Fuera de Tiempo con Ezequiel Meler

Ezequiel Meler, historiador, conversó con Diego Genoud acerca de la derrota del oficialismo en las PASO, la coalición de gobierno y los desafíos estructurales que Argentina debe afrontar para salir de la crisis.

También estuvo en el programa Dina Sanchez, vocera del Frente Popular Dario Santillán y secretaria general adjunta de UTEP. Charló sobre la realidad que enfrentan los sectores populares y la necesidad del gobierno de avanzar con una agenda de Tierra, Techo y Trabajo.

“El Frente de todo lo que no se quería ver”. Editorial 18/09/2021 en FM Milenium.

Dijimos hace una semana que faltaba muy poco para saber dónde estábamos parados desde el
punto de vista electoral, sin saber, por supuesto qué es lo que iba a pasar al día siguiente, el domingo 12 en las PASO. La supuesta previsibilidad de la que se fiaba el gobierno, la idea de que el resultado no iba a ser tan bueno como en 2019 pero tampoco tan malo como en 2017. La quimera de que la pandemia que trastocó por completo la vida de millones de personas no iba a tener impacto en el terreno electoral. Eso que pensaban en la Casa Rosada, en la residencia de Olivos: que Alberto Fernández iba a ser plebiscitado, que iba camino a la reelección, que por primera vez iba a ganar el peronismo en la Provincia de Buenos Aires después de 16 años. Todo eso se reveló como una trampa, como una ilusión, puro deseo, pura fantasía.

También el kirchnerismo pensaba algo similar en el sentido de que suponía que el resultado iba a
ser mucho mejor de lo que fue. Quizás pensaba que ese compás de espera del que hablaba el encuestador Federico Aurelio, muy considerado porque mide tanto para el gobierno como para la oposición, iba a durar por los menos hasta la PASO. Pero finalmente no existió, era otra fantasía. O de los encuestadores o del gobierno. Sin embargo, se escuchó mucho en esta semana que pasó que nadie podía imaginar la derrota del Frente de Todos. En esa presunción de victoria que tenían el gobierno y los encuestadores, que tenía incluso el establishment, contrastaba con la realidad, con la vida cotidiana de millones de personas, con los datos que ofrecían la consultoras del mercado y las
centrales sindicales, con los datos del INDEC.

Lo dijimos demasiadas veces en este espacio, nos cansamos de decirlo, lo escribí varias veces en elDiarioAr. También lo dijo, por ejemplo, Emmanuel Álvarez Agis, que es un economista que fue viceministro de Kicillof, muy escuchado por el establishment, en un informe que se tituló “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”: el gobierno iba a la peor elección de las últimas seis desde el punto de vista del bolsillo. Con el salario real más bajo de América latina, medido al dólar oficial. Con los peores niveles de empleo. Con desocupación en los niveles más altos de la última década. Pero, aparte, con mucha destrucción de empleo que ya venía del gobierno de Macri pero que se profundizó con la pandemia y que solo en parte se revirtió. Precariedad laboral. Niveles altísimos de pobreza, 20 millones según la última medición que conocemos. Con una recuperación, un rebote económico que solo se siente en algunos sectores. Con la plata que no alcanza para llegar a fin de mes. Con la inflación por las nubes.

Por supuesto, la conversación pública iba por otro lado. Si uno prendía la tele o si veía a los candidatos, parecía que este escenario no existía. Pero me parece demasiado decir que no había ningún dato de que el gobierno podía perder, como perdieron tantos oficialismos. Después lo dijo
Cafiero, pero antes de la elección esperaban un triunfo. Esa burbuja, la burbuja de Olivos, la de la Casa Rosada, la del Círculo Rojo, contrastaba fuertemente con la realidad social de millones de personas que no llegaban a fin de mes. ¿Fue la única razón? Seguramente no, pero había elementos para ver. Cuando se dice que nadie preveía esta derrota, se podría decir que no querían ver los datos de la realidad que estaban sobre la mesa. Después, por supuesto, está la pandemia. Los vacunados de privilegio. Las imágenes del cumple de Fabiola Yáñez. Los errores que cometió el gobierno. Los más de 113 mil muertos que había a la hora de ir a votar, una cifra de muertos que va camino a triplicarse con respecto al año pasado. Todo eso seguramente también impactó.

No alcanzó lo que el gobierno hizo bien, que seguramente hizo para lograr la vacunación récord que logró, para tratar de que no haya escenas de desborde sanitario. Pero todo eso que se hizo, no alcanzó, quedó muy lejos. Hay una primera conclusión, entonces, que es esa, cuando se dice que nadie vio venir esta derrota debería decirse que no quisieron ver que podía venir esta derrota. La mayoría no quiso ver esa realidad que a nivel social se percibía, se respiraba. Alcanza con ir al supermercado, con ir al almacén. Lo grave no es que no lo haya querido ver el establishment, que no lo haya querido ver el periodismo, que no lo haya querido ver el gobierno: lo más grave es que no lo haya querido ver el Presidente. Un presidente que ya fantaseaba con ese plebiscito, con ese triunfo después de 16 años en PBA, con la reelección, que hoy parece un chiste.

Después surgen las diferencias de diagnóstico. El gobierno perdió 5 millones de votos, si se compara con 2019. Pero, siempre se dice, hay que comparar no con la presidencial, sino legislativa con legislativa. Comparada con la de 2017, también la unidad del peronismo perdió alrededor de 700 mil votos en la Provincia de Buenos Aires que gobierna Axel Kicillof, el candidato de Cristina para ese territorio y, quizás, también para la presidencia, si es que todavía se puede pensar en un futuro dentro del frente. Cosa que hoy, en estas horas, es muy difícil pensar en el futuro. Solamente se puede pensar en el mañana, en pasado mañana, en la semana que viene. Y como mucho en noviembre.

El Frente de Todos perdió en todos lados. Lo primero, y más doloroso para el país unitario, la derrota de Kicillof en la Provincia de Buenos Aires. Pero perdió también en Santa Fe, en CABA, en Córdoba, en Mendoza, como se preveía. Y, además, en una totalidad de 17 provincias de las cuales muchas eran votantes incondicionales del peronismo desde el regreso de la democracia. Hay que remontarse al año 83 para que en algunas de esas provincias, o incluso antes, se conociera una derrota peronista.
Entre Ríos, Chaco, La Pampa, Catamarca, Misiones, La Rioja, Chubut, Río Negro, Santa Cruz, Tierra
del Fuego. Una paliza. Sobre todo, si se la compara con lo que esperaba el Gobierno.

Ahí aparecen las diferencias de diagnóstico. El dato objetivo, el gobierno perdió una enormidad de
votos. ¿Pero qué votos fueron los que se perdieron? ¿Cómo se perdieron? ¿Por qué se perdieron?
Ahí ya empieza la división no solo a nivel social, sino que empieza incluso dentro del gobierno. Primero tenés la participación más baja desde que comenzó la democracia. Contrario a lo que expresó Wado de Pedro, el Ministro del Interior, ese domingo, cuando dijo “estamos conformes con la
participación”, que fue de 66%. Un 10% menos que el promedio de las últimas elecciones. Si tenés un padrón de 34 millones de personas y votaron 22 millones 700 mil personas, tenés que más de 12 millones de personas no fueron a votar. Además, tenés una baja muy importante contra el promedio. De esos 34 millones y medio de personas que conforman el padrón, hay un 10% que vota habitualmente y no votó. Es decir que hay 3 millones y medio de personas que no fueron a votar pero que lo hacen habitualmente. Ahí está la esperanza del Frente de Todos, en que esos 3 millones y medio de personas que se quedaron en sus casas, vayan y los voten. Que aparezca una especia de marea, como la que en su momento benefició a Macri en 2019, y como la que en su momento, beneficio a Cambiemos en 2015, en 2017, en 2019.

Pero siempre era el peronismo el que tenía más votos en la Primaria y después, en todo caso, perdía. Siempre el peronismo es el que va y vota en todas la instancias. Esta vez no sucedió así. Me lo decía un intendente: “los nuestros no fueron a votar”. ¿Por qué no fueron a votar, por qué no había ganas de ir a votar al Frente de Todos? Ni siquiera de sus votantes. Ahí empieza la discusión muy fuerte en el oficialismo. ¿Quiénes son esas 3 millones y medio de personas? Algunos dicen, son los más humildes, los sectores más perjudicados, los votantes naturales del Frente de Todos, los que peor la pasaron en este año y medio, casi dos. Por el ajuste sobre los ingresos, por la caída de las jubilaciones, por la de los salarios. Por la destrucción de empleo, en parte obviamente producto de la pandemia. Esos votantes naturales, el soporte del kirchnerismo, el soporte del peronismo del Frente de Todos, después de dos años de los más traumáticos, decidieron no votar. Esa es una de las interpretaciones.

La otra interpretación es que se perdieron los votos de la clase media, los que confiaron en Alberto, los que pensaron que Alberto iba a ser distinto a Cristina y dijeron “no, esto es lo mismo”. Por eso hay una división muy fuerte del Frente de Todos. ¿Qué votos se perdieron? Probablemente se hayan perdido un poco y un poco. Un poco de clase media y un poco de sectores más humildes que también la pasaron muy mal, peor que la clase media. En un marco donde todos los sectores y los votantes del Frente de Todos la pasaron muy mal. De ese diagnóstico se desprende una vía de acción. Si uno piensa, los que no votaron al Frente de Todos son los más humildes, tiene que salir con una propuesta como la de Juan Grabois, por ejemplo, de Salario Básico Universal, de mejorar la AUH, de mejorar la Tarjeta Alimentar, de dar un nuevo IFE, el que el gobierno no quiso dar y que solamente dio en dos oportunidades. Para una pandemia de un año y medio, entregar dos veces 10 mil pesos es prácticamente nada.

Ahora, los que piensan que se perdieron esos votos, dicen “hay que salir ya”. En eso parece haber acuerdo en el Frente de Todos, de acá a noviembre, de que hacen falta medidas para los 20 millones de personas que están bajo la línea de pobreza. Pero los otros, los que dicen “perdimos porque Alberto perdió el centro, perdimos porque el centro no existió, perdimos porque el gobierno fue demasiado cristinista, se pareció demasiado a Cristina en los modos” están diciendo “hay que hacerle gestos a la clase media, hay que ir a un acuerdo rápido con el Fondo, hay que reducir los subsidios, hay que convocar a la oposición”. Ahí está la discusión, por dónde sale el Frente de Todos de esta situación si es que puede salir, finalmente.

Si uno habla con todos los dirigentes del Frente de Todos, incluso los que aparecen discutiendo por una cuota de poder, pareciera que todo el mundo coincide en que hay que inyectar plata en los sectores más vulnerables hasta noviembre, después no se sabe. Parece muy difícil el escenario que enfrenta el gobierno después de noviembre. Gane o pierda. Obviamente, más si pierde. Cristina quiere cambios ya, como lo demostró esta semana. Porque lo viene pidiendo desde hace un año y medio, desde que habló de los funcionarios que no funcionan e incluso de antes. Alberto Fernández vive demorando los cambios desde hace meses, pese a que se encendieron todas las alarmas.

Primero el Presidente eligió un gabinete de un grupo de colaboradores que estaban con él en el Grupo Callao, que no estaban pensando en asumir en 2019. Algunos miembros del randazzismo
también sumó Alberto. Pero estamos hablando de un equipo muy reducido que ya muchos piensan que no estaba preparado para lo que le dejaba Macri. Y después vino la pandemia. Y Alberto no cambió. Ahora vino la derrota electoral. Y Alberto dice que no quiere cambiar, que por lo menos no ahora. Parece ser más que nada una discusión de tiempo. Cristina que golpea la mesa, que hace volar
todo por los aires, para renegociar con Alberto un nuevo gabinete de poder. No parece ser hoy
Cristina alguien que decida romper el Frente de Todos y alejarse del gobierno. No tiene tampoco
adónde ir, salvo a la intemperie. Pero el culebrón de estos días, lo que demuestra es que el Frente de Todos era un frente para la victoria. No estaba preparado para la derrota. Ante una derrota, se desata la crisis, se expresan las diferencias. Algo que no se quería ver. Así como no se quería ver la
realidad social, no se quería ver que existían diferencias
. Se hablaba de la unidad como si fuera un fin en sí mismo. Y no lo era, por supuesto. Debajo estaba este volcán que ahora vemos en erupción. Estas tensiones que quizás mañana se resuelvan, o quizás no, no lo podemos saber. Porque lo previsible, lo que uno esperaba que pudieran ponerse de acuerdo el Presidente y su vice, hoy parece bastante difícil.

Apareció la crisis de gabinete, la crisis institucional. Y algo que tampoco nadie quería ver en el Frente de Todos: las diferencias de trayectorias y de perspectiva. No todos la pasaron igual de mal durante el macrismo. Algunos la pasaron mucho peor, el kirchenrismo sobre todo. Otros, como Sergio Massa, estaban en Davos con el Presidente o votando las leyes de Cambiemos. Otros, estaban armando una fuerza como la de Florencio Randazzo. Por eso a esta hora las urgencias son distintas. El kirchnerismo siente que lo único que quiere son los votos que puede conseguir. El resto de los actores del Frente de Todos quizás se puedan reacomodar más adelante, como ya lo hicieron cuando perdió el Frente Para la Victoria y fueron parte del sistema político en un momento en el que el kirchnerismo era marginal, en el que sus funcionarios y empresarios cercanos iban a la cárcel, y en el que otros estaban en reuniones con el Presidente Macri, con sus ministros.

Si la realidad fuera otra, si no hubiera existido la pandemia, si el gobierno hubiera ganado las
elecciones, nada de esto hubiera sucedido. Si la economía estuviera creciendo, nada de esto
hubiera sucedido. Pero ahí también aparece algo que de entrada no se quiso ver. El gobierno se
hacía cargo de una bomba de tiempo que había dejado el presidente Macri. La crisis que muchas
veces le había estallado al radicalismo, esta vez le estalló al peronismo
. No alcanzaba con la nostalgia del primer kirchnerismo para desactivar la bomba. No alcanzaba con un gabinete amateur como el que eligió Alberto Fernández. Y para todo eso no estaba preparado el Frente de Todos.

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