Fuera de Tiempo con Ariel Pennisi

Ariel Pennisi, ensayista, docente e investigador de la Universidad Nacional de Avellaneda y de la Universidad Nacional de José C. Paz y codirector de Red Editorial, conversó con Diego Genoud sobre el panorama social que llevó a la victoria de Javier Milei.

“Las señales ambiguas que está enviando Milei”. Editorial 28 de noviembre en Radio con Vos.

Todo avanza a gran velocidad. En menos de dos semanas, Javier Milei comenzó a actuar como Presidente en ejercicio y ya hay réplicas de su victoria en la realidad, cuando todavía falta para que asuma el 10 de diciembre. Fiesta en los mercados, suben las acciones de empresas argentinas, baja el riesgo país,  vuelve la especulación a encontrar su oportunidad. También el descontrol de precios, que vuelve a espiralizarse, algo que por supuesto no empezó con Milei. Si bien Massa llevó la inflación de 70 a 140% en poco más de un año, la inflación aparecía reprimida, planchada, mientras era candidato. Ahora que Massa perdió, vuelve el festival de remarcaciones.

Uno puede ver las señales de Milei y las reacciones que empiezan a tener algunos actores muy importantes del poder dentro y fuera del país. Porque el presidente electo se está moviendo con mucha rapidez, incluso más rápido de reflejos de lo que se mostró en su momento Alberto Fernández. Quizá, incluso, de lo que se mostró Mauricio Macri. Después de recibir los llamados del Papa Francisco, de Donald Trump, de Joe Biden, Javier Milei sorprendió a muchos, no tanto por su viaje a Nueva York, que ya estaba anunciado, sino por el viaje a Washington junto con un grupo de funcionarios de lo que será su gobierno.

En su rol de presidente, Milei parece haberse olvidado por un rato que es el primer presidente de ultraderecha y que Trump lo menciona con orgullo como uno de sus discípulos. Donald Trump lo hace en su propia lucha por volver al poder en 2024, como parte de su batalla interna en la política norteamericana, y contra Joe Biden.

El libertario aparece en el poder bastante más pragmático y más político de lo que fue durante la campaña electoral en la que popularizó “la motosierra” como idea de gobierno. Como si una cosa hubiera sido el teatro electoral y otra cosa fuera la tarea de gobernar en una realidad de extrema fragilidad como la que heredó Milei de Massa, del peronismo, de 10 años de una economía que va de del estancamiento a la recesión, con altísimos niveles de inflación.

Es el poder real el que lo está invitando a Milei a dejar de lado, por un rato, su guerra verbal contra los distintos tipos de comunismo que Milei advirtió en la campaña.

Lo vemos a Javier Milei en Washington, en la Casa Blanca, con funcionarios de Biden que, además, también se demostró muy pragmático y muy rápido de reflejos. Dejó de lado en tiempo récord la apuesta de su gobierno, de algunos funcionarios muy importantes de su gobierno, por Sergio Massa. Entonces convocó a Milei, porque también Biden quiere contener al ultraderechista argentino y evitar que se convierta en un soldado de Trump en este año que falta para que Estados Unidos defina su futuro presidente.

Biden lo llamó a Milei, lo entornó. Le envió a dos funcionarios de su más grande confianza, los mismos que en su momento se reunieron con Alberto Fernández en Olivos. Y en Nueva York Milei estuvo con Bill Clinton, un personaje famoso, obviamente, expresidente hoy devenido lobista. 

Pero más importante que Clinton es el otro enviado de Joe Biden, o quizá el verdadero enviado de Biden que se reunió con Milei en Nueva York: Chris Dodd. Es el asesor especial de Biden para las Américas, un amigo de toda la vida, que lo conoce al presidente, algunos dicen, como nadie. Son católicos irlandeses del noroeste de Estados Unidos, estuvieron décadas en el Senado y hasta pasan Navidades juntos. Es como un hermano, alguien de la familia, que Biden ya había enviado a la Cumbre de la CELAC hace no tanto, para reunirse también con Alberto Fernández y estudiar el terreno. 

En Washington, además, la reunión de Milei fue con el jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Biden, su principal asesor en política exterior. Un hombre que talla casi tanto como Antony Blinken, en el titular del Departamento de Estado, pero que depende de la Casa Blanca: Jake Sullivan.

Otro es el colombiano Juan González, un funcionario también clave en la relación con la región. Todos ellos apostaban por Massa y por la continuidad del peronismo en el poder, pero entendieron que cambió la escena y se dispusieron a atender a Milei y entablar un vínculo con él.

Después, el presidente electo le ordenó a Nicolás Posse, que es su jefe de Gabinete y un hombre de la estructura de Eduardo Eurnekian, que sea una especie de Gerente de Recursos Humanos. Tanto Posse como Luis “Toto” Caputo, un renacido que volvió a los primeros planos más rápido de lo que muchos esperábamos, tuvieron también acercamientos con el Fondo Monetario Internacional, con el Tesoro de Estados Unidos. 

Joe Biden está pendiente de la Argentina de Milei. Trump está pendiente de la Argentina. Lo dijo hace poco cuando grabó un vídeo para saludar a Javier Milei por su triunfo. Dijo que todo el mundo está mirando a la Argentina de Milei, atentos de cómo reacciona el país frente a la ultraderecha en el poder. Una derecha que llegó, no por un golpe de Estado, sino gracias a 14 millones y medio de votos, entre los cuales no están solo los votantes del antiperonismo, las fuerzas que acompañaron la aventura en el poder de Mauricio Macri: también están, y eso lo distingue a Javier Milei, los desertores del peronismo.

Hay que mirar los números crecientes que mencionaba de Pablo Salinas en el conurbano, en municipios clave del peronismo, hasta 120% entre el 22 de octubre y el 19 de noviembre, para entender que Milei reedita una alianza transclasista y se transforma em un presidente de ultraderecha que tiene votos de los sectores populares. Para saber cómo fue posible, hay que mirar estos cuatro años que están terminando del peronismo en el poder. Sin embargo, es un enorme interrogante lo que viene hacia adelante. ¿Cómo va a resultar esta prueba de fuego de un ajuste brutal en tiempo récord como el que se propone hacer Javier Milei en esta Argentina tan herida, tan lastimada, tan golpeada, tan sobreajustada?

Hay que observar también a la virtual canciller Diana Mondino, que buscó tomar contacto con Lula Da Silva. Hay que mirar a Daniel Scioli, que se ofreció para hacer con Lula lo que ya hizo para Fernández cuando el presidente era Jair Bolsonaro. Se advierten también las células dormidas de un menemismo que despierta tras la derrota electoral de kirchnerismo liderado por Sergio Massa, tras el fracaso del peronismo en el poder y “la unidad hasta que duela”. Aparecen rostros del peronismo que estuvieron subordinados a ese experimento que fue el Frente de Todos.

Milei, está muy claro, es un extremista de mercado. Su concepción de la economía de la política está alineada con ideas e intereses que ya se probaron en la Argentina en varias oportunidades, durante la dictadura militar, con Carlos Menem, con Mauricio Macri. 

Por eso Milei no es el primero. Recita la Biblia del ajuste como solución para los problemas argentinos. Que dice claramente que el Estado no es la solución sino que el problema. Milei propone, así lo dice él, hacer un ajuste monumental en tiempo récord como parte de su plan de estabilización. El nuevo presidente de los argentinos y las argentinas quiere que el mercado sea el gran organizador social.

Sin embargo, el ascenso de Milei al poder tiene mucho de inédito. Porque se propone ese ajuste monumental sobre una sociedad lacerada por la crisis y ganó diciendo justamente lo que pretende hacer. 

Llega con algunas ventajas. El discurso de Massa en campaña era uno muy claro y en contra de Milei, de los riesgos que representaba y representa el libertario. Pero también Massa admitía, a su manera, que este modelo no daba para más y que había que ir a algo distinto, que hacía falta un plan de estabilización. El 80 o 90% de los dirigentes y  economistas del peronismo que hizo campaña por Massa admitía que se iba a una devaluación, a un ajuste, tras el agotamiento de kirchnerismo. El ciclo del peronismo que convivió con el déficit fiscal, con una brecha cambiaria, lo que hace la economía inviable:  los dólares entren por un lado y se vayan por el otro. El deporte nacional fue robarle dólares al Banco Central.

Todos esos desequilibrios que, cuando Massa asumió como superministro e interventor del Gobierno, ya estaban sobre la mesa, el tigrense decidió tratar de surfear sin tomar las decisiones que algunos les recomendaban. Terminó devaluando después del 13 de agosto y no cuando asumió. Todo eso es parte del pasado pero también es parte de lo que Milei va a invocar cuando asuma: “Miren la bomba que me dejaron”.

Una década de bajo crecimiento, recesión, inflación altísima récord. Hay que retroceder 30 años para encontrar niveles de inflación como los que deja el gobierno del Frente de Todos, el interinato de Massa en el poder. Pérdida de reservas, aumento de pobreza y desigualdad bajo gobiernos de distintos signos. Ahí está la legitimidad de Milei y sus 14 millones y medio de votos.

A diferencia de Menem, Javier Milei dijo lo que iba a hacer y ganó. Repite que la única forma posible para salir de esta crisis es haciendo un ajuste fiscal monumental. Un ajuste de shock bajando el gasto. Un déficit que ubica en 14 o 15 puntos. 9 o 10 puntos son el déficit cuasifiscal, las Leliqs. Después hay 5 puntos que también representan una motosierra que va a amputar sobre el cuerpo social, si Milei apunta a llegar al equilibrio fiscal en un año. “Si no, nos vamos a la hiper y a un 95% de pobres”, dijo hace unos días a Fantino. 

Milei dice que eso lo va a pagar la casta, que lo va a pagar el Estado. ¿Qué quiere decir eso, no? Porque las partidas del Estado nacional no solo van para la casta. Entonces Milei dijo lo que iba a hacer pero no dijo todo lo que iba a hacer, porque aseguró que la gente no va a sufrir con ese ajuste brutal que se propone poner en marcha desde el primer día de gobierno. 

Salvo Milei, no hay nadie que crea que pueda hacer un ajuste del 5% en un año sin que sufra la gente común. Entonces, salvo que el nuevo presidente haga magia, habrá sufrimiento social y un punto de quiebre también con parte de su propio electorado, porque lo que viene es un primer año durísimo, según lo que admite el propio presidente electo. 

Por lo menos, esa es la teoría que trae Milei al poder. La teoría de alguien que se define a sí mismo como un profesor universitario que va a trabajar de presidente. Hay que ver cómo le va el líder de la antipolítica, el que se sirvió de un sistema político en ruinas para llegar en dos años de la televisión a la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. Va a necesitar de una política para que la sociedad argentina digiera ese ajuste brutal e inédito que se propone hacer. 

Hay dos rasgos que se pueden ver en estos primeros días. Uno es la improvisación. Tal vez, producto de la urgencia o de los tironeos. El otro es el pragmatismo. Hay un intento de Javier Milei de liderar a las fuerzas que lo llevaron a la Rosada. La improvisación se ve en los nombres que van y vienen, a lo que Milei puede alegar que ese es Macri, no él. El pragmatismo se ve en dejar de lado a Emilio Ocampo , al profeta de la dolarización, también a Federico Sturzenegger. “No vamos a la dolarización directo”, dice Milei. “No puedo salir del cepo ahora”, dice Milei. “No puedo cortar la ayuda social ahora”, dice Milei. Milei deja afuera a Carolina Piparo, que quería ir al ANSES. Le da a Horacio Marín, un hombre de Techint con mucha experiencia en el sector petrolero, la conducción de YPF.

Milei da señales de cierto pragmatismo. Como me decía alguien que fue parte del gobierno de Néstor Kirchner, de Roberto Lavagna, por ahora lo que se puede inferir es que Javier Milei y su gobierno no se van a suicidar en la primera semana. Me decía que van a intentar dar pelea, que no va a ser fácil.

Milei rescata a Luis Caputo, alguien a quien el propio presidente electo había destrozado y acusado de fugar irresponsablemente más de 15.000 millones de dólares, para después ir a pedir socorro al Fondo. Luis Caputo, alguien que la gente que fue parte del entorno de Milei hasta hace cinco minutos, como el ultraliberal del CEMA Carlos Rodríguez, definen como un hombre de la finanzas, de la especulación, y acusan de que no sirve como ministro. Guillermo Nielsen, cercano a Milei pero también a Massa, dice que Caputo es un timbero. 

¿Cuál va a ser el rol de Caputo? ¿Ministro de Economía? Estamos frente al primer presidente economista en la historia de la Argentina y él mismo le dijo a Fantino que será inexorable que se meta en la economía. Muchos piensan que, si Caputo es el hombre, es muy probable que sea en la práctica un secretario de Finanzas. El ministro de Economía va a ser Javier Milei.

Y entre los interrogantes que genera rescatar a un endeudador serial como es Luis “Toto” Caputo, primero está el interrogante de una nueva deuda, que va a tener que pasar por el Congreso, porque hay una ley que se aprobó por iniciativa de Martín Guzmán, que condiciona al nuevo endeudamiento. Pero tan o más importante que eso, ¿quién le va a prestar a la Argentina, a una Argentina que se quedó sin crédito durante el macrismo, que amplió el swap durante el periodo de Massa?

Puede pensarse que Caputo es un hombre de Macri pero también es un hombre del mercado financiero. Es un trader. Fue jefe de la mesa de dinero del J.P. Morgan, del Deutsche Bank hasta 2008. Creó después una sociedad de fondos comunes de inversión. ¿Milei lo está eligiendo por recomendación de Macri, como muchos piensan? ¿O, como dicen en La Libertad Avanza, por recomendación de alguien central en el entorno de Milei que es Santiago Caputo, el sobrino de “Toto” Caputo? Siempre hay un Caputo en el poder.

Está la foto de Milei con Santiago Caputo, para muchos la mano derecha de Milei, junto a “Toto” Caputo, los tres en viaje a Estados Unidos. ¿Cómo llega “Toto” Caputo a Milei? Es cierto, y me lo confirmaban desde el PRO, que Macri lo envió. Pero, ¿por qué lo elige? Es importante porque se abre, entre un sinfín de interrogantes, la pregunta sobre cuál es la incidencia de Macri en el nuevo gobierno. ¿Macri nombró a Bullrich o Bullrich arregló directo con Milei, como dicen en el entorno del presidente electo?

Leía una nota interesante de Federico Mayol, en Infobae, que cuenta que el macrismo está furioso con Milei porque no hay coordinación. Porque Milei no quiere ser colonizado por Macri. Porque Milei desmiente los nombramientos que Macri filtra a través de sus canales amigos. Porque Milei quiere incorporar macristas silvestres, exmacristas, a su propio esquema de poder. Y porque Macri quiere coparle el gobierno, armar un cogobierno, lo que no quiso cuando él era presidente y el radicalismo y la Coalición Cívica le pedían que ampliará.

Entonces la pregunta es por la convivencia entre un poder residual, como el de Macri, y un nuevo poder, como el que va a tratar de ejercer Milei. ¿A quién apoyan las fuerzas que están ascendiendo, regresando al poder con Milei? El poder financiero internacional, el poder económico, el liberalismo extremo, la sociedad que está harta de la política y votó a Milei. ¿A quién apoyan, a Macri o a Milei?

¿A quién apoyan los macristas de ayer, los que se quemaron con leche? Los exmacristas, ¿quieren tenerlo a Macri de jefe otra vez o prefieren migrar hacia un Milei que pretende liberarse de su padrino y discutir el lugar de jefe? Más cuando, como me decía alguien del círculo de Macri: “Mauricio, cuando tuvo todo, fue un tirano”. 

Todo esto se está viendo en la conformación del nuevo gabinete, en la definición por estas horas de la Cámara de Diputados, donde Macri quiere a Cristian Ritondo. Donde Guillermo Francos, un hombre de Eurnekian, de la política, de la casta, que hoy se perfila para ser el ministro Interior de Milei, pretende a Florencio Randazzo en lugar de Ritondo. Otros hablan de Martín Menem. Con Guillermo Francos, Milei apunta a crear un peronismo a su imagen y semejanza, un peronismo libertario. Como retener a Scioli en la embajada en Brasil.

Hay un dato, que habrá que ver hasta qué punto es real o no, pero hoy aparece muy fuerte la idea de que el entorno de Milei rechaza a Macri. Santiago Caputo, Guillermo Francos, Karina Milei. Y algunos dicen, como Juan Manuel Olmos, es el sentido común al lado de Milei. El entorno íntimo de Milei, su familia, los cuadros que Milei trajo del grupo Eurnekian, advierte el fracaso de Macri en el poder y lo rechazan. Milei se sirvió de Macri pero ahora tiene dos caminos: cogobernar o liderar su propia aventura de gobierno, como lo hizo Macri, como lo hizo Menem. 

Por eso, el lenguaje de Milei se inspira en Menem, en Cavallo. Habla de reformas de primera, segunda, tercera generación, como hablaba Domingo Cavallo. Porque nadie se olvida de que Macri chocó en tiempo récord la Argentina. La contradicción es que Milei necesitó de Macri para ser presidente y va detrás de parte del mismo elenco.

Hay dos retratos sobre el presidente electo: o es un títere o es alguien que va a disputar poder, que usó a Massa primero para armar su estructura, después a Macri para fiscalizar y ganar. Lo que sí es seguro es que puede ser un error subestimar a Milei, que fue algo que muchos hicieron hasta que pasaron a tenerle pánico. Va a tener una oposición que es parte de los votos de Sergio Massa pero una oposición que tiene el riesgo de ser testimonial ante un gobierno que sacó 14 millones y medio de votos. 

Si los 14 millones y medio de votos le dan un crédito a Milei, si el sistema político gira hacia Milei, como Schiaretti, Randazzo o Frigerio criticando a Massa, que alguna vez fueron a buscarlo para una sociedad. Si uno mira los dos primeros años del gobierno de Macri, el kirchnerismo fue una fuerza marginal porque nació el peronismo colaboracionista o al menos se lo pudo ver en su máxima expresión.

La pregunta es entonces de dónde va a sacar la fuerza Milei para soportar ese ajuste monumental. ¿Alcanza con ese sistema político en ruinas del que se aprovechó? ¿Alcanza con un esquema de alianzas o va a tener que sacar la fuerza política de otro lugar? Porque Menem tercerizaba la economía y garantizaba, por su historia y por su capacidad, un arte de la política, una cintura, un margen de maniobra que en Milei va a resultar muchísimo más difícil.

Javier Milei, ya como presidente, no sólo va a tener que liberarse de Macri o de Victoria Villarruel, que no está logrando todo lo que quiere. Sino que va a tener que demostrar lo imposible: que el ajuste lo van a pagar únicamente la casta y sus socios, y que él no va a ser el verdugo de sus propios votantes, de los que lo creyeron una esperanza.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *