Fuera de Tiempo con Rubén Lo Vuolo

Rubén Lo Vuolo, economista e investigador principal del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas -CIEPP- conversó con Diego Genoud acerca de los salarios, el mercado laboral y la generación de empleo en un contexto de crisis climática.

“La escena del final”. Editorial de 13/11/2021 en FM Milenium.

No queda casi nada. Faltan apenas unas horas para el decisivo test electoral de las generales para el que se esperó mucho. Se habló todo el año en torno a este momento del 14 de noviembre. Quedaron atrás las PASO, los resultados provisorios de las generales, que representaron un mazazo muy importante en el gobierno del Frente de Todos. Ahora se define tanto la conformación del Congreso a partir de diciembre como la correlación de fuerzas para los próximos dos años. Pasaron ya los discursos, la propaganda de todos los partidos políticos. El cierre de campaña se organizó de una manera que conjugó tres o cuatro elementos. Todos, podríamos decir, ingratos para el Frente de Todos, para el Gobierno Nacional.

Por un lado, datos propios de la dinámica económica que ya llevan un tiempo largo y que no son
noticia. La inflación que se conoció el jueves marca un calendario endemoniado del INDEC para el gobierno, anunciado al filo de la veda electoral: un 3,5% en octubre. El IPC que llegó al 41,8% en los primeros diez meses del año. En el último año, la inflación interanual ya llega al 52,1%. Esa es la inflación real que hoy tiene la Argentina, muy parecida a la del último Macri. Es una inflación que, por un lado, perjudica a la mayor parte de la población que vive de un ingreso en pesos, que queda muy detrás de ese índice inflacionario, que no llega a fin de mes porque no le alcanza el aumento salarial que muchas veces rige solamente para los que están bajo convenio, trabajadores sindicalizados.

Además de esa realidad, de la inflación que golpea sobre gran parte de los que mañana van a ir a
votar y a definir la elección general, hay un escenario complicado para el gobierno, que proyectaba terminar el año con 45% de inflación y se encuentra con que en octubre, faltando dos meses, ya está casi en el 42%, pese a la llegada de Roberto Felleti, que le dio potencia a la Secretaria de Comercio que no tuvo durante los dos primeros años del gobierno. Pese a los Precios Congelados en alimentos, en los medicamentos hasta el 7 de enero. Evidentemente, el control de precios es una curita para una enfermedad mayúscula que es la que tiene Argentina y una tendencia muy profunda que lleva ya muchos años. Si uno piensa en que Macri aumentó la inflación del 35% al 53,8% de su último año, estamos viendo que el Frente de Todos ya está igualando esa marca récord, el número más alto desde 1991. Se estacionó en ese piso muchísimo más alto la inflación.

¿Por qué el control de precios no alcanza? Lo contaba el domingo pasado en mi panorama en elDiarioAr, los datos que difunden desde las empresas de medicina prepaga que están reunidas en la Unión Argentina de Salud, muestran cómo vuelan los precios de los medicamentos en la Argentina desde hace mucho tiempo. Pero si uno hace un recorte desde que llegó el gobierno de los Fernández, siguen volando los precios de los medicamentos. Desde enero de 2020 hasta septiembre del año pasado, la inflación general acumulada fue 186%. Pero el precio de venta al público de los medicamentos fue todavía más alto: una suba del 193,5%. El INDEC Salud, que es uno de los recortes posibles a la hora de analizar los aumentos en la Argentina, que incluye tanto los medicamentos como las subas en el equipamiento medicinal y las propias prepagas, llegó a 224% desde enero del 2020. De esa cifra descomunal estamos hablando, de aumento en los alimentos, en los medicamentos. No hay control de precios que aguante, que sirva para paliar el deterioro de los
ingresos de los que viven con lo justo en la Argentina que son muchos. Los medicamentos aumentaron pese a que muchos son importados con un dólar atrasado. Es decir, aumentaron al ritmo de la inflación, que ya era muy alta, pero no a tono con el dólar. Deberían haber aumentado menos si hubieran aumentado de acuerdo con el dólar, teniendo en cuenta que la mayor parte de los medicamentos que se consumen en la Argentina son importados.

Dice el informe de las prepagas, no de las centrales sindicales o ni siquiera del propio gobierno, que la suba de remedios en Argentina bate récords a nivel mundial. En comparación con Estados Unidos, en la Argentina los precios de los medicamentos más utilizados se duplican, triplican y hasta cuadriplican en relación al salario mínimo. El precio de una Bayaspirina en Argentina es cuatro veces más alto que en Estados Unidos, en relación al salario mínimo. El Ibuprofeno casi duplica el valor. También el Paracetamol. Y supera el doble si se compara con lo que pasa en Brasil. Además remarca el sector privado, Belocopitt y muchas de las empresas que auspician en los medios de comunicación, se quejan de que el Estado no controla a los grandes laboratorios que están aliados muchas veces al gobierno, que son grandes financistas de las campañas electorales. Las prepagas dicen: “el Estado no controla los precios de los medicamentos de alto costo”. Lo que dificulta la cobertura y la accesibilidad.

Mañana, a la hora de ir a las urnas, habrá una mayoría que defina en torno a su bolsillo. Y habrá una mayoría que defina en torno a esta realidad que no necesitan que nadie se la cuente. Otro dato económico importante de este cierre de campaña, que yo decía que armó una escena en contra de los intereses del gobierno, es el dólar paralelo llegando a $207. La brecha cambiaria por encima del 100%. La preocupación de siempre, por un lado el traslado a precios. Cómo impacta ese dólar paralelo y hasta qué punto en el almacén de barrio. Uno supone que siempre lo termina haciendo.

Otra preocupación, qué pasa después del lunes. La presión devaluatoria de actores del mercado, de los poderosos que juegan a una devaluación, ¿le va a doblar el brazo o no al Gobierno Nacional? Habrá que ver cómo sale el FDT de este test electoral. Si sale fortalecido o si sale todavía más debilitado. Si sale unido o si se profundiza la división. Son todas preguntas que van a tener una vigencia decisiva a partir del lunes próximo pero podemos decir que en la última semana el Frente de Todos se encontró con la inflación interanual de 52% y el dólar arriba de $200.

Como si fuera poco a eso se le suma otro problema grave de la Argentina, la violencia urbana, la
inseguridad según como la llaman los medios de comunicación
. A partir del caso del asesinato de
un kioskero de 45 años en Ramos Mejía y su reacción social. En una zona importante de La Matanza, donde salió una parte de la población a repudiar este crimen, este asesinato. Y la Policía Bonaerense que responde casi como si quisiera complicar aún más la cosa, con escenas de represión. Muchas veces hablando con Alberto Binder, un especialista en seguridad, acudía a una noción que es la de la fábrica de la violencia. ¿De dónde sale toda esa violencia? Algunos podrán señalar al gobierno. Eso es lo que vemos en los medios de comunicación donde aparece la voz de Patricia Bullrich, donde aparece la voz incluso de Sergio Berni. Son mensajes que guste o no en la Argentina ya llevan más de veinte años. Carlos Ruckauf ganó una elección en la Provincia de Buenos Aires en 1999 contra Graciela Fernández Meijide diciendo que había que meterle bala a los delincuentes. Estamos entrampados en una escena similar mientras el cuadro social se sigue deteriorando. Más allá de que hubo años de crecimiento en la economía durante el primer kirchnerismo, ya llevamos otra vez un espiral descendente donde aumenta otra vez la pobreza y donde algunos, entre los que me incluyo, también advertimos que hay una relación entre la desigualdad creciente y la violencia urbana.

Más allá de cada caso dramático, y para el cuál no vale ningún tipo de explicación, menos cuando se lo intenta disolver en estadísticas generales como las que ofreció el Gobierno Nacional en lo que es una mala defensa frente a un asesinato de cuatro disparos en el tórax como el que sufrió este kioskero de Ramos Mejía. El drama de la muerte, inapelable, la manifestación de los vecinos, la respuesta errada una vez más de la Policía Bonaerense, en una agenda que se amplifica al infinito y que tiene un impacto concreto en el territorio. Que puede incluso incidir en La Matanza, que es la zona donde el kirchnerismo, el peronismo, muchas veces se cree o se piensa imbatible. También viene perdiendo votos en esa zona el Frente de Todos.

Por último, la pelea del Presidente con Córdoba a partir de estos dichos de que la provincia tiene que integrarse al país. Un deseo del Presidente, un deseo del oficialismo nacional que no hace más que cavar la fosa del peronismo kirchnerista, del Frente de Todos en Córdoba, la provincia más hostil para el kirchnerismo donde nunca ganó y cuya mejor elección fue la del 2011 de Cristina con aquel 54%. Después ganó Menem, ganó Lavagna, ganó Macri pero siempre ganó la oposición. Eso es lo que ve también Juan Schiaretti, un gobernador muy experimentado, sobreviviente de todos los fuegos que busca distanciarse y pelearse. Ya posicionándose otra vez de cara a esta carrera electoral, a esta disputa que se abre en el propio peronismo desde el lunes. Schiaretti, que viene de perder con Juntos, ve la postura de Alberto Fernández y aprovecha para enfrentarse, denunciarlo y posicionarse él de cara a una disputa nacional, que si no lo tiene como protagonista como candidato a presidente, es probable que lo tenga como protagonista dentro de esa gran interna que se va a reproducir a partir del lunes en el peronismo nacional.

¿Qué tiene el gobierno para ofrecer en este contexto? En este cierre de campaña donde se armó
la escena en contra porque la realidad es una realidad muy dramática. Y se armó para mal, para peor en esta última semana. Escuchamos lo que tiene para ofrecer en la publicidad el gobierno, el Frente de Todos. La campaña de vacunación récord. La reapertura de la economía. Un clima distinto en algunos sectores que pueden consumir, que salen, que llenan hoy los bares, los restaurantes. Que ya llenaron o colmaron las vacantes en los lugares de veraneo en la Argentina, o que durante el mes de octubre mismo saturaron la costa. Ese clima que el gobierno quiere creer que existe y que importa y que puede torcer la voluntad. El rebrote, la recuperación en algunos sectores económicos que llevan diez meses de crecimiento. Claro, con respecto a la paz de los cementerios que era la pandemia y la paz de los cementerios que ya era lo que había dejado Macri después de dos años de devaluación, de ajuste. ¿Alcanza lo que tiene el Gobierno para torcer esta elección, que es decisiva para el futuro del Frente de Todos?

Podemos decir que en estos dos meses de campaña hubo dos datos en los que el gobierno demostró que no tenía demasiado para ofrecer. Por un lado, no puso lo que podía poner o lo que incluso las consultoras del mercado suponían que podía poner para tratar de inyectar plata en los bolsillos: 0,23% del PBI, menos de un punto. Con paliativos, con mejoras para los que viven de un ingreso en pesos o reciben la Asignación Universal, según datos de Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz que publicó elDiarioAr, una nota de Delfina Torres Cabreros. Muy poco, la quinta parte de lo que se esperaba que iba a poner el gobierno. Uno dice, el gobierno o está muy débil o no apuesta ya a revertir la elección.

Por otro lado, un dato saliente también. La ausencia de la Vicepresidenta de la campaña, que hizo
un solo discurso hasta el jueves pasado en Merlo. Sesenta días con una Cristina ausente de la campaña. Uno puede suponer previendo ya un mal resultado. Y otro indicador: Sergio Massa borradísimo también de la escena del Frente de Todos. Lo que hace suponer que el optimismo que vende el catalán Antoni Gutiérrez Rubí, el asesor del Presidente, no contagia ni siquiera a todos dentro del frente. Si algo demuestra las últimas elecciones es que no sabemos lo que puede pasar. Que las encuestas solamente nos traen una aproximación parcial de la realidad. Una realidad social heterogénea, desigual. Y una realidad social muy profunda a la que pocas veces podemos acceder los que trabajamos en los medios de comunicación. El micromundo de la política, de la dirigencia política, de los analistas políticos muy pocas veces puede saber cómo se vive en esos márgenes donde no sobra nada.

Mañana es la oportunidad para tener un termómetro. Habrá que ver si se condice con los resultados de las PASO o no. Porque hay un último dato. Votaron en las PASO, y lo dijimos varias veces en este espacio, el 66% del padrón, casi 10% menos de la cantidad de gente que vota habitualmente. De un padrón de 34,5 millones de personas hay alrededor de 3 millones y medio de personas que no votaron en las PASO. Habrá que ver si mañana van a votar y por quién votan. Si logra el gobierno a partir de eso recortar una diferencia o al contrario. Si van a votar y lo hacen contra el gobierno, y
entonces el resultado es todavía peor para el Frente de Todos que se entusiasma con recortar la
diferencia. Llegó la hora de votar: el lunes empieza una nueva historia.

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