Fuera de Tiempo con Mariel Fernández y Jorge Taiana

Mariel Fernández, dirigente del Movimiento Evita y actual Intendenta de Moreno, conversó con Diego Genoud sobre el impacto de la pandemia en el conurbano, la búsqueda de una solución negociada para la toma de tierras y el proyecto de parques agroecológicos en su distrito.

También estuvo en Fuera de Tiempo el senador nacional, ex canciller y profesor Jorge Taiana. Charló sobre el triunfo del MAS en Bolivia y su impacto en la región, la importancia de la elección en Estados Unidos y el equilibrio de una Argentina sin dólares entre China y el Fondo.

“La crisis sin freno y lo que no sabemos”. Editorial del 24/10/2020 en FM Milenium.

Dicen los que pasaron por la función pública, los que estuvieron en algún momento en el gobierno, que los que están en el poder siempre tienen mejor información que la mayoría de la gente y que actúan en base a esa información que el resto desconocemos. Y justamente es por ese gap que muchas veces no entendemos lo que estamos viendo o no podemos prever lo que está por pasar. Eso es lo que dicen quienes pasaron por la función pública o están en lugares de toma de decisiones. 

El ejemplo puede aplicarse a la crisis interminable de la economía Argentina, a Alberto Fernández, a Martín Guzmán, al peronismo en el poder. Tenemos hoy la crisis en la economía real que cada uno percibe en su vida cotidiana, la inflación que otra vez va en ascenso después de una temporada larga con tarifas congeladas que ahora se van a descongelar, aumentos en los alimentos, caídas en los ingresos, cierre de empresas, aumento de los desocupados. Pobres que son más pobres y una legión de nuevos pobres

A esa crisis de la economía real se le suma la crisis financiera: lo que sí vemos todo el tiempo, lo que gobierna la agenda. La subida del dólar paralelo, la brecha del 130%, la caída de reservas de un Gobierno que no tiene dónde hacer pie, la salida de los depósitos en dólares de los bancos —dos mil millones de dólares que, según algunas estimaciones, se fueron desde que Miguel Pesce apretó el control de cambios—, bonos reestructurados de la deuda que hoy caen de manera vertiginosa y la presión por la devaluación.

Existe una presión fuerte por una devaluación brusca pese a que, casi todos reconocen, el tipo de cambio no está atrasado: de hecho, no para de subir desde hace tiempo y eso es lo que, entre otras cuestiones, ajusta sobre los salarios y achica el poder de compra de los que viven de un ingreso en pesos. Frente a ese cuadro de malaria y de incertidumbre, de crisis real y financiera, todos los pronósticos son pesimistas. Basta con prender la televisión o ver los sitios especializados. Incluso también cuando uno habla con funcionarios del gobierno “a grabador apagado”. 

La pregunta es: ¿cuánto dura el plan Aguantar del Gobierno? Aguantar esa devaluación por la que están presionando sectores de mucho poder que operan desde el mercado, que son los generadores de dólares y que conocen el circuito de la especulación. 

Los pronósticos pesimistas aparecen en todos los frentes. Los pronósticos de los que fueron parte de la tragedia Argentina, desde Domingo Cavallo hasta Federico Sturzenegger, de los barra bravas del mercado, de los que son empleados de los bancos aunque se presentan como economistas o como periodistas.

Marina Dal Poggetto, de la consultora EcoGo, hizo un informe con fecha del 14 de octubre que se llama “Esperando la carroza” donde se pregunta si, en este escenario muy complejo, hay riesgo de una hiperinflación, algo que otros dan por supuesto. Por otro lado, hay sectores que ven a Sergio Massa y a Martín Redrado como una salida para esta crisis. Redrado quiere ser el Roberto Lavagna de Guzmán y para eso trabaja dentro y fuera del gobierno. En público y en privado. 

También otros economistas que forman parte del gobierno, que ya no están en la toma de decisiones pero igual forman parte del Frente de Todos, son muy críticos y ven una deriva preocupante. Claudio Lozano, la semana pasada en este mismo programa, fue muy crítico del Banco Central por los dólares que se fueron y el superávit comercial que se esfumó porque se lo llevaron las empresas para pagar sus deudas. Roberto Feletti, alguien que pasó por el gobierno de Cristina Kirchner, escribió esta semana una nota que se llama “El peligroso flanco del dólar” que dice que se fueron nueve mil millones de dólares de superávit comercial.

Un economista que se llama Walter Graziano, que fue crítico de Macri y también ahora lo es del gobierno de los Fernández , escribió una nota en Ámbito Financiero donde se pregunta: ¿Sabe algo el Gobierno que no sabemos?

Mientras tanto, la crisis sigue en una especie de loop ralentizado, pero siempre en la misma dirección. Frente a ese pronóstico pesimista y a ese escenario desalentador, Martín Guzmán tiene los nervios de acero. Enemigo de las declaraciones grandilocuentes, enemigo de medidas que puedan resultar extremas y partidario de algún tipo de gradualismo, Guzmán demora la resolución más de lo que la ansiedad del mercado puede tolerar. Algo que pasó con la negociación de la deuda, que terminó siendo exitosa con la aprobación del 99% de los bonistas, pero que tardó mucho y en ese lapso se fueron miles de millones de dólares del Banco Central. Esa fragilidad es la que ahora se está pagando. La está pagando Fernández, que muchas veces aparece sin poder político para dar un vuelco frente a la crisis. La está pagando el propio Guzmán.

El ministro de Economía dijo esta semana: “Tenemos reservas suficientes”. Pero claro, eso no es lo mismo que dicen la mayor parte de los economistas. Dal Poggetto, en el informe que mencionamos, dice que el Banco Central no tiene reservas: las reservas propias que quedan no son líquidas y las líquidas que están usando no son propias. Son encajes de los depósitos en dólares. Es decir, según este informe, el Central ya está usando la plata de los ahorristas. Por eso, vale la pregunta que hacía Walter Graziano. ¿Saben algo en el Gobierno que no sabemos? 

Tres caminos parece que hay para que el gobierno recupere la fortaleza que hoy no tiene. Los tres son muy cuestionables y opinables. Uno es cerrar con el Fondo rápido: tomar un nuevo préstamo y avanzar en un programa que, se llame como se llame, va a incluir un ajuste. El otro es ir a un programa con China que permita utilizar o ampliar el swap. Es decir, que le permite al gobierno otro tipo de alianza que no tiene que ver con el Fondo ni con Estados Unidos. El tercero es generar algún tipo de acuerdo con las grandes aceiteras, que le permita al Gobierno tender ese puente a marzo de cuatro o cinco mil millones de dólares que hoy no tiene y por eso hoy pedalea en el aire. Por ahora, ninguna de esas tres vías termina de prosperar.

Frente a esa debilidad, que es la que gobierna minuto a minuto y que da la sensación de que cualquier cosa puede pasar y que el Gobierno no tiene claro cómo frenar una crisis que se espiraliza, también estar economía real, la que percibe la mayor parte de la sociedad, la que no está pendiente del dólar salvo por el traslado a precios que pueda tener.

La consultora Analytica, de Ricardo Delgado, dice que la política económica se enfrenta a la disyuntiva de hacer una corrección fiscal mediante una devaluación de shock brusca o un ajuste fuerte del gasto público. La pregunta es qué resulta más costoso en términos sociales: si un ajuste o una devaluación. Ninguna de las dos son buenas alternativas en la antesala de un diciembre, en la antesala de un año electoral, después de un año durísimo y de otros tres años muy duros durante el macrismo. Analytica dice que la fuerte caída en el empleo y los salarios, junto al incremento de la pobreza que está en 47%, impiden el desarme completo del gasto social por el Covid-19. Es decir, del IFE y del ATP. El IFE hoy alcanza a ocho millones de personas. El 18% de la población está cobrando diez mil pesos cada dos meses. Eso, para el Estado, dice Analytica, representa un gasto de 500 mil millones de pesos, el dos por ciento del PBI.

¿Pero cuál es el punto que plantea Analytica y que también vale para el Gobierno? El gobierno se compromete con el Fondo a ajustar pero no tiene dónde ajustar. La crisis no da para ajustar sobre el IFE, sobre esos ocho millones de personas que quizá no tienen otro ingreso ya sea porque no volvió la actividad o porque no consiguen trabajo. Si no se recorta ahí, se va a tener que recortar en obra pública. Una mala noticia para los gobernadores de cara a la campaña electoral de 2021.

Alberto Fernández dijo varias veces que no sabían que había ocho millones de personas sin ningún tipo de ingreso en la Argentina y por eso surgió el IFE. Por eso, otra vez la pregunta: ¿qué saben que no sabemos? ¿Qué saben en el poder que no sabemos los que estamos afuera? Y al revés: ¿saben más o saben menos? ¿Saben lo que está pasando en la base de la sociedad? ¿Saben hasta cuándo aguanta la tensión social que se vive hoy? ¿O hay también, en el que ejerce el poder, una debilidad múltiple y la información privilegiada que tiene el presidente o un ministro a veces no alcanza para comprender la realidad y transformarla?

Pese a que los que toman las decisiones se supone que saben más y tienen mejor información que el resto de la sociedad, a veces aquellos que toman las decisiones no saben cómo se vive la crisis en la base de la sociedad. De si conoce o no lo que está pasando en la base de la sociedad depende el fin de esta película, de esta crisis en cámara lenta que sigue avanzando sin solución.

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