La hora dramática

Nota publicada en La Política Online el 11/11/2023. Foto: TELAM.

Milei busca frenar a Macri y Massa lo exhibe como el padrino del libertario. La fiscalización, la pelea en Córdoba y la economía, claves de ultimo minuto. Entre los números finales y el eje decisor.

Habrá sido el mal cálculo, la inexperiencia o la debilidad con la que se desayunó el 22 de octubre, pero Javier Milei se encontró en el camino al balotaje con un problema que persiguió a muchos en la historia del peronismo: la sombra de un líder pretérito que puede opacarlo y controlarlo. Milei se descontroló en el momento clave de la campaña y colaboró con la formidable remontada de Sergio Massa. Así, quedó entregado para una sociedad con Mauricio Macri de la que nadie sabe cómo saldrá.

La carrera política de Macri está en una hora agónica, hizo volar por los aires su propia creación y ahora quiere resucitar en el cuerpo de Milei. Su apuesta contra Massa es tan alevosa que en La Libertad Avanza intentan desde hace varios días frenar al ex presidente y negar cualquier incidencia suya en un eventual gobierno de la ultraderecha en la Argentina.

Difundida por LLA, la foto de la reunión que Karina Milei, Nicolas Posse, Guillermo Francos, Guillermo Ferraro y Sebastian Pareja tuvieron en las últimas horas para tratar el tema de la fiscalización buscó mostrar autonomía y contrarrestar la omnipresencia de Macri.

De cara a un tema clave de la elección más importante de los últimos 20 años, Macri dispuso todos los recursos que tiene a su alcance para sostener a Milei. El financiamiento a cargo de su amigo empresario Eduardo Bastitta y el envío de una cuadrilla de empleados distinguidos que en teoría deberían ocuparse del tema. El más destacado fue el senador José Torello, el egresado del Cardenal Newman que tiene cero experiencia en fiscalización pero obedece a Macri desde hace décadas, como sólo él es capaz de hacerlo. La presencia del paracaidista Torello generó cortocircuitos con La Libertad Avanza y también cayó mal en el equipo de fiscales de Patricia Bullrich que comanda Paula Bertol.

En busca de agigantar su rol de accionista de la Unión Transitoria de Empresas que acaba de crear con Milei, Macri lanzó a difusión a otros dos hombres de su equipo que, se supone, trabajan en el tema, Guillermo Dietrich y Jorge Triaca. Cerca de Milei, afirman que el ex ministro de Transporte no apareció nunca por la oficina de Avenida Libertador donde funciona el comando conjunto. En su nombre, asistieron dos de las personas que trabajaban en la campaña fallida de Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, Macri propagandiza a Dietrich como parte de su aporte a la campaña de la ultraderecha y provoca malestar en algunos como Guillermo Ferraro, el ex KPMG que Posse incorporó al armado de Milei. El macrista Dietrich no lo dice pero Ferraro lo sospecha: pretende quedarse con el ministerio de Infraestructura que Milei le asignó a él.

Las tensiones incipientes entre la tropa del candidato a presidente y el ingeniero que consumió su tiempo en la Casa Rosada más rápido de lo que hubiera querido no impiden que la fuerzas del antiperonismo convoquen grandes voluntades para expulsar a Massa del poder. Según dicen en el comando conjunto de campaña, nada menos que 75 mil personas se inscribieron en 72 horas para ingresar en la plataforma de capacitación para fiscales que Bullrich puso a disposición de Milei. 

Si el candidato que reivindica a Carlos Menem y Domingo Cavallo logra salir indemne del debate con un Massa que conoce de memoria la materia, la última semana será decisiva porque los que aún no decidieron su voto pueden definir el nombre del próximo presidente.

Con la fusión de la derecha dura y la ultraderecha, la oposición no peronista cambió su fisonomía, sepultó su perfil liberal en lo político y se endureció como nunca desde el regreso de la democracia. Se pudo ver en el debate de Victoria Villarruel con Agustin Rossi, donde la candidata a vicepresidenta defendió al represor Juan Daniel Amelong. Allí Karina Milei se mostró junto a Pablo Walter, el líder del PRO en Tucumán que militó en democracia por el proyecto del dictador Antonio Domingo Bussi.

De acuerdo a las mediciones de la consultora Aresco, el escenario de las últimas semanas es más estable que el período extenso y turbulento que fue del 13 de agosto al 22 de octubre. En esos dos meses, Milei llegó a tocar los 40 puntos de intención de voto y cayó después hasta las 30, mientras Massa sumó un porcentaje decisivo en los últimos tres o cuatro días. El ministro de Economía dio el salto cuando captó directamente votos que Milei perdió, lo más probable de peronistas enojados que fueron y volvieron. 

Ahora, la consultora que dirige Federico Aurelio plantea un escenario abierto y tiene a Milei arriba 4 puntos de Massa, una diferencia que está cerca del margen de error y puede alterarse si el candidato de Unión por la Patria suma sobre el final 2 puntos y medio. En una elección en que los dos tienen un porcentaje de votantes que confiesa ir a votarlos con la nariz tapada, Milei se destaca porque entre un 10 y un 15% de los que lo apoyan admiten que tienen serias dudas sobre su capacidad de gobernar. Massa podría convencerlos a última hora y volver a sorprender así a una Cristina Fernández que, según dicen quienes la visitan, mira entre el escepticismo y la preocupación el resultado de la segunda vuelta.

Según el comando de campaña LLA-PRO, nada menos que 75 mil personas se inscribieron en 72 horas para ingresar en la plataforma de capacitación para fiscales que Bullrich puso a disposición de Milei.

En un escenario de paridad en casi todos los rangos etarios, esto más preocupante para el ministro de Economía está en la franja de votantes que tiene entre 16 y 23 años. Allí, según la tendencia que observa Aurelio, Milei le está ganando a Masa por alrededor de 30 puntos de ventaja. Esa generación, que representa hoy el 18% del electorado, resulta la menos permeable a uno de los debates centrales que viene planteando el oficialismo con mucha eficacia: estado vs mercado, democracia vs autoritarismo, consenso alfonsinista vs reivindicación de la dictadura más sangrienta de la historia argentina. Tienen otras urgencias o solo miran un presente que asumen como dado.

El debate puede contribuir a definir cuál va a ser el eje decisor. A Massa no le conviene que sea continuidad vs cambio porque la realidad que agravó como ministro lo perjudica, desde la inflación interanual que escaló al 140% hasta el continente de pobres en expansión que -tras la devaluación del 14 de agosto- se estima en más de 19 millones de personas. Tampoco le rendiria que se imponga el eje oficialismo vs oposición porque la cuenta de la última elección da 37 vs 63. Voceros autorizados de Milei como Francos esperan que entre el 70 y el 80% de los casi 6,5 millones de votantes que apostaron por Bullrich se vuelquen ahora por el ex jefe de economistas de Eduardo Eurnekian.

Mientras desde el mileismo buscan minimizar el paquete accionario de Macri en un eventual gobierno, al lado de Massa ven que la mano del ex presidente está en todo. La expertise de los colaboradores de Macri se advierte en el discurso que asumió Milei en el último tramo con el objetivo de desmentir en un mes toda una vida de alaridos por una tiranía de mercado. Pero también en algunos distritos claves.

Massa volvió muy conforme de su visita a Córdoba. Desde el Frente Renovador afirman que desde el tiempo en que vivía Jose Manuel De la Sota no se advertía un entusiasmo tan grande por una candidatura nacional. El próximo domingo, su objetivo será lograr al menos lo que obtuvo Daniel Scioli en 2015, el 28% de los votos, frente a un Macri por entonces arrasador. Massa consiguió exactamente la mitad hace un mes, cuando llegó al 14% de los votos y salió cuarto. Puede pensarse que había partido desde un piso bajísimo, el 2% que obtuvieron los candidatos del kirchnerismo en las elecciones a gobernador de junio pasado.

Ahora, con Juan Schiaretti fuera de la contienda, Unión por la Patria aspira a quedarse con parte de ese electorado, pero choca con un gobernador implacable con quien, hace cuatro años, fue su socio fugaz en el experimento fallido de Alternativa Federal.

La virulencia con la que el gobernador saliente identifica a Massa con todos los males del kirchnerismo lleva al ministro-candidato a señalarlo en privado como alguien que todavía hoy actúa como empleado de Macri. En el Palacio de Hacienda están convencidos de que Schiaretti ya se prepara para ser parte de un eventual gobierno de Milei, algo que al lado del todavía gobernador niegan y llegan incluso a calificar de “delirante”. ¿Por qué Schiaretti entonces identifica a su ex aliado con el kirchnerismo cuando enfrente está la ultraderecha? “Solo lo saben ellos dos”, afirma un peronista que no quiere dar precisiones pero conoce muy bien a los protagonistas de la historia.

El todavía gobernador asegura que está distanciado de Macri desde que impidió la conformación del frente de frentes que promocionaba junto a Larreta y una parte del radicalismo. Pero sus pronunciamientos benefician a Milei y el dato no es menor porque termina su tercer mandato con más del 60% de imagen positiva en su provincia. Según los cálculos del gobierno, 4 puntos de diferencia más o menos en Córdoba inciden apenas un 0,3% en la cuenta nacional, pero en una pelea tan cerrada cada voto vale oro.

Martin Llaryora no se plegó al discurso de Schiaretti contra Macri y da señales ambiguas. Por lo bajo, tanto desde el campamento de Massa como del de Milei afirman que el gobernador entrante se muestra proclive a apoyarlos. Massa tiene vínculo a través de Juanjo Alvarez con dos dirigentes muy cercanos a Llaryora, Juan Domingo Viola y Miguel Siciliano.

Massa y Macri se acusan uno a otro de ir a esta elección con sed de venganza. La fiscalización, la presión del ex presidente en Córdoba y el aporte de un grupo de economistas del PRO como Luis “Toto” Caputo y Federico Sturzenegger, a la campaña de Milei muestran su intervención. En lo alto del macrismo, admiten que Caputo llegó de la mano del ex presidente. “Está claro. Es Milei al gobierno, Macri al poder”, apunta un hombre clave de Massa. 

Paradójicamente, el ministro de Economía necesita que la cuestión de la que debe ocuparse no incline la balanza. Sin embargo, el anuncio de que su eventual jefe del Palacio de Hacienda va a ser parte de la oposición activó una danza de candidatos, dejó a un lado el gastado comodín de Roberto Lavagna y delató que todavía no está definido quién va a poner el cuerpo al ajuste de shock que se prepara. En el caso de Milei, los interrogantes son tantos más porque las mil formas de dolarización que compiten entre sí son consideradas inviables por un pelotón de economistas de tradiciones enfrentadas, tanto en lo político como en lo técnico. Como casi siempre, es llegar y después ver.

Inscripta en la disputa prolongada entre el gobierno y la Corte que preside el peronista Horacio Rosatti, la causa judicial por espionaje ilegal contra el policía Ariel Zanchetta y el funcionario de La Cámpora Fabian “Conu” Rodriguez atenta contra una campaña que el peronismo oficial enmarca en la disyuntiva democracia/ autoritarismo.

La lista de 1196 personas espiadas que impulsó el fiscal antikirchnerista Gerardo Pollicita y el juez Marcelo Martinez de Giorgi sugiere que también el camporismo es capaz de ordenar un espionaje berreta al estilo de Macri, contra sus propios aliados. La causa está atada al caso de Lago Escondido, donde también a través de espionaje ilegal se descubrió que los directivos del Grupo Clarín viajaron con agente de inteligencia y funcionarios de Larreta a la mansión del magnate británico Joe Lewis.

Los especialistas en el tema afirman que Martinez de Giorgi es un histórico subordinado de Antonio Stiuso, rival eterno de Fernando Pocino, un espía del radicalismo que alcanzó grandes coincidencias programáticas con altos dirigentes de La Campora. Enemigo de Cristina, Stiuso está ligado a Macri pero también presta servicios para empresarios muy cercanos al candidato de Unión por la Patria. El ya ganó.

El nuevo capítulo que une a los servicios de inteligencia con los tribunales federales y la política es parte de una pelea desesperada por el poder, librada a años luz de la vida de las mayorías. Por eso, en el gobierno sostienen que tendrá cero impacto electoral en el contexto actual. Si Martin Insaurralde no incidió, razonan, la pelea entre bandas y personajes desconocidos menos aún. Como con el yate, el impacto es puertas adentro del heterogéneo arco oficialista, admiten otros, porque desmoraliza a la militancia, genera divisiones y potencia las desconfianzas en un momento en el que el peronismo pretende ser la cara de la democracia frente al avance de una ultraderecha salvaje y peligrosa.


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