Fuera de Tiempo con Gabriel Puricelli

Gabriel Puricelli, sociólogo, docente universitario y coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas, conversó con Diego Genoud sobre las expectativas ante la elección presidencial en Brasil y la victoria de Giorgia Meloni en Italia.

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“La conflictividad, la pobreza y una confesión de parte”. Editorial 1 de octubre en FM Milenium.

Semana de conflictos que se empiezan a hacer visibles en distintos puntos de la Capital Federal, del Gran Buenos Aires. Una conflictividad que se extiende a lo largo del país aunque no sean noticia. Tiene que ver con la crisis, tiene que ver con los problemas estructurales que acarrea la Argentina y tiene que ver con la desigualdad. Los ganadores y los perdedores de este ciclo largo que lleva por lo menos seis años en la Argentina. 

Destacado como tema principal de esta semana, el conflicto con el sindicato del neumático, el SUTNA. Llevaba ya varios meses y se daba además en un sector estratégico. Paralizaba la producción automotriz, uno de los ejes centrales. Había varias automotrices que, por la falta de neumáticos, ya habían empezado a parar la producción. Entre ellas, Toyota, una automotriz muy cercana al Gobierno y al SMATA. El conflicto se cierra finalmente con un aumento del 66% para los trabajadores del neumático en tres plantas muy importantes donde está concentrada la producción.

Deja mucha tela para cortar la tensión con el sindicato del neumático porque vemos el acto reflejo del Gobierno que reacciona contra el sindicato y los trabajadores que reclamaban recuperar su poder adquisitivo. Lo mostraba en un hilo de Twitter Mariano Martin, periodista de Ámbito Financiero que hace muchos años cubre la cuestión sindical. Desde el ministro de Trabajo de Claudio Moroni, la vocera Gabriela Cerruti, el secretario de Producción José Ignacio de Mendiguren y hasta Pedro Wasiejko —que en su momento había sido secretario general de este mismo sindicato del neumático y que perdió las elecciones en dos o tres oportunidades—, y Sergio Massa  se pararon del lado del sector patronal, del sector empresarial.

Primero porque el sindicato del neumático actúa en un lugar central para la producción y para la producción automotriz. Pero distintos sectores del Gobierno, sectores más ligados al kirchnerismo como Wasiejko, históricamente ligados al kirchnerismo como Cerruti, el Moroni del Albertismo, con de Mendiguren —de la Unión Industrial Argentina— y Massa que forman parte del Frente Renovador, se mostraron unidos en auxilio de la ganancia empresaria. De FATE, Pirelli, Bridgestone Firestone, las tres fábricas más importantes en las que se producen neumáticos. De Madanes Quintanilla, el dueño de Aluar y Fate.

Esa unanimidad que tanto le cuesta al Frente de Todos, en este caso apareció en muy poco tiempo. Frente al sindicato del neumático que está en manos de una conducción de izquierda clasista dirigida por Alejandro Crespo, alguien ligado históricamente al Partido Obrero y plebiscitado junto a su conducción por los trabajadores en la última elección.

Pablo Moyano es quien termina por destrabar este conflicto. Aunque se lo critique, aunque sea un ejemplo perfecto de todo lo malo para gran parte del poder en la Argentina, y por suerte para el Frente de Todos, Pablo Moyano y los Moyano están dentro del oficialismo. Una suerte para cumplir con el contrato electoral, en parte, que tenía que ver con mejorar los salarios. Para eso se lo votó al Frente de Todos, se supone, para sacar los ingresos del quinto subsuelo al que habían caído durante el gobierno de Mauricio Macri. Esa violenta transferencia de ingresos, la gran obra de Cambiemos, que bajen los salarios 25 puntos y aumenten las tarifas de manera desproporcionada, fue única e irrepetible. Y se suponía que el Frente de Todos venía a atenuar ese impacto de ganadores y perdedores que había dejado el macrismo. 

Pablo Moyano es un ayudamemoria, uno de los pocos que quedan dentro del Frente de Todos para tratar de cumplir el contrato electoral que venía a recuperar los ingresos. Cosa que, por supuesto, no sucedió durante estos años del Frente de Todos, pandemia mediante, guerra mediante, problemas internos del frente mediante, subestimación de las tensiones por parte de los Fernández. Cada uno puede explicar por qué la promesa de mejorar los ingresos en Argentina sigue incumplida.

Además Pablo Moyano, heredero de un sindicato muy importante de las últimas tres décadas en la Argentina, le permite al Gobierno de los Fernández mediar con los sectores más duros de la izquierda que no tenían interlocutores en esta discusión. Le ofrece además Moyano una espalda que ni Alberto Fernández ni mucho menos Massa tienen en este momento. Massa por falta de interés. Fernández porque licuó su poder, porque devaluó su palabra, hasta convertirse hoy casi en un actor de reparto en el Frente de Todos. El presidente tiene su capacidad de daño, como decíamos la semana pasada, pero que no puede ya conducir al Gobierno. 

Tampoco La Cámpora por sí sola tiene la posibilidad de mediar con estos sectores más combativos, que obviamente no son mayoritarios en el sindicalismo pero que crecen a medida que la inflación pega, el poder adquisitivo se derrumba, la crisis se profundiza y se prolonga en el tiempo. La agrupación liderada por Máximo Kirchner sí mantiene algunas importantes alianzas como las que tiene con el moyanismo, como las que tiene con la UOM, ahora conducida por un sindicalista que se llama Abel Furlán. Pero tiene presencia entre los trabajadores. Por lo menos, a nivel de los dirigentes no se conoce uno de La Cámpora que conduzca un gremio importante, como sí es el caso de Crespo en el sindicato del neumático. 

Por suerte para el Frente de Todos, todavía quedan algunos sindicalistas dentro del espacio del peronismo oficialista que le permiten tener una espalda mayor frente a esta conflictividad que de a ratos desborda y que expresa la punta de un iceberg.

Palazzo, de La Bancaria, conforma un sector estratégico. Los bancarios, ganadores eternos, sector de grandísima rentabilidad, cerró esta semana también una paritaria con un aumento de 94,5% en cuatro tramos para los trabajadores. Muchos trabajadores bancarios que quizás no son votantes del Frente de Todos le agradecen a Palazzo estar en un sindicato estratégico, que en su momento dirigió Zanola, pero que ahora pelea por paritarias que están a tono con la inflación, como muy pocos gremios pueden hacerlo. Además Palazzo cerró un bono de $180.000 y cláusula de revisión a diciembre. Es un sector de altísima rentabilidad el del sector financiero. Y el ministro Massa acaba de premiar a los bancos con un bono dual, ganadores permanentes de todos los gobiernos. 

El caso del neumático, el caso de los aceiteros, el caso de los bancarios, el caso del conflicto en la planta de Techint de Valentín Alsina de las últimas horas —donde hubo 13 despidos y un paro en esa planta que es muy importante donde se está fabricando el Gasoducto Néstor Kirchner, estratégico para Vaca Muerta. Hace 15 días el Ministerio de Trabajo había dictado la conciliación obligatoria en ese conflicto, pero el sindicato planteó que Techint no la respetó y no dejaba entrar a los trabajadores. Finalmente, hay una nueva prórroga de esa conciliación obligatoria. Esto se inscribe en el mismo mapa de conflictos sindicales de esta última semana.

Una conflictividad que emerge y protagonizan gremios importantes que tienen espalda. Pero la realidad de la Argentina es muy heterogénea y el mosaico laboral está astillado para mal hace tiempo. La mayoría está muy por detrás de la inflación, está lejísimos de cerrar una paritaria de 94,5% como la de bancarios y la mayoría pierde por goleada contra la inflación.

En ese contexto es en el que la Vicepresidenta pide controlar los precios, después de casi dos años de haber pedido alinear precios y salarios en La Plata. Los precios en Argentina le ganan por goleada a los salarios hace tiempo, más allá de lo que Cristina haya pedido en su momento o lo que vuelve a pedir ahora. Algo que se interpreta como un tirón de oreja para Tombolini, para Massa, una primera advertencia dos años después.

Se habla ahora de un bono para los movimientos sociales, para los trabajadores informales que Massa está armando con lo que recaudó gracias a la liquidación récord del dólar soja. ¿Pero cuál es el común denominador entre los que pelean para no perder poder adquisitivo, como es el caso de estos sindicatos importantes, y los que pelean para poder comer en la Argentina? Es la inflación descontrolada, sobre todo, en los precios de los alimentos. 7% otra vez la inflación en septiembre. 84% la inflación en los últimos 12 meses. Muy pocos trabajadores registrados en la Argentina pueden estar a la altura de semejante inflación. ¿Qué quiere decir eso? Que hay otra vez una brutal transferencia de ingresos en favor de sectores de mucha rentabilidad. 

Además esta semana, como si fuera poco, también para mostrar la heterogeneidad de la Argentina, aparecieron los datos de pobreza del primer semestre de 2022: 36,5% de los habitantes de la Argentina están en la pobreza, lo que equivale a 17,3 millones de personas. Y la indigencia aumenta a 8,8%, más de 4 millones de personas. Si uno hace un corte etario y mira qué pasa con los que tienen entre 0 y 14 años, entiende que el 51% son pobres en la Argentina, con el peronismo en el gobierno, con el Frente de Todos en el gobierno, con el kirchnerismo en el gobierno. 

Estos datos son los datos previos a la disparada del dólar, previos a la salida de Guzmán y al interregno fallido de Batakis. Previo al ajuste que empezó Guzmán cuando se iba, que profundizó Batakis y que no hablemos hasta dónde quiere llevar Sergio Massa. Lo que vemos del primer semestre forma parte de una foto vieja: la pobreza ya es mayor, afecta a más que a 17 millones de personas en la Argentina

Según Claudio Lozano, ya está en 38,4%. Lo mismo dice Agustín Salvia desde la UCA. Lo puede decir alguien de la CTA que formó parte del Gobierno hasta hace muy poco y lo puede decir la Iglesia. La pobreza escandalosa en la Argentina y que afecta incluso a muchos que tienen trabajo. No alcanza tener trabajo para evitar la pobreza, producto de esta reforma laboral de facto que se impone como una continuidad entre el macrismo y el todismo. Sueldos que no alcanzan, sueldos de hambre en la Argentina, con datos que muestran la magnitud del deterioro. Derrumbe del poder adquisitivo, del que siempre hablamos en este espacio, promesas incumplidas y un Gobierno que no sabe cómo reaccionar después de casi tres años de Gobierno. Aunque esta realidad genera consecuencias todos los días a nivel social en cada rincón de la Argentina y además a nivel político. 

Esta pobreza está concentrada en el conurbano bonaerense, donde aumentó mucho la indigencia. En la Provincia de Buenos Aires, bastión del kirchnerismo. Miraba una encuesta que voy a publicar mañana en La Política Online, acerca de cómo impactan estos números del INDEC en las chances de Axel Kicillof de mantenerse en el poder. ¿Cuál es la imagen del Gobernador en la Provincia de Buenos Aires? Los números son muy negativos. Incluso, llevan a preguntarse si el plan b del kirchnerismo, conservar la Provincia de Buenos Aires, es viable. Y no está claro que lo sea.

Además, estamos ante un proceso de sacrificio que no terminó. Un ajuste que se combina con concesiones a sectores de alta rentabilidad, en la gestión Massa. Todo indica que esto va a llevar al Frente de Todos al umbral de las elecciones con alta inflación y recesión. 

Gabriel Rubinstein, el macroeconomista que tiene Massa a su lado en el Congreso, lo decía casi al pasar: “No todo está atrasado en la Argentina. Hay algo que está adelantado y es la ganancia empresaria”. Un funcionario del Frente de Todos confiesa que las tarifas sí están atrasadas, los salarios sí están atrasadísimos, que la brecha marca un problema muy grande que condiciona la economía y la deja sin precio, pero que lo que está adelantado es la ganancia empresaria, que aumentó muchísimo.

¿Por qué es importante esto? Primero, porque todo este proceso de alta inflación, de crecimiento de la pobreza, lleva seis o siete años y deja ganadores y perdedores. Lo dicen obviamente las centrales sindicales, lo dicen otros centros de estudios. Pero que lo diga Rubinstein, que es un fiscalista extremo, que es un abanderado del ajuste para cumplir con el Fondo, que si algo no quiere en la vida es atentar contra los márgenes de la rentabilidad empresaria, es toda una confesión de parte.

Confesión de parte porque lo están diciendo ellos mismos, los empresarios: “estamos ganando demasiado con el Frente de Todos”. Que lo diga Rubinstein es como que lo diga Daniel Funes de Rioja, es como que lo diga el Vasco de Mendiguren. Lo dice un representante del sector empresario, del poder económico, que quizás se les está yendo la mano. “La juntaron en pala conmigo y no me quieren”, según supo definir Cristina en su momento. Pero entonces los salarios también le ganaban a la inflación. Algo que parece no volver más en la Argentina, no existe más la posibilidad de que todos ganen con el modelo. Hay ganadores y hay perdedores muy claros. 

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