Fuera de Tiempo con Hernán Vanoli

Hernán Vanoli, sociólogo, escritor y director de la consultora Sentimientos Públicos, conversó con Diego Genoud sobre lo que dejaron las elecciones generales.

“La triple victoria de Massa”. Editorial 24 de octubre en Radio con Vos.

¿Por qué será que en Argentina todos los pronósticos, todo lo que prevemos finalmente fracasa o sucede de otra manera? Es una de las preguntas que dejó la elección del domingo, la elección general, la primera vuelta. 

Podemos tratar de sacar conclusiones precarias, apresuradas, en medio de la inestabilidad, en medio de la sorpresa, porque pocos esperaban esta remontada. Entre ellos, estoy yo. Por el contexto en que se da la repuntada de Unión por la Patria, del peronismo, con la impactante victoria de Sergio Massa a nivel nacional y en gran parte del país.

Hay seguramente grandes novedades que todavía no alcanzamos a dimensionar y que no podemos saber, al mismo tiempo, si son parte de un escenario estable o parte de la inestabilidad a la que estamos acostumbrados en la Argentina desde hace mucho. 

La gran recuperación del peronismo es en un contexto de crisis inédita y que lleva muchísimo tiempo, tras aquel piso – catástrofe de las PASO en la cual se habían obtenido apenas 27 puntos, y Massa, el ministro – candidato, había sacado apenas 22. Si se lo mide a nivel individual, Massa creció 15 puntos. Además de sumar alrededor de 10, recuperó los votos o recibió por completo los votos de Juan Grabois en las PASO. 

Más de 9 millones y medio de votos fueron para Unión por la Patria en todo el país. Sergio Massa aparece como el gran ganador y para muchos es el nuevo presidente de la Argentina. En una recuperación que no se debe a un solo distrito sino a 8 de los 16 que había perdido hace poco más de dos meses. Con un gran caudal de votos en Santiago del Estero, en Tucumán, en Chaco, en Catamarca, en La Rioja.

Y fue una elección formidable también, impactante, impresionante de Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 38% del padrón, donde no cualquiera sale con vida de la silla eléctrica de la gobernación bonaerense. Hay que acordarse de María Eugenia Vidal, que duró un suspiro: llegó con mucha fuerza y luego duró nada.

En aquel distrito, además, no solo se concentra el padrón, se concentran las cifras más dramáticas de pobreza, de marginalidad, de desigualdad. Por eso la elección que hizo Kicillof lo convierte en el otro gran ganador de la jornada del domingo. Esto tiene consecuencias hacia adelante, Kicillof es el gobernador reelecto. No depende del resultado que viene, pero espera, como él mismo lo dijo en la noche del domingo y también el lunes, que el peronismo gane con Massa la elección presidencial.

Fue una elección también impresionante de Unión por la Patria en el conurbano después de tocar fondo en las PASO. Hubo municipios donde el peronismo superó otra vez el 50% de los votos, municipios donde ganó La Cámpora. No solo Julián Álvarez en Lanús, en un distrito muy particular donde perdió Néstor Grindetti, donde perdió Diego Kravetz, donde perdió el macrismo; sino que La Cámpora ganó en lugares insospechados como Olavarría o Bahía Blanca. 

¿Esto es producto de la división del bloque antiperonista, de la división de la derecha, de la emergencia de Milei? Habrá que verlo pero todo eso constituye un mapa que es muy distinto a ese mapa violeta que también nos sabía shockeado hace poco más de dos meses. ¿Qué pasó para esta recuperación? Se pueden escribir libros, tesis, hablar durante horas.

Podemos hablar de una sociedad compleja en una situación límite. Podemos hablar de una sociedad sometida al estrés múltiple de ajuste, de devaluación, de amenazas y escenarios catastróficos por venir, de un deterioro crónico muy difícil de tolerar. Ahí emerge una figura de ultraderecha, que tiene todo el repertorio: reivindica la dictadura militar, reivindica al menemismo, quiere privatizar desde el agua hasta las calles, la salud, la educación, eliminar los subsidios al transporte público. Quiere hacer una masacre o así, por lo menos, lo interpretan 9 millones y medio de personas que salieron a votar, más que por Massa, contra Milei. Aunque algunos habrán votado con esperanza por Massa, lo cual es sorprendente por los datos del ministro y candidato.

Es una sociedad, además de compleja, contradictoria. Un día quiere una cosa, otro día quiere otra. Una sociedad que, como decía Christian Ferrer, entrevistado en este programa, es hiperconsumista pero tiene sentimientos anticapitalistas. Son difíciles de llevar adelante esas dos caras. Quizá eso explica que el mismo votante vaya de Cristina a Macri, de Macri a Fernández, de Fernández a Milei, de Milei a Massa. Es una sociedad desesperada, muchas veces en busca de una salvación, de una salida en un proceso de espiral inflacionario y deterioro agravado que ya lleva una década. En ese contexto aparece la recuperación del peronismo y de Massa. 

Primer dato, sin duda, contundente: la mayor participación electoral. Muchos análisis habían mencionado que, de las 11 millones de personas que no habían votado en las elecciones de agosto, 3 o 4 millones de personas que habitualmente votaban y no votaron. Pero fueron a votar. ¿Horrorizados por Milei? ¿Esperanzados por Massa? Cada uno lo sabrá, pero 2 millones 200 mil personas que no habían votado el 13 de agosto este domingo sí lo hicieron. 

Además, hay alrededor de 750 mil personas que habían votado por opciones que no pasaron el 1,5%. Ahí hay 3 millones de votos más, aproximadamente, que consiguieron Massa y el peronismo.

¿Quiénes fueron esos nuevos votantes? ¿Cuánta gente decepcionada, enojada, estafada por el Frente de Todos dejó de lado esos sentimientos y salió de su casa para votar contra Milei porque le generaba asco, rechazo, preocupación, temor y una sensación de peligro? Es una pregunta que para mí tiene mucha importancia. Es cierto que el peronismo, aún después de esta remontada, está muy abajo de lo que consiguió en 2019. Pero fueron cuatro años de gobierno muy malos de este peronismo de dos cabezas, amorfo, de este peronismo sin líderes, de este peronismo autodestructivo.

Por eso, en ese contexto, con una inflación que los Fernández agarraron en 53% y van a llevar a 150%, se da una recuperación que no puede ser más que sorprendente. La extraordinaria victoria de Sergio Massa que, para mí, se da en tres planos al mismo tiempo. 

Primero, contra la tendencia, contra los pronósticos. Contra una fuerza nueva en crecimiento de un outsider como era Milei, que cuestionaba la clase política de la endogamia, en este contexto de altísima inflación, lejos de los problemas sociales. Mientras los pesos se derriten en el bolsillo de las mayorías, que aparezca alguien como Milei significa que seduce a nuevas generaciones, seduce a algunos nostálgicos del menemismo. Lo que equivale a casi 8 millones de personas. Porque Milei no perdió votos sino que ganó algunos. Tuvo un techo pero no perdió votos. Salió abajo en esta elección pero pasó de 7 a casi 8 millones de votos.

Massa gana contra la tendencia porque todas las encuestas y pronósticos hablaban de una diferencia a favor de Milei de entre 4 y 8 puntos. Algunos hablaban de la eventualidad del triunfo en balotaje, algunos en primera vuelta. ¿Cómo no sorprenderse si el ministro – candidato devalúa al día siguiente de perder las elecciones primarias? 

Segundo, Massa contra su propio Gobierno, el Frente de Todos. Un Gobierno muy malo, a mi criterio, el peor del peronismo desde el regreso de la democracia. No porque creo que sea más dañino de lo que fue el menemismo, pero el menemismo al menos tenía una hoja de ruta y en gran medida la cumplió. Tanto que ese país que moldeó el menemismo todavía está vigente. Tanto que, cuando se habla hacia adelante, de cómo va a ser la Argentina que viene —“condenados al éxito”—, se habla del marco normativo que Menem creó para la Minería. Un ejemplo de la Argentina exportadora con la que sueña toda la clase dirigente y el poder económico. 

Es decir que Menem puede haber sido dueño de un gobierno privatizador que terminó en desocupación, todo ese repertorio que el kirchnerismo cuestionó muy duramente, pero cumplió con gran parte de sus objetivos. No se entiende cuáles eran los del Frente de Todos o si el Frente de Todos no cumplió con casi ninguno de los objetivos que tenía. Por eso, Massa no solo le gana al pronóstico, a la tendencia, le gana también a su propio Gobierno sin liderazgo, al que llegó y agravó todos los indicadores. Desde el primer momento, el ex FDT no discutió un programa, dicho esto por Cristina Fernández. Solo hace unos meses, la vicepresidente dijo que hay que discutir un programa económico. ¿Qué quiere decir? Que pese a la pesada herencia que dejó Mauricio Macri, el peronismo de Alberto y Cristina llegó al gobierno sin tener idea o sin tener acuerdo, al menos, de cómo iba a salir de esa crisis que lo había depositado una vez más en el poder. Porque Cristina hizo bastante más que tocar la campanita. Con derecho, porque era la dueña de la mayor parte de los votos, y porque Alberto no estuvo a la altura. 

Pero, además, la victoria de Massa es en contra del propio Massa. El candidato le ganó al ministro, que fue un desastre como ministro, que agravó todos los indicadores, que cuando llegó tenía 78% de inflación y ahora tiene casi 140% y  no sabemos en cuánto va a terminar. Que dijo que iba a empezar con la inflación en 3% y juntó 25% en apenas 2 meses. Que dijo que iba a reducir la brecha cambiaria y la aumentó. Que dijo que antes de devaluar renunciaba pero devaluó y siguió en el cargo. Que dijo que no se podía ser ministro y candidato, y fue ministro y candidato.

Contra todo eso, Massa ganó, la sociedad lo eligió. Incluso pese a que, en este proceso de inflación descontrolada, los perdedores y los que más sufren el ajuste son los votantes históricos del peronismo, del Frente de Todos. Los que más sufrieron este proceso de inflación descontrolada, que, por supuesto, se elevó a la salida de la pandemia y se descontroló por completo cuando se fue Martín Guzmán, Massa profundizó hasta niveles muy difíciles de soportar.

Sergio Massa incluso sobreajustó a pedido del Fondo Monetario Internacional y no consiguió nada a cambio. Tuvo que devaluar al día siguiente de las PASO y podríamos hablar horas de la mala praxis de un ministro que llegó sin plan ni equipo económico. ¿Cómo es posible que haya ganado 9 millones y medio de los votos? Hay que mirar también lo que tenía enfrente. Si con esta realidad que describo, Massa obtuvo más de 3 millones de votos en relación a lo que había obtenido Unión por la Patria en las PASO, o es un genio o se enfrentaba a un tren fantasma que asustaba más de lo que espanta esta realidad que Massa profundizó para mal en tiempo récord. En 14 meses, prácticamente duplicó la inflación.

Sergio Massa aparece como el nuevo líder del peronismo. El peronismo lo elige de una manera que no había elegido a Alberto, porque algunos que querían ver en Fernández a un líder chocaban con las objeciones de Cristina y La Cámpora. Sabemos cómo terminó ese juego autodestructivo, con la entrega anticipada del poder del presidente a Massa, en agosto de 2022. Porque Cristina ya estaba en su eclipse político, sin condiciones de liderar, algo que ella misma consideró. Lo cierto es que Massa en dos meses de campaña ordenó al peronismo detrás de su candidatura. Algo que no es menor y que, por supuesto, Patricia Bullrich no pudo hacer con Juntos.

Sin embargo, Milei sacó casi 8 millones de votos, que son apenas un síntoma. Emergente de una crisis muy profunda, de un sistema político en descomposición, se vuelven a discutir cuestiones básicas, no casualmente. La democracia y sus promesas incumplidas. Las fallas del Estado. La clase política. La autoridad incuestionable del mercado, que son pocos los políticos que se animan a cuestionar. Todo eso lo trae y lo exacerba Milei.

En uno de los editoriales que más se escuchó de este programa, cuando Massa asumió, fue “Massa y su ADN”. Ahí decía dos cosas que me parece siguen vigentes. La primera es no hay que subestimarlo nunca. La segunda es no hay que creerle nunca todo lo que dice. Porque muchas cosas de las cosas que él plantea tienen que ver con sus deseos, pero después la realidad lo desmiente. Sin embargo, Massa pudo conducir al peronismo con la capacidad de alguien que hace más de 10 años quiere ser presidente, que cuando rompió con Cristina empezó a poner carteles al costado de las autopistas que decían “faltan 500 días”. Milei todavía no lo conocía a Fantino cuando Massa ya estaba lanzado como candidato a presidente. Patricia Bullrich todavía no había recuperado su verdadera identidad, no había ni siquiera amarrado en la costa del PRO.

Es un político que lleva mucho tiempo activo, que no se rinde nunca, que juega con fuego y que tiene la posibilidad de hacerlo hasta el momento. Muchas veces parece que muerde la banquina, como cuando, en la previa de las elecciones, el dólar pasó los $1.000. Sin embargo, siempre le queda una carta y eso, en este contexto de crisis, en este contexto de descomposición del sistema político, por supuesto que es una virtud.

Massa, nuevo líder de ese peronismo, a salvo del juego autodestructivo al que se entregaron Alberto y Cristina. Massa con un solo objetivo desde el momento en que asumió como ministro: ser candidato a presidente. Sacrificó la economía, sacrificó la vida de las mayorías, pero llegó. Y todo indica que le salió muy bien porque, además, contó en su beneficio con el pánico que generaba Milei. Pánico en sectores de la clase media progresista. Incluso sectores gorilas de la clase media que votaron en masa a Sergio Massa, al peronismo, atemorizados de la llegada de Milei, de alguien que reivindica la dictadura militar y es imprevisible. Pero Milei horrorizó a todos, no solo a esa clase media progresista, sino también a los empresarios cuando fue a Mar del Plata y maltrató a muchos de los que hacían cola para dar el salto. 

Massa, además, con una inversión descomunal en la campaña. No sé si la más cara de la historia pero una muy cara. Habrá que pagarla, los argentinos, las argentinas, el propio Massa, si gana la elección. No alcanza con invertir mucho, si no hay que mirarlo a Horacio Rodríguez Larreta, que invirtió fortuna y no le dio resultado. Pero Massa invirtió y mucho. Tanto que se endeudó, nuevamente. Se endeudó con China. Tiene una deuda grande con los importadores. Herencia que Massa le deja al próximo Presidente, quizás incluso una herencia que se va a dejar a sí mismo.

Y Massa se benefició de Juntos, de esta banda que nunca logró una síntesis ni una autocrítica tras el pésimo gobierno del macrismo. Macri jugó todo el tiempo a tensar la interna, con una dirigencia que no se animó a enfrentarlo. Patricia Bullrich empoderó a Milei. La división del bloque antiperonista se partió —como en otras partes del mundo la derecha— con la irrupción de Milei. No hubiera sido posible la emergencia de Milei si Macri no fracasaba como lo hizo. Porque Milei le roba votos al peronismo y a Juntos, pero viene a representar a los sectores de la derecha antiperonista. 

De todo eso se benefició Sergio Massa, el aparente nuevo líder del peronismo. La resistencia a Milei no surgió tanto del sistema político, de los gobernadores, del aparato, de los ministros, de muchos dirigentes que ahora festejan pero estaban escondidos deabajo de la cama hasta el domingo a la noche, que no querían aparecer. Sino que me parece que la reacción, en cierto sentido conservadora, fue de la sociedad que empezó a ver comprometida la salud como un derecho público, la educación como un derecho público, el transporte que se iba a hacer inaccesible. Ni hablar de la idea de Milei de privatizar el agua, las calles.

La reacción más fuerte surgió de la sociedad, de los que lo votaron con la nariz tapada, de los que no le creen a Massa, de los que se asustaron y votaron contra Milei. Y tal vez de una cierta maduración social. Por supuesto, es el peronismo el que canaliza el voto contra Milei. Es Massa, el último exponente de la clase política. Hay una historia de 78 años del peronismo que se sostiene como identidad mayoritaria de los sectores populares, y que seguramente algo tuvo que ver en esta remontada impresionante, impactante, que vimos el domingo pasado.

Habla de una capacidad, de una plasticidad, de una vitalidad del peronismo. Lo más importante es la sabiduría popular de los que entendieron que el ajuste que planteaba Milei no era sólo contra la casta, sino que iba contra la sociedad, contra el pueblo. Que Milei es un extremista del “sálvese quien pueda”, que se presenta como salvador pero puede ser el verdugo de a quienes le reclama el voto.

En estas condiciones excepcionales, dramáticas en muchos sentidos, se da la triple victoria de Sergio Massa. 

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