Fuera de Tiempo con Paula Varela

Paula Varela, politóloga, doctora en Ciencias Sociales, profesora de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET, conversó con Diego Genoud sobre el mapa y la morfología de la clase trabajadora.


“Las contradicciones que genera Milei”. Editorial 26 de septiembre en Radio con Vos.

Falta un poco menos de un mes para las elecciones presidenciales del 22 de octubre. Elecciones cruciales para la democracia argentina. Elecciones inciertas, quizá como pocas veces. Sin embargo, ya tenemos algunos elementos sobre el país que viene, desde el punto de vista político. Lo que se ve a esta altura es un mapa de poder fragmentado. Lo vimos este domingo, en el triunfo del radicalismo en Mendoza, con Alfredo Cornejo, y con un peronismo que salió tercero, su peor resultado allí desde el regreso de la democracia.

La victoria de Cornejo se inscribe en un mapa donde hay veinte provincias que eligieron gobernador, donde se desdoblaron las elecciones para desligarse de la suerte del poder central. La UCR va a gobernar cinco provincias a partir de diciembre: Jujuy, Corrientes y Mendoza, donde ya gobernaba, Chaco y Santa Fe. El PRO va a gobernar otras tres provincias: San Juan, Chubut, San Luis y se espera que gane también la Ciudad de Buenos Aires. Hay que ver qué pasa en Entre Ríos. Pero el PRO, la fuerza que fundó Macri, espera gobernar en cinco provincias. 

Hasta ahora el grupo que se llamó Frente de Todos, y hoy es Unión por la Patria, está gobernando siete provincias, incluidos sus aliados. Además, hay otras cinco provincias de fuerzas que podemos llamar provinciales. Ahí tenés a Claudio Vidal, que le provocó la derrota histórica al kirchnerismo en Santa Cruz. Tenés, por supuesto, al cordobesismo ahora en manos de Martín Llaryora. Y también están Rio Negro, Neuquén, Salta.

En ese mapa de poder fragmentado es que Sergio Massa, ministro y candidato, interventor del gobierno, presidente en funciones, está llamando a un gobierno de unidad nacional. El acto del fin de semana en Salta —con Gerardo Morales, el radical jujeño que había acompañado como vice a Larreta, con Gustavo Sáenz, el gobernador salteño— habla de esa pretensión de Massa de liderar un gobierno de unidad con parte de lo que hoy es Juntos. Y no con actores menores, sino que estamos hablando de Gerardo Morales, alguien que tiene una sociedad histórica con Massa desde hace muchísimo tiempo, aunque el propio gobernador después salga a relativizar esa foto.

Otra postal. El regreso de Cristina, una versión de ella que ya no altera como antes el escenario político cuando hablaba y pasábamos semanas enteras comentando lo que decía. En parte, por la derrota que sufrió el Frente de Todos en 2021; en parte, por el fracaso del Frente de Todos surgido del dedo de Cristina; en parte, porque Cristina ya no está en carrera para gobernar en la Argentina, ni siquiera como candidata en la boleta, asunto que los propios le reclamaban. Cristina cedió el poder que le quedaba, por lo menos en estas elecciones, a Sergio Massa. Se la ve como una Cristina herbívora, por momentos, fuera de la disputa del poder. Ya no es protagonista en esa compulsa, como tampoco lo es Macri.

Cristina habló en la UMET para los propios, quizá como siempre, mientras Massa está en el centro de la escena. Por eso sorprende verla a Patricia Bullrich tildada en el antikirchnerismo, hablando contra él como si el kirchnerismo siguiera siendo el de 2015 o el de 2011. Habrá que ver si esto le da resultado. Las encuestas que maneja el Gobierno muestran que Bullrich está relegada en esa pelea, y que Milei y Massa están en condiciones de ir al balotaje. Las encuestas pueden fallar, lo sabemos, así que habrá que verlo cuando llegue la hora de votar. 
Pero Massa tiene, además de la ambición de construir o presentar la propuesta de un gobierno de unidad nacional, un escenario muy complicado desde el punto de vista económico. El descontrol de los precios donde todo dura nada. El dólar blue que vuelve a subir por estas horas y sirve como memoria de que todo está atado con alambre, aunque no parezca. Todo es caro para las personas que viven de un ingreso en pesos, todo es regalado para los turistas que vienen a la Argentina. Pero sólo para ellos.
 
Con Massa como ministro aumentó la desigualdad, con Massa como ministro aumentó la pobreza, con Massa la inflación está en el 120%, 125%, 130%. Los datos del INDEC que se están conociendo en estas horas generan preocupación en el Gobierno, en Unión por la Patria, porque esto es gestión Massa.
 
Estos datos de pobreza corresponden a un escenario que ya quedó viejo, porque son los del primer semestre de 2023, antes de la devaluación ejecutada por el ministro, según dice, por exigencia del Fondo Monetario Internacional. Pero también por la propia fragilidad a la que había llegado el FDT que no tenía margen para discutir con el FMI esa devaluación que se aplicó al día siguiente de la derrota en las PASO. Un mazazo para los que viven de un ingreso en pesos en la Argentina.
 
Leía una nota de Esteban Rafele, periodista de El Cronista, que trabaja en esta radio, con proyecciones de la pobreza a fin de año después de la devaluación. No está claro con qué números de pobreza se va a ir Unión por la Patria del gobierno, si se va. Pero se habla de 43% o 45% de pobreza en esa nota donde Rafele consulta distintos especialistas. Con los niveles de inflación de dos dígitos, una brecha cambiaria que está en 115%, es muy difícil prever en qué condiciones va a terminar la gestión del ministro Massa.

En ese contexto hay que leer los paliativos que el tigrense anuncia de manera permanente, en este mes donde se juega la sobrevida, el pasaje al balotaje. Anunció en las últimas horas un bono para casi 3 millones de trabajadores no registrados. Se habla de la posibilidad de un IFE, como si estuviéramos otra vez en pandemia. De un bono para desempleados. Un esfuerzo que está haciendo el gobierno porque representa un costo fiscal, según las distintas proyecciones, de 1,3% del PBI. Es mucho para una administración que fue de rodillas a pedirle desembolsos al Fondo, es mucho para una administración en la que la fragilidad se advierte por los cuatro costados. Sin embargo, es algo parecido a lo que hizo Macri en su momento. Massa espera que también le dé resultado.

Todo esto es parte del deterioro crónico. Si uno mira este cuadro general en cualquier otra circunstancia, el Gobierno estaría terminado. Pero ya sea por la capacidad de Massa, ya sea el fracaso de la aventura de Macri en el gobierno o ya sea la aparición de Milei, se supone que estamos en un escenario incierto. No sabemos cómo termina esta película y se habla de las elecciones más imprevisibles en mucho tiempo.

Milei aparece como la ultraderecha que quiere privatizar todo, desde el agua hasta las calles. Y aparece como una emergente que viene o se promociona como parte de un rechazo al sistema que viene desde afuera. Eso es lo que dice Milei que viene a ser y por eso, se supone, se lo elige. Porque no tiene que ver o no está contaminado con los fracasos de los últimos años. Sin embargo, al lado de Milei está Barrionuevo, con una historia larguísima y con un intento frustrado, hace apenas unos meses, de llevar a “Wado” de Pedro a la Presidencia. Era casi su jefe de campaña. Luis Barrionuevo pasó en pocos meses de “Wado” de Pedro a Javier Milei. 

Milei dice que no tiene nada que ver con el sistema pero promociona un modelo de contrato laboral que es el de la UOCRA de Gerardo Martínez. El modelo que elogia Paolo Rocca, uno de los dueños de Techint. El modelo de Martínez está en la plataforma de Javier Milei, el del sindicalista preferido durante muchos años de la vicepresidenta.

Aparte Milei tiene como sponsor histórico, quizá uno de sus grandes financistas, a Eduardo Eurnekián, el dueño de Aeropuertos Argentinos 2000, que un día habla ante The Economist y dice que su antiguo empleado va a ser un gran presidente. Al otro día, dice que no lo conoce, que va a ser un dictador y que no estamos para dictadores.
 
Gerardo Martínez, Luis Barrionuevo, Eduardo Eurnekián, actores permanentes del poder en la Argentina. El fin de semana leía también una nota muy interesante del economista Horacio Rovelli en El Cohete a la Luna. Entre los asesores de Javier Milei también está Darío Epstein, por ejemplo, alguien que trabajó con Martín Redrado y está sentado en el directorio de Pampa Energía, una de las empresas más grandes de la Argentina, con intereses en Vaca Muerta, de Marcelo Mindlin, un íntimo amigo de Sergio Massa. También tiene Javier Milei como asesor en Energía a Eduardo Rodríguez Chirillo, su principal referente en un tema crucial como es la energía, asesor de Flavia Royon, la secretaria de Energía de Sergio Massa.
 
Si la opción es Massa o Milei, como marcan algunas encuestas, nadie puede decir o asegurar que sean lo mismo pero tampoco nadie puede negar que Massa y Milei son grandes socios desde hace tiempo. Comparten a Eurnekián como sponsor, a ese Eurnekián que hace poco dijo que estaba maravillado con Patricia Bullrich pero que acaba de recibir un contrato para confeccionar los pasaportes y los DNI de este gobierno y que tiene una relación con Sergio Massa que nadie oculta. También comparten a Vila-Manzano, que lo conocen muy bien a Milei y le dieron la plataforma principal para convertirse en un producto que después se viralizó en redes sociales. Además comparten la idea de una nueva polarización que los lleve al balotaje.

No estamos hablando solo de una sociedad, una alianza táctica hasta el 22 de octubre o hasta el 19 de noviembre. Marina Dal Poggetto, la economista que citó Cristina en su clase magistral de la UMET, habló hace muy poco ante un grupo de empresarios muy importantes de la Argentina y dijo que Massa y Milei tienen una relación estrecha pero Milei le va a comprar la gobernabilidad a Massa y le va a comprar el programa a Cavallo. Algo similar a lo que intentó hacer en su momento Macri, un ensayo que duró bastante. Pero después Macri lo arruinó en el camino y no pudo completarlo.

Y en la nota de Horacio Rovelli, que recomiendo, se habla de otra contradicción: el conflicto entre el poder económico local y el mundo financiero que representa Milei. El conflicto que Milei le genera al establishment, a los mismos que lo promocionaron imaginando que podía correr la discusión a la derecha pero nunca llegar al poder. Un conflicto con Clarín que se abre, supuestamente, por el 5G. Un conflicto con La Nación, que sigue apostando a Macri. Se habló mucho de que Macri tenía intereses en LN+. Son fuerzas que en su momento eran parte del bloque antikirchnerista y ahora ven como Javier Milei puede generarles un problema. 

Así como el peronismo de Cristina queda devaluado en manos de Massa, así también se divide la derecha en la Argentina. Y no es un invento local. Ante el fracaso del sistema político, ante el fracaso de la derecha tradicional en un mundo como el actual, en un cuadro como el que describía al comienzo, aparece la ultraderecha. Y la derecha tradicional también queda cuestionada por haber sido parte de los fracasos del sistema político. Pasó en Estados Unidos con Trump. Pasó en Brasil, donde los mismos que apostaron por Bolsonaro volvieron horrorizados a Lula después de un mandato de Bolsonaro.
 
Y pasa también acá, ahora, donde brotan de repente defensores del gradualismo, defensores del Estado, defensores de la democracia. Una democracia que a 40 años de su regreso no le da respuestas a la mayor parte de la población. Un 40% de la población que vive, según el INDEC, por debajo de la línea de pobreza.
 
Estas son apenas una parte de las contradicciones que genera hoy Milei en el sistema político o las contradicciones que, quizá, en realidad, le permitieron a Milei llegar hasta donde llegó.

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