Fuera de Tiempo con Celia Kleiman

Celia Kleiman, socióloga y directora de la consultora Polldata, conversó con Diego Genoud sobre el triunfo de Javier Milei en las PASO.

“La victoria de Milei y el camino que queda hasta octubre”. Editorial 15 de agosto en Radio con Vos.

Arranque de semana vertiginoso después de los resultados de las PASO y de la devaluación que ordenó el ministro de Economía. Se dice que Sergio Massa está viajando a Washington para reunirse con el Fondo Monetario Internacional.

Además conocimos el dato de inflación de julio que se suma a un cuadro de una economía sin precios. Es un dato ya viejo, porque 48 horas después del resultado de las PASO hay un descontrol de remarcaciones. La inestabilidad no tiene fecha de vencimiento y nadie sabe en qué punto se va a estabilizar la situación económica.

Ganó Milei en casi todo el país, en 17 provincias. ¿Era imprevisible? En parte sí, en parte no. En Fuera de tiempo hablamos varias veces de Milei, del posible gobierno de Milei en la discusión del día a día. Citamos, por ejemplo, una encuesta de Federico Aurelio que decía que el peronismo podía salir tercero si no lograba revertir la situación económica. Incluso, en este espacio, difundimos una encuesta con voces de la calle en Lomas de Zamora que había hecho Patricia Velloso Colombres, una periodista ligada al peronismo, de ConoSur Noticias. En ella las dos opciones más votadas en la Tercera Sección electoral, en el bastión del kirchnerismo, eran Cristina o Milei. En esta encuesta callejera, Milei era la segunda opción en un hipotético caso en el cual Cristina fuera candidata. Cosa que, por supuesto, no fue. Aunque sí fue el escenario de tres tercios que vaticinó en la última aparición en la entrevista que dio en C5N.

Dijimos en este espacio, incluso, que un encuestador del peronismo advertía que Milei podía salir primero en las PASO. No lo nombramos, porque eran datos confidenciales, pero era Hugo Haime, ligado al peronismo que trabaja para Massa, para Juan Manzur, el que lo advertía. Haime siempre hace encuestas presenciales, o sea, había elementos. 

Las fuerzas mayoritarias operaban bajo un supuesto: creían que Milei los beneficiaba. Juntos creía que Milei lo beneficiaba porque corría el escenario a la derecha, planteando propuestas que hacían quedar a Macri y al elenco del macrismo como tibios. A Melconian, como un moderado. El Gobierno también pensaba que Milei lo beneficiaba porque le robaba votos a Juntos. Esto pasó hasta muy poco antes del domingo.

Parecía que Milei había entrado en un pozo en las últimas semanas, por algunos traspiés que tuvo, por alguna gente que denunciaba una cara menos conocida de Milei que no lo dejaba muy bien parado. Pero el único dato cierto a nivel social era que a Milei no le estaba yendo bien en las elecciones provinciales. No obstante, no era a Milei a quien no le iba bien, sino a sus candidatos. No es lo mismo hablar de Milei que de una fuerza que tuvo un crecimiento vertiginoso en un  periodo de apenas dos años. 

¿Por qué parecía, además, que Milei se había caído, amesetado? Hay dos elementos que me parece que influyeron. Por un lado, una decisión del poder económico mediático de bajarle el pulgar después de haberlo hecho engordar en el feedlot de los estudios de televisión. De repente, los mismos que lo habían alimentado, lo empezaron a ver como alguien peligroso o impredecible. Empresarios, dueños de medios, la Embajada de Estados Unidos, el Departamento de Estado: lo veían y lo ven todavía como alguien peligroso que opera en línea con lo que representa Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil. De un momento a otro, desde el poder empezaron a decir “basta de Milei”. 

Otro elemento importante para entender por qué estamos ahora todos sorprendidos es el comportamiento de una gran parte de la sociedad, aferrados a ambos lados de la polarización, donde se querían quedar a vivir. Quedó demostrado que esa polarización es parte del pasado, por lo menos si Milei se consolida como un actor estable del sistema político. Una parte de la sociedad negaba a Milei, no lo quería ver o lo subestimaba. Es un personaje que muchos no terminamos de entender.

Pero hay un problema, sobre todo, cuando nos quedamos en el personaje y no podemos ver lo que expresa el candidato, el líder de este movimiento que parece ser La Libertad Avanza. El contexto, al mismo tiempo, que le da de comer a Milei es inflación récord, la pulverización de los ingresos, la devaluación, ahora más manifiesta con la decisión de Massa del lunes. Milei crece con ese trasfondo de deterioro crónico, con un discurso muy claro y dos elementos centrales: la culpa es de los políticos y hay que ir hacia un sistema distinto, de  dolarización. Además, lo hace con una estética y una banda de sonido antimenemista, lo cual no deja de ser paradójico para el gran vindicador de los años 90, de Menem y Cavallo.

Javier Milei, después de este domingo, se ríe de los que insisten en que hay que rescatar a Menem desde el peronismo. Parece decir que el peronismo ya no puede resucitar a Menem o recrearlo. Como sí Menen hubiera sido uno solo y no hubiera posibilidad de duplicarlo. Lo que está intentando hacer Milei —que también es un personaje con apoyo transclasista— es reinventarlo pero desde afuera. 

El sueño de un neomenemismo desde el peronismo, por el que tanto militaron desde el PJ antikirchnerista, también perdió este domingo junto a Unión por la Patria. Perdió Schiaretti en Córdoba. Perdió Malena Galmarini en Tigre. Y Juntos perdió millones de votos, con ellos la posibilidad de ser la gran oposición al kirchnerismo, por lo menos por ahora. Hay que ver qué pasa camino a octubre.

El problema no es subestimar a Milei, o reírse de su personaje, el problema es subestimar lo que él expresa. Ese enojo que transmite cuando habla, es un enojo que los que lo fueron a votar le creen. Milei capitalizó ese sentimiento y le permitió ganar más de 7 millones de votos en todo el país, convertirse en una fuerza nacional y ganar en 17 provincias. El enojo no fue incubado de un día para el otro sino en los últimos nueve o diez años. Estaba a la espera de que alguien lo exprese.

El enojo que tiene razones: la pulverización del salario, la licuación de los ingresos —con Macri o con el peronismo—, la endogamia de la política que, en el medio del deterioro crónico, la hace más nociva, más suicida. Esa endogamia no es sólo de la política, en realidad, sino también de parte de los que viven y vivimos, de alguna manera, ligados a ese pequeño mundo de los que toman las decisiones.

Muchas veces la gente de buenas intenciones se encierra para no ver lo que no le gusta, simplemente critica como si eso fuera una actitud política o una manera eficaz de hacer política. Ya pasó muchas veces, también en 2021, en los que se afirmaron verdades todo el tiempo para el circuito chico de iguales. Milei es una patada en la garganta a ese tipo de comportamientos o al de la gente que, creída dueña de la razón, del lado de los buenos, de la vereda correcta —sea en contra de Juntos o del peronismo—, se queda en ese lugar confortable de la polarización.

Mientras la mitad de la sociedad se negaba a verlo, Milei crecía de norte a sur, y ahí están los resultados, incluso en el marco de un muy alto nivel de abstención, con 11 millones de personas que no fueron a votar. Hay 3 millones de personas que habitualmente van a votar y esta vez no fueron. La gran apuesta de Juntos y de Massa es seducir a esos votantes que se quedaron en su casa.

Milei se quedó con un electorado vacante y enojado, que pedía a gritos ser representado. En el origen, probablemente muchos de los que lo votaron a Milei son sectores de ultraderecha, y para eso no hay que ver más que a Victoria Villarruel. Pero el electorado de Milei va mucho más allá de eso. Porque juntó 7 millones de votos de la Argentina, la misma Argentina que eligió Alberto Fernández, a Mauricio Macri, a Cristina. 

El tiempo pasa y hay una nueva generación en la que Milei encarna con su mensaje. Es economista en un contexto donde la economía es, si no la principal, una de las principales preocupaciones. Milei parece portar un saber, como en los ‘90 lo portaba Cavallo, los economistas del CEMA, los Chicago Boys. Pero es, al mismo tiempo, otra cosa Milei porque es el líder de este movimiento emergido y emergente.

La semana pasada, antes de las PASO, cité en Fuera de tiempo una encuesta de la consultora Sentimientos Públicos que me parecía muy interesante. ¿Qué salida económica imaginan los que fueron a votar, la sociedad argentina? Si tuvieras que elegir un paisaje económico para los próximos dos años, ¿con cuál te quedarías?, preguntaba la consultora que dirige Hernán Vanoli. Una nueva Ley de Convertibilidad, 35,3%. Dolarización, 26,5%. Un 60% de los consultados quiere o una nueva convertibilidad o una dolarización: son los votantes de Milei.

Y con Massa, el más rápido en una baldosa, el fundamentalista del corto plazo, el ministro y el candidato, el peronismo hizo la peor elección de la historia. Sacó 27 puntos a nivel nacional, contando los 5 o 6 de Juan Grabois. Perforó su piso, lo que es lógico porque este gobierno no deja conforme a casi nadie.

Hoy conocimos la cifra de inflación de julio, 6,3%. Lo que habla de un 113% interanual y mejor ni mencionar las previsiones de lo que va a ser la inflación en los próximos meses. Basta con ir al supermercado y ver el festival de remarcaciones en una economía sin precios. La pobreza está aumentando. Las reservas son negativas. Mayor desigualdad. Mayor endeudamiento. La cara de todos esos datos es el candidato de Unión por la Patria. Aunque muchos de esos datos llegaron antes que Massa, no son problemas que empezaron con él, Massa los profundizó.

Hay que mirar también lo político. El experimento del Frente de Todos nunca discutió un programa, nunca definió liderazgos, nunca concentró una orientación. Y en medio el deterioro crónico. Ya el peronismo había perdido en 2021 en 17 provincias, pero estas son las PASO presidenciales y el peronismo había perdido en manos de Juntos, no de Milei. Solo resistió Axel Kicillof desde la Tercera Sección electoral, la resistencia kirchnerista, donde Unión por la Patria le sacó 15 puntos de ventaja al segundo. Como si el kirchnerismo hubiera quedado reducido a lo que en su momento Emilio Monzó y Rogelio Frigerio vaticinaban, en los despachos del macrismo, a un testimonio en municipios del conurbano. 

El otro dato monumental es por qué perdió Juntos tantos millones de votos, por qué Juntos no capitalizó este nuevo tipo de enojo. ¿De dónde salió todo ese enojo que es con el sistema político? Por eso Milei utiliza tanto la banda de sonido antimenemista del “que se vayan todos”. Es todo un submundo, además de las redes sociales. Hay que mirar cómo funcionan los mensajes del trumpismo, y por supuesto lo de Bolsonaro. Hay resonancias de otras experiencias que preceden a Milei. 

Además hay un enorme tema de discusión no saldado, a mi criterio, que Milei acaba de capitalizar: el descrédito de la política después del estallido de 2001. El kirchnerismo relegitimó las instituciones de la política en tiempo récord. Además, hizo desde el primer momento una defensa de la política y de su sistema, con La Cámpora. Pero la defensa de la política puede funcionar en un contexto en el que las mayorías no sufren como sufren hoy.

Porque si, como respuesta a Milei, defendes la política —cuando la economía no tiene precio, cuando la pobreza crece— vivís en otro mundo, en otro país. Es complicado para hacer campaña pero es el contexto en el que se da el cuestionamiento de Milei a la política. A la casta, tal como la nombra. Con eso gana millones de votos. 

¿Por qué perdió Larreta? Sería para un programa entero. La noche del festejo Milei habló “de los micrófonos ensobrados hijos de la pauta”. Larreta hizo una pésima elección, sacó 10% de los votos. Pero también Bullrich fracasó en su intento de capitalizar el enojo. Algunos dicen Macri es el gran ganador, algo extraño, porque si Juntos perdió con Milei, se debe también en gran parte al fracaso tremendo de Macri como presidente. Massa, por supuesto, también es un gran perdedor y, encima, con un escenario muy cuesta arriba. 

Camino a octubre, Massa tiene que gobernar. Bullrich tiene que presentarse como más confiable que Milei para ese electorado que está enojado, cuando la economía, el fuerte del líder libertario, es lo que más preocupa. Milei se tiene que sentar a consolidar el capital que logró con los 7 millones de votos, pero tiene algo más a favor. Con su discurso, Milei genera las condiciones para su victoria porque predica por la dolarización. Con esa sola prédica, en el presente, cada vez son más los que corren al dólar. Y más fuerte es su candidatura.

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