Fuera de Tiempo con Gabriel Vommaro

Gabriel Vommaro, el sociólogo, investigador y autor de La larga marcha de Cambiemos y coautor de Mundo Pro, conversó con Diego Genoud sobre la marcha del 17A, el impacto político de las manifestaciones en la calle, la disputa entre Macri y Larreta, la transformación del Pro y la relación entre la derecha y los jóvenes.

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“Del infierno al purgatorio”. Editorial del 22/08/2020 en FM Milenium.

Vuelve a ser difícil entender por dónde pasa hoy la disputa política, entender qué es lo importante hoy para la política en Argentina. ¿Qué se está discutiendo? ¿Qué está en juego en este momento? 

Si uno mira las protestas de la semana pasada, si uno mira lo que se discute en el Congreso, si consume el contenido de los medios de comunicación, pareciera que lo central hoy es la reforma judicial. Pareciera que lo central es esta gimnasia del desgaste de las movilizaciones que intentan arrinconar y marcarle la cancha al Gobierno. 

Cuando uno mira el Congreso pareciera que esas marchas tienen una incidencia directa en la distancia que el centro toma de los Fernández. Ese centro que representan Lavagna y Schiaretti —que ya aportaron en alguna votación los votos decisivos para los Fernández— ahora empiezan a decir que no van a acompañar esta reforma judicial que se va a tratar en el Senado probablemente la semana que viene, que va a tener un nuevo escenario de movilizaciones en las calles en plena pandemia y que después en Diputados va a enfrentar su prueba decisiva.

Pareciera que la vida de la mayoría de la población va por otro lado, lejos de la reforma judicial, lejos de la demanda que se expresó el 17 de agosto que tiene que ver con la corrupción, con la impunidad, con esa agenda que en su momento hizo grande a los líderes de Cambiemos.

Por un lado, lo que se ve es la pelea diaria por la supervivencia. No afloja la cantidad de víctimas que va cobrándose el virus. Esta semana, otra vez tuvimos días de récord en cuanto a fallecidos y contagios. Lo que se ve es que el virus que estaba restringido al AMBA vuelve a irradiar al resto del país con situaciones de desborde como la de Jujuy, con situaciones preocupantes como la propia Córdoba, o Santa Fe. Lo cierto es que el virus sigue pegando, sigue impactando y sigue cobrándose vidas en la Argentina de los Fernández.

Por otro lado, la pelea económica también por la supervivencia. Ahí lo que vemos es un rebote en la economía desde el infierno al purgatorio, como alguna vez dijo Néstor Kirchner. Se empieza a notar en los datos de esta semana del estimador mensual de actividad económica (EMAE) de junio que hay un rebote. Un rebote en junio comparado con los números de mayo y una caída no tan profunda como la de los primeros meses de la cuarentena. Pero si uno compara y mira desde otra perspectiva se da cuenta que la economía Argentina sigue cayendo en relación a los años recesivos y de ajuste de Macri. Es decir, estamos todavía cayendo con respecto a esa recesión.

El gobierno se entusiasma con esos datos del rebote y por eso hablan de una recuperación. Lo mismo muestra el indicador de la industria que hace FIEL: hay una caída con respecto a 2019 pero una recuperación con respecto a junio. Al mismo tiempo, un informe de la CTA Autónoma de Luis Campos dice que entre marzo y abril se perdieron 195 mil puestos de trabajo. Es una caída del 3,2%. Para tomar dimensión, en los cuatro años de cambiemos se perdieron 235 mil puestos de trabajo registrado. Es decir que en dos meses de la pandemia se perdieron casi tantos empleos como durante todo el macrismo. 

Ese es el efecto de la pandemia, de la crisis de una economía que sigue en recesión y que va a ser muy difícil que se encienda tan rápido como prometió Fernández en campaña. Según el CEPA, números del ministerio de Trabajo, desde marzo de 2018, justo antes del “pasaron cosas” de Macri, hasta los últimos números disponibles, se perdieron 520 mil puestos de trabajo aproximadamente. Esto es el 8,2% del empleo total registrado en la Argentina.

Me parece que estos datos ayudan a entender dónde estamos parados. Esta es la realidad de la destrucción de empleo: 520 puestos de trabajo menos en dos años y 740 mil trabajadores que cobran una parte de su sueldo por los recortes y las suspensiones. Sólo algunos sindicatos con poder de fuego empiezan a discutir paritarias pero esa no es la realidad de la mayor parte de la población que ve cómo su ingreso viene cayendo mientras la inflación crece y no está claro cuándo se va a revertir lo perdido. Una gran pregunta para la cual no aparecen respuestas favorables.

Esta semana Alberto Fernández anunció 130 millones de dólares de una inversión de Nissan: una noticia absolutamente excepcional porque no existe una lluvia de inversiones como tampoco apareció en el gobierno de Macri. En ese contexto de la crisis económica, en ese contexto de la dificultad para encontrar una salida a la recesión, es que se explica la llamada grieta de la que hace tiempo hablamos. Sin esta dificultad, si no llevara la economía Argentina diez años de caída libre, la grieta sería simplemente una sección restringida a la militancia más intensa de uno y otro lado de la polarización. Pero, como existe esa dificultad de fondo y nadie tiene muy claro cómo se sale en este contexto adverso, la grieta ocupa todo y pareciera ser lo único importante y pareciera hasta tener alguna incidencia. 

En ese contexto aparecen las diferencias dentro de la oposición y también dentro del propio oficialismo. Diferencias sobre cómo resolver la recesión,  el desempleo, la pobreza, el cierre de empresas, la caída del poder adquisitivo y la falta de dólares. Este último un grandísimo problema para el que el Gobierno no parece tener solución pese al acuerdo de la deuda y por eso sube el dólar blue y el contado con liqui y el Banco Central pierde reservas. 

Un dirigente ya retirado del peronismo me decía que “el consenso se alcanza cediendo cosas”. No con la prueba y el error. No yendo y viniendo. No anunciando una expropiación y después retrocediendo. No anunciando una reforma judicial y después perdiendo sino en una agenda compartida de crisis, donde el gobierno exprese con claridad qué es lo importante para salir de esta situación que perjudica a la mayor parte de la población. Falta que el gobierno plantee una agenda compartida a toda la clase política, en la que quede claro qué es lo importante y qué es lo accesorio. Eso es lo que todavía falla en el gobierno de Fernández.

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