Fuera de Tiempo con Federico Lorenz

Federico Lorenz, historiador, escritor y exdirector del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, conversó con Diego Genoud sobre las Islas Malvinas y el nacionalismo en pleno Mundial.

“Una de suspenso”. Editorial del 3 de diciembre en FM Milenium.

Todo está en suspenso y parece secundario al lado del espectáculo del Mundial de Fútbol. Bastante hablamos de eso la semana pasada en la entrevista que hicimos con el escritor Juan Becerra. Las imágenes que llegan desde Qatar, donde está instalado todo el poder, también sorprenden e indican algo importante, sintomático.

El poder global está instalado en Qatar, pero también el poder local. Los argentinos, los que tienen el poder en la Argentina, se exhiben en los estadios de Qatar viendo a la Selección nacional. Vimos en los últimos días, en la última semana larga, imágenes de la dirigencia argentina: políticos, empresarios, economistas, actores de peso de Comodoro Py. Algunos, incluso, con peso en el mundo de los servicios de inteligencia; otros que en su momento nacieron como sindicalistas y hoy están más ligados al negocio de los medios de comunicación.

Macri y Gustavo Arribas, su exjefe de la SIDE, representante de futbolistas, broker, en la tribuna con José Luis Manzano, el dueño de la distribuidora de luz más grande de la Argentina desde que el Frente de Todos lo autorizó a entrar en ese negocio. Manzano, socio también de Vila en el Grupo América. Charlaba con él Martín Redrado, candidato habitual a Ministro de Economía. Víctor Santa María, dueño de Página 12, de Canal 9, de IP. Menciono solo a algunos, los más notables que aparecieron en Qatar en estos días. 

Una fauna diversa se encuentra en la tribuna y, como siempre, a años luz de los problemas de la mayoría de la población. Lo raro no es esa distancia entre el poder local y la mayor parte de la sociedad, sino que muchos de estos actores tienen la capacidad de marcar agenda desde su lugar de privilegio; tanta capacidad de traficar intereses particulares como preocupaciones sociales.  Habla y mucho de cómo funciona el poder y la sociedad en la Argentina.

En lo que tiene que ver con las vidas de las mayorías, la inflación. Vamos a conocer en los próximos días el nuevo dato. El dólar soja como nueva concesión de Sergio Massa y de los sectores que lo respaldan. Dólar a los sojeros, a las cerealeras, a los agroexportadores. Y el ajuste también, en paralelo, sobre los ingresos de los que menos tienen. Así se constituyen hoy las distintas caras de lo que está pasando a nivel de la política económica. Es muy importante porque el Ministro de Economía es, como pocas veces, un político en la Argentina.

Sergio Massa viene de premiar a las grandes cerealeras con un nuevo dólar soja —una especie de  retenciones cero—, la cual va a costar una cifra alrededor de los 500 mil millones de pesos que emitirá el Banco Central. Otros hablan de 200 o 300 mil millones de pesos. Para un Gobierno que impone un ajuste muy profundo, en relación a lo que se gastaba un año atrás, no deja de ser llamativo lo que va a emitir para pagar este dólar soja. Por supuesto, le sirve a Massa y al Banco Central para respirar, para ganar aire, para tener blindadas hasta donde se pueda las reservas. Pero son de corto plazo estas reservas, porque entran por una ventanilla y salen por la otra. Además tienen la contraparte de la emisión. Una emisión que cuando va destinada a otras partidas se critica y mucho. Cuando va, por ejemplo, a subsidios económicos. O cuando va, por ejemplo, a prestaciones sociales. No se critica tanto cuando se emite para darle un dólar especial a los sojeros.

Sergio Massa actúa en política de manera permanente. Propaga imágenes, propaga discursos, casi como el actor principal del Gobierno con el Presidente muy corrido de la escena. Un Massa que, si bien aprendió de la derrota, de perder y tanto a nivel electoral, de ir y volver entre uno y otro polo de la escena política, sigue sufriendo la incontinencia verbal. Se nota en las declaraciones del propio Massa cuando cuenta su acuerdo con el CEO de Syngenta, una multinacional de capitales chinos que se dedica al negocio de las semillas y que tiene como CEO a Antonio Aracre, un personaje con mucha presencia mediática, muy ligado al gobierno del Frente de Todos. 

Massa, que no puede dejar de contar lo que hace, cuenta en un acto con sectores del agro que tuvo un acuerdo con este CEO de Syngenta para romper el mercado, para que ofrezca el CEO de Syngenta más de lo que se estaba ofreciendo por la tonelada de soja. Al día siguiente de que entrara en vigencia el nuevo dólar soja. Por supuesto, desde la oposición dicen “esto es un delito”.

Me interesa a mí la anécdota, sobre todo, para contar que Massa no puede consigo mismo. Tiene que contar por lo menos una parte de la infinidad de diálogos que tiene en la intimidad con el poder económico, con los actores de la política. Ese Massa que no se aguanta y cuenta hasta aquello que lo debilita, lo deteriora. Incluso lo que incrementa la desconfianza que le tienen muchos actores de la política. Pero así es el Ministro de Economía, que dice que no quiere ser candidato pero trabaja las 24 horas como uno.

De Antonio Aracre, CEO de Syngenta, se podría hablar mucho. Escribí una nota larga en su momento sobre él en elDiarioAr porque, además, tiene mucha llegada al periodismo. Es muy cercano al Frente de Todos. A Sergio Massa pero antes a Martín Guzmán, al presidente Alberto Fernández. Es una figura extraña, de esos empresarios que quieren ser parte también de la política.

En paralelo a Massa, la vemos a Cristina, como siempre, pero tal vez con una intensidad mayor en los últimos días. Replegada sobre el frente judicial, ocupada en difundir lo que considera “las mentiras de la causa Vialidad”. Ahora se espera la sentencia y hay que ver cómo es asimilada. Hay que recordar que antes del atentado contra Cristina, cuando quisieron fusilarla, había habido toda una escena de tensión en la puerta de su departamento de Recoleta entre los que la apoyaban y los que la rechazaban. Algo es seguro: Cristina puede argumentar que sigue siendo una perseguida política por Comodoro Py. En el reino de la impunidad, puede decir, con tribunales que están tarifados, con parte de los jueces y fiscales que tienen llegada, incluso, a altos miembros del Frente de Todos pero que también tuvieron un nivel de intimidad alevoso con el poder del macrismo. 

Si llega la condena para Cristina, como muchos piensan, la Vicepresidenta puede empezar su campaña hacia 2023 con la cucarda de “perseguida”. Perseguida por la familia de Comodoro Py, esa que tiene tarifados muchos de sus fallos, que actúa según quién le paga y en desmedro de su propio prestigio pero siempre en función de defender intereses del poder económico, de algunos actores de la política. Incluso de actores del propio peronismo. Incluso de algunos que están dentro del Frente de Todos.

Más allá de cómo falle la Justicia, de qué pase con la sentencia de la Causa Vialidad —porque obviamente si no hay condena entonces la oposición podrá volver a trabajar sobre la idea de la impunidad del kirchnerismo—, lo único de lo que no hay dudas es que la Justicia es parte de la guerra por el poder en la Argentina. Y no lo oculta. Lo deja claro a cada paso. Nadie, ni de un lado ni del otro, se cree el chiste de la “justicia independiente”. 

Mientras eso pasa, también hay show en el Congreso. Entre la oposición y el oficialismo. Se frustró una sesión en la cual el oficialismo buscaba crear nueve universidades. Se frustró también la designación de Cecilia Moreau como presidenta de la Cámara. Venían ya discutidas las designaciones en el Consejo de la Magistratura. Vimos, casi como un entretenimiento entre partido y partido del Mundial, los gritos, los insultos, los gestos como los del candidato Cristian Ritondo, decidido a ser candidato a Gobernador en la Provincia de Buenos Aires con el apoyo de Patricia Bullrich, de Mauricio Macri contra Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta.

Más allá del cruce de acusaciones dentro del Congreso, si uno toma cierta distancia y mira desde afuera, también se ve una fauna diversa que actúa para la tribuna a años luz de los problemas de las mayorías. 

De fondo, el Gobierno avanza con un ajuste formidable para cumplir con el acuerdo con el Fondo. Vuelvo a citar un informe de la consultora Analytica, de Ricardo Delgado, que emite semana a semana el Monitor de Ajuste del Gasto. ¿Qué dice este informe de los últimos días? El gasto primario real cayó 18,2% en la cuarta semana de noviembre, respecto de la igual semana de octubre. Eso equivale a un 18,2% de ajuste de un mes a otro.

Si miramos el ajuste de noviembre de 2022 a noviembre de 2021, el ajuste es de 28,9%. Casi 30% de ajuste está haciendo Massa con respecto al gasto que administraba el Frente de Todos un año atrás. Si uno mira, si revisa partida por partida, en algunos sectores el ajuste es mucho más violento. En Obra Pública, el ajuste con respecto a un año atrás, es del 76%. En Programas Sociales, 43%. En términos reales. En cuanto a transferencias a las Provincias, a los Gobernadores, es un 36% el ajuste con respecto al año anterior.

Si fuera Macri el que estuviera gobernando con este ajuste, obviamente enfrentaría una resistencia muy alta. Esas son las cosas que hacen dudar a Macri cuando se envalentona, cuando piensa en volver al poder. Piensa que frente a él sí va a haber manifestaciones. Es imposible no verlo, no notarlo, porque de otra forma Massa no podría avanzar con este ajuste. Es un político que hasta hace muy poco se había quedado sin votos, había quedado licuado en su capital electoral. Massa puede avanzar con este ajuste porque tiene el apoyo de la cúpula del Frente de Todos. Del Presidente, sí, pero más que nada de la Vicepresidenta y la cúpula de La Cámpora. De los mismos actores que cuestionaban en Guzmán un ajuste que era, con suerte, la mitad de lo que es este que ejecuta Sergio Massa mientras, además, avanza en concesiones muy importantes hacia el poder económico.

Las dos cosas no son fáciles de combinar en la Argentina: concesiones para el poder económico y ajuste sobre los ingresos de las mayorías. Lo hizo Menem en su momento. Lo quiso hacer Macri y no le salió. Ahora Massa trata de hacerlo y lo logra con el apoyo de la Vicepresidenta, de la Cámpora.

Este ajuste sobre Obra Pública, sobre transferencias a los Gobernadores, sobre partidas sociales genera ya, en este momento, conflictos hacia el interior del propio Frente de Todos. Con las movilizaciones por primera vez, casi en tres años, de los movimientos sociales alineados con el Gobierno contra el Gobierno. Además, se avanza en una especie de caza de brujas donde se investiga una vez más a los pobres, algo muy habitual en la Argentina. Se investiga quién cobra los planes sociales, se trata de armar una auditoria, y ahí funciona una parte del Gobierno del Frente de Todos con Comodoro Py. Hay vasos comunicantes, todos contra los movimientos sociales. Lo que genera una resistencia de los sectores organizados.

¿Cómo pega este ajuste en la base de la sociedad? Esa es la pregunta que sigue sin respuesta y que de repente nos despabilamos cuando suceden episodios como el mazazo electoral de las PASO de 2021, porque efectivamente esto está impactando en la base electoral del Frente de Todos.

Leía en un portal que suele difundir puntos de vistas ligados al Gobierno, un portal de buena relación con el Gobierno, que según Massa no va a haber ninguna suma fija, ningún bono para este fin de año porque eso se vuelve en seguida al consumo. Y claro, dice Massa, genera inflación. Entonces habrá cero pesos para los jubilados, para los trabajadores informales, para la economía popular. 

Ese discurso, que podría estar tranquilamente en boca de Nicolás Dujovne, se publica hoy casi como una virtud en medios ligados al Gobierno. Hace falta una memoria muy potente para bancar este nivel de ajuste sobre los ingresos con una inflación que corre al 100% interanual. Después de años de caída del salario real. Una promesa incumplida del Frente de Todos. Por la pandemia, la guerra, las diferencias; cada uno puede tratar de explicarse por qué. Pero la constatación, lo único indudable, es que el salario real sigue cayendo en la Argentina. Ni hablar en el caso de los informales.

Falta una memoria muy potente o hace falta no querer ver lo que está pasando. Pero, ¿quién no puede ver lo que está pasando? ¿La clase media, que se mantiene a flote pese a todo y vota al Gobierno? Puede ser. Ahora, ¿los sectores de menos ingresos pueden no ver que el sueldo no les alcanza para llegar a fin de mes? Es difícil. Hace falta también una habilidad política como la que muestra la Vicepresidenta para despegar hasta cierta medida que este ajuste tiene su apoyo. Si no, sería imposible de ejecutar. Esta semana, charlando con algunos dirigentes que no están ligados al Gobierno, un político del peronismo casi retirado y un político del radicalismo de los que entienden el poder, ambos coincidían: “Cristina se está moviendo de manera muy hábil, se despega de este ajuste”.

¿Hasta dónde llega el apoyo de Cristina a Massa? ¿Cuántas fotos vimos de Cristina con Massa en todo este tiempo? Es un apoyo condicional al ajuste. La Vicepresidenta quiere siempre preservar lo que ella llama su “capital simbólico”. Pero ¿está logrando ese objetivo? No está claro, pero Cristina ya no critica tanto al Gobierno como cuando estaba Guzmán, cuando estaba en conflicto abierto con el Presidente. Sin embargo, tampoco respalda demasiado este sendero de ajuste. Eso le sirve para confirmarse como la jefa del peronismo. Lo vemos con intendentes, con movimientos sociales que hoy la vuelven a elegir como jefa. 

Falta muchísimo todavía. Hay que pasar el Mundial, hay que pasar el verano. Argentina sigue siendo, aunque estemos viendo las imágenes que vienen de Qatar, el día a día. Recién ahí, en la antesala de las elecciones, vamos a saber si alcanzaba con esa memoria potente de lo que fue el kirchnerismo en su tiempo de gloria, si alcanzaba con esa habilidad política que algunos en la oposición le reconocen a la Vicepresidenta, o si ese arte de Cristina no tenía chances de prosperar en medio del derrumbe del poder adquisitivo durante un gobierno peronista.

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