Fuera de Tiempo con Federico Aliaga

Federico Aliaga, administrador general del Instituto de Desarrollo Urbano, Ambiental y Regional de Moreno, conversó con Diego Genoud sobre la situación social en el conurbano, la injerencia narco y la política de tierras del Municipio.

“Un mazazo en el corazón del Gobierno”. Editorial 15 de marzo en Radio con vos.

Buenas noches a toda la gente que nos escucha a esta hora en distintos lugares del país. 23:03 del martes 14 de marzo. Recién a esta hora empieza a bajar el calor en este marzo de 2023. Un saludo también a la gente que nos escucha a través de Spotify desde hace muchos años, a este programa que se llama Fuera de Tiempo. 

Soy Diego Genoud, es el segundo programa de Fuera de Tiempo en Radio Con Vos. La segunda semana de marzo ante un cuadro que, por supuesto, es complejo en todos los sentidos. Es imposible ignorar la situación que atraviesa hoy la Argentina. Hace un rato el presidente Alberto Fernández nos sorprendió porque fue internado en el Sanatorio Otamendi. Informaron desde la Unidad Médica Presidencial que tenía una hernia de disco lumbar. 

El cuerpo del presidente registra la crisis múltiple que se empeña muchas veces en negar. Crisis económica producto de la altísima inflación por la caída profunda del salario real que lleva mucho tiempo. Hoy el INDEC dio a conocer el índice de febrero. El poder adquisitivo, la plata que no alcanza, no hace falta que a nadie se lo cuente. Y, además, la falta de dólares. El talón de Aquiles de este gobierno, del gobierno anterior, de muchos gobiernos a lo largo de la historia argentina.

A la crisis económica se le suma además el conflicto político, producto de un malentendido que está a punto de cumplir cuatro años desde que Cristina Fernández de Kirchner convirtió a Alberto Fernández, que era su jefe de campaña, su operador, en candidato a Presidente. Desde entonces hay un malentendido político en lo más alto del Frente de Todos.

Casi 4 años después de haber sido designado candidato, no solo no se hablan; por momentos incluso parece que están en guerra camino a las elecciones. Sería una anécdota si no fuera por la situación que atraviesa la Argentina, en un mundo inestable, cambiante, también en crisis permanente. No hace falta más que mirar lo que pasó en los últimos días en Estados Unidos, donde vuelven los fantasmas de un colapso financiero. La caída de Signature Bank, en Nueva York; del Silicon Valley Bank, en California, un banco que financiaba a las grandes tecnológicas. Las empresas de Elon Musk, de Bezos, de Zuckerberg llevan varios meses con despidos importantes. 

Twitter, Amazon, Facebook: todas con despidos que arrancaron sobre el fin del año pasado y ahora además se suma la caída del banco que las financiaba. Un problema que tiene la economía de Estados Unidos, el país más poderoso de la tierra junto con China, es también la inflación elevada. Incomparable con la de Argentina, pero la más alta en cuatro décadas. Tasas de interés altísimas que además conspiran contra la economía y la falta de regulación sobre los bancos. Todo eso queda expuesto en estos días en los que se desata un temblor financiero que no sabemos si va a terminar rápidamente o si, por el contrario, se va a profundizar o va a tomar distintas formas. Queda expuesta en Estados Unidos la fragilidad del sistema bancario y financiero.

Biden enfrenta una disyuntiva que es parecida a la que enfrenta el gobierno argentino y distintos gobiernos a esta hora: un rescate a los bancos o la ayuda a los sectores menos favorecidos. Incluso se ve en este colapso que los bancos medianos pueden plantear riesgos sistémicos. Así lo plantean algunos analistas que miran con atención porque los principales bancos del país perdieron 190 mil millones de dólares en apenas unos días. Las acciones también de las empresas líderes perdieron 465 mil millones de dólares en apenas unos días. Algo de eso también empiezan a recuperar. Pero todo indica, Argentina lo comprobó hace tiempo, por lo menos durante el gobierno de Macri, que se acabó el tiempo del dinero barato.

En ese contexto de turbulencia que excede a lo que pasa en este país, el dato central que hoy tuvimos pega como un mazazo en el corazón del Gobierno y en Sergio Massa, que más que el Ministro de Economía es un interventor, el que está a cargo del Gobierno del Frente de Todos desde agosto. Pero marzo llega con indicadores que alteran la ecuación que Massa se había diseñado para sí mismo pensando en que, quizás, podía ser candidato a Presidente.

La inflación de febrero, un mes que tradicionalmente registra baja inflación, fue de 6,6%. Ya se acumulan 13,1% en el primer bimestre. Récord absoluto de 102,5% en los últimos 12 meses. Por primera vez en 32 años Argentina tiene una cifra de esta magnitud. Viene marzo, ahí sí empieza la temporada en la que se siente la inflación con más fuerza. 

¿A qué se debe este 13,1% de inflación en dos meses? Se descontrolaron los alimentos, que llevan mucho tiempo con aumentos pronunciados, solo 9,8% en febrero. Las comunicaciones, 7,8%. Los restaurantes, los hoteles, 7,5%. El problema es la inflación pero también es, como decía antes, la caída del poder adquisitivo. La plata que no alcanza. La caída del salario real en un país en que la mitad de los trabajadores viven en la informalidad, y pierden por goleada contra la inflación. No hay paritaria que aguante, más cuando uno de cada dos trabajadores no tiene convenio colectivo, obra social o aguinaldo. 

Hace más de seis años que vemos que la inflación le gana al salario, que los precios le ganan a los sueldos. Hace ya demasiados años: desde el final de Cristina, la devaluación de Kicillof, los años de Macri, la pandemia, el Frente de Todos. La crisis política que, además, terminó con la salida de Martín Guzmán. Los días fugaces de Silvina Batakis. Y la estación de Sergio Massa. El político que vio en la crisis una oportunidad pero que ahora se debe estar preguntando si no va mal. Tal vez la crisis era sólo una crisis y nada más. 

El ministro de Economía llegó y logró muchas cosas en poco tiempo. Sacar al Frente de Todos de la parálisis, funcionar como un pivot entre Alberto y Cristina; reconciliar al establishment, al círculo rojo con el Senado, con la Vicepresidenta. Logró incluso tener más apoyo que el que había tenido Macri, que había sido muchísimo. Porque al poder económico y los grandes empresarios de la Argentina, muchos con intereses en sectores estratégicos, Massa sumó el apoyo de Cristina y La Cámpora. 

La inflación no es responsabilidad exclusiva de Massa pero al ministro de Economía lo volvió a traicionar su ADN: se apuró una vez más cuando dijo a sus periodistas amigos, en charlas informales, que la inflación de abril iba a arrancar con un 3 adelante. Va a ser cuesta arriba. Ninguna consultora a las que suele acudir el Ministro de Economía, los economistas del mercado, incluso las centrales sindicales, piensa que la inflación vaya a ser esa. Massa también había dicho, en su gira por septiembre en Washington, que la brecha cambiaria iba a estar en 30% en abril cuando todavía está en 85%. 

De fondo a la inflación, los problemas de la caída del salario real y la falta de dólares. Eso explica el cuadro que hoy enfrenta el Ministro de Economía y el Frente de Todos en general. A los aumentos permanentes que llevan ya mucho tiempo, que ahora se potencian producto del recorte de subsidios que exige el Fondo Monetario Internacional, se le suma lo que dijo la Vicepresidenta la semana pasada en Río Negro, que el crecimiento se lo llevan “cuatro vivos”. Lo que ella no quería, lo que había pedido que no sucediera cuando habló a fines del 2020, es lo que está sucediendo justo en el año electoral en el que el Frente de Todos se juega la supervivencia.

Otros dos problemas para agregar, muy graves también: la sequía histórica y los cortes de luz.

La sequía que, según también los datos de distintas consultoras, le va a costar al Gobierno alrededor de 15 mil millones de dólares este año. Es muchísimo el dinero que Massa necesitaría para llegar con aire al momento que defina si va ser finalmente candidato o no. Y los cortes de luz, producto también de muchos años de falta de inversión. Las empresas alegarán tarifas muy bajas, aunque desde el ENRE, Walter Martello, hoy funcionario del Gobierno, dice que las empresas como Edesur o Edenor no invirtieron ni siquiera en tiempo de tarifazo. Hoy 2 millones de usuarios estuvieron sin luz y algunos todavía siguen sin suministro en Capital Federal y Gran Buenos Aires. 

La paciencia social está puesta a prueba como nunca. La dirigencia política se entrega muchas veces a una discusión que parece ser la de la endogamia sin horizonte. En el Gobierno vemos los cruces, las acusaciones entre la Vicepresidenta, Máximo Kirchner, el propio Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Andrés Larroque. También en la oposición que parece que está armada en espejo al Frente de Todos. Una oposición donde Macri, Larreta, Bullrich, Manes, aparecen muchas veces enfrentados, tomados por la desconfianza. 

Puede pensarse de manera tranquilizadora que los políticos, la dirigencia política, está peleando por el poder. Que es un proceso natural previo a las elecciones y que todo se va a ordenar en poco tiempo. Pero también puede pensarse que en este contexto de dificultades múltiples, el juego de la endogamia sin horizonte, de las acusaciones mutuas, significa para la sociedad una provocación. Y para la dirigencia política un juego suicida. 

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