Fuera de Tiempo con Eduardo Belliboni

Eduardo Belliboni, dirigente nacional del Polo Obrero, convesó con Diego Genoud acerca de la crisis en los barrios, la criminalización de la protesta social y la relación con el MTE de Juan Grabois.

“Seis semanas”. Editorial de 16/7/2022 en FM Milenium.

Otra semana de vértigo, con el Gobierno del Frente de Todos que no hace pie. Ya van varias semanas consecutivas. Seis semanas desde que comenzó la corrida cambiaria.

En el medio, cayó un Ministro de Economía. Están pasando demasiadas cosas al mismo tiempo para que todo siga tal como hasta ahora viene sucediendo. Está Silvina Batakis sentada en lugar de Martín Guzmán, en la silla eléctrica de Economía.

Aparece Miguel Pesce, el titular del Banco Central, fortalecido en la interna. Aunque veremos hasta cuándo. Y hay un enorme signo de interrogación con respecto a lo que puede pasar el lunes, el martes. Día a día va el Gobierno, marcado por la inestabilidad.

No alcanzó el paquete de medidas ortodoxas que lanzó Silvina Batakis para calmar la sed del mercado, que sigue reclamando una devaluación. Con una brecha que está hoy en 130%, Batakis lanzó un paquete de medidas con el cual pretende ahorrar 600.000 millones de pesos  aproximadamente. En una versión de Guzmán sin culpa. Segmentación para el aumento de tarifas, la que quería hacer el platense y no podía. Recorte en la obra pública. En las transferencias para los Gobernadores. Freno a la incorporación de empleados en el Estado. Y más tasa para los bancos.

Pero cuatro días, cinco días después de los anuncios de Batakis, de este gesto de buena voluntad, la corrida se prolonga. Si uno mira cuándo empezó esto, advierte que fue a principios de junio. El 8, el 10. Es muchísimo tiempo. 

El dólar está otra vez cerca de los $300, más allá de la inestabilidad, más allá de que, por momentos, baja. Pero tuvo un alza de 24% en julio: $57 subió el dólar en lo que va del mes. La brecha cambiaria está en un récord otra vez, en 130%. Eso altera todos los números y previsiones de la economía. La liquidación de los dólares de la cosecha, la demanda de los importadores. El deporte nacional de robarle reservas al Banco Central, aún con el torniquete que restringe el acceso al dólar.

El campo también empieza a retener la cosecha. Este año hay una liquidación récord pero más por precio que por cantidad. Están reteniendo los sojeros parte de lo que tienen para vender, lo explicó incluso el Ministro de Agricultura Julián Domínguez. Hay diferencias en el Gobierno porque un sector dice que están especulando. Otro, encabezado por el propio Domínguez, argumenta que ahora no necesitan vender porque no están comprando fertilizantes, que recién en septiembre van a liberar parte de lo que tienen en los silobolsas.

Lo cierto es que al Gobierno le siguen faltando dólares. Pasó el trimestre de oro de la liquidación récord de la cosecha, sobre todo por el precio, porque los sojeros tratan de vender lo mínimo e indispensable a la espera de una devaluación. Con una brecha del 130% hay razones para esperarla. Vimos la protesta de esta semana. Para algunos, simbólica. Para otros, el comienzo de un proceso en el cual el agronegocio va a mostrar cada vez más los dientes. 

Al mismo tiempo, la inflación es el gran tema que no encuentra solución. Además, no para de acelerarse. Datos viejos los que difundió el INDEC, a mediados de semana, con la inflación de junio: 5,3%. En lo que va del año, 36% de inflación, 64% interanual. Es un dato casi optimista el de esa interanual porque ahora todas las consultoras aumentan las previsiones del índice con el cual va a cerrar este 2022. Nadie piensa que la inflación vaya a bajar del 80%. Algunos piensan que llegará a 90%. Otros tendrán pronósticos peores pero no los difunden. Es algo que comprueba cualquiera que necesita comprar algo, reponer mercadería. Las remarcaciones permanentes, por un lado. El faltante de algunos productos, por el otro. Todas expresiones de un mismo problema. Precios descontrolados, una economía que no tiene precio. 

Más datos de la inflación, de la consultora de Orlando Ferreres, exfuncionario del menemismo, que hace mediciones permanentes desde una consultora que suelen tener muy en cuenta los distintos actores de la política y de la economía. La inflación solo en la primera semana de julio fue de 2,6%. Por eso se prevé que, para este mes, la inflación esté entre el 7 y el 8%. Por eso se prevé que cierre el año más cerca del 100% o del 90% anual que del 64% interanual que marcó el INDEC en junio. 

Obviamente esto impacta en el consumo, en la pobreza, en la desigualdad. Ahí está la otra cara del descontento. Lo que vimos esta semana con movilizaciones de las organizaciones sociales que salen a la calle a pedir un bono para los jubilados, para los monotributistas. En este programa vamos a hablar de ese reclamo en ascenso frente a una inflación descontrolada y un Gobierno que no logra acertar con su respuesta. 

Sale a la ruta el agronegocio, que liquida solo lo mínimo e indispensable. El propio Julián Domínguez dijo esta semana que los sojeros van a vender, en el segundo semestre, 25 millones de toneladas de soja hoy retenidas en los silobolsas. No lo liquidan porque están esperando una devaluación, no lo liquidan porque hay una brecha cambiaria muy grande, y no les conviene vender a ese precio del dólar oficial cuando el paralelo está cerca de los $300. El agronegocio es la expresión de un país. 

La otra expresión de otro país muy distinto es la de las organizaciones sociales, de los trabajadores desocupados, de los trabajadores informales, de los que viven con lo justo. Otro país que también sale a la calle con otras demandas mucho más urgentes para sectores que están en el umbral de la pobreza, que viven en los márgenes y que ven cómo no se pierden de ganar sino pierden todos los días contra la inflación.

Mientras esos dos países salen a la calle, con distinto recorrido, con distintas demandas, con distintos interlocutores, vemos un sistema de medios, como siempre digo, en el que está sobrerrepresentada la visión de los dueños de la Argentina. Y vemos a un Gobierno recluido, encerrado. Cristina, el Presidente, Massa, las reuniones en Olivos. No sabemos qué sale de ahí, solo sabemos que están reunidos, que vuelven a hablar. Para un Gobierno que tuvo durante cuatro meses al Presidente y a la Vicepresidenta sin dirigirse la palabra es una buena noticia. Pero también podemos decir que no alcanza para hacer frente a esta emergencia.

Uno supone que comparten el diagnóstico, lo que muchas veces dice la Vicepresidenta, la falta de dólares. Uno supone que les preocupa la inflación descontrolada que pega en la base electoral histórica de lo que fue en su momento el Frente para la Victoria. Es muy probable, por el silencio que surge de esas reuniones, que estén más de acuerdo en el diagnóstico que en la solución. ¿Cuál es la solución para esta situación cuando el Gobierno ya lleva dos años y medio de mandato?

La ministra Batakis, con sus medidas ortodoxas, no tiene el apoyo político que reclama el mercado. Cristina habló la semana pasada y la escuchamos en un tono más conciliador. Pero cuando asumió Silvina Batakis, Cristina no estuvo. La ausencia de Cristina en la asunción de Batakis es lo que miran los especuladores, los agitadores del mercado, los fondos de inversión, los bancos. Están viendo una Ministra del impasse, una Ministra que no sabemos hasta cuándo dura. 

Más allá de que haya sido piloto de tormentas de una situación difícil en los años finales de Daniel Scioli como Gobernador, cuando Áxel Kicillof era el verdugo de la Provincia de Buenos Aires y no le entregaba fondos, Batakis era la ministra que hacía malabares para manejarse con los recursos que tenía. En un contexto, 2014, en el que también hubo una devaluación. Ahora la situación es muchísimo peor. Pasó Macri, pasó la pandemia, pasaron los dos años y medio de un Gobierno que no se pone de acuerdo. No con la oposición, no se pone de acuerdo ni siquiera en esa mesa de Olivos donde están sentados el Presidente, la Vicepresidenta y el Presidente de la Cámara de Diputados.

Terminó la semana con el dólar paralelo más cerca de los 300%. No alcanzó la batería de medidas ortodoxas que anunció Silvina Batakis. Le reclaman un esfuerzo mayor al Gobierno. Más ajuste, devaluación.

Economistas como Marina Dal Poggetto, directora de EcoGo, a quien hemos entrevistado varias veces en este ciclo de cinco años que ya lleva Fuera de Tiempo, decía esta semana en una entrevista con Ezequiel Burgo en Clarín: “Necesitás un programa de shock y este gobierno no tiene margen. No hay quién financie el gradualismo. Hay que corregir desequilibrios con shock y ello implica efectos redistributivos que requieren un grado de consensos de uno y otro lado de la grieta. No se llega a 2023 sin hacer nada”. Si bien la suya es una consultora escuchada por el mercado, por las empresas, por la oposición, Eco Go no es Melconian, no es Broda, no es Espert, no es Milei. Sin embargo,  Dal Poggetto, una economista que buscaba siempre surfear entre el Gobierno y la oposición, hoy está diciendo que se terminó la discusión, que solo queda el camino del shock. Por eso no alcanzan las medidas que toma Silvina Batakis.

¿Qué es lo que están reclamando los mercados? Todavía flota el mensaje, la advertencia, la recomendación, el pronóstico que en su momento hizo el gurú Guillermo Calvo, que predijo el Efecto Tequila, hace una vida. Cuando Macri hacía agua, cuando agonizaba, cuando el Gobierno de Cambiemos era pura inestabilidad, en algún momento Calvo dio una entrevista al diario chileno El Mercurio y dijo: “Lo que hace falta es un ajuste con apoyo popular. Eso lo puede hacer mejor Cristina que Cambiemos, que este Gobierno”. Era el peronismo el encargado de venir a hacer el ajuste con apoyo popular. 

Eso era poco antes de diciembre de 2019. Dos años y medio después, el Gobierno no tiene demasiada legitimidad. Perdió las elecciones de 2021. Tiene diferencias profundas. Le faltan dólares. Se encuentra con un escenario con inflación descontrolada y le están reclamando una devaluación. Gran parte de su base electoral empieza, además, a erosionarse, a emigrar hacia otras opciones, a apoyar sectores de la oposición. En algunos casos en las calles. En otros casos se repliega pero deja de apoyar al Gobierno. 

Los mercados le están reclamando a Batakis que sea la que ejecute el sueño húmedo del establishment, de la City, de los bancos de inversión. Piden un ajuste con apoyo popular como el que en su momento pidió Guillermo Calvo.

¿Puede Batakis hacer eso, aún con el apoyo de Cristina, si es que lo tuviera? ¿Puede ya el Gobierno del Frente de Todos encarar un ajuste de shock como el que le reclaman? Es una gran duda porque, por supuesto, esta inflación descontrolada está generando un malestar muy profundo y un quiebre dentro del propio oficialismo. Con sectores que se vuelvan también a la calle o se plieguen obligados en las protestas de la oposición, como es lo que le viene pasando a una parte de la UTEP, encarnada sobre todo por Juan Grabois. 

En este impasse estamos, en esta situación, con el anuncio de un paquete ortodoxo cuyo efecto de calma no dura nada en los mercados. Al día siguiente, exigen un ajuste mucho más profundo, un ajuste de shock. Y no sabemos hasta qué punto la Ministra tiene el apoyo del Presidente, de la Vicepresidenta, de Sergio Massa.

¿Cuánto puede durar esto? Le hacíamos esta pregunta la semana pasada a Martín Rapetti, otro economista escuchado por el mercado, por la oposición, pregunta que no quiso responder. Le pareció demasiado temerario responder pero es la pregunta que se hacen todos. Incluso en el Gobierno y en la oposición. Nadie sabe cuánto puede durar esto pero parece difícil que dure demasiado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *