Fuera de Tiempo con Ricardo Rouvier

Ricardo Rouvier, el sociólogo, analista político y director de la consultora Ricardo Rouvier & Asociados, conversó con Diego Genoud sobre las encuestas que miden la imagen presidencial de Fernández en la gestión del Covid-19, el rol de Cristina Kirchner en el Gobierno y las posibilidades del Frente de Todos de imponer su agenda.

Para comprender la trama Vicentín mirada desde adentro, estuvieron también en Fuera de Tiempo los delegados sindicales Leandro Monzón, del Sindicato de Aceiteros, y Javier Cantero, de Algodonera Avellaneda. Cuentan cómo funciona hoy la cerealera, cúales son los reclamos de los trabajadores y qué posturas toman frente a la intervención del Estado.

“Un país contado desde arriba”. Editorial del 27/06/2020 en FM Milenium

Tenemos problemas que están cercando al Gobierno Nacional. Por un lado, la deuda. Por otro lado, la pandemia. Cumplimos 100 días —nada menos— de cuarentena y para adelante todavía no sabemos cuánto falta, lo que genera un desgaste del Gobierno y de la sociedad. Aparecen discusiones para un fenómeno que nadie esperaba, un fenómeno que genera costos en Argentina pero también en todo el planeta y particularmente, en este momento, en la región. Nos sobran problemas no sólo por las víctimas fatales, por los contagiados por el virus, sino por las pérdidas económicas que cada vez se sienten más y que además generan un hartazgo social cada vez más profundo. ¿Hasta cuándo aguanta una sociedad en un estado de aislamiento extremo cuando cierran las empresas y aumenta el desempleo?

Además de ese frente de tormenta, tenemos un problema de prisma. Tenemos el vidrio empañado cuando queremos contar qué es lo que está pasando en la Argentina cada día, con cada noticia, con cada problema. Pasa, por ejemplo, en el caso Vicentin. Sabemos lo que piensa una porción de la sociedad. Sabemos lo que piensa el sector empresario. Sabemos lo que piensan sus impresentables directivos, Alberto Padoán, sus hijos, los Nardelli, desprestigiados incluso en la zona de Avellaneda y Reconquista. Sabemos lo que piensa el juez Lorenzini, que era un desconocido y ahora se convirtió en una especie de héroe de la República porque le pone freno al gobierno de Alberto Fernández que entró mal —probablemente tarde— a la cuestión Vicentín. 

Pero no sabemos qué es lo que piensan sobre el proyecto de expropiación los trabajadores de la empresa de Vicentin. Esta semana, los 1.300 trabajadores. representados por el Sindicato de Aceiteros, hicieron una presentación en el juzgado de Santa Fe que no fue difundida en los medios. En esa presentación, los trabajadores dicen sobre los dueños de Vicentin: “Estas personas que han llevado a la empresa a esta gravísima situación que pone en peligro la continuidad laboral de nuestros representados y que han organizado y construido el entramado societario para ocultar la conformación del grupo económico, hoy son repuestas en la dirección de la empresa”. Es decir que los mismos que llevaron a la empresa al default ahora son considerados por el juez Lorenzini como los más aptos para sacar a la empresa de la quiebra. Eso —dice el Sindicato de Aceiteros— es en perjuicio no sólo de los acreedores, las cooperativas de productores estafadas por Vicentin, el Banco Nación, los bancos transnacionales, sino que también de los trabajadores, que son los primeros afectados.

Estos trabajadores en los últimos meses sufrieron la completa paralización de la actividad industrial y ahora sufren el desguace de una planta que se llama Algodonera Avellaneda, que pertenece a Vicentin, donde hubo despidos y se interrumpieron contratos de trabajadores tercerizados. 

La semana pasada hubo un banderazo de mucho impacto, sobre todo en la zona de Santa Fe, pero que se replicó en todo el país. Un banderazo se sintió en el corazón del poder, que sintió el gobierno y también la oposición. ¿Quién conoce a los trabajadores de Algodonera Avellaneda? ¿Quién los escuchó alguna vez? Probablemente muy pocos conocen la realidad de los que viven adentro de esa empresa. Una empresa que —dice el Sindicato de Aceiteros— lejos de buscar la solución al conflicto, se limita a amenazar con la posibilidad despidos masivos y con el cierre de esta planta que hoy tiene 500 trabajadores.

Pasa con Vicentin, pero puede pasar también con otros temas de la crónica cotidiana, como el coronavirus. El domingo pasado murió a causa del virus José Fernández, enfermero en la estación Boulogne en el Ferrocarril Belgrano Norte. También la semana pasada, también en el Belgrano Norte, y también a causa del Covid, murió el conductor Eduardo Díaz. El miércoles pasado murió el guardatren Daniel Marinozzi, del ferrocarril Mitre. Es el sexto fallecido en el personal de ferrocarriles además de Miguel Olmedo, Juan Campos, que trabajaba para la empresa de seguridad Murata, y Claudio Andrades, que trabajaba en Vías y Obras del Ferrocarril Mitre. 

El primer brote había surgido en la estación del Mitre hace tres semanas con seis contagios. Dicen los delegados ferroviarios que si la empresa ferrovías debería haber aislado a todos, testeado a guardias y conductores y establecido un protocolo. No se hizo y en una semana murieron tres trabajadores. A esto voy cuando digo que tenemos un problema de prisma a la hora de contar la realidad. ¿Hay sectores que aprovechan para ajustar en medio de la pandemia para ahorrar a costa de vidas humanas? Pareciera que sí: 90 casos positivos en todos los ferrocarriles del AMBA había hasta la semana pasada. Algo que en esa crónica cotidiana, en este conteo diario que hacemos, se pierde. No podemos saber quiénes son las víctimas del Covid-19 aunque quizá la mayoría sean esos trabajadores esenciales que no tienen otra opción que seguir trabajando.

Se ve también este problema de prisma con la discusión del aguinaldo, un derecho que para muchos trabajadores en Argentina se perdió hace tiempo aunque está en la Constitución. La señal de Alberto Fernández esta semana de pagar en cuotas el aguinaldo a los empleados estatales que cobran más de $80.000 y que los gobernadores de todo el país se adoptaron como propio. Toda una señal para el sector privado. Sabemos lo que piensan las grandes empresas: que no lo pueden pagar. Pero no sabemos lo que piensan los que tienen el derecho de cobrar el aguinaldo y que ven cómo por un decreto presidencial o por una decisión de una empresa lo pueden llegar a recibir en cuotas. 

Algunos datos del desempleo de los últimos días. El desempleo. en el primer trimestre, antes de la pandemia, cruzó la barrera del 10%. Hay más de dos millones de personas desocupadas en la Argentina en marzo de 2020, antes de empezar con la cuarentena estricta, con el cierre de empresas, con la parálisis. En el Gran Buenos Aires, Tucumán y Rosario, esa tasa de desempleo a llega al 12 y 13%. El mayor incremento lo sufren varones de entre 30 y 64 años y mujeres de entre 14 y 29 años. El empleo registrado en Argentina lleva 28 meses de caída consecutiva y muchos piensan que no es mayor porque todavía hay leyes y regulaciones que protegen el empleo, como el decreto antidespidos y la doble indemnización.

Por eso digo que en la crónica cotidiana de los grandes medios, del círculo rojo, de los factores de poder, tenemos sobrerrepresentado un punto de vista. También el Gobierno pareciera que tiene sobrerrepresentado a ese sector que le habla y le exige determinadas cuestiones. Ese sector, al que yo le llamo frente social – empresario, es más importante que la dirigencia opositora y le fija condiciones Alberto Fernández y lo obliga retroceder en muchos casos. 

El Presidente tenía un propósito, que era convertir al salario en el motor del crecimiento. Obviamente la pandemia hizo volar por los aires esa idea de Fernández. Pero uno se pregunta: ¿cómo va a volver a crecer la economía cuando salgamos de esta larga cuarentena? ¿Va a volver a ser el salario ese motor? Hoy parecería que no, porque es el Gobierno —con la CGT y la UIA— el que firma el recorte de salarios e incluso suspensiones de sectores que no están afectados. 

Entonces, la crónica cotidiana, así como representa a un sector, ignora a esta porción enorme de la población: los asalariados, los informales, los monotributistas, los desempleados. Tenemos una dieta informativa desequilibrada, pero no tanto en términos de grieta, sino en términos de intereses, de sectores sociales: está sobrerrepresentado el punto de vista de los empresarios. Basta prender la televisión, encender la radio o visitar un portal de los más leídos.

Esto puede llevar a dos conclusiones. Por un lado, un sector importante de la sociedad, en el que está la oposición, que considera que los asalariados son un obstáculo para el desarrollo, que millones de trabajadores son el problema de la Argentina. Eso es lo que se podía leer en el discurso del ex presidente Macri, pero que mucha gente comparte. La segunda conclusión es que ese sector sobrerrepresentado demuestra que no tiene una salida inclusiva.

Hace dos años, el historiador económico Pablo Gerchunoff, me dijo en una entrevista que le hice en La Nación, que para salir del empate en el que vive la Argentina y de la dificultad de la restricción externa, hacía falta una coalición social mayoritaria y pro exportadora. “Yo lo llamo un tratado de paz que lleve a involucrarnos como sociedad en un proyecto exportador, pero que incluya algo que en la Argentina no existe y existe en países desarrollados: un incentivo para que los trabajadores se involucren en ese proyecto”, decía Gerchunoff, quizá uno de los más intelectuales más lúcidos que apoyó a Cambiemos.

Por supuesto, sabemos en lo que terminó el gobierno de Macri. Muy poco después de esta entrevista empezó la crisis, el auxilio del Fondo, la devaluación y el ajuste. Pero es una de las pocas ideas, por eso la rescató dos años después, de sectores que apuestan a un país empresario, que apuestan a un proyecto de las élites, que apuestan a una salida propiciada por el círculo rojo, y que contempla a la mitad del país de la que hablaba al principio, a los asalariados

Los que somos periodistas sabemos que una historia se puede contar siempre de mil maneras. Pero en Argentina siempre se cuenta la historia de la misma manera: es un país contado desde arriba.

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