Fuera de Tiempo con Christian “Chipi” Castillo

Christian “Chipi” Castillo, diputado nacional por el PTS en el Frente de Izquierda, sociólogo y docente universitario, convesó con Diego Genoud sobre el funcionamiento del Congreso en el gobierno de Milei, el peronismo y la izquierda.

A quién culpar. Editorial 26 de marzo en Radio con Vos.

Pasó la marcha del 24 de marzo con Milei en la Casa Rosada, con Victoria Villarruel en el Senado. Fue una movilización importante, la más grande quizá de los últimos años. Heterogénea y festiva también, aunque pueda resultar paradójico. Había en la calle un buen clima, como una muestra de potencia en medio de la impotencia que vive esa parte de la población que rechaza al gobierno de Milei y que, por supuesto, no está de acuerdo con su visión de la dictadura militar.

Milei y Villarruel, que obtuvieron en noviembre pasado nada menos que 14 millones y medio de votos, son minoría en un tema que atraviesa la historia argentina. Y que tiene que ver, y mucho, con las movilizaciones, con los consensos que los distintos sectores de la Argentina lograron a través de todos estos años de democracia.

Esa movilización, al mismo tiempo, tiene su paradoja porque es gente que está en disponibilidad, casi con desesperación, tras muchos años de derrota, a la espera de una alternativa. Aparece el 24 de marzo y hay que ver si es una especie de oasis en el medio del gobierno de Javier Milei o si esto va tejiendo una continuidad con movilizaciones previas, con movilizaciones futuras. 

Lo que vemos en el día a día es al gobierno de Milei como dueño de la iniciativa política. En muchos casos como portador de malas noticias. En otros casos, tratando de viralizar lo que consideran datos positivos, como que la economía, según Milei y Caputo, empieza a ofrecer una desaceleración de la inflación o como el superávit comercial. Números que el gobierno presenta como indicadores de ese horizonte que le va a permitir la consolidación.

Las últimas semanas son muy vertiginosas y ofrecen algunos elementos en los cuales hay que detenerse. El primero es la confirmación de Victoria Villaruel como actriz protagónica de la política, como contrapeso de Milei en este frente de ultraderecha donde conviven distintas familias argentinas de la derecha. Aunque para los que están en contra de La Libertad Avanza todo sea lo mismo, hacia el interior de este frente que se armó hay heterogeneidad, hay tensión. Lo deja ver muy claro Villarruel con su discurso, con la primera entrevista televisiva que dio.

El otro dato importante, quizá más lejano para la mayor parte de la sociedad, es la candidatura de Ariel Lijo. Es la candidatura de García Mansilla. Dos nombres para la Corte Suprema de Justicia que quiere Javier Milei. Una jugada audaz del presidente, de Karina, del núcleo duro, del triángulo de poder de LLA: tratar de tener, para esta nueva etapa de gobierno, una nueva mayoría automática como la que tuvo Carlos Menem en su momento.

Primero, Villarruel discute con Milei y aparece un mandatario que encuentra un límite para el enfrentamiento. Ese Milei que parece no tener límites tuvo después que mostrarse una o dos veces a los abrazos con su vicepresidenta. Pero Javier Milei no pudo salir a responder a las diferencias muy explícitas que marcó Villarruel en la entrevista que le dio a TN. Milei no puede ir contra alguien que mide lo mismo que él, así lo analizan cerca de la Casa Rosada y que, además, está en un lugar político e institucional expectante. Victoria Villarruel está en la línea de sucesión con una construcción política y de poder alternativa a la de Milei. Hasta puede pensarse que construye más la vice que el presidente. Además, Villarruel tiene una identidad propia muy marcada: la del partido militar, la de haberse criado en el relato de los represores de la última dictadura, la de haber militado durante muchos años por dar a conocer ese punto de vista minoritario en la sociedad.

Villarruel, como decía hace algunos días el periodista Claudio Mardones, amaga con ocupar un lugar que el PRO decidió dejar vacante: la oposición interna a Javier Milei. Lo que en algún momento podríamos decir, en un intento de comparar la experiencia previa de la derecha en la Argentina, fue Elisa Carrió para Mauricio Macri. Con mucha firmeza, Villarruel plantea las diferencias que tiene con el presidente que gobierna a través de las redes sociales y los decretos.

Ahí viene el otro elemento, el nombramiento de Ariel Lijo. Un desconocido para la mayor parte de la población pero es un juez que desde hace veinte años representa los intereses de la casta de Comodoro Py, de la familia judicial, de la mafia judicial. Nombrado por Néstor Kirchner, es un juez que puede sorprender y que quizá tenga más consenso en la política del que se supone o del que imaginamos.

Viene de la mano de Ricardo Lorenzetti pero Lijo tiene peso propio. Viene para blindar la gobernabilidad por decreto que imagina el presidente mientras el Congreso le diga que no. Alguien le tiene que decir que sí y esa puede ser la Corte Suprema, piensa Milei, en ese diseño que tiene para salir de la crisis. Con eso fantasean en la Casa Rosada, con un 2025 de recuperación, el año en el cual La Libertad Avanza va a obtener una fuerza legislativa mucho mayor. Es otro país. Es otro planeta. Es otro mundo. Sin embargo, es en lo que está pensando el presidente y su triángulo de poder. En 2025.

La semana pasada en este programa hablábamos de la fórmula jubilatoria, el ABC del ajuste, que no solo lo intenta Javier Milei sino que también lo intentó y lo hizo Mauricio Macri. Lo intentó y lo hizo el gobierno del Frente de Todos, de entrada, con una reforma previsional. Ahora Milei tiene dificultades para aprobar la suya propia. Decíamos que José Luis Espert había anunciado que recién se iba a tratar el tema de la reforma previsional después de Semana Santa.

En este ida y vuelta interminable que es el gobierno de Milei, que dice una cosa a través de un vocero uno supone autorizado como Espert y hace otra unos días después, tenemos un decreto emparchado como el que anunció en las últimas horas el Gobierno Nacional.

Este es un tema central porque Milei está ajustando de manera violenta a los jubilados y necesita darle forma legal a ese ajuste. Es un ajuste precario y que no tiene el aval del Congreso, algo que le reclama el Fondo Monetario Internacional. Este ajuste es una confiscación de haberes.

Lo decía también en los últimos días Carlos Rodríguez, ex CEMA, alguien que colaboró con Milei, que estuvo a su lado hasta antes de que asumiera como presidente. Lo dice un informe de la consultora PxQ, de Emmanuel Álvarez Agis, que se suele ser citada en este y otros programas. En el primer bimestre del año, el gasto en prestaciones sociales explicó el 42% de la caída del gasto primario. Es decir, el gasto que está ajustando Milei es el gasto previsional, lo que explica las jubilaciones y pensiones de 7 millones de personas.

También lo dice Martín Guzmán, en un informe de las últimas horas, con su consultora Suramericana: las prestaciones sociales explican el 44% de la caída del gasto primario. El 40% de ajuste lo pagan los jubilados, dato que explica el superávit de “Toto” Caputo. Y los bonos, dice el informe de la consultora del ex ministro, no alcanzan para compensar la aceleración inflacionaria. La caída —incluso con bonos— puede llegar a ser de un 20% interanual.

Un dato más. Hoy la jubilaciones están en niveles mínimos históricos e incluso, con la nueva fórmula, la idea es congelarlas en esos niveles mínimos, después de este ajuste fenomenal. Para alcanzar los máximos históricos deberían duplicarse la jubilaciones.

Esos números dan cuenta de la magnitud del sacrificio al que está sometiendo Javier Milei a los jubilados. Así logra “Toto” Caputo tener un superávit primario de 4% como el que viene teniendo el gobierno, o del 1% casi, según PxQ. 

Nadín Argañaraz, en su momento ligado a la Fundación Mediterránea, dice que aún con la suba de haberes el ingreso real de los que cobran bonos sería en mayo un 25% inferior a 2017, y para los que no cobran bono sería un 51% menor a 2017. A partir de esa base, de un 25% de ajuste, de un 51% de ajuste, el presidente piensa aplicar un congelamiento.

Hay coincidencia desde Álvarez Agis a Carlos Rodríguez, desde Guzmán hasta Nadín Argañaraz: el corazón del ajuste son los jubilados; no la casta. Está claro que el sistema previsional es un problema, que está desfinanciado y que todos los gobiernos intentaron, por lo menos desde el gobierno de Mauricio Macri y el gobierno de Alberto Fernández, ajustar o desindexar la fórmula jubilatoria. Lo que distingue a Milei es la brutalidad.

¿Cómo darle gobernabilidad a un modelo económico que se ensaña con los que viven de un ingreso en pesos? Para eso está el nombramiento de Ariel Lijo. Un juez muy importante que puede construir sobre la política; porque la política pasa y el Poder Judicial queda. Quizá Lijo consiga sus propios votos, los votos que no consigue muchas veces Milei para sus cuantiosas iniciativas.

Hay que ver qué pasa entre que Milei logre, si es que los logra, los votos para Lijo y García Mansilla, y lo que puede decidir o hacer la actual Corte Suprema, presidida por Horacio Rossati, con Juan Carlos Maqueda, al que están dando de salida. Tienen hasta fin de año para fallar en contra del gobierno. Con temas sensibles como, por ejemplo, los temas previsionales que son siempre una preocupación permanente de la Corte Suprema de Justicia, de esta conformación.

El ajuste de shock es la política del Gobierno. LLA la reivindica. Hoy Javier Milei anunció 70.000 despidos en el Estado. También se reivindica la licuación de ingresos que no sólo va contra los jubilados.

Lo recordaba Francisco Jueguen en una nota en La Nación, en los últimos días: solo en diciembre pasado, el mes de la de la devaluación, el mes inicial del gobierno, el salario promedio del sector privado formal, de los trabajadores mejores pagos en la Argentina, tuvo la caída más significativa de los últimos 29 años. 

Claro que todo esto no empezó con Milei. La sociedad argentina viene sobreajustada, de muchos años de caída de poder adquisitivo. En los 72 meses que transcurrieron entre enero de 2018 y diciembre de 2023, los trabajadores privados formales ya habían perdido el equivalente a 10 sueldos y medios. Los públicos el equivalente a 12,5 sueldos y los informales casi 20.

Por eso, aunque hoy todo es peor, Javier Milei todavía tiene crédito social o así lo muestran las encuestas. Hay una parte de la sociedad que lo sigue apoyando. Y, por supuesto, el poder económico. Paolo Rocca, de Techint, desde Houston. Alejandro Bulgheroni, el dueño de Pan American Energy, en las últimas horas. Mario Grinman, de la Cámara de Comercio, un sector muy golpeado por la recesión. Frente a esta inflación, al derrumbe de los salarios, del poder adquisitivo, del consumo, a estos despidos que empiezan en el escritor público, en el sector privado que sufre la recesión, Milei tiene apoyo.

La sociedad está dividida ante una pregunta clave: ¿quién tiene la culpa de este presente? Con un presidente que todos los días renueva y señala culpables, que se enfrenta con distintos sectores. Culpa a la casta, culpa al kirchnerismo, puede culpar también al radicalismo, al peronismo, aunque le cuesta más culpar a Macri. ¿Hasta cuándo le da crédito la sociedad a Javier Milei?

Apareció una alerta en las últimas horas, una medición de su Zuban Córdoba que dice que hoy ya el 51,7% de la sociedad responsabiliza más Milei-Caputo que a Fernández-Massa, responsabilizados por el 46%. Si es una encuesta aislada, habrá que verlo. Pero Milei culpa al pasado y así gana legitimidad. Afirma que este sacrificio es hijo del fracaso de la casta. 

En la oposición también se buscan los culpables de este presente. ¿Cómo fue posible que Milei llegara a la presidencia en dos años, de su lugar de panelista a la Casa Rosada? Muchos en el peronismo culpan al kirchnerismo, otros culpan al macrismo, al gobierno de Alberto Fernández. A los que, como Sergio Massa, estimularon de mil maneras la candidatura de Milei hasta que se dieron cuenta de que habían creado un monstruo. Es parte del debate, a quién culpar por este presente con Javier Milei a la Casa Rosada.

El ejercicio más importante que se da en este momento es el que están haciendo los propios votantes de Milei de los sectores más bajos, que apostaron a Milei pensando que iba a frenar la inflación, que iba a ser un ajuste contra la casta, que iba a mostrar una alternativa y que hoy están viviendo una situación crítica. ¿A quién culpar por esta realidad?

Son amplios sectores de la población, sectores informales, sectores precarizados, la clase media baja desengañada del peronismo, los que en muchos casos vieron al libertario en una situación de desesperación como una alternativa posible, distinta, como alguien distinto a todo lo previo. Pero hoy se dan cuenta de que son víctimas: son blanco del ajuste y de la licuación de Javier Milei.

Culparlo a Milei no es fácil para los que apostaron a La Libertad Avanza porque implica culparse a sí mismos tres o cuatro meses después de haberlo elegido presidente. La autocrítica, algo que no es fácil para nadie. ¿Quién tiene la culpa de este presente? ¿A quién culpar? ¿Quién es el responsable? De esas preguntas depende en parte la suerte del gobierno de Javier Milei.

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