Fuera de Tiempo con Sebastián Ceria

Sebastián Ceria, doctor en Matemática, presidente de la Fundación Fundar y miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos, conversó con Diego Genoud sobre la importancia del sector privado en las políticas públicas.

“Un nuevo tipo de votante y una doble definición”. Editorial 17 de octubre en Radio con Vos.

Estamos a días de las que se supone son las elecciones más importantes de las últimas dos décadas, en un contexto de extrema fragilidad desde lo político y también en un contexto bisagra, complicado, para la argentina económica.

Son elecciones que se dan en sincronía con el agotamiento absoluto de un modelo económico al que ya nadie defiende y todos dicen querer cambiar. Un modelo que generó en los últimos años la decepción de al menos 7 millones de votantes que se inclinaron por Milei el 13 de agosto pasado.

Por ejemplo, la brecha cambiaria, quizá el talón de Aquiles de la economía argentina, que pasó del 77% al 175% en 2022. O 200% si se observa la cotización de la semana pasada cuando el dólar paralelo llegó a los $1.000. Es la misma brecha que Sergio Massa, el ministro y candidato, prometía reducir para abril de este año a alrededor del 40%, lo que habla también de la dificultad que enfrenta el peronismo en estas elecciones. El Gobierno cuenta las horas que faltan para el viernes a las 3 de la tarde y reza tratando de que el Banco Central no profundice la sangría de reservas, que no empezó ahora pero sí se agudizó en las últimas semanas.

Que la realidad es de extrema fragilidad uno lo puede percibir cuando sale a la calle, cuando ve los números de la inflación o el aumento de los precios —una economía sin precios, en muchos casos. Además el horizonte de corto plazo es problemático porque se sabe que, después de las elecciones, va a haber más problemas cuando asuma un gobierno el 10 de diciembre y trate de estabilizar esta situación.

Datos de esta semana. Algo que se supone está naturalizado: la inflación de septiembre fue 12,7%. Los alimentos aumentaron 14,3% y la inflación asciende a 25% en los últimos dos meses. Si vamos un poquito más atrás, 103% la inflación en los primeros nueve meses del año. 138% la inflación interanual. Después, hay alimentos de primera necesidad que suben de manera astronómica. En el último año, subió 246% el azúcar, por ejemplo, o 217% el arroz. Estos datos que apabullan y cualquiera conoce, cualquiera que tiene que ir a comprar al almacén o al supermercado, son datos viejos. Porque la semana pasada el precio de los alimentos volvió a dispararse junto con el dólar paralelo. Hay que sumarle la pobreza que mide el INDEC y la desigualdad. 

¿Es posible naturalizar estos datos a la hora de ir a votar? ¿La sociedad los asimiló o, en cambio, va a castigar al gobierno, a los gobiernos que se alternaron en el fracaso en los últimos ocho años? ¿Alcanza el peligro que representa Milei para conjurar esta realidad? De eso se trata un poco la encrucijada que se va a resolver el próximo domingo. De cómo impactan los datos de un terremoto económico propio, cómo se traducen al nivel de lo político a la hora de ir a las urnas.

Pero en lo político hay dos datos que habrá que evaluar. Dos tendencias que se ponen en juego y que, por supuesto, involucran a la par de fuerzas que se alternaron en la escena política durante los últimos 15 años. Si uno escucha o lee a Jaime Durán Barba, para muchos el inventor del macrismo, algunos dirán que está enojado con el macrismo. Dice “todos trabajan para Milei, para la elección de Milei”. Massa lo hace desde la gestión, con los resultados de la gestión del ministro y candidato. Bullrich lo hace con una campaña que no logra interpelar a la sociedad. Una candidata que podría, según Durán Barba, beneficiarse de ser la única mujer que tiene chances de ser presidenta. Una candidata que no supo cuestionar a Massa, aprovechar las ventajas que daba Massa en los debates.

Pero hay un dato muy elocuente, que es la división de lo que antes era la oposición antikirchnerista. Eso explica, quizás, videos o audios como los que circularon en las últimas horas de Carlos Melconian. ¿De dónde surgieron esos audios? ¿Será como sospechan, incluso algunos dentro de Juntos, que es Macri el que está detrás de l intento de golpear a Melconian, a Bullrich? ¿Que es el intento de laudar a favor de Milei en esta disputa que se da en el antiperonismo y antikirchnerismo?

Con las imágenes del 17 de octubre, del Día de la Lealtad, está en juego la capacidad del peronismo de interpelar a los argentinos, representar a una sociedad astillada, fragmentada, a una heterogeneidad profunda. Y desde un peronismo que obtiene los peores resultados desde el regreso de la democracia en el poder. Por eso es un desafío crucial el que enfrenta Unión por la Patria. 

Se pone a prueba como pocas veces la idea de que el peronismo era el encargado de dejar atrás la crisis, esa constante, esa certeza que acompañó al peronismo desde el año ‘83 hasta hoy. Ese atributo está en cuestión, como nunca antes, porque el peronismo en el gobierno no logró las mejoras concretas que prometió. Aquel “volver mejores” de hace cuatro años. Está en cuestión la idea, además, de que el peronismo es capaz de gobernar la crisis y salir con vida, salir indemne. Se suponía era la única fuerza que podía conjurar la crisis estructural Argentina, la que se va y regresa una y otra vez.

Para salir airoso de este test crucial del 22 de octubre, del domingo que viene, el peronismo tiene como principal argumento el peligro que representa Milei. ¿Alcanza para conjurar esta crisis el peligro que representa Milei y su ultraderecha? El mesianismo de mercado y el “sálvese quien pueda” que propone el libertario frente a los datos económicos que apabullan e incriminan al ministro de Economía y candidato Sergio Massa.

El peronismo se juega una parada muy difícil este domingo y habrá que ver si sale con vida de esta prueba de fuego. Pero no es el único que está arriesgando y mucho. Del otro lado, del lado del bloque de fuerzas que conocíamos como el antiperonismo o el antikirchnerismo, también estamos asistiendo a una reconfiguración. En un menú acotado, como el que ofrece hoy la democracia y sus partidos mayoritarios, donde cuatro de los cinco candidatos que van a estas elecciones pelean por darle garantías al mercado. 

Con Milei por delante. Aunque algunos empresarios y actores del mercado tengan incertidumbre, no tanto por lo que propone sino por la viabilidad que tiene Milei de ejecutar ese extremismo de mercado. Pero Patricia Bullrich también pelea con Sergio Massa para darle garantías al mercado. Y también ahí está Juan Schiaretti, el ex secretario de Industria de Domingo Cavallo, al que algunos ya ubican como un agente posible de la gobernabilidad en el caso de que Javier Milei llegue finalmente a la presidencia.

En esa oferta, estamos asistiendo a la división de la derecha, del bloque antiperonista. No solo del bloque antikirchnerista, porque ya se había fisurado cuando Sergio Massa, aquel del aquel jefe del peronismo al que Mauricio Macri llevó a Davos para presentárselo a Joe Biden, volvió a la costa de Cristina. Pocos podían esperar, en ese 2019, que Massa terminara siendo el salvador del kirchnerismo, ministro de Economía y además candidato a Presidente.

Sin embargo, no volvió solo Massa. En ese momento, también lo hizo Alberto Fernández, que volvió del randazzismo sin Randazzo. Volvieron todos los peronistas, o la mayor parte de los peronistas. Ahora lo que se está partiendo es el bloque antiperonista de derecha. Eso se dirime también en estas elecciones. ¿Cuál es el rostro de la oposición antiperonista después de ese fracaso exprés, en tiempo récord, que tuvo Mauricio Macri en el poder? 

Después de tanta energía, tiempo y dinero invertido para que llegara a la presidencia, Macri fracasó y eso fue condición de posibilidad para que emergiera un candidato como Milei que, por supuesto, quizá expresa otro bloque de fuerzas. Que, por supuesto, atenta con sus discursos contra los postulados básicos de la democracia, que tiene una candidata a vicepresidenta como Victoria Villarruel —que reivindica a la última dictadura militar. Pero si uno lo mira o escucha a Milei,puede advertir al Macri más puro. Entre ellos se encuentran muchas similitudes.

El fracaso de Macri es condición de posibilidad para este Javier Milei que aparece como el candidato con más chances de entrar al balotaje, y con más chances de ganar incluso en primera vuelta. También lo benefició, y de mil maneras, el peronismo. Le dio una legitimidad única durante cuatro años y hasta hubo algunos dentro del peronismo que pensaron que financiar a Milei era un buen negocio para dividir al bloque antiperonista. 

Leía en las últimas horas un estudio muy interesante de la consultora Sentimientos Públicos, que dirige Hernán Vanoli.  Se titula “La nueva fractura social argentina” y habla sobre los votantes de Milei. Sabemos que son menores de 40 años, una mayoría abrumadora tiene entre 16 y 25 años. Y contrastan con Bullrich, que tiene en los adultos mayores de 70 años su mayor fortaleza. Casi un 50% de intención de voto en el otro extremo de la pirámide, si uno hace un corte generacional. En el caso de Massa, dice este estudio de Sentimientos Públicos, también son una población envejecida.

¿Qué pasa con los indecisos? Son los más parecidos a los votantes de La Libertad Avanza. Jóvenes menores de 40 años que también viven en condiciones precarias. No es sólo la edad lo que diferencia a los votantes de las tres fuerzas que se disputan esta elección. Dice Sentimientos Públicos: “Los votantes de Milei son los segmentos más bajos en el mundo del trabajo. Son votantes que no tienen mucho que perder, viven por fuera de las redes institucionales del siglo XX. Sin Estado, sin rutinas fordistas, sin representantes. Quieren que todo cambie de raíz, que las cosas funcionen con la menor fricción posible. Quieren que los privilegios sean fruto del mérito y no de la política. Además, son jóvenes que no tienen empleo formal, inquilinos o sin hogar propio. Desocupados que día a día salen en busca de su pan”. Si se confirma esto el domingo que viene, hay una novedad histórica de consecuencias impredecibles.

Ese voto es el que convierte a Milei en algo muy distinto, porque se lleva los votos de los sectores populares. Milei sin ser Menem, no necesita tomar prestada la identidad del peronismo para ganarle al peronismo o para quedarse con los votos de los sectores populares.

Dice la consultora Sentimientos Públicos en este estudio hecho en base a una encuesta en todo el país: “Del otro lado, están los votantes del siglo XX, enarbolados en sus ideologías, a la búsqueda de mesura”. Conservadores, y esto lo digo yo, de lo que les queda. Hay similitudes entre los votantes de Bullrich y los de Massa. “Los votantes de Unión por la Patria son una faceta de este mundo que se extingue”, dice el informe. Los votantes de Unión por la Patria y los de Juntos viven en el mundo en blanco, según la definición de Sentimientos Públicos.

Hay otra cosa interesante. Me lo decía Federico Aurelio, de la consultora Aresco, y es que Milei le está ganando hoy al peronismo en los sectores bajos. Según Aurelio, le ganaba por poco. Según esta consultora de Hernán Vanoli, Milei se queda con el 37% de los votos en los sectores bajos. Después viene Massa con el 26%. Bullrich, 13%. Indecisos, 12,9%. Frente a este tipo de datos, la incomprensión, el rechazo de los mayores o de los incluidos no tiene demasiado peso. 

El peronismo tiene la oportunidad y el desafío de revertir esta tendencia. La vieja oposición de derecha, la vieja oposición antikirchnerista y antiperonista tiene la oportunidad y el desafío de recuperar los votos que perdió, de lograr que muchos votantes que abandonaron a Juntos entiendan a último momento que Milei es un camino peligroso.

Pero La Libertad Avanza espera la elección con otra expectativa. Javier Milei se sienta a esperar el derrumbe general del sistema político para imponer el extremismo del mercado sobre los escombros de la polarización.

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