retener los votos de los que lo creyeron una esperanza frente a la casta y rezar para que le perdonen la redituable farsa que protagonizó como líder antisistema.

El rol de padrino y conductor que Macri ejerce ahora sobre Milei en público blinda al economista de ultraderecha camino al balotaje en el terreno mediático y económico y pone a disposición además su estructura para la fiscalización. En paralelo, por lo bajo se da la migración de profesionales y managers del macrismo hacia las filas de figuras como Diana Mondino. Todos están ahora a disposición de un eventual gobierno de La Libertad Avanza. 

En el almuerzo que compartió con Mariano Rajoy después de su participación en el foro organizado por la consultora Abeceb, Macri rememoró lo que el ex presidente de España le decía, que debía volver a ser candidato a presidente. Sin embargo, quienes estuvieron con Macri en privado en las últimas horas lo ven como renacido. “Está reviviendo como si fuera a ganar él”, dice un nexos entre macristas y paleolibertarios.

La jugada del ex presidente es clara: apunta a confrontar dos tipos de reacciones, la reacción conservadora que llevó a Massa a ser el ganador de la primera vuelta ante el horror que representa Milei con una reacción opuesta, la de la rabia antiperonista que en 2019 le permitió a el ingeniero una remontada que, sin embargo, no alcanzó. “Todos pensamos que podemos ganar. Si no, no vamos a hacer todo lo que estamos haciendo”, afirma un ex ministro de Macri que milita por Milei.

En la nueva coalición de derecha pura y dura, pesa como nunca Eduardo Bastitta, un amigo millonario del ex presidente que sostiene a Milei desde el día cero. CEO de Plaza Logística, la compañía que montó el centro de distribución de Mercado Libre en La Matanza y desarrolla en Uruguay el proyecto +Colonia, Bastitta muestra un activo diferencial: cuenta con la confianza de Macri, Milei y Patricia Bullrich para conducir el armado de emergencia hacia la segunda vuelta.

Bastitta tiene a cargo el gran operativo de fiscalización junto con Guillermo Ferraro, el ex director de la consultora KPMG que acredita 35 años de experiencia en el sector privado, trabajó en el rubro financiero y tuvo incluso un paso por la función pública nacional -estuvo en Industria, entre 2002-2005- y porteña bajo el macrismo. Ferraro, que es candidato a ocupar el ministerio de Infraestructura de Milei, presentó en la reunión de coordinación de la nueva alianza un estudio detallado que encargó, provincia por provincia, sobre las mesas donde la derecha debe reforzar su equipo de fiscales. 

En el entorno de Milei, sostienen que el resultado electoral del 22 de octubre se debió en parte a su inexperiencia en el tema, aluden al fraude en modo Trump y hasta especulan con que Luis Barrionuevo fue un infiltrado de Massa. Ferraro ahora cuenta con el apoyo del macrismo puro y le está pidiendo soporte a Ser Fiscal y una ONG que cumplió un rol clave en el tiempo de auge del macrismo, G 25. El objetivo es el de siempre, un ejército de fiscales de mesa y fiscales generales que además tenga presencia en el Correo. La campaña ahora funciona en un edificio de oficinas de Libertador al 7200.

En el oficialismo, conviven los que confían en el liderazgo que ejerce Massa con los que piensan que la fuerza reactiva del antiperonismo es de temer. “Estamos disputando los votos que eran de Macri. Lo mejor que puede pasar es que se queden en su casa o se vayan el fin de semana largo. Se puede dejar de ser peronista, pero antiperonista no dejas de ser nunca”, dice un intendente del conurbano.

Macri puede ayudar a unificar el voto contra Massa como piensan sus incondicionales o puede terminar de hundir a Milei en el Gran Buenos Aires, donde el candidato opositor obtuvo votos de sectores bajos con los que el macrismo nunca contó. Al contrario, en 2019 la imagen del ex presidente atentó contra la sobrevida de María Eugenia Vidal. 

Ya el ex economista jefe de Eduardo Eurnekian se había topado con su propio techo cuando ahuyentó a las mayorías con las consignas para privatizar gran parte de lo que hoy todavía en Argentina se concibe como derecho. La quimera de la dolarización sin dólares que promueve Milei quedó en suspenso porque el paquete accionario que Macri acaba de adquirir en el armado libertario lo condiciona de diferentes maneras. También la “hiper controlada” que promovía el ex candidato Ramiro Marra parece más lejos.

Massa tiene sus propias dificultades como quedó evidenciado con la falta de combustible en todo el país durante varios días. Aunque el ministro-candidato suele culpar al radical Miguel Pesce por parte de sus penurias, esta vez el problema enfrentó a su delegado en el BCRA, Lisandro Cleri, con la YPF controlada por La Cámpora. Entre la falta de coordinación y la irresponsabilidad política, la compañía de mayoría estatal se quedó sin los dólares del Central para pagar seis cargamentos de combustible importado que estaban disponibles. Mientras, el desabastecimiento se extendía en medio de la campaña más importante de los últimos 20 años. Pese a las advertencias de Massa sobre el freno a las exportaciones de crudo, las petroleras fueron premiadas a la salida de la crisis y volvieron a aumentar los combustibles.

El cruce con la burguesía petrolera que el gobierno estimula bajo diferentes tipos de subsidios no fue el único que tuvo Massa con el sector privado en los últimos días. El ministro de Economía se quejó en LN + de los aumentos de precios del Grupo Techint. “Mire el informe de Rubinstein del viernes y se va a dar cuenta que hay sectores con altísima rentabilidad que abusaron por arriba de la inflación (…) Hay sectores de la industria de la chapa, de la industria del acero que claramente fueron por arriba de sus precios internacionales, de sus costos y acumularon rentabilidad”, dijo.

Las críticas de Massa al holding que lidera Paolo Rocca -con quien recuperó desde el ministerio un trato fluido- remiten al talón de Aquiles del gobierno, la falta de dólares. Massa tiene vínculo directo con el vicechairman de Ternium Daniel Novegil y con el director institucional del grupo, David Uriburu.

En el gobierno afirman que desde Ternium presionan por lo bajo para que Massa autorice el acceso a dólares baratos para pagar los barcos con planchones de chapa semielaborada bajo la amenaza de dejar de producir y proveer chapa para automotrices como Toyota, autopartistas importantes, linea blanca y envases para el agro. Cerca de Cristina Fernández de Kirchner siguen con atención un tema que actualiza los cortocircuitos públicos de 2022, cuando la vicepresidenta reclamó que el holding deje de girarse dolares a sí mismo y produzca en Argentina la chapa laminada para los caños del gasoducto Néstor Kirchner.

Entonces desde la T argumentaron que la demanda local de chapa laminada gruesa no justificaba la inversión de 1000 millones de dólares que hace falta para instalar un nuevo laminador. Ahora, en el peronismo afirman que Ternium tiene dos hornos de la ex Somisa de San Nicolás prácticamente inutilizados que podría poner en funcionamiento en el país en lugar de demandar dólares para pagarle a sus filiales en Brasil y México. A eso se suma una jugada todavía más ambiciosa que quedó trunca en 2022: Rocca pretende desde hace mucho recuperar el 26,43% de las acciones del holding que están en manos del Estado nacional desde la estatización de las AFJP.

Los cortocircuitos no impiden que entre los grandes jugadores del poder económico sean mayoría los que abonan la permanencia de Massa como jefe del Ejecutivo. Rocca compite para quedarse con la adjudicación del reversal del gasoducto del Norte, una obra estratégica que permitirá llevar el gas de Vaca Muerta a 7 provincias desde Córdoba hasta Jujuy. Como en el primer tramo del gasoducto Nestor Kirchner, Techint está asociado con Sacde, la constructora que Marcelo Mindlin le compró a Angelo Calcaterra durante la presidencia de Macri. Quienes conocen de cerca el pensamiento empresario sostienen que Rocca y Mindlin conocen muy bien a Massa y lo prefieren antes que al candidato de La Libertad Avanza. “Ellos no quieren intermediarios. Si gana Milei, tienen que ir a buscar a Macri como intermediario”, dicen.

Si Massa se convierte en el nuevo presidente, sería el beneficiario directo de un proceso que estimuló y que incluso estuvo a punto de devorarlo. Confirmado como un candidato que pelea hasta el final y nunca retrocede, Massa logró superar como líder del peronismo el daño permanente que el ministro de Economía le hizo a su proyecto. Ahora es el antídoto contra Milei, último exponente de un sistema político en ruinas para enfrentar a la ultraderecha. Viejos militantes que conocieron a Massa en su etapa de la Ucedé y ahora se paran en la vereda de enfrente lo definen con ironía: “Sergio es un experto en vender soluciones para los quilombos él mismo te arma”. dicen.

Si el creador de la marca Frente Renovador vuelve a ganar en dos semanas, el peronismo y la política habrán ingresado en un nuevo ciclo. El gobierno de unidad nacional se alimentará de la división de Juntos y pondrá a prueba una vez más al kirchnerismo. Con Cristina fuera del gobierno como se dice, La Cámpora enfrentará una instancia inédita. Las diferencias ya llevaron a Andrés Larroque a abandonar la organización para respaldar a Kicillof y a Eduardo De Pedro a masticar bronca por un proceso de primarias que -tal como le advirtieron sin éxito desde su propio entorno- estaba hecho a medida para Massa. En la práctica, la agrupación que fundó Maximo Kirchner ya funciona, según la definición de uno de sus miembros históricos, como una banda de bandas. 

Algunos sostienen que si Massa es presidente La Cámpora no tendrá razón de ser y afirman que el propio Máximo piensa desde hace tiempo en la necesidad de cerrar una etapa y diluirse en el peronismo. Habrá que esperar hasta el 19. Pero algo es seguro: Massa es un jefe siempre activo, que busca conducir, estar encima y reclutar para su propio armado a los dirigentes que considera valiosos. A la vuelta de los años, en ese registro hay muchos que hasta hoy se consideran camporistas y piensan que el espacio que hace una década los llevó a los primeros planos ahora funciona para ellos como un límite.

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