Fuera de Tiempo con Rodrigo Zarazaga

Rodrigo Zarazaga, sacerdote jesuita, politólogo y fundador y rector del Instituto Universitario CIAS, conversó con Diego Genoud sobre lo que expresa Milei en los sectores medios y bajos.

“La alternativa a Milei”. Editorial 22 de agosto en Radio con Vos.

La política sigue aturdida diez días después del resultado de las Primarias. Faltan todavía dos meses, una eternidad podemos decir, para que volvamos a votar el 22 de octubre. Pero, a la vez, nadie sabe si hay tiempo suficiente para revertir lo que se fue incubando en los últimos 8 o 10 años y que expresa, de alguna manera, Javier Milei, el dominio de La Libertad Avanza. En el centro absoluto de la discusión política, el candidato produce efectos con su discurso y genera pánico en los que antes los subestimaban o pensaban que se iban a beneficiar de su crecimiento. 

Hay una tendencia también, una ola, como me dijo hace unas horas un actor del poder permanente que ahora empezó a jugar con Milei. Parece ser que la consigna tanto de Unión por la Patria como de Juntos, por estas horas, es frenar a Milei. Y, sobre todo, a los que convirtieron o convierten a Milei en una fuerza arrolladora. Es la consigna de los dos partidos políticos que construyeron la polarización en los últimos 10 o 15 años y que, sin embargo, hoy están fundidos en el fracaso. Por lo menos, si se mira desde la perspectiva de los que quedaron en su casa y no fueron a votar, 11 millones de personas de las cuales hay 3 millones que, se supone, pueden llegar a sufragar en octubre. Son 7 los millones de personas más que votaron a Javier Milei lo convirtieron en la fuerza electoral más potente, por lo menos, en las PASO.

Desde la política tradicional, desde lo que eran las fuerzas que animaron la polarización, se busca una reacción —que beneficie a Sergio Massa o que beneficie a Patricia Bullrich— para dar vuelta un resultado que, si uno mide por fuerzas, es muy ajustado. Pero que no lo es tanto si mide por candidatos. Milei le sacó 3 millones de votos a Patricia Bullrich, que debe retener los puntos que sacó Larreta, y le sacó 2 millones de votos a Sergio Massa, que tiene el desafío de retener los de Grabois. 

La ex ministra de Seguridad, que hizo campaña bajo la consigna “a todo o nada”, hoy aparece como una expresión insípida para muchos votantes de Milei. Tiene el desafío de contener a Macri, o de luchar contra un Macri que está de fiesta —pese a que el PRO hizo una muy mala elección— frente  a su propia incapacidad para desplazar a Milei.

También Massa, el ministro-candidato, lucha con el traje de salvador que eligió y que ahora le pesa mucho más. Fue el trampolín para ser candidato cuando asumió en agosto de 2022 pero ahora, cuando tiene que convocar a la sociedad, convencer, seducir, le pesa. El peronismo está mutando y trata de reubicarse en una posición inédita porque es un peronismo que, desde el poder, no pudo cumplir con la mayor parte de las promesas que hizo a esta misma sociedad hace apenas 4 años. Ahora, los gobernadores, los intendentes, los dirigentes del peronismo en el territorio están luchando por su propia supervivencia. 

Hay dos candidatos que muchas veces aparecen en soledad, Bullrich y Massa, y que están peleando por ver quién ofrece una alternativa a Milei que resulte viable para gran parte de la sociedad que se cansó de la polarización.

Bullrich tiene que matar al padre. El mismo padre que le devolvió su verdadera identidad después de deambular por muchos sellos de la política. En Macri, Bullrich encontró la posibilidad de tener un partido, una identidad, una jefatura y una candidatura. Pero ahora Macri parece estar más cómodo con el auge de Milei que con la candidatura de Patricia. 

Y después está Massa, ahora en Washington, como la cara de un gobierno atado al Fondo. Que devalúa al día siguiente de perder una elección y que tiene un camino cuesta arriba. Porque es la gestión de Massa la que lo incrimina, la que dificulta que pueda ser una alternativa en un contexto que no hace falta contar a nadie hoy en la Argentina. Massa está pasando la gorra en Washington, buscando créditos del Banco Mundial, del BID, y buscando que el Fondo Monetario Internacional le otorgue los desembolsos para llegar al final de su mandato, para intervenir en el mercado de los dólares paralelos. Massa busca oxígeno para retomar su campaña, una campaña que se vio interrumpida. Hoy no queda mucho del Massa candidato a esta hora. Está tapado por la urgencia, una vez más.

La pregunta es qué herramientas tiene la dirigencia política tradicional para revertir esta tendencia que lo pone a Milei como favorito. Un candidato que propone la dolarización, que cuestiona la casta, que plantea el ajuste, la privatización de la salud y de la educación, que expresa un mesianismo de mercado, un mercado a ultranza. Un candidato que hace campaña y que está haciendo campaña con las promesas incumplidas de Macri, como el ajuste hasta el hueso. El de Milei es un programa de gobierno que se suponía era para otro país, donde vienen perdiendo los oficialismos a la salida de la pandemia. En la Argentina tiene un contexto, como decía, muy preciso, de una inflación descomunal. Hay que ir 30 años para atrás para encontrar una pulverización de ingresos, una caída del salario real, como la que se vive en el país en estos últimos 4 años, 8 años, 10 años. 

Me parece inevitable mirar el rol de Macri, ¿cómo y para quién está jugando hoy en este contexto? Si uno consulta a la dirigencia de Juntos, como lo hice y como muchos de los que trabajamos en los medios los venimos haciendo, el 90% o 95% está convencida de que Macri no juega para Bullrich, sino que juega para Milei. ¿Puede Macri apostar a una victoria de Milei pensando que, de esa manera, gana él y sus ideas primitivas, las que tuvo que disimular o edulcorar para llegar a la presidencia? ¿Puede haber, al mismo tiempo, un retroceso del PRO a un partido vecinal en medio de lo que Macri vive como una victoria personal? ¿Cree que, aunque el macrismo pierda, puede vencer con su programa a través de Milei?

Todo eso se define en estas horas porque cuando uno escucha Milei, advierte que los guiños son bilaterales, manifiestos. No es solo Macri a quien elogia Milei. Es Milei el que propone a Macri como embajador de un eventual gobierno de La Libertad Avanza. Y es muy impactante que, con la reivindicación que Milei hace de Cavallo, de Menem y de Macri, aparezca como una propuesta nueva para gran parte de la sociedad. Hay algo que cambió y mucho en los últimos años, no terminamos de entenderlo o de dimensionar su magnitud. 

Menem, Cavallo, Milei traen de regreso ideas en un contexto en el que, como decía, la inflación está disparada, descontrolada. No hace falta mirar más que lo que subieron los alimentos. Lo que subió la carne, por ejemplo, un 30% en la última semana. Mirar que el candidato y ministro Massa asumió con una inflación del 75% y hoy la inflación está como mínimo en el 115% interanual. Si uno mira la tasa de interés del propio Banco Central es de 118%. Eso implica que la tasa de interés efectiva anual ya está en 209%. Algunos dicen que esa es la inflación “que está previendo el propio Gobierno”. Es una tasa propia del macrismo, superior incluso. Mirar cuánto estaba el dólar cuando asumió Massa. $130 el dólar oficial, $291 el dólar paralelo. Algunos de los datos que conspiran contra el ministro y candidato.

Como lo mencionábamos la semana pasada en este espacio, tampoco no se quiso ver el deterioro que se profundizaba a una velocidad impactante. Hace tres meses, en Fuera de Tiempo, estuvo Mayra Arena y charló con nosotros sobre la realidad que ella veía en los sectores populares y en la clase media pauperizada. Vino también en las semanas previas a las PASO Leandro Barttolotta, del colectivo Juguetes Perdidos, y habló sobre la implosión en el conurbano, sobre la realidad de las vidas populares extenuadas por la inflación. Estuvo también Esteban Rodríguez Alzueta, alguien que conoce muy bien y estudia muy bien el fenómeno de la violencia urbana.

Todo eso de alguna manera estaba en la superficie. Por un lado, no se supo ver; por el otro, Milei lo supo capitalizar como nadie. Penetró en el Gran Buenos Aires. Tuvo ayuda de las fuerzas de la política que no supieron revertir el deterioro crónico. Y también tuvo ayuda el día de la elección, de los barones del conurbano. Había coordinadores de reposición que le cuidaron la boleta durante todo el día el 13 de agosto. ¿Cómo van a jugar en el territorio algunos de estos actores cuando parece que la ola de Milei no para de crecer? ¿Cómo se van a reubicar hacia el 22 de octubre y de cara a una elección crucial para la democracia muchos de los dirigentes distritales que durante muchos años jugaron con el peronismo, con el macrismo? ¿Qué va a pasar en las Generales?

Pero no es solo en el Gran Buenos Aires donde hubo una transformación muy importante. Si uno mira Santa Cruz, perdió el kirchnerismo: por primera vez en 32 años. ¿Cómo fue? Perdió frente a Claudio Vidal, un dirigente sindical petrolero y peronista, que tiene 43 años y es de Comodoro Rivadavia. Tenía 10 años cuando Néstor Kirchner conquistó por primera vez en la Provincia de Santa Cruz y ganó acompañado por Sergio Acevedo, un ex gobernador del kirchnerismo local. Claudio Vidal salió a recorrer la provincia y hacer 12 mil kilómetros en una Toyota cuando faltaba muy poco. A cuatro días del cierre de listas, se armó la que le terminó ganando al kirchnerismo. En Santa Cruz, esta fuerza ganó en las localidades petroleras como Las Heras y Pico Truncado. En localidades como Puerto Deseado, Caleta Olivia, Puerto San Julián. 

Preguntas que todavía están sin respuesta. ¿Por qué es Milei el que capitalizó el enojo? Obviamente, no lo pudo hacer Juntos, no lo pudo hacer el peronismo unido en la impotencia. Pero, ¿por qué la izquierda, que también rechaza al sistema, no pudo expresar en estas elecciones lo que había expresado en muchos lugares en 2021, por ejemplo, cuando Milei era un fenómeno acotado a la Ciudad de Buenos Aires?  ¿Fue Grabois el que se llevó los votos de la izquierda o Grabois, en realidad, fue solo un actor que le permitió al kirchnerismo más puro rechazar a Massa? Es importante esta pregunta hacia adelante para saber si, en octubre, todos los votos de Grabois van a ir a Massa o si algunos se van a ir a la izquierda.

Sin haber gobernado nunca, la izquierda es percibida como parte del sistema, como un instrumento ineficaz, por lo menos para las siete millones de personas que votaron a Milei o para los que no fueron a votar.

Milei, que había empezado como un predicador, terminó capitalizando lo que él mismo construyó. Primero, desde los estudios de televisión; después, desde las redes sociales. Algunos lo habían comparado a Milei con el periodista Bernardo Neustadt, por ejemplo. Un fenómeno mediático, un formador de opinión que ayudó al auge del menemismo. Otros lo comparaban con lo que expresó Álvaro Alsogaray, desde el punto de vista doctrinario, para que después Menem pudiera plasmar ese ideario en la década del 90.

Pareciera que solo los entendidos, los que quieren frenarlo, se preguntan hoy si es viable la promesa de Milei. Si es posible gobernar con un programa como el que anuncia. Pero el presente, la realidad que se vive hoy en la Argentina y desde hace mucho tiempo, es un argumento abrumador a favor de los que rechazan las dos fuerzas mayoritarias. Después, vale la pregunta, ¿cómo va a hacer Milei, en caso de ganar, para llevar adelante una de sus grandes promesas, la dolarización? Hacen falta 40 mil millones de dólares, por ejemplo, según los cálculos de la consultora Econviews. Alejandro Giacoia, economista, citado por la agencia Bloomber dice cómo puede impactar eso en una Argentina que ya tiene hoy un salario —en dólares— de 600 dólares por mes, muy lejos de aquella realidad que a la vicepresidenta Cristina Fernández le gusta evocar. El salario en dólares más alto de América Latina. Hoy estamos en un mundo opuesto a ese que dejó Cristina. 

¿Cómo puede impactar en los salarios de las mayorías una dolarización como la que propone Milei? Sin duda, con un ajuste mayor sobre los ingresos que van a ser menores para los que ya viven muy ajustados. Pero el que percibe cómo se le derriten los pesos, hoy está buscando otra alternativa.

Falta mucho, pero quedan dos meses tomados otra vez por la urgencia. Hay mucha gente que no fue a votar. Hay dos fuerzas con mucha historia, pero esa historia hoy por hoy les juega en contra. Y lo que parece muy difícil de ver es con qué discurso estas dos fuerzas, que sostuvieron la polarización durante tanto tiempo, pueden convocar a la sociedad. Si solamente con el miedo que genera Milei es posible.  Puede pasar cualquier cosa todavía en la Argentina. Pero lo que no termina de quedar claro cuando uno escucha Patricia Bullrich o a Sergio Massa es cuál puede ser la alternativa a Milei.

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