Fuera de Tiempo con Cecilia Loudet

Cecilia Loudert, secretaria de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y terapista del Hospital San Martín de La Plata, conversó con Diego Genoud acerca de la segunda ola de Covid19, la amenaza de la falta de camas y la realidad de los terapistas entre el pluriempleo y el agotamiento.

También dieron su testimonio trabajadores y trabajadoras de diversos sectores: Maxi Arecco, trabajador de Praxair; Estefania Lezcano, trabajadora de la Clínica Constituyentes de Morón; Victor, trabajador del citrus en Tucumán; y Daniel Yofra, secretario General de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina.

“El día de los ajustados y las ajustadas”. Editorial de 1/5/2021 en FM Milenium.

Más de una vez en este espacio digo que la Argentina es un país que está contado desde arriba, porque el sesgo de la crónica cotidiana sobre lo que se supone es lo más importante de la agenda es fuertísimo. Quizás sea así también en otros países o venga siendo así en los últimos tiempos. Aparece en la crónica cotidiana, en el minuto a minuto, sobrerrepresentado el discurso empresario. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas, como escribió alguien hace muchos años.

Se puede ver ahora también con la pandemia, con la segunda ola, que lleva a la exacerbación esa constante de una dieta informativa absolutamente desequilibrada. Se vive una situación muy crítica en muchos sectores con el récord de muertos, de contagios, con la preocupación por la falta de camas. Con empresas que están sufriendo, sobre todo las más chicas, la fuerte recesión que había arrancado en los años de Mauricio Macri y que se profundizó con la pandemia.

Hoy, 1° de mayo, día de los y las trabajadoras en Argentina. Un universo muy amplio que está subrepresentado en la agenda cotidiana. Que muy pocas veces tiene voz propia. Que muy pocas veces gobierna la coyuntura, las preocupaciones de la clase dirigente o los minutos de la interminable cobertura diaria de los grandes medios de comunicación.

El contraste es muy fuerte. Primero, en el aspecto más vital, el sanitario: hoy en Argentina aumentan los controles porque ya no quedan más camas. Porque crece la preocupación real, concreta, cierta, cercana de un desborde sanitario con más 63 mil muertos, con el récord de contagios del que hablaba. Con la ocupación de camas de terapia intensiva de alrededor del 85% en los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires y 75% en la Provincia de Buenos Aires, pero eso es un promedio. Esta semana me decían funcionarios muy importantes de Axel Kicillof que hay por lo menos diez hospitales de la Provincia de Buenos Aires que ya están al 100%, si hablamos de camas de terapia intensiva. Por eso hay récord de derivaciones en la Provincia de Buenos Aires, y por eso hoy ya tenés pacientes que dan vueltas durante 13 o 14 horas para conseguir una cama, arriba de una ambulancia, arriba de un auto particular. Pero esas camas muchas veces no están disponibles o tardan horas en desocuparse, horas que son decisivas cuando el paciente está en una situación crítica durante tantas horas.

Cuando hablamos del 1° de mayo, del día de las y los trabajadores, hay que hacer un recorte sobre las
víctimas de la pandemia. Hoy en especial. Y una aproximación muy interesante es la que publicó hace unos días un espacio que se llama “Basta de asesinatos laborales” y está integrado por familiares y compañeros de trabajadores que perdieron la vida, que murieron en sus lugares de trabajo. Ese informe dice que en el primer año de pandemia murieron en sus lugares de trabajo, al menos, 985 personas. Son 1.295 personas si se incluyen las que murieron por otras causas distintas a la que provoca la pandemia. Un muerto cada 7 horas.

Estamos hablando solo de aquellos trabajadores que murieron en sus puestos de trabajo y que
estaban en blanco, en relación de dependencia, en la formalidad laboral. ¿Cuántos murieron fuera
de la formalidad laboral, en negro?
Trabajadores precarios, trabajadores que se generan así mismos su empleo de subsistencia a través de una changa, a través del cuentapropismo, a través del monotributo. 31% de esos muertos en el sector de salud. 15% en el transporte. 15% en la industria. Muertes invisibles dice el informe de “Basta de asesinatos laborales”.

Por eso cuando uno empieza a repasar qué le pasó a la gran masa, a ese gran universo de asalariados que sobrevive como puede en la República Argentina, se va a encontrar muchas veces con que la consigna “Cuidémonos entre todos” es que cada uno se cuide como pueda. Que cada uno resuelva como pueda el drama de la pandemia. De eso también habla este informe que dice que después del inicio de esa cuarentena estricta, hace más de un año cuando Alberto Fernández era “El Comandante”, como decía Mario Negri, después de esos tres meses donde prácticamente no hubo sector que trabaje de acuerdo a la normalidad previa a la pandemia, muchas empresas volvieron a producir sin ningún tipo de control. Sin ningún tipo de protocolo, sin ningún tipo de fiscalización
por parte del Estado.

Las empresas cumplen o no cumplen, ahora que volvemos a trabajar, ahora que se dice que la
producción no puede parar
. Pueden hacerlo las escuelas, pueden cerrar los bares pero la producción —y esa me parece que es la consigna central del Gobierno y de las empresas para este año— ya no para. Si antes lo prioritario era la salud, ahora primero está la economía, está la producción. Después, no sé a cuántos pasos de distancia, viene la salud.

Casos que se mencionan en este informe del que hablaba hace un rato. Un paro en La Salteña por
hisopados; la situación en el Ingenio Ledesma en Jujuy donde hubo 20 muertos y 492 contagios.
Según el sindicato que representa a los trabajadores azucareros, es un tercio de lo real. Los muertos hay que multiplicarlos por tres, los contagios hay que multiplicarlos por tres. Asambleas en la Línea 60 de colectivo pidiendo que haya protocolos. Lo que pasó adentro de Supermercados Coto, grandísimo auspiciante de los medios de comunicación, blindado en los medios, es muy difícil encontrar una nota donde se critique a Alfredo Coto o lo que sucede en este supermercado de capital nacional. ¿Qué dice el informe? Que se ocultaron los contagios, que no se aplicaron los protocolos. Que se negaron a aislar a los operarios que habían sido contacto estrecho.

Habla el informe “Basta de asesinatos laborales” de la muerte de Jorge Alcaráz en el Coto de Quilmes, en julio del año pasado. Habla de la muerte de Graciela Lucero, delegada de Coto en Pompeya, en septiembre del año pasado. De Víctor Martínez, que murió en el Coto de la sucursal Balvanera en febrero pasado. También se habla de lo que sucedió en Carrefour, que también ocultó los contagios y donde se trabaja en pésimas condiciones sanitarias. Este es un informe que se viene haciendo hace mucho tiempo pero en el último año las muertes se multiplicaron por tres a causa del Covid. El capítulo sanitario.

El otro aspecto del balance en este 1° de mayo es la realidad que viven, incluso, los trabajadores sanos. Una realidad donde hoy tenés, según el número más reciente del INDEC que habla del último
cuatrimestre del 2020, 11% aproximadamente de desocupación abierta. Si contás a los cientos de
miles de persona que están buscando trabajo y no encuentra, a los subocupados, te vas a encontrar con que, según cálculos, por ejemplo de Claudio Lozano, la desocupación no es del 11% sino que está más cerca del 25%. Argentina es un país que tiene hoy 19 millones de personas ocupadas, de un total aproximado de 44 millones de personas. Entre empleo formal y empleo informal, monotributista, cuentapropista se abren realidades muy distintas. ¿Quiénes son los trabajadores, las trabajadoras hoy en Argentina? ¿Quién se considera como tal? Desde un bancario hasta un cartonero, desde un aceitero hasta un vendedor ambulante.

De ese total de 19 millones de trabajadores, hay 9 millones que están en relación de dependencia. Les pagan un sueldo, tienen vacaciones pagas, tienen los aportes a la obra social. Tienen todas las
garantías del viejo derecho laboral, hoy en extinción. De ese total de 9 millones, 3 millones son trabajadores públicos que vienen sufriendo un ajuste violentísimo, del que poco se habla. El empleado estatal viene sufriendo hace tiempo, viene viendo cómo se comprime su sueldo hace tiempo mucho más que en el sector privado. Hay 6 millones de trabajadores que están en relación de dependencia en el sector privado: 3 millones en grandes empresas y otros 3 millones en PyMES.
No es tan fácil encontrar un punto en común. Porque se viven realidades antagónicas, que quiebran lo que fue la identificación en su momento de la vieja clase trabajadora, de la vieja clase obrera.

Punto de identificación número 1: la caída alarmante del poder adquisitivo, el salario real, que en los últimos 3 años cayó 25 puntos. Lo que los asalariados, los trabajadores en su día pierden o perdieron en los últimos años, alguien lo gana. Lo ganan las empresas que tienen resto para beneficiarse de esa brutal reducción de costos que representa un salario que hace 3 años valía 25% más de lo que valía ahora. Por supuesto, después cuando vas al supermercado ahí está la explicación de por qué no alcanza, de por qué la inflación le sigue ganando por goleada a los salarios pese a lo que dice el Gobierno.

Esta semana tuvimos una reunión donde se actualizó el salario mínimo, vital y móvil. Una institución de la Argentina que hoy está derruida, devastada. 35% va a tener de aumento el salario mínimo, vital y móvil pero en siete meses. Recién en febrero del año que viene el salario mínimo, vital y móvil va a estar en 29 mil pesos cuando hoy la canasta de pobreza está más cerca de 60 mil pesos para una familia. Por eso Claudio Lozano, funcionario del gobierno e histórico de la CTA, dice que el salario de
bolsillo promedio para un trabajador sin carga de familia hoy en Argentina debería ser de 50 mil pesos
, con un bruto de 60 mil pesos. Pero la realidad es otra. Aparte de estos 25 puntos que perdió el salario en promedio, el salario mínimo, vital y móvil perdió 57,2 puntos en los últimos 3 años.

Ahí están las realidades distintas. Los que tienen el salario más bajo y la realidad de los mecánicos de las grandes automotrices, de los bancarios, de los aceiteros, de los camioneros. Del sindicato del neumático que ahora consiguió una paritaria del 54%. Son la aristocracia obrera, son los sindicatos que hoy por hoy en Argentina son privilegiados, y que además ahora no van a pagar ganancias a partir de los 150 mil pesos.

Dos conclusiones para cerrar este editorial del 1° de mayo. Un tema muy incómodo, del que la CGT no habla y del que la dirigencia política por lo general tampoco. Para el Gobierno la promesa de que los salarios le iban a ganar a la inflación este año empieza a hacer agua. Va a ser muy difícil con esta inflación, de 13% en tres meses, que se cumplan los pronósticos de Martín Guzmán y que los salarios le ganen a la inflación. Si no le ganan, va a ser el cuarto año en que pierde de los últimos cinco. Es un tema muy difícil para un Gobierno que venía a dar respuesta a esta cuestión del derrumbe del poder adquisitivo. Es cierto, está la pandemia. Pero también es cierto que no todos pierden en este contexto. Hay algunos que están ganando beneficiándose de esa brutal reducción de costos. Además, hay un problema, que lo marcaba el economista Emmanuel Álvarez Agis, con salarios tan bajos no se recupera el consumo y no se recupera la economía. Si se recupera es una recuperación de vuelo bajo, es un rebrote después de haber caído 10 puntos en el año de la pandemia y después de haber caído fuerte en los años de Macri. No es solo una cuestión de justicia que los asalariados recuperen una parte de lo que vienen perdiendo, sino que la economía no funciona. La economía argentina no crece con salarios tan bajos como los que hoy tenés. Sí crecen algunos sectores, sí se benefician algunos sectores.

Segunda conclusión. El peronismo se dividió en su momento por la base, decía Rodrigo Zarazaga, un sacerdote jesuita al que entrevisté hace cuatro años en La Política Online. Lo decía también Juan Carlos Torre, un sociólogo hoy más identificado con Cambiemos. Se dividió por la base el peronismo. Se dividieron los trabajadores precarios y se dividió la aristocracia obrera de la que hablaba. Lo que representa Cristina por un lado y lo que representa Massa por el otro. Se dividieron en 2013, se reunificaron en 2019. El peronismo dentro del Frente de Todos se reunificó. La pregunta es, con la unidad de la dirigencia peronista, ¿se unifica también la realidad, el voto de esos mundos antagónicos que conviven dentro de lo que es el universo de los trabajadores? Se reunificaron Massa y Cristina pero ¿se reunificó el cartonero con el bancario, tienen los mismos intereses hoy en Argentina, tienen las mismas necesidades, van a votar al mismo partido este año? Vuelven a decidir estos asalariados, trabajadores ausentes de la discusión, subestimados, silenciados muchas veces en la discusión general. Tienen un momento de poder cada dos años en Argentina, cuando les toca votar. Para la oposición, la mayor parte de estos asalariados no son un problema. Porque la gran oposición, Juntos por el Cambio, no se propone representarlos.

Por ahora, 1° de mayo, día de los y las trabajadoras, podemos decir que son el blanco de la pandemia. Y son el blanco del ajuste, de un ajuste que no para. Feliz día, si se puede decir, a los y a las que viven de su trabajo.

Foto de Cecilia Loudet en portada: Franco Fafasuli

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