Fuera de Tiempo con Sergio Morresi

Sergio Morresi, doctor en Ciencia Política, profesor en la Universidad Nacional del Litoral e Investigador del IHUCSO-CONICET, conversó con Diego Genoud sobre el avance de los discursos de derecha y un posible triunfo de Javier Milei en las elecciones de octubre.

“El rol de Villarruel en la campaña de Milei”. Editorial 5 de septiembre en Radio con vos.

Faltan 45 días, más o menos, para una elección crucial. Sigue Javier Milei como el favorito de la escena porque vemos todos los días que es el poder real el que acude en auxilio del vencedor. Va a viajar una avanzada, un grupo de economistas, que responde a Milei a Wall Street, para recaudar fondos para la campaña. Van a ir allí, donde hasta hace poco lo miraban como un peligro, pero donde ahora lo empiezan a mirar con cariño. Suponen que Milei puede encarnar o abrir a un nuevo ciclo de negocios en el que el sector privado tenga las garantías que ni el peronismo ni la oposición antiperonista pudo ofrecerle a los fondos de inversión, a los especuladores, a los supuestos inversores. 

En la escena local Milei también suma apoyos. Se reunió con Gerardo Martínez, el líder de la UOCRA, sindicalista con una historia densa y preferido de la última Cristina presidenta, cuando estaba enfrentada con Hugo Moyano. Martínez también fue muy cercano a Mauricio Macri, se sentaba en la mesa chica del PRO. A estas horas ya se reunió con Javier Milei porque a Milei le interesa particularmente el modelo flexible de empleo de la UOCRA. Un modelo que está acordado, por ejemplo, con el grupo Techint de Paolo Rocca.

Sabemos también del apoyo de Luis Barrionuevo a Javier Milei. El padrino, el sindicalista que hasta hace unos meses decía que Wado de Pedro iba a ser presidente, ahora apoya a Javier Milei. Omar Perotti, Maximiliano Pullaro, dos dirigentes enfrentados pero que pertenecen a una provincia como Santa Fe donde arrasó Milei, ya se pronunciaron por Milei en un eventual balotaje. Y la lista sigue porque, detrás de escena, Milei ya trabaja en función de la gobernabilidad, lo que se dice que no va a poder garantizar.

¿Qué tiene Milei en frente? Por supuesto, a Patricia Bullrich, una dirigente que se cansó de correr por derecha a Horacio Rodríguez Larreta y que ahora se encuentra en una situación incómoda, imprevista, porque aparece como la segunda marca de Javier Milei. Bullrich va a buscar desesperada a Carlos Melconian, el economista que se transformó durante los años de Cambiemos en el poder en el principal impugnador del rumbo económico. Impugnó desde adentro, quería ser ministro. Ahora aparece como el brazo ortopédico de Patricia Bullrich en campaña. Hay que ver si hay tiempo para que Bullrich encuentre solución para el problema que representa cada vez que la indagan sobre economía.

El riesgo de Melconian es que termine opacando a Bullrich. Que termine ocupando el rol de candidato a presidente. Bullrich lo necesita a Melconian pero disciplinado dentro de su esquema. Al mismo tiempo, necesita matar al padre. A Mauricio Macri, el ex presidente que le permitió a Bullrich recuperar su verdadera identidad después de deambular durante décadas por distintos sellos partidarios. Bullrich amarró su espacio en el puerto del PRO y llegó bastante lejos, como candidata a presidenta del bloque antiperonista, antikirchnerista. Pero ahora se ve ante dificultades elocuentes por un juego que la propia Bullrich propició y que la tiene en una encerrona. ¿Cómo venderse como una opción moderada, de centro, una opción más viable que la de Javier Milei? 

Además está el ministro y candidato Sergio Massa haciendo horas extras en una campaña llamativamente solitaria. Dicen que se va a sumar Juan Manzur al armado de campaña. Es un dato importante porque los gobernadores que se suponían le habían propuesto a Cristina y Alberto Fernández que Massa fuera del candidato de consenso, hoy están borrados, brillan por su ausencia. 

No se sabe dónde están los gobernadores. Peor, todavía, porque Massa anunció un bono la semana pasada y 14 provincias, la mayoría de ellas oficialistas, salieron a bajarle el precio a lo que era el principal paliativo económico después de la devaluación del 14 de agosto. Una devaluación que pareció ser parte del plan del enemigo y no de la campaña electoral del ministro y candidato del peronismo.

El otro dato central que conspira contra Massa, además de que aparece solo, de que no se sabe dónde están Cristina y Máximo Kirchner, donde están los principales promotores de la candidatura de Massa, es el dato de la inflación. Entra, por momentos, en una meseta la preocupación por la inflación, al menos en la agenda pública. Pero en la vida cotidiana de las mayorías es otra la realidad. Se va a conocer en 10 días el nuevo índice de inflación, pero ya tenemos el dato de Córdoba. 

El dato oficial de la inflación en Córdoba de agosto marcó 12,1%. Es un salto no visto desde el año 2002. Se duplicó el índice de julio que había estado en 6,8% y, además, es el salto mensual más alto de los últimos 32 años. Con eso tiene que lidiar un ministro y candidato que necesita sumar votos para ganar la elección, para entrar al balotaje, para seguir con chances. 

La inflación en Córdoba, la provincia que gobierna Juan Schiaretti, acumula en los 8 meses de 2023, 77%, un poco más. Y en los últimos 12 meses, si se compara con agosto de 2022, 119,9%. ¿Qué pasa con los alimentos y bebidas? Subieron 137,5% en Córdoba en los últimos 12 meses. Las verduras, 187%. La fruta, 150%. El azúcar, 185%. 

Con esos números, en cualquier país normal, un ministro de Economía, que además es candidato oficialista a presidente, estaría liquidado. Muerto y sepultado. Pero Massa todavía da pelea, y la pulverización de los ingresos debido a la inflación es uno de los grandes problemas que tuvo el peronismo en el gobierno. Y los dólares que le faltan, también. Hay una deuda con importadores que no para de aumentar.

No sé si es la campaña de Unión por la Patria que busca quitarle importancia o no sé si es porque el huracán Milei tapa todo, pero está el problema de la devaluación del día posterior a las PASO. Devaluación que Massa decidió por pedido del Fondo, en una negociación que, según dice el tigrense, fue muy tensa. Emmanuel Álvarez Agis, un economista, ex viceministro de Economía de Axel Kicillof, hoy a cargo de la consultora PxQ, estuvo en Chaco en una charla organizada por el sector privado y habló de la devaluación de  Massa. Luego, repitió lo mismo en la exposición de Economía, Finanzas e Inversiones, EXPO EFI, en La Rural. “Nunca en mi carrera profesional me tocó ver algo tan débil desde lo técnico como esta devaluación. Uno devalúa y paga un costo inflacionario para recuperar reservas. Nunca vi de evaluar para que haya inflación y no recuperar reservas”, dijo. Así es el cuadro que enfrenta hoy Sergio Massa. La inflación de Córdoba anticipa lo que viene en los 45 días que quedan hasta la elección general. 

Massa devaluó sin plan económico, forzado por el Fondo Monetario Internacional, y hoy vemos las consecuencias de esa devaluación en los precios, el índice que se disparó como nunca en los últimos 32 años en la provincia mediterránea. Probablemente tengamos un dato similar a nivel nacional, lo que complica las chances de Massa de ganar la elección. El ministro, el candidato, dijo que va a seguir gobernando el peronismo a fin de año, en una de sus declaraciones de pleno optimismo.

Milei crece gracias al fracaso de las dos coaliciones que se alternaron en el gobierno en los últimos ocho años, cuando cruje la promesa alfonsinita de que con la democracia se come, se cura, se educa. Milei capitaliza el enojo con el sistema de partidos, el enojo con la casta y con una inflación que devora el salario real. 

Divorciados, si se quiere, de este escenario de angustia, aunque probablemente ligado en alguna medida, aparece ahora también un mensaje transparente, más explícito. De unir la reivindicación de Menem que viene haciendo Milei, la reivindicación de Macri —a quien Milei no considera parte de la casta— con una reivindicación de la última dictadura militar como la que hizo en las últimas horas Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta, con un acto en la Legislatura porteña. 

La reivindicación de la dictadura militar que antes pertenecía a sectores muy marginales ahora la tiene a Victoria Villarruel como exponente de una fuerza que es la que tiene mayores chances de gobernar la Argentina, según las encuestas y después del resultado de las PASO. Se podría hablar muchísimo sobre este acto, no alcanzaría ni uno ni dos programas, pero Villarruel apunta contra el kirchnerismo, contra el relato del kirchnerismo en relación a los derechos humanos y los organismos. Y apunta, también, contra el consenso alfonsinista que siguió o se impuso a la salida de la dictadura, después del genocidio, en una revisión de la teoría de los dos demonios. Villarruel hace una reivindicación muy clara de la dictadura, con la misma perspectiva que tenía a Videla, máximo exponente, y a quien Villarruel varias veces fue a visitar.

¿Por qué genera tanta reacción, tanto rechazo? Porque Villarruel reivindica el genocidio, porque apunta contra el kirchnerismo pero, sobre todo, porque impugna el consenso alfonsinista, el consenso democrático. Se podría hablar muchísimo sobre qué tipo de democracia surgió a partir de 1983, quizás una “democracia de la derrota”, como el historiador Alejandro Horowicz la definió y sintetizó, para mí muy bien. La que surgió a partir de 1983 después de la aventura de los militares en Malvinas, esa huida hacia adelante que ensayó Galtieri. La nuestra es una democracia que fue producto de la derrota de los militares en Malvinas pero también fue producto de la derrota de los proyectos previos a la dictadura militar de 1976.

Horowicz habla de una “democracia de la derrota” en relación a las ambiciones de transformación que había previo al golpe de 1976. Por supuesto, es muy difícil lograr consenso en torno a todos estos temas, pero la indignación que provoca Villarruel no es solo porque puede haber un cuestionamiento al kirchnerismo, sino también porque hay un cuestionamiento al consenso democrático que impuso Alfonsín. Si uno ve el presente, con 40% de la población bajo la línea de la pobreza, en el que no se cumplió para nada la promesa alfonsinista de que con la democracia se come, se cura, se educa, puede entender un poco más esta idea de Alejandro Horowicz.

Ahora Milei, con su reivindicación del terrorismo de Estado, se aventura en un terreno incierto. Provoca una reacción, pone en movimiento fuerzas que hasta ahora estaban replegadas. Así como, por un lado, las células dormidas del menemismo aprovechan para volver a ser protagonistas, con este acto de Victoria Villarruel aparece una reacción. Hay que ver si la población, la sociedad, los votantes de Milei observan esta escena o están más preocupados por ver cómo sobreviven a su día a día, con una inflación como la que mencionaba recién. 

¿Que está pensando la sociedad argentina en este momento? ¿Está pendiente de esta discusión que instala Villarruel o está pendiente de ver cómo sobrevive? Como sea, Villarruel o Milei generan una reacción en los organismos derechos humanos, en los sectores de izquierda que no se referencian en la experiencia de la guerrilla de los años 70. También en los curas villeros, que llevan adelante una importante movilización en el barrio 21-24. Los curas villeros salen a reivindicar a Francisco porque también Milei lo agredió.

Reaparece la tradición progresista que estaba unida en el rechazo a Menem y se dividió a partir de 2003. La familia progresista que se incorporó al kirchnerismo y, del otro lado, la familia progresista que se licuó en la experiencia de Cambiemos, ahora reaparece. Podríamos evocar de aquel momento dos nombres: Graciela Fernández Meijide, que habló en las últimas horas en esta radio, y “Chacho” Álvarez. Aparecen en el rechazo a Milei porque dicen que está en juego la democracia argentina, que es muy peligroso lo que está haciendo Milei. No porque Villarruel cuestione a la guerrilla o porque cuestione el kirchnerismo, sino porque cuestiona el consenso democrático alfonsionista.

La pregunta es si hay tiempo entre estos sectores, que se enfrentaron durante tantos años y a partir de 2003, para reconstruir algún tipo de pacto o de confianza, cuando faltan 45 días para las elecciones. Y frente al monstruo que nació de la polarización, que se nutrió del enojo con la democracia. Javier Milei ahora hace una jugada imprevista de la mano de Villarruel. Da un paso que tal vez es innecesario o prematuro y reivindica la dictadura militar muy claramente. 

La dictadura militar también tuvo un plan económico , ese puede ser el hilo conductor. Más de una vez, José Alfredo Martínez de Hoz, primer ministro de economía de la dictadura, dijo: “Menem es mi mejor alumno”. Consideraba también que Cavallo era su gran vindicador. Quizá por eso se aventura Milei, de la mano de Villarroel, a una reivindicación golpista de estas magnitudes.

La pregunta o la duda que todavía no tiene respuesta es sí esta ultraderecha envalentonada reivindica la dictadura militar porque empieza a cometer errores innecesarios o porque cree que es necesario para la transformación mesiánica que se propone hacer.

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