Fuera de Tiempo con Gonzalo Pardo

Gonzalo Pardo, fotógrafo y escritor, conversó con Diego Genoud sobre su primera novela Cualquier lugar es bueno para morir, publicado por Ediciones El Panda.

Gonzalo Pardo, fotógrafo y escritor, sobre su primer libro “Cualquier lugar es bueno para morir”.

 “Milei, la cacería en el Congreso y el ultimátum del Fondo”. Editorial de 18 de junio en Radio con Vos

Semana corta con dos feriados a una punta y la otra. Con mucha actividad, mucha información. Lo primero surge de los datos del fin de semana largo que terminó este lunes: la cantidad de turistas cayó un 65%. Viajaron alrededor de 800.000 personas y gastaron 80% menos que hace un año atrás, según los datos de la CAME.

Ahora viene otro fin de semana largo, quizás sea distinto. El gobierno puede decir que la caída en los viajes, en el consumo de esta semana se debe al próximo fin de semana largo, pero lo que se respira es la recesión brutal que se vive en la Argentina con Javier Milei como presidente.

El Gobierno viene de un alivio porque sancionó la semana pasada, finalmente y con el voto de desempate de Victoria Villarruel, la Ley Bases. Es una Ley Bases que todavía no es ley. Tiene la sanción con las modificaciones que le hizo el Senado y se abre ahora toda una discusión sobre cuál va a ser la ley que va a salir cuando recomience el debate en Diputados. Hay contradicciones entre senadores y diputados del radicalismo.

La Ley Bases es un puntapié importante para el Gobierno, que después de seis meses de gestión, de transición, está obligado a relanzarse. Con el presidente que vive de gira, metido en discusiones que a veces no tienen que ver ni siquiera con la Argentina. Javier Milei estuvo el fin de semana pasado en la cumbre del G7 y vuelve a viajar ahora a España. Mientras tanto, la recesión se siente muy fuerte y al gobierno le empiezan a reclamar definiciones desde el Fondo Monetario Internacional después de la sanción de la Ley Bases.

El documento del Fondo de las últimas horas tiene 110 páginas. Son muy importantes porque cuentan las advertencias hacia el gobierno de Milei. Aunque se suponía que eran aliados naturales, aunque el FMI da señales de mostrarse feliz por las decisiones que va tomando el gobierno de Milei, hay un desacuerdo: el organismo considera que empieza una etapa distinta y que, así como viene Milei, no puede seguir.

Le están reclamando al presidente desde el Fondo Monetario Internacional que cambie de pantalla. Con un pronóstico que es mucho peor de lo que se imaginaba: la caída de la actividad. Dice el Fondo que la recesión en la Argentina este año va a ser más profunda de lo que se suponía. Una caída del PBI no de 2.8%  sino de 3.5%. 

Además el Fondo advierte que este ritmo de devaluación no va más. Hay que ir a una devaluación más profunda. Kristalina Gueorguieva y Gita Gopinath se lo están diciendo a Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía. También le están diciendo que hay que subir la tasa de interés por encima de la inflación mensual, algo que el gobierno determinó al revés. Dijo Caputo de la semana pasada que eso termina. Pero esta exigencia del Fondo forma parte de los cortocircuitos porque Javier Milei parece no querer subordinarse a ella.

¿Cuál es el problema que tiene Milei? Que no tiene dólares en el Banco Central. Hasta ahora, todas las reservas que acumuló el gobierno de La Libertad Avanza se explican por los bonos —nueva deuda— y pagos que pateó para adelante el ministro de Economía. El Fondo dice que no se puede devaluar al 2% cuando la inflación, en el mejor de los casos, es 4%. Lo mismo si lo que se quiere es eliminar el control de cambios. El Fondo pide que elimine el dólar especial que tiene el gobierno para los agroexportadores. Le pide que profundice el ajuste sobre las tarifas. 

Si la Ley Base se demora en la Cámara de Diputados, Caputo se va a ver obligado a un aumento mayor en las tarifas de luz, de gas, de transporte. Todo esto está sobre la mesa, la frazada corta con la que se está cubriendo el gobierno de LLA.

Empieza a haber nerviosismo en los mercados, en el Fondo. Hoy otra vez, en esta semana corta, el dólar volvió a subir $25 y otra vez aparece la dificultad que tiene el Gobierno. Hay algo que no está cerrando en los aliados naturales del gobierno de extrema derecha de Javier MileI.

Al Fondo, además, le preocupa la gravedad de la recesión. Hay datos todos los días que muestran la profundidad de la caída de la actividad. Hay datos de la Unión Industrial Argentina (UIA) de las últimas horas pero me interesa, sobre todo, un dato de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), que dice que durante mayo de 2024, el sector registró una caída de 17,6%. Son números de una caída solo comparable a la pandemia, solo comparable al 2001. Eso, desde luego, tiene consecuencias en el empleo. También el Fondo está advirtiendo que se va a elevar mucho la desocupación. 

Por ejemplo, Acindar, uno de los grupos más importantes con una historia muy grande en la Argentina, vuelve a apagar los motores en tres de las cinco plantas que tiene en el país. Va paralizar la planta de Villa Constitución, la planta de Rosario, la planta de San Nicolás. ¿Por qué? Por el derrumbe de las ventas de acero tanto para la industria como para la construcción. Es una cadena que muestra hasta qué punto afecta el ajuste en la industria, en la construcción y en el empleo, porque hay 450 empleados que van a sufrir esta parálisis. Es la segunda vez en lo que va del año que Acindar decide paralizar tres de sus plantas. 

Se pueden contar muchos otros ejemplos de cómo está impactando la destrucción de empleo en la Argentina. Lo mencionaba también el último informe de UNICEF, que dice que hay 980.000 personas que perdieron el empleo en lo que va del año. En el 15% de los hogares donde viven niños en la Argentina hubo al menos una persona que perdió el trabajo durante el gobierno de Javier Milei.

No es que el FMI tenga la verdad revelada, pero le está hablando a Milei en su propio lenguaje. Le está diciendo que así no se puede seguir y le demanda definiciones. Le exige que aumente las tarifas, que vuelva a devaluar,  que suba la tasa de interés y al mismo tiempo le pide que tenga cuidado con los sectores más vulnerables en una Argentina donde las cifras de pobreza están alrededor del 55%, depende el sector. Si uno mide la pobreza infantil, es más elevada.

Hay que preguntarse hasta qué punto está firme o no Luis “Toto” Caputo, el rockstar que tanto elogia el presidente. Se piensa en un relanzamiento del Gobierno en coincidencia con estas demandas o estas advertencias que está haciendo el Fondo. Hoy se esperó durante todo el día que hubiera alguna novedad en torno a Federico Sturzenegger, el jarrón chino que tiene Milei a disposición y no sabe dónde ubicar. Porque además hay un conflicto que viene de largo entre Sturzenegger y Caputo.

Es una situación difícil la que atraviesa el presidente. Fue un respiro la Ley Bases, pero todavía no está aprobada. Fue un respiro el dato de inflación, pero sabemos que hay consultoras que hablan de una inflación más alta en junio.

El gobierno necesita dólares. Caputo espera un préstamo, un nuevo programa, un nuevo desembolso. Algunos hablan de 5.000 millones de dólares, otros hablan de 10.000 millones de dólares.  Pero el Fondo, después de haberle prestado lo que le prestó a Macri, antes de volver a prestar a la Argentina, exige un programa escrito por la burocracia de Washington.

En el medio aparece, con un protagonismo muy renovado, Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad que ahora está en El Salvador, tomando lecciones de Bukele, visitando cárceles, y que la semana pasada desató una cacería en las inmediaciones del Congreso que resultó en 35 detenidos sin ningún tipo de prueba. La mayoría de ellos detenidos lejos del lugar donde se transmitieron y se provocaron los incidentes que todos vimos, en especial el incendio del auto del cronista de Cadena 3, que no se sabe todavía hasta esta hora quién fue el responsable. 

Bullrich ordenó una cacería de la Policía Federal. Tuvo como aliada a la Policía de la Ciudad que detuvo a 22 personas, sin pruebas. Estudiantes, docentes, músicos, un vendedor de choripanes, una vendedora de empanadas. Hay 16 detenidos todavía a esta hora en las cárceles de máxima seguridad de Marcos Paz y de Ezeiza por orden de Carlos Stornelli. La jueza que está a cargo de la causa, María Romilda Servini de Cubría, ordenó la liberación de 17 pero Stornelli quiere que vuelva a detener a, por lo menos, 14 de ellos. 

Se reedita un clima que ya se vivió durante el macrismo: la sociedad de Patricia Bullrich con Carlos Stornelli, fiscal con mucha historia, panelista de Animales Sueltos también durante los años de Mauricio Macri. Fue uno de los que practicó también la doctrina Irurzun, con la idea de enviar a la cárcel a exfuncionarios y empresarios ligados al kirchnerismo.

Stornelli y Bullrich van por una segunda vuelta, más general, contra todo el que decida salir a manifestar. Están los testimonios de los detenidos, de los liberados, que fueron gaseados, que fueron agredidos, que fueron hostigados cuando llegaron a las cárceles de Ezeiza y de Marcos Paz. Todo esto es parte de una misma matriz. 

Para Patricia Bullrich se trata de la forma predilecta de acumulación política, de ganar protagonismo, de trabajar para una hipotética candidatura. No hay que olvidarse de que salió tercera pero fue candidata a presidenta. Cada vez que hay un episodio como el de la semana pasada en las inmediaciones del Congreso, cada vez que las fuerzas de seguridad desatan una represión, Bullrich crece en las encuestas que miden el apoyo que tiene entre los votantes de La Libertad Avanza.

El otro personaje central en esta historia es Carlos Stornelli. Ex ministro de Seguridad de Daniel Scioli. Ex jefe de Seguridad Deportiva de Boca durante la gestión de Angelici, alguien que estaba en los palcos de la Bombonera junto con Ariel Lijo, ahora candidato de Milei para ser juez de la Corte Suprema. Junto con otros jueces en la misma situación, como por ejemplo Darío Richarte.

Stornelli es alguien que durante los años del macrismo funcionó en tándem también con Claudio Bonadio. Hijo de un teniente coronel que durante la dictadura había sido interventor en Radio Belgrano y yerno de un ministro de Trabajo de Videla. Tiene antecedentes que lo habilitan para que hoy lo esté denunciando Amnistía Internacional ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en la ONU. 

En la Argentina, dicen Amnistía Internacional y otros organismos de derechos humanos, no se respeta el Estado de derecho porque, además de la represión que hubo, hubo detenciones sin pruebas. No es la primera vez que hace algo así el fiscal Stornelli, que además ya está reclamando prisión preventiva.

Stornelli y Bullrich tuvieron durante los años del kirchnerismo a un aliado que cayó en desgracia, el falso abogado Marcelo D’Alessio, ligado también a la policía porteña. Después fue detenido. Cuatro años después, Stornelli y Bullrich vuelven para acusar de terrorismo, de intento de golpe de Estado a un músico, a una vendedora de empanadas, a un vendedor de choripanes, a algunos docentes, a algún militante también, hasta ahora sin ningún tipo de prueba.

Todo es parte del mismo cuadro, de la misma composición. De un gobierno que lanza, según dice el presidente, el ajuste más grande de la historia de la humanidad y provoca una recesión total, solo comparable a la de la pandemia o a la del año 2001. Un gobierno al  que el mismo FMI le advierte que la recesión que provoca este plan económico va a ser más grave de lo que se suponía. Un gobierno que necesita dólares y va a pedir al Fondo nueva deuda, con muchos de los mismos protagonistas que estuvieron con Macri y hoy están con Milei. Además, la represión que desata Patricia Bullrich. 

Se repiten algunos protagonistas, se repite la misma mecánica, cuando el gobierno ve cómo el Fondo Monetario Internacional le pide que empiece un nuevo programa más sólido o más sustentable. Lo que se busca LLA es el disciplinamiento en un contexto donde el gobierno transita una situación difícil. No lo dice solo la oposición, lo dice también el Fondo Monetario Internacional. Lo que se nota es el nerviosismo de algunos funcionarios muy importantes del gobierno frente al temor a que la sociedad, incluso la sociedad que apoyó a La Libertad Avanza, empiece a cansarse de apostar en el vacío. El nerviosismo es porque la sociedad quizás se dé cuenta de que esto, otra vez, puede terminar mal.

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