Fuera de Tiempo con Melina Vázquez

Melina Vázquez, socióloga, profesora de la Universidad de Buenos Aires e investigadora adjunta del CONICET, conversó con Diego Genoud acerca de las juventudes y su relación con el kirchnerismo, además de la preponderancia de estos sectores en las nuevas derechas y el armado de Javier Milei.

“En el diagnóstico, coinciden todos”. Editorial de 28/5/2022 en FM Milenium.

Semana con dos protagonistas, por lo menos, de la discusión pública, pero interna, dentro del Frente de Todos. Por un lado, Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados. Por el otro, Martín Guzmán, ministro de Economía. Y fue por la actualización del Impuesto a las Ganancias que, a muy poco de la fecha de cobro del aguinaldo para la porción de los asalariados que está registrado hoy en la Argentina, era una discusión que debía ser saldada de alguna manera. Se saldó, podríamos decir, en beneficio de la postura de Sergio Massa que plantea, en línea con los sindicatos, que “el salario no es ganancia”. Una de sus banderas históricas, una de las banderas que hizo grande a Massa cuando Massa tenía potencia electoral. No como ahora. 

Cuando en el 2003, hace casi una década, cuando construyó el Frente Renovador, la cuestión de ganancias ya afectaba a los trabajadores mejores pagos. Massa supo capitalizar la discusión de ese sindicalismo que representaba Hugo Moyano con el Gobierno de Cristina Fernández. Y todavía hoy, tantos años después, lo mantiene como bandera. Se logró finalmente la actualización de Ganancias. Lo vimos ayer en la puesta en escena de Massa, Guzmán, Héctor Daer de la CGT y Pablo Moyano. 

Estamos hablando de alrededor del 10% de los trabajadores que van a quedar afectados por Ganancias. Alrededor de un millón de personas. Esta actualización del impuesto no es retroactiva. Entra en vigencia a partir de junio, lo que se perdió se perdió en este tiempo. Los números que mostraba Massa daban cuenta de que alrededor de 100 mil trabajadores más habían empezado a pagar Ganancias en los últimos dos meses, a medida que se iban negociando las paritarias. Lo que se conseguía por el aumento salarial en paritarias, se perdía en algunos casos en forma muy significativa por el impuesto que no se actualizaba.

Punto para Sergio Massa, pueden pensar algunos. Sobre todo, porque Martín Guzmán no quería en un primer momento avanzar con esta medida. Lo consideró públicamente una obviedad. Pero es un capítulo más de las diferencias públicas dentro del Frente de Todos. También dentro de la heterogeneidad en la que hoy se fragmenta el mosaico laboral. Esta medida a los trabajadores mejores pagos sin duda tiene un componente de justicia pero contrasta con la realidad de la mayoría que en muchos casos no cubre la canasta básica alimentaria de $95.000, para una familia tipo. De ahí las cifras de pobreza de 40%, porque la inflación descontrolada de los últimos meses pega sobre ese sector que está en el borde y expulsa hacia la pobreza a una porción cada vez más grande de los trabajadores. Esa es la realidad de la mayoría. La realidad de los trabajadores que son beneficiados por esta medida del Gobierno, de la cual Massa aparece como el vocero, es una realidad de un sector minoritario.

Otro tema fundamental de la semana, en esta discusión pública, son los alineamientos, los gestos, de cara a 2023. El propio Massa apareció esta semana con Sergio Berni. Habían estado enfrentados en su momento pero sus consignas en materia de seguridad son muy parecidas, casi clonadas. Un Berni que hoy pareciera no tener retorno con la Vicepresidenta, con el Presidente. Y sin embargo quiere ser candidato en 2023, en busca de la creación, la construcción, el sueño de un Milei peronista. Massa-Berni, la posibilidad de una fórmula, no nacional pero sí quizás algún tipo de alianza en la cual Berni termine siendo un candidato a Gobernador. Todas son especulaciones que surgen de los movimientos que los propios dirigentes del Frente de Todos ponen en escena cada día.

Del otro lado de este mismo anuncio, un Martín Guzmán cada vez más empoderado por el presidente Fernández. Pero, a su vez, desautorizado por estas cifras de inflación y por algunos datos de la economía que van a contramano del optimismo oficial. La cifra de inflación de los últimos 12 meses, 60% interanual. Si se la anualiza, tomando en cuenta los últimos meses, está alrededor del 80%. El Gobierno obviamente plantea que no va a suceder. Pero ya hay una composición en la cual los ingresos son los que más sufren. 

Datos que dio a conocer esta semana ZonaJobs, una empresa del mercado de trabajo. Decía que el salario promedio medido en dólares en la Argentina es el más bajo de la región, asunto que venimos comentando en este espacio. Medido al dólar mep, 632 dólares cobra hoy un empleado en la Argentina, un salario promedio. Obviamente los hay más bajos, los hay más altos. Pero 632 dólares es el más bajo de América Latina si uno lo mide en relación a uno de los dólares alternativos que existen y que las empresas, sobre todo, tienen mucho en cuenta.

Estamos lejos de la nostalgia de los años cristinistas, de lo que la Vicepresidenta habitualmente evoca con “teníamos los salarios más altos en dólares de América Latina”. Hoy son los más bajos. Sobre esa realidad opera el gobierno del Frente de Todos y sobre esa realidad se da la discusión a cielo abierto en el gobierno del Frente de Todos. Sobre esa realidad también se proyecta la sombra de una derrota para el Frente de Todos en las elecciones de 2023, como lo admitió de alguna manera la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, en los últimos días. Ese ingreso que no alcanza para gran parte de la población, para la base irreductible durante muchos años del Frente Para la Victoria, por supuesto tiene una traducción política y consecuencias políticas.

No es la realidad de las mayorías el Impuesto a las Ganancias, sino que es la del que no llega a fin de mes, la del que ve cómo se deterioran sus ingresos. Es algo que pasa en distintos sectores, que afecta a la mayor parte de la población, incluso dentro de los propios medios de comunicación, que muchas veces tienen que relatar esta historia. La semana pasada Página12 cumplió 35 años, el 26 de mayo. Hubo un paro de sus trabajadores y trabajadoras en el diario, fundado por Jorge Lanata en su momento, que tiene la particularidad de ser propiedad de Víctor Santa María, sindicalista, secretario general del SUTERH, dueño de medios de comunicación, de canales de televisión y radios.

Hubo paro en Página12 a 35 años de su creación. El comunicado de los delegados decía que el Grupo Octubre, propietario del diario desde 2016, depreció los salarios hasta colocarlos por debajo del valor de una canasta básica. La gran mayoría de los periodistas, trabajadores, fotógrafos, cobra sueldos por debajo de la línea de la pobreza. El Grupo Octubre se expande a costa de degradar condiciones laborales y se niega a recibir a los delegados y delegadas de Página/12 para recomponer los salarios arrasados en el último lustro.

Como para tomar en cuenta que es una realidad que atraviesa de punta a punta a la sociedad, incluso en el medio de comunicación de un sindicalista, un empresario como Víctor Santa María, identificado con el Gobierno. Sus trabajadores van al paro y dicen “no nos alcanza para cubrir una canasta básica alimentaria”.

Justamente Santa María, un sindicalista de larga relación con Alberto Fernández, hoy aparece más cerca de la Vicepresidenta. Hace algunas semanas, alquiló un avión privado, un Learjet para llevar gente a Chaco. Pero la realidad de los periodistas y trabajadores del Grupo Octubre, por lo menos en el caso de Página/12, contrasta muchísimo con el Learjet y con la expansión del propio Grupo Octubre.

Guzmán, el otro protagonista del que hablábamos al comienzo, no solo está empoderado por Alberto Fernández sino por la renuncia de un funcionario que había ganado mucho protagonismo, Roberto Feletti, el secretario de Comercio Interior. En su momento, Feletti fue viceministro de Amado Boudou, ligado al cristinismo. El gran responsable de la lucha contra la inflación se fue, dicen, porque se lo pidió la vicepresidenta o se lo pidieron los sectores cercanos a ella. El fracaso lo vemos, está sobre la mesa. Se suma a un contexto de inflación internacional donde Gran Bretaña y Estados Unidos tienen la inflación más alta de los últimos 40 años, por los precios internacionales de los commodities, por la salida de la pandemia. Pero en Argentina todo es peor. 

Feletti era uno de los encargados de luchar contra la inflación. El otro es el propio Martín Guzmán. El otro, muchos piensan, es Miguel Pesce, titular del Banco Central. Pero el fracaso es de todo el Gobierno. El que se va es Feletti y la estrategia de la vicepresidenta, dicen, es mostrar que no tiene nada que ver con los resultados de esta lucha frustrada contra la inflación que lleva adelante Guzmán.

Hay que ver qué resultados obtiene ahora el funcionario amigo de Guzmán que asume esa brasa caliente que es la Secretaría de Comercio Interior. Se llama Guillermo Hang, un desconocido para la mayoría de los mortales. Pero Guzmán lo convoca para reemplazar a Feletti. Veremos si baja la inflación y si la baja, por qué motivo. Porque se termina finalmente la guerra o porque implementa medidas efectivas.

Así y todo, con esta inflación, Guzmán hoy ya es uno de los ministros que más duró en su cargo desde el regreso a la democracia. Hay un ranking que arma el economista Amilcar Collante que muestra que Guzmán ya cumplió 900 días como Ministro de Economía. Un récord absoluto en la Argentina de la inestabilidad. Está detrás de Cavallo, Sourrouille, Lavagna, Roque Fernández y Dujovne. Ya pasó a la mayor parte de los ministros que vimos desfilar por la silla eléctrica del Ministerio de Economía desde el regreso de la democracia.

Inflación del 60%. 80% si uno anualiza la cifra de los últimos 12 meses. Y un acuerdo con el Fondo que, de acuerdo a las consultoras más escuchadas por el mercado, por las empresas, por el establishment, “no se va a cumplir”. Último informe de Marina Dal Poggetto, una consultora que solemos citar, muy escuchada en el establishment. Dicen en EcoGo que “Guzmán no va a cumplir el acuerdo con el Fondo, ni con la meta de ajuste fiscal, ni con la meta de ajuste monetario, ni con la meta de acumulación de reservas”. Según esta idea que marca Marina Dal Poggetto, en la segunda revisión, trimestral, vamos derecho a un waiver, a un perdón, a un gesto en el cual el Fondo haga la vista gorda a ese incumplimiento.

El informe se llama “Asalto al Banco Central”. Pone la lupa en un tema que Dal Poggetto habitualmente comenta, también basada en alguna frase que en su momento pronunció Miguel Bien, ex asesor de Scioli, ex asesor del propio Macri: “el deporte nacional en Argentina es robarle dólares al Banco Central”. En esto, una consultora como EcoGo coincide con la Vicepresidenta. Por lo menos en el fenómeno, en la descripción de lo que está pasando. Salarios pulverizados, los más bajos de América Latina y un Banco Central que no puede acumular reservas pese a que le toca vivir un tiempo que algunos piensan es de gloria, con respecto a la acumulación de reservas.

Porque tenés la soja récord, porque la pandemia impidió la salida de dólares por turismo durante mucho tiempo, y porque Argentina tuvo un superávit comercial de 30 mil millones de dólares en dos años que difícilmente pueda repetirse. Aún con un récord de exportaciones, ¿cuánto quedó en el Banco Central? Lo decía la Vicepresidenta en Chaco hace un mes, lo dicen las consultoras: no quedó prácticamente nada. Lo que marca Dal Poggetto es que hay ganadores y perdedores con este esquema. Marca, sobre todo, la brecha cambiaria. Dice que no se puede analizar la economía en la Argentina sin mirar una brecha cambiaria del 80%.

¿Quién gana y quién pierde? Además de los asalariados que corren por detrás de la inflación, ganan los importadores que le piden dólares baratos al Banco Central. En muchos casos para stockearse y no para aumentar la producción como declaran frente al Banco Central. Pierden, dice Dal Poggetto, los exportadores porque reciben un dólar que es el oficial y además tienen las retenciones en el caso del agro. Cómo se sale de este esquema de ganadores y perdedores, esa es la discusión. Por supuesto, las consultoras de mercado no coinciden en nada con la Vicepresidenta sobre cómo se sale de este esquema.

Autos y textiles, por ejemplo, dice Dal Poggetto que tuvieron aumentos en dos años y medio de gobierno del Frente de Todos de alrededor del 250% cuando la inflación estuvo en el 162%. Casi 100% más de inflación en los autos y en los textiles en dos años y medio, suma que expresa quiénes están ganando en esta ecuación con esta brecha cambiaria.

No solo hay una transferencia de ingresos de los asalariados hacia la rentabilidad empresaria, como también lo marca el informe de EcoGo. También hay un excedente empresario que va creciendo, los tres o cuatro vivos de los que hablaba la Vicepresidenta. Quizás sean más de tres o cuatro vivos. Pierden los asalariados, pero a nivel de sectores dominantes de la economía, de los actores principales de la economía también hay una transferencia de ingresos, según EcoGo, en beneficio de los importadores.

¿Cómo se reduce la brecha cambiaria del 80%? Ahí empieza la división muy clara dentro del propio Gobierno, entre los economistas del Gobierno y de la oposición, más heterodoxos, más ortodoxos. Ahí está el debate abierto. Por supuesto, si uno lo escucha a Javier Milei, dice hay que dolarizar la economía y así se va a resolver el problema de la brecha cambiaria. Otros piden una devaluación, una devaluación brusca para saldar esa brecha entre el dólar oficial y los alternativos.

Mientras tanto, el Gobierno busca que se achique esa brecha de manera gradual, hay ganadores y perdedores. Alguien está perdiendo, pero alguien está ganando en grande, no como los trabajadores a los que se les cobraba Ganancias y se les cobró Ganancias en los últimos meses. Están ganando mucho en una transferencia de ingresos que la propia Dal Poggetto dice es de alrededor de 30 mil millones de dólares. Eso sectores que están ganando son los importadores, las empresas que cancelan deuda que contrajeron durante el gobierno de Macri. Esas empresas lograron que el Banco Central de Miguel Pesce le cediera dólares baratos para cancelar el endeudamiento que contrajeron bajo Macri. 

¿Cuánto se llevaron del Banco Central en dos años y medio? Según Marina Dal Poggetto, las grandes empresas de la Argentina se llevaron 21 mil millones de dólares. Hay ganadores y hay perdedores mientras se da el debate entre el Gobierno y la oposición.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *