Fuera de Tiempo con Pablo Javier Salinas

Pablo Javier Salinas, politólogo y magíster en Metodología de la Investigación Social, conversó con Diego Genoud sobre el panorama electoral a dos semanas del balotaje.

Macri transforma a Milei pero también a Massa. Editorial de 7 de noviembre en Radio con Vos.

Pasó muy rápido la sensación de que Massa se encaminaba a un triunfo inevitable el 19 de noviembre. Se armó una nueva escena y se reconfiguran las alianzas, se rearman las fuerzas que, en poco más de una semana, chocarán. Otra vez hay solo dos candidatos, dos bloques, dos opciones. Un peronismo del orden, un peronismo prolijo, un peronismo de centro, que tiene como candidato a Massa, y del otro lado un rostro duro de la derecha, de la ultraderecha, que tiene como candidato a Milei.

La opción para muchos es peronismo – antiperonismo. Estado frente a mercado, democracia frente a autoritarismo. El resultado depende de cuál sea la opción que ve la mayor parte de la gente, de qué es lo que la sociedad cree que se está eligiendo o cuál es la disyuntiva en esta hora que es una hora muy complicada, dramática para algunos.

Milei es, si uno mira cómo quedo conformado el escenario, el que más tiene para sumar en torno a las nuevas coordenadas que traza, por ejemplo, Mauricio Macri. Un actor sorpresivo, incluso en esta campaña, que habla de continuidad, de cambio. Massa vendría a ser el último exponente del peronismo, del peronismo kirchnerista. Y Milei, que era el candidato anticasta, ahora viene a enrolarse dentro de lo que Macri llama “las fuerzas del cambio”.

Gran parte del 24% de los votos que fueron de Bullrich hoy están a disponibilidad de Milei, lo que da nuevos números y un escenario mucho más reñido de cara al 19 de noviembre, distinto al que suponíamos se iba a dar cuando estábamos todavía contando los votos del 22 de octubre. Hace seis meses, si uno hacía una encuesta o una apuesta, eran pocos los que pensaban que Sergio Massa tenía alguna chance de ganar un balotaje en la Argentina, contra quien sea. En ese momento, se suponía que el ganador podía ser Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich, quizás Javier Milei. 

Massa ya hizo lo más difícil: superar dos meses tremendos como fueron los que llevaron del 13 de agosto al 22 de octubre, con devaluación, con inflación de 25%, con la inestabilidad del dólar en la superficie. Aún así, se volvió el candidato más votado, con más chances. Ahora es distinto, Massa es competitivo, de acuerdo al escenario que dejaron las generales, y además porque en este momento la sociedad está mirando una nueva escena. La sociedad baraja y da de nuevo, que es lo más importante. Pero también hoy el poder en la Argentina está siendo una nueva cuenta a partir de la incorporación de Macri al armado de Milei. 

Macri entra no como un mero apoyo de Milei, sino como un accionista principal de La Libertad Avanza, que aporta fondos, que aporta orden, que aporta empresarios que traen financiamiento, que se preparan para fiscalizar en todos los lugares donde a Milei le fue mal, o donde piensan que les robaron las boletas o hicieron fraude. Ahí está la fuerza de Macri, la que lo llevó a la presidencia, lo que le quedó a Macri de ese experimento fallido en el poder pero muy exitoso desde el punto de vista electoral en el año 2015. Todo eso hoy está al servicio de Javier Milei.

¿Y por qué hace esto Macri hoy? Porque se siente identificado con el programa de Milei. Porque Milei dice muchas de las cosas que Macri piensa en la intimidad y no pudo hacer o no pudo decir, contenido como estaba, durante su gobierno. Y porque, además, Macri piensa a Milei como el mejor vehículo para volver al poder.

Macri no supo ordenar la interna de Juntos. No supo, por ejemplo y como algunos le pedían, convencer a Patricia Bullrich de que fuera candidata a gobernadora en la Provincia de Buenos Aires con Horacio Rodríguez Larreta de candidato a presidente. No supo unificar esa pelea entre sus hijos políticos que se enfrentaban por un liderazgo que había quedado vacante y por un poder que ya perdieron.

Ahora Macri renace gracias al fracaso de esos hijos políticos. Primero, de Larreta. Después, de Bullrich. Encuentra una oportunidad en La Libertad Avanza en quedarse con parte de ese paquete accionario de lo que aparecía como lo nuevo. Hay un empresario que es muy mencionado, Eduardo Bastitta, qué tiene intereses en Uruguay, en Argentina, que fue alguien muy cercano al PRO y hoy es la mano derecha de Milei y a la vez un puente con Macri.

Tantas veces considerado un jarrón chino, con su sola aparición, Macri le suma y le resta a la apuesta de Javier Milei. Le quita la identidad nuevista, la idea del candidato anticasta. Macri genera un recuerdo traumático en parte de la sociedad que va a tener que ir a votar, en esa sociedad indecisa que en algún momento lo votó y en otro le dio la espalda. Pero así como le resta, Macri le suma a Milei porque vuelve a hablarle al poder. Y con Macri, Milei se permite la ilusión de conquistar a gran parte de ese poder que nunca abandonó al ex presidente.

Hay que mirar algunos canales de televisión para ver cómo cambió la imagen de Milei. Hay que escuchar lo que el propio candidato de la ultraderecha dice para entender que es Macri el que está hablando. Es la historia el macrismo puro la que habla hoy a través de Milei, a la vez que lo saca de la posición de outsider peligroso y generaba enormes interrogantes en torno a la gobernabilidad. 

Macri transforma para bien y para mal a Milei en la concepción de los actores del poder económico permanente de la Argentina y también en el exterior. Ahora Milei tiene un padrino reconocido, probado. Pero, ¿pero contra quién se enfrenta Milei? ¿Contra quien se enfrenta Macri? Porque enfrente no están ni Cristina Kirchner ni Axel Kicillof; está Sergio Massa. Un preferido del establishment, un preferido del poder económico, un actor del que muchas veces hablé como alguien que representa a un bloque de poder con intereses específicos en sectores estratégicos. Hablo de medios de comunicación, hablo del sector financiero, hablo de empresas que tienen intereses en Vaca Muerta. Todo eso representa Massa, como lo era y es Macri también para algunos dueños de la Argentina.

Massa es un candidato confiable para ese poder económico. Es el preferido, algunos piensan, de la Embajada de Estados Unidos, del Departamento de Estado que hoy, con Antony Blinken y Joe Biden, se preocupan. ¿Por qué? Porque Milei es la versión en miniatura de Donald Trump. El resultado del 19 de noviembre importa también afuera del país, importa incluso en Washington.

Macri entra a la campaña y no sólo transforma a Milei sino toda la disputa. Hoy Massa, no es casual, dio una definición importante porque tiene que ver con un punto ciego de su gestión. Como dijimos en este espacio, en infinidad de oportunidades, el peor enemigo del candidato Massa es el ministro de Economía Massa. Nunca dijo Massa hasta hoy quién va a ser su Ministro de Economía. Es un tema central, uno supone, para los que van a ir a votar aunque muchos otros no tienen dudas y dicen “no importa que Massa haya llevado la inflación a donde la llevó, que haya devaluado como devalúo” o “lo que importa es que está en juego la democracia”. 

Hay otros que quizá viven con lo justo y sí les interesa saber quién va a ser el Ministro de Economía. ¿Qué va a hacer distinto Massa de lo que hizo hasta ahora durante su gobierno, que empezó hace 14 o 15 meses? Hoy el candidato de Unión por la Patria dijo que el Ministro de Economía de su eventual gobierno no va a ser de su fuerza política. Dejó de lado un globo de ensayo gastado con el nombre de Roberto Lavagna.

Lavagna que fue importante hace 20 años cuando Néstor Kirchner era un desconocido y necesitaba dar la imagen de una continuidad con el duhaldismo, en ese momento en la pelea con Menem. Hoy Massa lo sigue usando a Lavagna como aval. Tienen una relación de afinidad, una relación casi contractual.

Pero la definición de hoy del candidato de Unión por la Patria abre la puerta a otros nombres. Ya empieza la danza de Carlos Melconian, alguien muy cercano a Massa, alguien que Massa quiso convertir en su momento en candidato a diputado en la Provincia de Buenos Aires en aquel 2013 en el que rompió con Cristina. Martín Redrado, número puesto también, un hombre de mucha llegada al poder económico, inmortalizado en Wikileaks como Massa, con relación con los sindicatos. Alguien que estuvo con Larreta hasta hace poco. También Marina Dal Poggetto, otro nombre que no hay que descartar. Massa la convocó para esta gestión aunque Dal Poggetto le dijo que no porque consideraba que hacía falta devaluar, algo que Massa terminó haciendo después de las PASO.

Son nombres que el poder económico en la Argentina y el poder en general conocen de memoria, que son contratados muchas veces por los bancos, por las empresas, por las petroleras. Ahora Massa dice “mi Ministro de Economía va a pertenecer a la oposición”, es todo un dato en esta disputa que cambia de tono, que cambia de color cuando Macri se come o sostiene a Milei. Es una disputa que, por supuesto, tiene que ver con el voto, pero también es una disputa por el apoyo del poder económico en la Argentina. 

Hay que seguir dos datos de las últimas semanas. El primero es la falta de combustible, un problema que fue muy público. Massa responsabilizó y amenazó a las petroleras con prohibir las exportaciones de crudo, una medida dura, y terminó dándoles un aumento, el premio que querían. 

Hay ahí una clave de la encrucijada a la que se enfrenta Massa cuando promete ser duro y termina siendo concesivo y blando. Sobre todo, si Massa es presidente y empieza a jugar, ya no en el rol de candidato, que es el traje que tiene puesto desde hace una década, sino como Presidente de la Nación. Empezaría a arriesgar su propio pellejo, su propia cabeza.

El otro dato es menos conocido, otro punto de tensión de Massa con el poder económico, con el Grupo Techint. Fue Massa al programa de María Laura Santillán, hace una semana, y dijo: “Fíjese la rentabilidad que tienen algunos sectores que están ganando de más, miren los números de Rubinstein” para referirse a los sectores del acero. Claramente hablaba de Techint, que está presionando, dicen en el Gobierno, para conseguir dólares baratos y pagarse a sí mismo la importación de chapa desde sus filiales en México y en Brasil. 

Algo que recuerda un poco la polémica que Cristina en su momento mencionó cuando se discutía el gasoducto Néstor Kirchner. Cristina dijo que se giraban el dinero entre ellos mismos. Algo similar está pasando ahora en otro de los mundos donde pesa el Grupo Techint. En este caso, estamos hablando de chapas semielaborada para la industria local, para automotrices como Toyota, para sectores como el agro, para línea blanca, para construcciones. ¿Cómo se resolvió esa disputa de la que no se habló prácticamente en los medios? El Grupo Techint aumentó el 12% en dólares la chapa que provee a estas industrias.

Otro ejemplo son los sectores que siempre prefieren un dólar recontra alto. Massa hoy no se los puede dar pero sí puede entregarle dólares baratos para que se paguen a sí mismos, como ellos quieren. Todo esto es determinante para la Argentina que viene, en el caso de que gane Sergio Massa. 

El otro frente de conflicto es en el ámbito judicial. Desde anoche se conocen novedades que tienen que ver con una causa de un juez, Marcelo Martínez de Giorgi, muy ligado a los servicios de inteligencia en Argentina. A Stiuso pero también, en su momento, al kirchnerismo. 

Son jueces que es difícil entender muchas veces cómo se mueven, si uno los quiere inscribir en la disputa gobierno — oposición, kirchnerismo — antikirchnerismo, macrismo — kirchnerismo. Porque muchas veces tienen una sola terminal: son miembros del Poder Judicial muy conectados al mundo del espionaje. Marcelo Martínez de Giorgi en su momento la quiso llevar presa a Hebe de Bonafini. Pero hizo otro tipo de señales que también el cristianismo tomó a bien. Por eso difícil de clasificarlo en la vieja grieta. 

Hoy conocemos una causa que muestra que dirigentes de La Cámpora ordenaron un espionaje. En medios grandes como Clarín y La Nación la noticia es presentada como un vuelto de Lago Escondido, donde fueron los directivos de Clarín con funcionarios de Horacio Rodríguez Larreta. Había espionaje ilegal en ese momento y había, al mismo tiempo, una relación promiscua entre el Grupo Clarín, los servicios de inteligencia y funcionarios del ex jefe de gobierno porteño. Era promiscuo lo que se veía en Lago Escondido pero también era promiscuo cómo se había obtenido ese material, a través del espionaje ilegal a Marcelo D’Alessandro, el ex ministro de Larreta. Pero ¿es un vuelto de quién? ¿De los perjudicados en Lago Escondido? ¿Contra quién?

De todo esto se habla en clave de grieta, pero lo que vemos son bandas que chocan en un mundo donde casi nada es legal en la Argentina. Un espectáculo que puede asquear al común de la gente pero que es parte del grado cero de la lucha desesperada por el poder. Hoy se vio un coletazo de eso en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados. 

Unos y otros tienen un espionaje a medida. Unos y otros espían a sus rivales. ¿Por qué es importante esto? Porque puede llegar a tener alguna incidencia en la elección, pero porque además muestra cómo Macri incide también en la campaña.

Macri tuvo mucho peso en Comodo Py. Pero, ¿a quién se enfrenta hoy Macri? A Massa, que también tiene mucho peso en Comodoro Py. Cuando Massa era antikirchnerista, Cristina se quejaba de que los jueces y fiscales amigos del tigrense eran los que la arrinconaban y le hacían recorrer los tribunales. Claudio Bonadío, Carlos Stornelli, Guillermo Marijuan, Germán Moldes; la lista es larguísima. Macri y Massa, los dos tienen tentáculos no solo en Comodoro Py sino también en el universo del espionaje. Se está discutiendo hoy por quién apuesta el poder permanente de la Argentina. 

¿Qué es lo que se puede sacar en limpio de todo ese mundo opaco, que la mayor parte de la sociedad no conoce? Que cuando entra Macri a la batalla electoral para asociarse con Javier Milei, también entran Comodoro Py y el espionaje a dividirse. Con Macri en la campaña como accionista principal de La Libertad Avanza, no sólo Milei y la candidatura de Milei se transforman, también se transforma Massa. 

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