Fuera de Tiempo con Daniel Yofra

Daniel Yofra, secretario general de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina conversó con Diego Genoud sobre la suba del piso mínimo de Ganancias y la relación de Javier Milei con el sindicalismo.

“La autoridad del mercado”. Editorial 12 de septiembre en Radio con Vos.

Semana tomada por Sergio Massa, el candidato y ministro de Economía del Gobierno. Primer Ministro, interventor, hombre orquesta que abrió la semana con una medida importante que beneficia a trabajadores. El Proyecto de Ley para eliminar la llamada cuarta categoría a partir del 1 de enero próximo pero que, en la práctica, empieza a regir por decreto desde el mes que viene, en apenas 20 días, cuando falten también 20 días para las elecciones presidenciales.

El nuevo mínimo no imponible va a estar fijado en $1.770.000 y es un beneficio para aproximadamente 800.000 trabajadores que van a ver mejorar sus ingresos en un 20%. Además, la medida da respuesta a una larga demanda del sindicalismo de los trabajadores mejores pagos. Solo van a pagar el Impuesto a las Ganancias los CEOs, los altos puestos gerenciales y los cargos políticos de la administración pública. 

Este tributo está en la historia de los enfrentamientos, quizás innecesarios, de las promesas incumplidas. Por lo menos desde hace una década, cuando Cristina se enfrentó a Moyano en 2013, al Massa del Frente Renovador, jefe del antikirchnerismo, que levantaba entre sus consignas principales la necesidad de eliminar el Impuesto a las Ganancias. También Macri prometió en 2015 eliminarlo y, finalmente, terminó por aumentarlo. Y un sector que el kirchnerismo bautizó, o muchos bautizaron o definieron, como la aristocracia obrera a los trabajadores sindicalizados mejores pagos en la Argentina.

Este debate que se inició hace una década en otro contexto, con indicadores muy distintos, en una pulseada política que enfrentaba a distintos sectores del peronismo, por cierto, dividido. Si se habrá cuestionado esta demanda por parte del kirchnerismo, de los sectores más ligados a la hoy vicepresidenta. Planteaban que los trabajadores mejores pagos de la Argentina eran privilegiados y mezquinos por no querer tributar con Impuesto a las Ganancias. La consigna todavía está presente: “el salario no es ganancia”.

Massa, hay que decirlo, siempre expresó un punto de vista distinto del de Cristina. Y quizás el punto de vista de CFK no haya cambiado porque leía una nota en las últimas horas con declaraciones de Carlos Castagneto. En los días previos al anuncio de Massa, el titular de la AFIP decía: “Se utiliza el sistema impositivo en los gobiernos nacionales y populares en función de lograr un sistema más progresivo”. No es lo que existe en la Argentina y no por esta medida de Massa, sino porque hay un cuadro general de un sistema muy regresivo donde los impuestos al consumo a través del IVA son los que más recaudan. Eso está de fondo.

¿Por qué Massa hace ahora este anuncio? ¿Por qué Massa decide hacerlo a tan poco de las elecciones cuando es ministro desde el año pasado? Primero, lo hace porque puede como Presidente en ejercicio. Cuando asumió como Ministro de Economía, en agosto de 2022, escribí una nota que se llamaba “La entrega anticipada del poder”, que algunos consideraron exagerada. Sin embargo, Alberto Fernández se dio a la fuga hace muchos meses. Está todavía para utilizar la lapicera cuando hace falta, siempre de acuerdo a las pautas que define Massa quizás en acuerdo con la vice. Alberto Fernández dejó de ser la persona que dirige la política del Gobierno cuando admitió para sí que no tenía destino su pretensión de ir en busca de la reelección.

Entonces, ¿por qué Massa hace ahora este anuncio? Porque además está Milei. En ese sector de los trabajadores mejores pagos de la Argentina, en las grandes fábricas, también está el voto a Milei. Me lo decía hace poco un trabajador que tiene un rol importante en una gran fábrica automotriz, donde advertía que hay un corte generacional entre los que guardan la memoria de los años dorados del kirchnerismo y los más jóvenes. Son trabajadores que tienen sueldos muy elevados y que, sin embargo, están hartos de la política, de las promesas, de la crisis permanente en la que está estancado este Gobierno y el país desde hace muchos años. Massa detecta esto. Además de que es una consigna histórica del massismo, del Frente Renovador, Massa detecta esto y el voto a Milei entre este segmento de trabajadores. 

Con eso, complica a la oposición. Estamos viendo las piruetas que hace José Luis Espert, por ejemplo, para rechazar ahora lo que justificaba hace apenas una semana. La situación en la que queda enredado también Macri, aquel que prometió eliminar el Impuesto a las Ganancias pero terminó cobrando en el impuesto a una porción más grande de trabajadores. 

Pero el punto ciego de este anuncio de Massa es el contexto general. Algo que no pudo revertir como ministro aunque lleva tiempo en la función. Lo decía de alguna forma Hernán Lacunza, que hablaba de una medida tipo Hood Robin, emparentado ese argumento con lo que el propio Carlos Castagneto, titular de la AFIP, dice cuando habla de un sistema impositivo que debe utilizarse para mejorar la equidad.

Quedan dos frases del anuncio de Massa. Por un lado, hablándole a los trabajadores y los sindicatos, dijo: “Si tienen que ahorrar cómprense un autito, no vayan a comprar dólares”. ¿Por qué lo dice? ¿Tiene datos de que hay trabajadores que compran dólares? ¿Piensa que esta medida que puede ser un boomerang? Los trabajadores con capacidad de ahorro van al dólar como va cualquiera que pueda en Argentina, como van incluso algunos jubilados que no cobran la mínima y tomaron el crédito de $400.000 de ANSES para ir a comprar dólares. Es un comportamiento que divide aguas, pero algunos, sobre todo desde la oposición, pueden decir que es lógico en un contexto delicado como este, de inflación descontrolada, donde el que tiene un ahorro busca resguardarlo. 

La otra frase que dejó Massa y me interesa rescatar es esta: “Con esto queremos dar un paso para marcar la importancia de la recuperación del salario”. No es lo que hizo Massa como ministro del Frente de Todos, quizás lo contrario. Los números de la Oficina de Presupuesto del Congreso determinan en el informe que el ajuste que hizo Massa desde que asumió hasta agosto fue del 8,3% real, descontada la inflación respecto del mismo período del año anterior.

¿Dónde ajustó Massa y cómo ajustó Massa? Ajustó a través de la inflación: licuando ingresos, jubilaciones, asignaciones familiares, subsidios y transferencias a las provincias. Fueron las partidas más reducidas en el último año. Pero la tensión está sobre jubilaciones, asignaciones familiares, sueldos estatales y, desde luego, ese continente de trabajadores en expansión que está en la informalidad, en la precariedad, en la economía popular. La inflación que le sirve a Massa para licuar ingresos atenta contra las chances del candidato que es, además, ministro de Economía. 

En una Argentina que tiene 18 millones de pobres, que no cubren la canasta básica que hoy ronda los $240.000, ¿cómo miran esta medida los sectores que están afuera y que no son beneficiados? Datos recientes de la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad. La canasta básica subió en la Ciudad de Buenos Aires de aquellos $249.000. Una familia tipo que no reúne $282.000 está bajo la línea de pobreza, y en efecto mucha gente lo está. 

Por eso hablo de la fragmentación social, de la desigualdad, de la caída de los ingresos en especial para los que viven en la informalidad que son casi la mitad de los trabajadores de la Argentina. Todo eso juega en contra de una medida como la que hace Massa como parte de su campaña porque no es parte de su gestión. 

Podemos decir que Massa está más en campaña que lo que estuvo hasta el 24 de junio cuando fue electo candidato principal de Unión por la Patria. Y hace todo esto para salvar su candidatura y, sobre todo, para entrar al balotaje. Hay que ver si le da resultado, porque Massa está recorriendo un camino que tiene similitudes con el que trazó Macri cuando fue de las PASO a las generales. A Macri le dio resultado, se desdijo de todas sus promesas, quemó todos los manuales de la ortodoxia y salió a invertir para salvar su candidatura en esa pelea que tenía con Alberto Fernández y Cristina Fernández. Y logró un resultado: 41% de los votos. Massa está tratando de hacer lo mismo desde otra identidad, en un contexto de mayor deterioro en todos los indicadores. 

El contexto general no sólo es difícil para Massa, también para Patricia Bullrich, que parece ser la que está cayendo al tercer lugar, más allá de Melconian y de lo que pueda decir Mauricio Macri cuando aparece.

El problema para Massa y para Bullrich en menor medida es cómo miran la intervención del Estado los que están afuera de los beneficios que el Estado puede otorgar. Hay una parte de la sociedad que siente que la política le es indiferente y que la propia dirigencia política mira con indiferencia, salvo en momentos de elecciones. A esa porción importante de la realidad que la política ignora, subestima, menosprecia y utiliza en determinados momentos. Gran parte de esos sectores son nuevas generaciones, los que ven desde hace 10 o 12 años cómo se deteriora el poder adquisitivo, que decidieron votar a Milei. 

¿Cómo se le habla a esa juventud? Porque esa juventud apuesta a la ultraderecha, al mesianismo de mercado, a un candidato que quiere privatizar desde el agua hasta las calles y reivindica a Menem, a la dictadura militar. ¿Se le habla desde el lugar de la autoridad que dan los años o se le habla desde el reconocimiento del fracaso al que llegaron los adultos desde distintos gobiernos y experiencias políticas? ¿Cómo se le habla a esa juventud que busca un salvador en el reino del corto plazo, en una sociedad de consumo impone sus pautas, sus necesidades, sus deseos como necesidades fundamentales? Milei es el gran defensor de ese mesianismo de mercado. Pero el corto plazo también está en la política.

El mercado y el Estado coinciden en algún punto cuando refrendan una realidad en la que solo importa el corto plazo, el impacto inmediato, el minuto a minuto. Entonces es muy difícil cuando no hay horizonte de ningún tipo para tratar de convencer a nuevas generaciones de que se rebelen, no contra la clase política, sino contra las pautas que impone el mercado cuando es el corto plazo lo que unifica al mercado con la clase política. 

La pregunta sigue siendo cómo ganarle a Milei, cómo plantear una alternativa en este juego desesperado donde las dos fuerzas que dominaron la política en los últimos años se juegan su sobrevida y luchan por entrar a un balotaje junto a Milei, el candidato que pretende ganar en primera vuelta.

Pero la advertencia que hace Massa de “no vayan al dólar” a los trabajadores mejores pagos habla de un sentido común de época que la dirigencia política, sobre todo desde el peronismo no pudo ni revertir ni atenuar. Sino que, al contrario, estimuló la idea de que el mercado es la autoridad suprema.

Habrá medidas que seguramente seguirá tomando Massa desde acá hasta al 22 de octubre para tratar de recuperar votos, para tratar de que los 11 millones que se quedaron enojados en su casa vayan y lo voten, para lograr que de repente se sientan comprometidos ante la amenaza de lo que representa Milei. Quizás no tanto porque crean que Massa o Bullrich le puedan ofrecer un horizonte distinto, sino, sobre todo, porque Milei puede representar un peligro para muchos.

Pero la pregunta central es cómo revertir el sentido común de la época, y si hay tiempo para hacerlo, cuando el mercado es la autoridad incuestionable y la política es, desde hace años, impotente o una de las grandes promotoras de esa realidad incuestionable.

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