A triunfar, a triunfar

Nota publicada en La Política Online el 2/7/2023.

En una semana, la cúpula del peronismo oficialista se ordenó atrás de Massa y recuperó el optimismo. Bullrich festeja el traspié de Milei y se cree la nueva dueña del descontento. El Circulo Rojo ya ganó.

“Vamos a ganar en primera vuelta”. El cierre de listas y la elección de Sergio Massa como el candidato de la unidad en el peronismo oficialista despertó un optimismo notable en la cúpula del ex Frente de Todos. Bajo la figura del ministro de Economía, se insinúa un nuevo orden que subordina al kirchnerismo y lo ubica como actor secundario por primera vez en las últimas dos décadas. Sin embargo, el entusiasmo impregna a las distintas facciones del espacio de gobierno.

Los altos mandos de La Cámpora que, tal como se contó hace seis meses en esta columna, anunciaban a Massa como futuro presidente ya desde fines del año pasado pueden argumentar que tenían razón. Ahora lo mismo piensan en la facción mayoritaria de la élite de gobierno y en parte de las segundas líneas que, paradójicamente, creen haberse liberado de Cristina gracias al candidato que solo pudo ser gracias a ella. 

Dueños de la Argentina, fondos de inversión especulativos, gobernadores, intendentes, sindicalistas, arrepentidos del kirchnerismo y antiguos cazatraidores confían tanto en Massa como para creerlo capaz de revertir la imagen que dejó el peronismo de unidad en sus casi cuatro años de mandato. Todos con un brote de massismo intenso, impulsan un candidato que tiene -en el poder- incluso más apoyos de los que tuvo Mauricio Macri.

La inflación más alta de los últimos 30 años, la caída sistematica del poder adquisitivo, el fuerte aumento de la desigualdad en el primer trimestre que acaba de informar el INDEC y la suba de la pobreza resultan en la mayoría de los análisis datos secundarios. También el espectáculo de las diferencias que la vicepresidenta proyectó a lo más alto, el lunes pasado, en un escenario que estaba preparado para otra cosa.

El agua y el aceite se funden en Unión por la Patria porque consideran que la herencia recibida, la pose de salvador de Massa, la violenta confrontación interna en Juntos y los votos que pueda obtener Javier Milei van a abrir paso a un escenario de pura ganancia. Por lo pronto, el Círculo Rojo ya ganó: se va empachar con el menú de candidatos horneados en su cocina.

Massa reparó en poco más de tres años su periplo 2013-2019, cuando fue primero jefe del antikirchnerismo y luego socio decisivo del macrismo. Hoy es valorado con palabras mayores, que van desde elogiar su profesionalismo hasta destacar incluso su lealtad. Nada de eso hubiera sido posible sin la debilidad cruzada y el juego autodestructivo al que se entregaron el presidente y su vice. Massa, que lo supo ver, se paró a resguardo de esa tensión y se empoderó gracias a ella.

En el acto en el que se anunció la recuperación del avión de los vuelos de la muerte para la ex Esma, Cristina contó que el ministro la desafía con apuestas todo el tiempo. “Vos sos medio fullero. Cada cosa que le digo, me dice ‘te apuesto esto, te apuesto aquello, te apuesto un costillar’. Bueno, no importa, hay gente que apuesta y está bien apostar, porque para ganar también hay que apostar siempre”, dijo entre aplausos. Es cierto. Jorge Brito, el gran sponsor que acompañó como nadie al creador del Frente Renovador, siempre decía que Massa lo acosaba con sus apuestas. Brito no se prendía por dos razones. Primero porque, decía, a él no le gustaba. Segundo, porque le había tocado con dolor descubrir la mayo coherencia del candidato: que el desafiante Massa nunca pagaba.

La apuesta de Massa, hasta ahora al menos, tuvo resultados inmejorables. Cristina no se inclinó por los hijos de la generación diezmada sino por un militante full time que se formó en la Ucede, tal como lo atestigua la euforia que envuelve a Carlos Maslatón desde el viernes pasado.

El candidato que tendrá a Juan Grabois como único rival interno logró liquidar a Eduardo de Pedro y Daniel Scioli en un solo movimiento. Contó para eso con el apoyo militante de Maximo Kirchner, de Cristina y de un funcionario que se elevó por encima de todos en beneficio de Massa, Juan Manuel Olmos.

Paradojas de la unidad, el vicejefe de gabinete -que antes de ser albertista había acompañado al Massa opositor- llegó a través de De Pedro a la costa de Maximo y Cristina. Olmos suele decir que su objetivo es emular a Juan Carlos “Chueco” Mazzón, el operador todoterreno que trabajó para el peronismo con todos los gobiernos y conocía hasta el último dirigente del PJ, en el último pueblo de la Argentina.

Olmos tiene un poder económico que lo distingue y un territorio propio y rentable, la ciudad de Buenos Aires. Desde ahí, lidera un bloque que vale oro para las leyes de Horacio Rodriguez Larreta y puede lograr la eventual convivencia entre Nación y Ciudad a partir del 10 de diciembre. Cerca de Massa, ya lo señalan como su jefe de campaña y su futuro jefe de gabinete.

Las declaraciones que Olmos aportó en exclusiva a LPO muestran que su modo de operar es capaz de conformar a todos. Hasta Scioli, el gran perdedor, admite que las cosas fueron tal como las cuenta el lugarteniente de Massa que logró poner de acuerdo a Alberto y Cristina.

Antes de viajar este domingo a Brasilia, Scioli hizo un raid para acoplarse al esquema victorioso de Massa. Habló y discutió con el Presidente durante todo el viaje a Brasil el lunes pasado, visitó a Cristina durante 45 minutos en el Senado el miércoles y se mostró con Massa en Economía. “Jamás te hubiese pedido que te bajes de las PASO, jamás”, le dijo la vicepresidenta en su despacho. Algo de ese estilo ya había anunciado CFK el lunes en el acto de la Terminal Sur de Aeroparque.

Salvo a Fernández, a quien considera todavía un amigo, Scioli no culpa a nadie por el acuerdo de cúpula que lo dejó afuera de todo. “¿Qué explicación tiene que apareció una ola, me dio vuelta la lancha y perdí un brazo?”, dice, como si una vez más el destino se hubiera ensañado en lastimarlo.

Scioli estaba convencido de que si iba a las PASO le ganaba a cualquiera, algo que sabía Massa, de acuerdo a la ucronía que repite el sciolismo. El ex gobernador también lo dice a su manera: “Venía una ola naranja impresionante, yo mismo estaba sorprendido. Era bueno porque alimentaba el espacio”.

Los amigos de Scioli le critican no haberse acercado más a Cristina antes del cierre de listas. El ex motonauta dice que no lo hizo porque sabía que la ex presidenta no le iba a pedir que se bajara. Lo considera, piensa, confiable y previsible. Sin embargo, Maximo lo veía como un títere de Fernández.

Agustin Rossi, que despegó a tiempo de la ingeniería que pretendía el presidente, tuvo premio. El jefe de gabinete había retomado el contacto con Kirchner hijo bastante antes de que el acuerdo entre facciones lo designara candidato a vice. Ya Rossi le había anticipado al líder de La Cámpora que no iba a competir por la presidencia y había intentado con él un acuerdo para colocar en las listas a los dirigentes de la Corriente Nacional de Militancia, el espacio que lidera en todo el país.

Alberto, que nunca logró ni construir ni conducir un espacio propio, lo considera su representante pero Rossi -que, pese a todas las discusiones, nunca se fue del kirchnerismo- es bastante más que eso.

Tanto que a Maximo le asignan una frase que se escuchó en Diputados, sobre el filo del cierre de listas y, de ser cierta, ilustra la ambigüedad con que se mueve el mayor socio de Massa. “Gracias a Agustin, en nuestra fórmula no va a flamear la bandera norteamericana”.

Massa y Rossi se comunicaron por teléfono por primera vez el viernes 23 a la noche, un rato después de que el community manager de Unión por la Patria anunciara que eran los integrantes de la sorpresiva fórmula. Fue casi una presentación en nuevos roles. Hasta entonces, eran parte del mismo gobierno pero, como tantos otros, andaban caminos separados.

Aunque Massa tiene el crédito de Cristina, Rossi expresa la cuota accesoria de progresismo en la fórmula. Por fuera están las candidaturas de Grabois y Paula Abal Medina, que arrancan desde muy atrás pero tienen licencias que no tuvo ese Scioli al que le exigen candidatos en todo el país para habilitarle las primeras PASO presidenciales del cristinismo en casi 15 años. 

A Patria Grande, el espacio de Grabois, le llovieron en la última semana llamados de kirchneristas estafados que en todo el país se dicen dispuestos a fiscalizar o colaborar con su campaña. Considerado marginal por lo alto del gobierno, su postulación apuesta a capitalizar la desilusión con un desenlace que, a ojos de la militancia, no se condice con los 20 años del kirchnerismo. Habrá que ver si es apenas una forma de contener la frustración y evitarle a Cristina fugas hacia la abstención o el Frente de Izquierda o si Grabois logra expresar realmente una corriente importante.

Los datos que difundió esta semana el INDEC -y los optimistas del gobierno ignoran- pueden ser el principal insumo del espacio anti-Massa. En el primer trimestre del año, el coeficiente de Gini mostró un fuerte aumento en la desigualdad y alcanzó un valor de 0,446, el más alto desde el primer trimestre de 2021, cuando se dio el mayor impacto de la pandemia. Además, fue el peor dato para un primer trimestre desde el inicio de 2019, cuando gobernaba Macri. Ni el aumento del empleo ni el fuerte crecimiento de la industria en el mismo periodo pudieron impedir que se amplíe la grieta de los ingresos y la injusticia en el reparto de la torta.

En Argentina el 62,6% de la población percibe un ingreso promedio de 123,782 pesos, muy por debajo de la canasta básica total fijada en 217.000 pesos para una familia que, se supone, no paga alquiler o tiene resuelto el problema de la vivienda. En el primer trimestre 2023 del ministro Massa, el 10% de la población con mayores ingresos per cápita familia concentró el 33,8% del total del PBI y tuvo 19 veces más ingresos que el 10% más pobre. Además, el ingreso promedio de los cuatro deciles más bajos de la población fue de apenas 42.953 pesos por mes. A eso hay que sumarle que el último índice de salarios mostró esta semana una caída de 15% para los ingresos de los informales en relación a abril de 2022.

Tal vez con miras a esa realidad que el Papa Francisco atiende con especial preocupación, Massa reinició hace algunos meses gestiones a través de un dirigente de su confianza para llegar a las alturas vaticanas. Una vez más, no tuvo éxito. El eficaz Olmos, que fue bautizado por Jorge Bergoglio en el Colegio Máximo de San Miguel hace casi medio siglo, tal vez tenga suerte en la misión más difícil, si es que su líder gana en octubre, como ahora piensa la mayor parte del peronismo oficialista.

En la oposición, el optimismo se respira en las filas de Patricia Bullrich. Al lado de la jefa del PRO, piensan que la sociedad está harta del peronismo en todas sus formas y afirman que a Rodríguez Larreta le acaba de surgir un gemelo que compite por sus votos. Massa, uno de los pocos amigos que el jefe de Gobierno tiene en la política, puede complicar sus planes y contribuir a la victoria de Bullrich. La ex ministra de Seguridad también festeja con los indicios de que su media naranja, Javier Milei, llegará a las PASO sin el envión de hace unos meses.

Bullrich quiso hacer rendir el recurso de la xenofobia en campaña y quedó enredada en las últimas horas con sus teorías sobre la cantidad de extranjeros en las universidades argentinas. Sin embargo, a su lado, hablan casi como si ya hubiera ganado las presidenciales. Dicen que es una política pragmática y más negociadora de lo que muestran sus rivales, pero aclaran que negocia siempre desde una posición de fuerza. De acuerdo a esa versión, el discurso antiperonista rabioso que profundizó en los últimos tiempos todavía más fue parte de una estrategia para impedir que los votos crucen al campamento de Milei. 

Hoy el jefe de campaña y la persona a la que más escucha Bullrich es el gurú Derek Hampton, el consultor que se cree destinado a dejar a Jaime Durán Barba como sinónimo de pasado. El ecuatoriano también está en Buenos Aires: asesora a Larreta y aprovechará este miércoles para presentar el nuevo libro de Antoni Gutierrez Rubi, el catalan que trabajó con Cristina, Alberto y Massa, en un orden discutible.

La ex ministra de Macri y Fernando de la Rúa destripó a Larreta en los últimos días, cuando lo trató de ventajero y oportunista. Fue su respuesta a una jugada del porteño para emparentarla con Macri y con el fracaso. ¿Bullrich habló en defensa del ex presidente porque así lo sintió o porque Macri la internó con llamados para que lo hiciera? La duda circula entre las primeras líneas de PRO. Algo es indudable: el ingeniero no soporta que miembros destacados del partido que fundó lo traten de fracasado.

Quedan 40 días para saber quién tiene razones para decirse triunfador. La herencia será pesada. El pago de U$2700 millones que Massa le hizo al Fondo con DEGs y yuanes hundió todavía más las reservas netas que, según Ecolatina, ya están en terreno negativo por 3500 millones de dólares. En junio, el Central vendió en el mercado cambiario U$682 millones y las ventas llegan a U$ 2.805 millones en lo que va de 2023. La consultora que dirige Santiago Manoukian sostiene que fue el junio más desfavorable para años con cepo cambiario y el segundo peor primer semestre de los últimos 20 años, solo superado para mal por la crisis cambiaria de Macri en 2018.

Para el director de Analytica Ricardo Delgado, hoy el peronismo de Massa y Cristina está usufructuando las ventajas del capital financiero y las acciones de empresas como Edenor, el Banco Macro y Mirgor suben porque los inversores ven garantías de que, gane quien gane, viene un gobierno de mercado. El mercado ya votó. Sin embargo, la brecha cambiaria en torno al 90% no es sostenible y en estas condiciones sólo pueden ingresar capitales especulativos. El Fondo tiene parte de la llave para el futuro del gobierno antes de las PASO. Después, los votos van a decidir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *