Fuera de Tiempo con Miguel Ángel Pichetto

Miguel Ángel Pichetto, precandidato a presidente por Juntos por el Cambio y auditor general de la Nación, conversó con Diego Genoud sobre su precandidatura, la economía y el rol de la oposición.

“La suerte atada de Massa y Cristina”. Editorial 2 de mayo en Radio con vos.

Arranca otra semana, una semana corta en la Argentina muy intensa, como vienen siendo las últimas del gobierno del Frente de Todos, el de la extraña unidad del peronismo que trata de ver cómo llega a la orilla de las PASO. Le queda todavía muy lejos ese escenario y, entonces, cada día puede resultar interminable y cada día aparecen novedades, movimientos que hacen presagiar un final difícil.

Hoy, en el arranque de la semana después del Día de los Trabajadores, el Presidente Fernández en Brasil estuvo reunido hasta hace un rato nomás con los funcionarios del gobierno de Lula, de quienes se espera una ayuda. Fernández, un Presidente sin reelección, viajó con medio Gabinete. Santiago Cafiero, la mano derecha del Presidente, pero también Sergio Massa, un superministro que está obviamente en apuros, que tiene el respaldo de la Vicepresidenta pero que está unido al Presidente por una extraña relación. Se conocen mucho Alberto y Massa, y se tienen hoy una desconfianza absoluta. Sin embargo, están todos en el mismo avión. También estuvieron a bordo otros dos candidatos a presidente más que tiene el Frente de Todos en este escenario —inestable en lo económico y también en lo político.  No se sabe cómo va a resolver el Frente de Todos la cuestión del liderazgo, la cuestión de las candidaturas, las reglas para presentar un menú electoral. 

¿Quiénes son esos otros dos candidatos a presidente? Uno es Daniel Scioli, que ya lo dejó en claro en las últimas horas: “A mí no me pueden prohibir competir en las PASO”. El otro es Agustín Rossi, sin duda el candidato más puro que podría presentar el Presidente. Todo en una historia de paradojas, de contradicciones porque, si hubo un kirchnerista, alguien que defendió a Cristina en las circunstancias más complicadas, ese fue Agustín Rossi. Sin embargo, hoy el rosarino aparece como el candidato más puro de Alberto, porque Scioli tiene demasiado juego propio y quiere también el apoyo de Cristina y porque Sergio Massa es el candidato predilecto de Cristina, del cristinismo, de La Cámpora. Por lo menos a esta hora, en el arranque de este mayo.

De esos tres candidatos que vimos en vuelo a Brasil, Cristina apoya a Massa: el que fue su enemigo más tenaz, por esas cosas que tiene la política. ¿Puede ser Massa candidato a presidente con una inflación como la que hoy tiene la Argentina de 7,7%, casi el doble de la que él preveía para este mes de abril? Acaba de cerrar el mes y todas las consultoras hablan otra vez de un IPC muy elevado, también alrededor del 7%. Algunas consultoras dicen incluso más. 

Hay que esperar dos semanas para conocer el índice oficial, pero cerró abril con una inflación alta y eso, además de que complica la vida de cualquier argentino o argentina, complica también la ilusión de un Massa y un Frente de Todos competitivos en las PASO de agosto.

La semana pasada a esta misma hora el dólar estaba a $495, y Sergio Massa logró en la última semana que retroceda $20, $25. Se frenó al menos el espiral que estaba incendiando las ilusiones del Ministro de Economía. No cambió la escena de fondo, no cambió la profundización de la brecha, no cambió la situación en la cual al Gobierno se lo ve en una debilidad elocuente, en la que nadie sabe hasta cuándo aguanta la presión devaluatoria. Pero sí Massa al menos logró un poco de aire, que es lo que muchos piensan es lo máximo que puede conseguir. Lograr que le aflojen un poco la soga que tiene al cuello.

¿Cómo logró Massa bajar la cotización del dólar paralelo? Le pidió permiso al Fondo Monetario Internacional para salir de una trampa en la que él mismo se había metido. Usó parte de las reservas para ganar un poco de aire y disipó ese clima espeso del que les hablaba. La semana pasada se hablaba de la renuncia de Massa, que no iba a seguir adelante si no le daban todos los instrumentos. Se hablaba de la cabeza de Miguel Pesce, el último albertista que queda en el Gobierno. Pero Massa finalmente ganó algo de aire pidiéndole permiso al Fondo. 

Dijo la Vicepresidenta en su regreso, el jueves pasado en su nueva clase magistral: “El Banco Central intervino en la administración del tipo de cambio con reservas, algo que no se podía hacer”. Explicó CFK que el acuerdo con el FMI prohibía al Banco Central usar reservas para frenar una corrida. Pero, claro, detrás está el esfuerzo sobrenatural de Cristina para respaldar a Massa, algo digno de elogio. Porque la Vicepresidenta dice en un discurso público, que es muy escuchado, sobre todo, por sus seguidores, que Massa logró un permiso para intervenir y frenar al dólar paralelo porque, ahora sí, el Fondo se lo permite. ¿Qué es lo que no dice la Vicepresidenta? Que fue el propio Massa el que se comprometió ante el Fondo hace dos meses, en marzo, a no usar reservas para realizar esta misma maniobra. Fue el propio Massa el que se comprometió por demás, el que se ató las manos. 

Cristina no dice que lo que firmó Massa no tenía que ver con el acuerdo original que había firmado Martín Guzmán. Un acuerdo que, por supuesto, se puede cuestionar y muchísimo, porque ese acuerdo, como dice parte del Frente de Todos y algunos sectores de la oposición, es un acuerdo inflacionario que exige ir soltando el dólar, el aumento de tarifas —que está pegando ahora y lo hará muy fuerte en los próximos meses. Es un acuerdo que por supuesto tiene muchos elementos nocivos para la economía. 

El dato interesante es esta Cristina, maestra de la ambigüedad, que intenta proteger a Massa, al reconocerle que logró que el Fondo le permita intervenir con reserva, trampa en la que él mismo se había metido como parte de dos características que tiene el ministro de Economía. Una, la sobreactuación. Así, también, sobrecumplió las metas de déficit fiscal del acuerdo con el Fondo, ajustó por demás. ¿De qué le sirvió ajustar por demás a Massa en los últimos cinco o seis meses del año pasado? De nada porque, hasta ahora, el Fondo no dio nada de lo que pide el Ministro de Economía. Un desembolso extra. 

La sobreactuación de ese Massa, que sobrecumple el ajuste fiscal con el Fondo, que se compromete ante el Fondo a no usar reservas y resigna así una potestad que tiene el Estado argentino, casi es devorado por su propia estrategia. En el acuerdo original está claro, cualquiera lo puede ver: no había prohibición de intervenir. Al contrario. Massa lo incluyó en el punto 26 del memorándum que firmó en marzo pasado. Pero ¿por qué Cristina lo apaña a Massa? Esa es la pregunta. Hay una sociedad muy fuerte, llamativa para alguien que de repente vuelve a la Argentina después de dos o tres años y no entiende muy bien cómo, aquel que era el jefe del antikirchnerismo, hoy es el socio más importante que tiene Cristina en la interna del Frente de Todos.

Un Ministro de Economía que tiene una desconfianza absoluta en el Presidente y un Presidente que tiene una desconfianza absoluta del Ministro de Economía. Sin embargo, funciona el gobierno en esa directriz que une al Palacio de Hacienda con el Senado. Cristina está pensando, muy posiblemente, y así dicen quienes trabajan con ella, en cómo salir del encierro que representa el gobierno de Alberto Fernández para Cristina. Después de haber designado con su dedo a este Presidente con el que no se habla desde hace meses, la expresidenta piensa en una salida que incluya a Massa en algún lugar. Cuando uno la ve a la Vicepresidenta haciendo malabares para sostenerlo, para apañarlo como la semana pasada, confirma que la alianza goza de buena salud. Massa le sirve a Cristina en un hipotético esquema de salida del laberinto, una lo más ordenada posible. 

Hay un dirigente muy experimentado de la política que habla poco con los medios, que trabajó para varios gobiernos y sigue en posiciones de poder, casi un mito de la política argentina, que dice: “Si no sabes cómo vas a salir, no entres en una situación”. A veces da la sensación de que la política está tan tomada por la urgencia, por el corto plazo, que se mueve en el sentido contrario. Todos entran en situaciones de las que no saben cómo van a salir después. Massa es el rey del zigzagueo, de la ida y la venida, el más rápido en una baldosa. A veces confunde con sus propios movimientos, a veces incluso se daña a sí mismo. 

El Ministro de Economía está en una situación muy difícil, esperando ahora que Brasil ayude a financiar las importaciones argentinas que de allí provienen. Massa acaba de cerrar un acuerdo importante con China para usar también los yuanes del swap, del intercambio de monedas que, por supuesto, ya tiene muchos años. Todo en función de tratar de disimular la falta de dólares; una falta que, como se dijo en este espacio la semana pasada, por supuesto la sequía agravó, pero que también le debe mucho a un Frente de Todos que no supo qué hacer con los 45.000 millones de dólares en superávit comercial que tuvo. Lo dijo después Cristina el jueves pasado, también en La Plata, que le faltan dólares a un Gobierno al que le sobraron. 

En ese contexto, aparece un Massa que le reza a Washington y, por otro lado, va también a un acuerdo con China. El mismo Massa que se cansó de decirle a los periodistas amigos, que son la mayoría en el sistema de medios de la Argentina, que Lula se había equivocado cuando fue a China porque Estados Unidos ahora le desconfiaba. Ese mismo Massa que se cansó de decir en off y de marcarle en off el error a Lula, ahora está pidiéndole una ayuda a Lula en Brasil. También a China, para poder usar ese swap y pagarles las importaciones de una balanza comercial, una relación bilateral muy deficitaria para la Argentina. 

Todo sirve a un Gobierno que está ahogado. A un Ministro de Economía, el candidato de Cristina, que está ahogado. Pero si Massa no puede respirar, también es Cristina quien tiene dificultades para ensayar una salida.

Massa precisa un adelanto, un desembolso, un salvataje de 10.000 millones de dólares que todavía no consigue del Fondo. Pero el acuerdo tiene consecuencias todos los días. Hay aumentos fuertes en las tarifas, en el gas, en la luz, lo leía en el portal de Nicolás Gandini, columnista de Alejandro Bercovich en esta misma radio. Econojournal dice que el aumento es del 400% en la tarifa de luz, comparado con el año pasado. Y viene mayo con subas también en el transporte, en las expensas, en las prepagas, en los colegios. Eso, por supuesto, va a impactar en la vida de las personas que están escuchando, en la vida de las personas que van a tener que ir a votar a un candidato como Massa o al que surja de las PASO, si es que las hay en el FDT.

¿Hasta cuándo Cristina puede sostener a Massa con estos niveles de inflación, con esta presión de devaluatoria, una brecha en 90% entre el dólar oficial y el paralelo?  También aparece, otra vez, la ecuación de, si la provincia de Buenos Aires está en riesgo, como algunos ya piensan, ¿sirve Massa a como candidato a presidente? O, si la provincia está perdida, como algunos piensan, ¿sirve mejor Kicillof como candidato a presidente? Una expresión más nítida, más pura de lo que es el kirchnerismo, sería Axel Kicillof para plantarse como opositor al próximo gobierno desde el minuto cero.

¿Qué espera Cristina de Massa? ¿Espera un delegado, alguien que la represente, alguien que compita y deje bien parado al Frente de Todos? ¿O espera robarle un soldado a la mafia del lawfare, la que la arrinconó durante el gobierno de Macri? Son las dudas que flotan en el aire mientras el Gobierno no hace pie. ¿Hasta cuándo puede Cristina hacer malabares como el que hizo la semana pasada para apadrinar a Massa cuando habló en el medio de la corrida? ¿Hasta cuándo dura esta sociedad de socorros mutuos que firmaron Massa y la Vicepresidenta?

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